Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 2

Capítulo 2: Reclutamiento (I)

Parte 2

 

 

Después de pasar el rato hablando de psíquicos y sus poderes, llegamos a nuestro destino. Al encontrar un tema en común, había conseguido que las cosas no se pusieran incómodas entre esta chica de instituto y yo— quiero creer que era algo de lo que alegrarse. Antes de subir al coche, me había preocupado bastante por lo que haría conmigo mismo durante el viaje.

—Ha tardado más de lo que pensaba —dijo la señorita Hoshizaki.

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—Así es el tráfico —respondió el conductor.

Según el material que nos habían proporcionado, esto estaba en algún lugar de Iruma, en la prefectura de Saitama. Nada más bajar del coche, oímos el estruendo de un avión sobrevolándonos. Probablemente había despegado de la base de las JASDF. Cuando miré hacia el cielo azul para comprobarlo, vi que el avión era bastante más grande de lo que esperaba.

Era la primera vez que visitaba la zona, así que me sorprendió ver uno volando tan bajo.

—¿Qué ocurre?

—Nada. Sólo me sorprendió que el avión estuviera tan cerca de nosotros.


—Cierto… —La señorita Hoshizaki asintió, mirando también hacia el cielo.

Era un poco antes del mediodía, y el sol estaba alto en el cielo sin una nube a la vista. Se estaba bastante bien. Además, había menos edificios altos que en el centro de Tokio, por lo que se podía apreciar realmente lo inmenso que era el cielo. Si no fuera por el trabajo, habría sido un cambio de ritmo increíble para mí.

—Pongámonos en marcha —incitó la señorita Hoshizaki.

—Avanzando.

Mi superior no había mostrado ninguna reacción al avión. Al ver que ya se alejaba, seguí sus pasos.

Nos dirigíamos al instituto que teníamos enfrente, al otro lado de la calle. El bureau había avisado de nuestra llegada y, cuando arribamos al campus, un hombre que se presentó como el vicedirector salió rápidamente a recibirnos. Nuestro pretexto era que habíamos sido enviados por el gobierno central para observar la situación educativa en los suburbios.

Por eso, la actitud del hombre fue increíblemente respetuosa: —Les agradezco sinceramente que hayan venido hasta aquí —nos dijo—. En esta escuela nos esforzamos mucho por garantizar la autonomía de los estudiantes y tenemos una tradición única de libertad académica. Dar a nuestros alumnos un entorno relajado les permite–

Los vicedirectores de instituto eran más o menos equivalentes a los jefes de sección en las grandes empresas. En las más pequeñas, supongo que estarían incluso más arriba, como jefes de departamento. Que uno de ellos se inclinara tan reverentemente ante nosotros… Un título otorgado por la Oficina del Gabinete era realmente algo especial.

«Sé que es grosero pensar esto, pero hombre, se siente tan bien. Siempre quise ser adulado así, sólo una vez en mi vida». Viva el poder del Estado.

Yo tenía casi cuarenta años y la señorita Hoshizaki era muy joven. Salir juntos a la calle debía de hacernos quedar como un hombre que había ascendido diligentemente a base de trabajo duro y el joven as que había llegado por encima de él. Esto probablemente hizo que nuestra historia fuera aún más persuasiva. Su decisión de quitarse el uniforme y sustituirlo por un traje había sido acertada. Y, de hecho, la señorita Hoshizaki había empezado como detective (de nombre, al menos), así que esto encajaba con ella a la perfección.

—…Y por eso también nos esforzamos en nuestras actividades extraescolares. En ese edificio de ahí están los clubes, no sólo de atletismo, sino también de artes liberales. Nuestro objetivo es conseguir buenos resultados en competiciones y torneos, así que animamos a todos nuestros alumnos a participar en–

Con el vicedirector allí para guiarnos, echamos un vistazo a la escuela. Las clases estaban en curso, así que los pasillos estaban silenciosos y desiertos. De vez en cuando, oíamos las voces de los alumnos en los campos de deporte, lo que me hizo retroceder más de veinte años. Aún recordaba vívidamente aquellos días.

¿Cómo se habría sentido la señorita Hoshizaki al venir a un lugar como éste? Era una alumna de instituto.

—…Y el año pasado, la banda de nuestra escuela ganó el torneo de la prefectura. Y luego está nuestro club de teatro y nuestro club de informática. Crean obras incorporando ordenadores de última generación y consiguieron llevarse el gran premio en uno de nuestros concursos locales–

Pero hombre, vaya que le encantaba hablar al vicedirector. Probablemente podría seguir enumerando hechos hasta que se pusiera el sol. Ya tenía un buen mapa mental de la distribución de la escuela, así que, llegados a este punto, quería seguir adelante con nuestra investigación y asegurar al psíquico.

Dirigí una mirada a la señorita Hoshizaki, que me devolvió una pequeña inclinación de cabeza. Con el permiso de mi superior, interrumpí el discurso del vicedirector. — Le agradezco por la minuciosa explicación. Sin embargo, pensábamos visitar la escuela por nuestra cuenta durante un rato, con su permiso, por supuesto. Si nos quedáramos con usted, los alumnos e incluso el profesorado podrían ponerse nerviosos.

—¿Eh? Oh, sí, por supuesto. Por favor, miren cuánto gusten…

Tal vez por nuestra autoridad gubernamental, accedió sin rechistar. «Es hora de aceptar su oferta y hacer lo que tenemos que hacer».

—Si necesita algo, —continuó— lo que sea, por favor, dígamelo. Estaré en la sala de profesores, así que, si me haces una visita, responderé inmediatamente. Si no estoy, llame a uno de los miembros del personal. Ya les he explicado la situación.

—Gracias por su amabilidad.

—Por favor, no es ninguna molestia. Ahora, si me disculpan —se despidió haciendo una respetuosa reverencia, y desapareciendo por el pasillo.

Tras verle marchar, llegó el momento de iniciar nuestra investigación in situ. En primer lugar, confirmé el plan con la señorita Hoshizaki—ambos queríamos acabar con este trabajo y regresar al bureau antes de la puesta de sol.

—¿Cómo debemos manejar esto? —pregunté.

—Echemos otro vistazo a la escuela.

—¿Algo te llamó la atención?

—Sólo por si acaso, por si estalla una pelea.

—Entendido.

Estaba siendo sorprendentemente proactiva. Pensé que se lanzaría sobre el chico y lo traería por la fuerza. Especialmente porque era de rango inferior y estaba en desventaja elemental.

—¿…Y por qué me miras así? —preguntó con suspicacia.

—Por nada. Sólo pienso que eres un colega de confianza.

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—Sasaki, ¿te estás burlando de mí?

—Claro que no.

Tras este breve ir y venir, nos pusimos a caminar por la escuela.

Un rato después, oímos lo que parecían voces de estudiantes. Para entonces ya habíamos salido del edificio y estábamos dando una vuelta por las instalaciones. Después de que sonara el timbre que indicaba el final de las clases, empezamos a ver más estudiantes por los alrededores—para evitar que nos vieran, nos habíamos ido a la parte trasera del edificio.

—¿Qué demonios es esto? ¿Por qué sólo tienes cinco mil yenes?

—Lo s-siento…

La parte trasera del edificio albergaba algunas aulas especiales, como los laboratorios de ciencias y las aulas de economía doméstica. Y allí, encontramos a varios estudiantes rodeando a otro estudiante. El lugar recibía poca luz solar y no había nadie cerca—el sitio perfecto para los que traman algo malo. Afortunadamente, no parecían haberse dado cuenta de nuestra presencia.

—¿Lo sientes? Nos has fastidiado los planes.

—P-pero es todo lo que tengo…

—¡Entonces sácala de la cartera de tu padre!

La escena era muy fácil de entender. Parecía que nos habíamos encontrado con el acoso escolar en acción.

El acosado era un alumno de aspecto tímido que llevaba gafas. A su alrededor estaban los tipos que cabría esperar: pelo teñido de marrón, uniformes mal llevados.

Estos chicos malos, y algunas chicas, probablemente ocupaban puestos altos en la jerarquía escolar. El chico que parecía más propenso a comportarse de forma desagradable estaba amenazando al chico de las gafas. Los demás lo observaban con una sonrisa de satisfacción. El chico no parecía tener aliados.

Pero si sólo se tratara de eso, no le habríamos prestado atención. Los problemas de los alumnos eran problemas de la escuela, y los problemas de la escuela eran problemas de los profesores. Los de fuera harían mejor en callarse y, además, si las cosas se torcían, podría causarle problemas al jefe de sección.

Sin embargo, esta vez no podíamos dejarlo pasar, porque el alumno acosado era nuestro objetivo—el psíquico de rango E que tenía el poder de producir llamas.

—Sasaki, vamos.

—No, quedémonos atrás por ahora.

Mientras nos asomábamos por la esquina del edificio de la escuela, mi alumna de último curso, de sangre caliente, intentó saltar hacia ellos. La agarré del hombro y le aconsejé que no lo hiciera. Cuando lo hice, se dio la vuelta para mirarme con una expresión ligeramente conmocionada.

—¿Por qué?

—Según el informe del jefe, no se ha producido ningún caso de incendio espontáneo en la escuela. Los únicos usos confirmados de poder psíquico por parte del objetivo han sido cerca de su casa… Y siempre en secreto.

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—¿Y?

—A juzgar por la transacción monetaria actual, es casi seguro que este acoso ha sido un problema a largo plazo para él. No empezó sólo en los últimos días.

El billete de cinco mil yenes pasó de la mano del chico de las gafas al líder del grupo de matones. El líder se lo arrebató cual atracó y luego se lo metió en el bolsillo del pantalón. A pesar de sus quejas, había conseguido hacerse con el dinero.

—Si no ha habido ningún caso en que su poder se haya disparado en la escuela durante ese tiempo, eso significa que el chico ha estado soportando el acoso durante mucho tiempo. Y si ese es el caso, no puedo recomendar intervenir ahora.

—…Entiendo.

—Sugiero que nos pongamos en contacto con el objetivo cuando esté solo.

—Entendido. Usaremos tu plan, Sasaki.

—Gracias.

Aun así, me preocupaba más de la cuenta lo que tendríamos que hacer si esos chicos se ponían violentos bajo nuestra vigilancia. Y siempre era posible que, en este mismo día, en este mismísimo momento, decidiera hacer debutar sus poderes psíquicos en el instituto. Pero una vez que los matones consiguieron lo que habían venido a buscar, abandonaron rápidamente la zona situada detrás del edificio.

—En realidad, —comentó la señorita Hoshizaki— tengo un mejor plan.

—¿Eh?

—Déjame a mi hablar con el objetivo.

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—¿…Estás segura?

—Si tienes razón en esto, las negociaciones no serán difíciles. De hecho, sería mejor que alguien cercano en edad se acercara a él. Seguro hará que baje la guardia.

—…Tienes un punto.


—Una vez que hayamos terminado de vigilarlo, me dirigiré al hotel que nos reservó el bureau. Después, me pondré en contacto con el objetivo… Mientras tanto, Sasaki, quiero que informes al jefe sobre el acoso. No nos notificaron esto.

—Está bien.

El grupo de matones caminaba en dirección contraria a la nuestra, así que no tuvimos que darnos prisa y pudimos observar hasta el final. Sólo quedaba el chico de las gafas, mirándose a los pies, con los puños cerrados.

La escena era dolorosa.

Por eso quería evitar cualquier situación que pudiera dañar su orgullo o su autoestima. Nadie, joven o viejo, hombre o mujer, querría que otro le viera en un estado tan miserable.

Y menos si en el futuro podía acabar siendo un compañero de trabajo.

***

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Después de asegurarnos de que el chico de las gafas había vuelto a su clase, nos retiramos de su colegio y nos dirigimos directamente al hotel concertado por el bureau. Lo habíamos reservado para alojarnos en caso de que nuestro trabajo no terminara en el día o para utilizarlo como base de operaciones.

Naturalmente, se trataba de una reservación para dos habitaciones, una para cada uno de nosotros. La señorita Hoshizaki había dicho que haría los preparativos aquí mismo para reclutar al chico de las gafas en el bureau y que mepusiera en contacto con ella por teléfono si ocurría algo. Con eso, comenzamos nuestras operaciones por separado.

No tardé mucho en redactar el informe, así que pronto tuve algo de tiempo libre. La señorita Hoshizaki me había dicho que podía hacer lo que quisiera siempre que fuera por el barrio hasta que me llamara. ¡Qué considerada en el trabajo…! Aunque la forma como lo dijo, y cito textualmente: “Puedes ir a un salón de pachinko, a un burdel o a cualquiera de esos lugares a donde van todoslos adultos”, me dio la impresión de que tenía una vida familiar bastante difícil. Es triste que esa sea su percepción general de los hombres de mediana edad.

En cualquier caso, tenía mucho tiempo libre.

—¿…Y ahora qué? —murmuré, sentado en la cama de mi habitación de hotel sin nada que hacer.

Si Pii-chan hubiera estado aquí, habríamos tenido muchas opciones: Podríamos charlar, yo podría ayudarle con un baño, o incluso podríamos saltar al otro mundo para una visita rápida. Pero no pude llevármelo de viaje. Ir de viaje oficial con una jaula de pájaros sería sospechoso para cualquiera.

—……

Sin nada más que hacer, me distraje un rato.

No tener trabajo en mitad del día mientras mis compañeros estaban todos haciendo sus propias tareas me inquietaba sin remedio. Sobre todo cuando mi compañera era una mujer más joven. Aun así, no me sentía bien haciendo lo que decía la señorita Hoshizaki y saliendo a divertirme.

Después de pensarlo un rato, al final decidí ir a comprarle un recuerdo a Pii-chan. De ese modo, no me sentiría culpable por holgazanear. Mi relación con Pii-chan influyó mucho en el trabajo que hice para el bureau. Mantener una relación feliz y agradable con él era una parte importante para mejorar mi rendimiento laboral—

Con esa serie de excusas bien guardadas en el bolsillo trasero, salí. Acabé deambulando hasta el supermercado cercano a nuestro alojamiento. Las zonas suburbanas tenían tiendas mucho más grandes que las del centro de la ciudad, y me entusiasmó la idea de visitar una. Al atravesar el enorme aparcamiento y entrar, di una vuelta por la tienda—animada y llena de gente—y descubrí que, incluso sin nadie a mi lado, seguía divirtiéndome.

Una cabeza de repollo por noventa y ocho yenes. Muy barato.

Un tomate   por sesenta   y   nueve   yenes. Estaba buenísimo.

Un manojo de cebollas verdes por cien yenes. Quería llevarme algunas a casa.

Después de echar un vistazo a la sección de productos cerca de la entrada, subí a la segunda planta.

Allí se vendían artículos para el hogar, misceláneas y algunos juguetes. En un pasillo había ropa de cama y en otro, relucientes utensilios de cocina nuevos. Me imaginaba mudándome a una nueva casa y cómo sería mi vida allí.

Salir de mi actual estudio con cocina—y el estilo de vida barato que conllevaba—era antes como un lejano cuento de hadas. Pero ahora que me había ganado el título de funcionaria gubernamental, era solo un peldaño sobre que subir. Apuesto a que incluso podría pedir un préstamo bastante grande.

Teniendo en cuenta mi bendito estilo de vida en el otro mundo, tal vez no hubiera razón para intentar mejorar mi situación aquí. Mis beneficios del comercio intercomunal eran astronómicos. El único problema es que mientras no encontrará el modo de convertir los objetos de valor del otro mundo en yenes, estaba bloqueado…

He pensado seriamente en la idea de abandonar este mundo… Pero llegué a la conclusión de que simplemente no podría hacerlo sin una buena razón. Soy de este mundo, al fin y al cabo. Quiero tener mi propia vivienda en el país donde nací; y es que toda mi vida trabaje con el pensamiento de que nunca podría atravesar la barrera de clases, pero ahora tengo la posibilidad de volverme el rey de mi propio castillo y retirarme. Mi capricho es conseguir una casa grande y vivir de manera independiente con un Golden Retriever supe amistoso que haga compañía a Pii- chan.

—……

Después de caminar un rato por la segunda planta, vi una sala de videojuegos. Como era después de clase, vi a muchos niños dentro. La mayoría estaban en primaria o secundaria. Entre ellos había unas cuantas mujeres— probablemente amas de casa—y algunas personas mayores que seguramente eran jubilados se sentaban dispersas por la zona de juegos de medallas.

Era el lugar perfecto para matar el tiempo. «¿Cuánto hacía que no iba a un árcade?» pensé, acercándome. Tampoco tenía consolas en casa, así que hacía bastante tiempo que no tenía contacto con la cultura del videojuego. Me detuve ante la versión más reciente de una máquina que había estado recibiendo actualizaciones desde que yo era niño. Me senté y busqué mi cartera.

Mientras lo hacía, divisé a alguien desconocido a la distancia.

—Oh…

Era el psíquico de las llamas, el mismo que la señorita Hoshizaki y yo habíamos visto en el instituto esta tarde. Su corte a lo tazón y sus gafas de montura negra aún estaban frescos en mi memoria. Y dado que llevaba el uniforme de la escuela, no había duda de que era él.

A su lado estaba una alumna con uniforme de otro instituto. Su peinado destacaba—dos trenzas colgaban detrás de ella. Llevaba gafas, como el chico, pero las suyas eran grandes y redondas, lo que la hacía parecer bastante sencilla. Y llevaba la mochila colgando de la mano; debían de estar volviendo juntos del colegio.

—……

¿Era la novia del chico de las gafas? ¿Tenían una cita en el supermercado?

Me parecieron tan jóvenes mientras caminaban uno al lado del otro que su sola visión le causó a este hombre de mediana edad algún daño psíquico. Naturalmente, desvié la mirada, o estuve a punto de hacerlo, pero cambié de opinión. No podía permitirme apartar los ojos de él.

Reprimiendo el impulso de huir del árcade, me concentré en los movimientos del objetivo. La señorita Hoshizaki me había dicho que le dejara esto a ella, pero

¿dónde estaba y qué estaba haciendo? ¿Estaba observando desde lejos, igual que yo?

«Sí, es una buena posibilidad».

En ese mismo momento, decidí que yo también rastrearía al objetivo. Dependiendo de cómo se desarrolle la situación, tal vez pueda echarle una mano.

***

 

 

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Después de jugar un rato en el árcade, los dos se dirigieron al patio de comidas de la planta superior. Ahora estaban reunidos alrededor de una mesa comiendo unas crepes de aspecto delicioso.

—……

Mientras les miraba a lo lejos, me consentí con un parfait 3 . Estaba tan cargado de fresas y chocolate que debería haber sido sabroso y dulce, pero por alguna razón, apenas podía saborearlo. «Ojalá estuviera Pii-chan aquí», pensé, solitario. Casi que compre dos por pura costumbre.

—…Es …Porque… Probablemente… Así es…

—¿…Por eso?¿Cierto…?

—Sí… Supongo que no… Quizás–

Los estaba observando, pero a distancia, así que no podía oír la mayor parte de lo que decían. También había muchos clientes cerca, por lo que el maldito escándalo enmascaraba su conversación. Lo mismo había ocurrido en el árcade.

La cara del chico, sin embargo, tenía una sonrisa que no desaparecía. Y no parecía que estuviera fingiendo.

3 Parfait es una palabra francesa que significa literalmente “perfecto” y viene a denominar a un tipode postre helado inventado en 1894. El postre es similar a la bomba helada y a menudo se elabora en el mismo molde.

Era una expresión muy honesta y directa. Viéndolo desde aquí, parecía que le estaba gustando el intercambio.

Eran las reacciones de su compañera lo que me molestaba.

En contraste con la sonrisa inextinguible del chico, ella tenía una expresión algo severa. No parecía que le disgustara lo que estaba ocurriendo, pero podía percibir cierta tensión en su semblante. ¿Estaba nerviosa por tener una cita?

—……

Después de pensar todo esto, empecé a sentirme un poco miserable. Es patético. ¿Un viejo fisgoneando a dos chicos en una cita? No es una situación bonita de excusar—

Tampoco estaban ayudando. Al terminar sus crepes, abandonaron sus asientos y se marcharon, ¡aunque el viejo que los acechaba estaba sólo a la mitad de su parfait! Adiós a todas esas fresas que había dejado para el final.

Con una prisa casi de pánico, puse el parfait a medio degustar en la zona de devolución de bandejas. Luego troté tras la chica y el chico.

Se dirigieron a la entrada principal de la tienda, en la planta baja. Parecía que su cita extraescolar se trasladaría del supermercado a otro lugar.

Había querido comprarle a Pii-chan un regalo de la zona de alimentación si podía, pero no era el momento de echarse para atrás. Con desgana, les seguí hasta la puerta.

«Aun así… Visto desde la distancia, ahora mismo debo de parecer un extraño peligroso»; sólo la placa de policía que llevaba en el bolsillo interior me reconfortaba.

Recordé el mapa que habíamos visto en el trayecto en coche desde el bureau hasta aquí, y lo comparé con el lugar al que se dirigían. Estaba bastante seguro de que había algunos parques por los alrededores. Probablemente se dirigían a un banco del parque, algo habitual en las citas económicas de estudiantes.

Por otro lado, si se dirigían a un hotel, me echaré a llorar. Rezando para que no fuera eso, continué siguiendo al objetivo—

Pero al cabo de un rato, unos adolescentes que llevaban el mismo uniforme escolar que el chico se acercaron desde la dirección opuesta.

Era el trío de altaneros que habían estado acosando al objetivo en la escuela hoy. Todo el grupo caminaba por la calle como si fueran amigos. Y al ver al chico conocido en su camino, empezaron a alborotarse.

Tuve la sensación de que el chico de las gafas iba a tener más problemas.

Los matones se dirigieron inmediatamente hacia él, agolpándose a su alrededor hasta tenerlo rodeado. No era difícil adivinar lo que iba a ocurrir a continuación, a juzgar por las sonrisas de sus caras.

¿Cómo no sentirme mal por el chico?

—Eh, espera. ¿Qué es esto? ¿Te conseguiste una chica o algo así?

El que parecía su líder—el mismo que había aceptado aquel billete de cinco mil yenes después de todas las amenazas en la escuela—se veía exageradamente eufórico mientras se dirigía al chico de las gafas. Sus ojos iban y venían entre el objeto de su acoso y la chica de las trenzas que estaba a su lado.

—Y sí que es bastante guapa, ¿eh? Un poco plana, pero aun así…

—……

Sabía de lo que hablaba. Sí, la chica de las gafas era una tabla, pero no por ello menos guapa. Su maquillaje era natural; y apenas se notaba porque fue aplicado con la intención de resaltar sus rasgos. Aun así, gracias a su peinado soso y sus gafas desaliñadas, no destacaba demasiado a primera vista.

Todo lo contrario que la señorita Hoshizaki, que se maquillaba mucho. Además, siempre llevaba esas largas pestañas postizas, y su delineador de ojos era bastante llamativo.

—¿Quieres venir con nosotras, lindura? Estamos en la clase de ese chico. Íbamos a ir a cantar a un karaoke, te garantizo que será un momento para recordar. De hecho,

¿de qué escuela es ese uniforme? No creo haberlo visto por aquí. Aunque es muy lindo.

La atención del líder había pasado del chico con gafas a la chica de instituto con trenzas. El resto del grupo hizo lo mismo.

—Mira, también tenemos algunas chicas con nosotros, así que estarás bien. ¿Qué te parece?

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El brazo del líder se extendió hacia la chica de instituto con trenzas.

Justo antes de que sus dedos tocaran el hombro de la chica, el chico con gafas levantó la voz y gritó:

—¡N-no hagas eso!

Lo oí claramente donde estaba, escondido tras la esquina de un edificio.

—¿Qué? ¿Por qué gritas? Me has asustado.

—Ella me dijo que no le gusta esas cosas, así que sólo estábamos…

Visiblemente tembloroso, el chico de las gafas intentó mostrarse firme. Eso me hizo sentir bastante patético. Yo era literalmente sólo un bicho raro, ¿no? Podía inventarme todo tipo de excusas, como que era mi trabajo, pero no dejaba de ser doloroso. Me dieron ganas de llamar a la policía, denunciar el acoso, dar media vuelta e irme al demonio.


—Hay un sitio al que siempre vamos. ¿Seguro que no quieres venir? —El líder de los matones ignoró al chico de las gafas y cogió la mano de la chica.

Un momento después, el otro brazo de la chica se había movido.

Se oyó un clap hueco, que reverberó hasta donde yo estaba.

—Ugh…

—Apreciaría que no me tocaras sin permiso.

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