Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 2

Capítulo 2: Reclutamiento (I)

Parte 1

 

 

La guerra entre el Reino de Herz y el Imperio de Ohgen había aflojado por el momento. Tras pasar un tiempo de ocio en el otro mundo, regresé al Japón moderno con la ayuda de la magia de Pii-chan. Y como de costumbre, acabamos en mi barato apartamento…

Justo después de saltar de un mundo a otro, tuve la sensación de que algo iba mal. Inicialmente había planeado pasar en el otro mundo el tiempo equivalente a uno o dos días aquí, y por lo que yo sabía, eso era lo que había hecho. Pero cuando fui inmediatamente a comprobar la hora en mi laptop, vi que debía volver al bureau al día siguiente.

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Siempre era posible que nuestros cálculos hubieran sido erróneos, pero el tiempo había pasado más del doble de rápido de lo que habíamos previsto.

—Pii-chan, ¿qué pasó aquí?

—Hmm…

Los dos nos quedamos mirando el reloj de la esquina de la pantalla, devanándonos los sesos.

Comprobé dos veces la zona horaria, verifiqué que estaba conectado al servidor NTP1 y confirmé algunas cosas más, pero la hora de la pantalla no cambiaba.

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1 Siglas de Network Time Protocol; y se trata de un protocolo de internet diseñado para sincronizar los relojes de los sistemas informáticos a través del enrutamiento de paquetes en redes con latencia variable.

Me asaltó la misma sensación que cuando no sonaba el despertador y me daba cuenta, todavía en la cama, de que ya llegaba tarde al trabajo. Y en días así, siempre había una reunión importante a primera hora de la mañana. No obstante, parecía que esta vez lo había conseguido por los pelos. Todavía me quedaba un día. Tampoco recibí ninguna llamada del jefe de sección ni de otros empleados del bureau.

—¿Y si la distorsión temporal entre mundos es variable?

—¿Existía esa posibilidad? Deberíamos alegrarnos de habernos dado cuenta ahora… Creo.

—Si es posible, quiero ver si hay un patrón.

—Dejo eso esto en tus alas.

—Je… Me pregunto si hay algo que afecte esa variable…

A partir de ahora, tendría que dedicar algún tiempo a recopilar datos diligentemente al cruzar entre mundos. Una diferencia de uno o dos días era tolerable. Pero si el margen era de meses—o peor aún, de años—sería un problema; y si se llegaba al punto de que el tiempo empezaba a variar a escala geológica, el entorno incluso podría cambiar tan drásticamente que puedo morir en el momento en que volviera a cruzar.

«¡No quiero irme y al volver toparme con que la Tierra se encuentra en sus últimas!»

—Deberíamos hacer de esto nuestra máxima prioridad.

—Existe un dispositivo que creo podría ayudarnos.

El flujo del tiempo entre los dos mundos probablemente no era fijo, como cuando los días se hacían más largos o más cortos en verano o en invierno. Y teniendo en cuenta lo increíblemente complejo que era saber la hora por el movimiento de las estrellas, incluso sólo aproximarse al patrón sería probablemente un trabajo enorme. No podíamos permitirnos hacer todo el trabajo a mano cada vez.

—¿Tienes intención de traer uno de estás laptops?

—Iré a comprar una pequeño con buena duración de batería.

—Si puede resistir impactos, me tranquilizaría.

—Sí, definitivamente tienes razón en eso.

—Es una herramienta maravillosa. Estoy muy emocionado.

La forma en que hablaba mientras movía su cuerpo arriba y abajo era realmente adorable. Era tan parecido a un gorrión que me dio un vuelco el corazón.

…Eso sí, también era sorprendentemente inteligente. A las pocas semanas de empezar a utilizar los ordenadores e Internet, ya entendía su utilidad. Si seguía adaptándose así a la vida moderna, no tardaría en empezar a programar. Desde ese punto de vista, era un poco aterrador.

—Tengo trabajo a partir de mañana, así que podría ir ahora mismo si no te importa.

—Sí. Por favor, ten cuidado.

—Gracias, Pii-chan.

—Me gustaría la mejor que puedas permitirte.

—Jeje.

—Y he oído que las que tienen mucha ‘memoria’ son más fáciles de usar.

—No te preocupes. Me aseguraré de conseguir una con mucha memoria.

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—Y aparentemente este… Eh… “Seepeeuuu”… Influye en la velocidad–

—Estará bien, Pii-chan. Compraré una que sea rápido y fácil de usar.

—…Gracias.

Realmente parecía que   quería   venir   conmigo.

Desafortunadamente, no puedo traerlo.

«Lo siento, Pii-chan».


Con los planes del día decididos, me dirigí al barrio de Akihabara para comprar un ordenador para usar en el otro mundo. No quería la molestia extra de saltar de un mundo a otro cada vez que se me acabara la carga, así que pensé en comprar una gran batería móvil junto con un panel de energía solar.

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De momento, pensaba instalarla en aquella posada de clase alta y utilizarla como nuestra estación de trabajo.

***

 

 

Un día después de regresar al Japón moderno, este nuevo empleado del gobierno volvió al bureau tras un largo y agradable descanso.

En cuanto a la máquina que había comprado el día anterior en el centro de electrónica de la ciudad, Pii-chan y yo planeábamos llevarla al otro mundo esta misma tarde. La configuración de todo el software nos había llevado la mayor parte de la tarde anterior, así que aún no habíamos tenido tiempo de trasladarla.

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Ahora que lo pienso, la última vez que había instalado el MATLAB2 en un ordenador había sido en la universidad. También había añadido un montón de cosas más, así que estaba seguro de que Pii-chan estaría contento.

Allí no tendríamos internet, así que las instalaciones debían hacerse en mi apartamento. Incluso el gran Señor Sabio de las Estrellas había dicho que crear un punto de acceso a Internet en todo el mundo estaba más allá de sus capacidades.

En cualquier caso, me dirigí al bureau—solamente para encontrarme con que el jefe de sección Akutsu solicitó inmediatamente que yo y la señorita Hoshizaki lo viéramos sala de conferencias.

2 Es una plataforma de programación y cálculo numérico utilizada por millones de ingenieros y científicos para analizar datos, desarrollar algoritmos y crear modelos.

La sala en sí era bastante estrecha, con sólo una mesa rodeada de seis sillas. El jefe se sentaba a un lado, y la señorita Hoshizaki y yo al otro, como en una especie de entrevista a tres. Tenía un ordenador portátil sobre la mesa, cuya pantalla se proyectaba en una pantalla de pared. En ella había varias fotografías que parecían haber sido tomadas en secreto.

El sujeto era un joven adolescente.

Al lado de las fotografías había un texto con información diversa sobre él. Al parecer, era un estudiante de preparatoria que vivía en la prefectura de Saitama—y cerca de él se habían producido varios fenómenos sobrenaturales, que se creía que estaban causados por poderes psíquicos.

Tras investigar, confirmaron que, en efecto, se trataba de un psíquico. A su vez, parecía tener poca o nula relación con otros de su clase. El bureau ya lo ha etiquetado como vagabundo y solo falta ponerlo bajo custodia.

—¿Así que puede crear fuego? Suena bastante peligroso —comenté brevemente.

—Según nuestra información, sus llamas tienen la potencia de un lanzallamas en miniatura —respondió el jefe sin rodeos—, pero supongo que es un buen partido para nuestra manipuladora de agua, la señorita Hoshizaki. No debería representar un gran desafío si van juntos.

La señorita Hoshizaki respondió como si este fuera un intercambio familiar para ella: —Soy la mujer adecuada para el trabajo.

—Entonces ve allí y reclútalo.

Siempre parecía dispuesta a luchar; pero como su compañero—casi que relegado a una cantimplora por momentos—tenía algunas reservas. ¿No sería mejor esperar a tener una evaluación más profunda? Si este chico sin entrenamiento tenía la potencia de fuego de un lanzallamas, debía de ser peligroso.

—Hace que suene bastante fácil. ¿No es así, Jefe?

—¿Tienes alguna pregunta, Sasaki?

El Jefe de Sección Akutsu me había mencionado antes que reclutaríamos nuevos psíquicos. Aparentemente, nuestra primera misión involucraba a este chico pirocinetico en la pantalla. En términos de poder, no tenía ninguna objeción a que eligiera a la señorita Hoshizaki. Pero aun así, me sentía incómodo.

—Sólo me preguntaba si tal vez deberíamos investigar un poco más a fondo primero.

—Según nuestra investigación, no es un psíquico de rango muy alto.

—Eso puede ser cierto, pero la señorita Hoshizaki aquí es una mujer joven, ¿recuerdas? ¿Y si se quemara la cara? Ah, y hace tiempo que me lo pregunto, pero ¿hay poderes psíquicos que puedan curar heridas?

Según la pantalla, el rango psíquico del chico era E, el mismo que el mío. Por lo visto, ser capaz de producir llamas no te convertía en un psíquico poderoso. Si ese era el caso, ¿por qué la niña del kimono con la que nos topamos la semana pasada tenía un rango A? Tenía unas habilidades físicas impresionantes, pero no creía que eso justificara un nivel de preocupación tan alto. Personalmente, pensaba que el usuario del huracán era una amenaza mucho mayor.

—Sí, hay poderes que pueden curar heridas físicas. Dicho esto, son muy codiciados. En términos de rango, la mayoría de los que tienen habilidades prácticas son al menos un B. Y aprecio tu preocupación por la señorita Hoshizaki, pero si se queda atrás, tendrás que ir solo.

—Tiene razón, jefe–la fuerza de los empleados del bureau es nuestro trabajo en equipo.

Sentí la mirada de la señorita Hoshizaki desde mi lado. —Siempre pareces tan serio, Sasaki, pero también puedes ser bastante descuidado, ¿eh?

Había estado ansiosa desde el principio. Pero sólo miró a su intimidado subalterno un instante antes de volver a la pantalla y releer la información. Probablemente estaba segura de que podría derrotar a ese tipo, incluso sin mi ayuda.

Tenía una voluntad tan fuerte para ser una chica de instituto. Y su traje y maquillaje le daban al menos un 30% más de dignidad.


—En el peor de los casos, puedo resolverlo con una pistola. No será un trabajo tan grande.

—¿Qué? Espera, ¿quieres decir…?

—Estoy dejando la toma de decisiones in situ a Hoshizaki. Quiero que la apoyes, Sasaki.

—…Entendido.

—¡Entonces en marcha, Sasaki!

Con el visto bueno del jefe, la señorita Hoshizaki se levantó de su asiento como si fuera una carrera. Siguiéndola, yo también abandoné la sala de conferencias.

***

 

 

Cuando salimos del bureau, subimos a un sedán negro y nos dirigimos al lugar. Según el conductor, llegaríamos en hora y media.

Aparte del hombre del volante, sólo íbamos en el coche la señorita Hoshizaki y yo. Los dos íbamos sentados en el asiento trasero. Dado que yo era unos veinte años mayor que ella, me costaba pensar en temas de conversación para compartir. Lo que naturalmente me vino a la mente fueron los psíquicos y sus poderes.

Y ahora que tenía la oportunidad, decidí hacer un montón de preguntas que me habían estado preocupando.

—Señorita Hoshizaki, ¿podría preguntarle algo sobre la redada?

—¿Qué?

—¿Recuerda a la chica del kimono?

—Sí, ¿qué pasa con ella?

—Bueno, he oído que es bastante famosa en la comunidad psíquica…

—Ah, claro. En realidad, nunca te hablamos de ella,

¿verdad?

Pareció darse cuenta de lo que intentaba preguntar y se lanzó a una explicación rápida y fluida. Al parecer, la niña poseía una habilidad psíquica extremadamente poderosa para las peleas uno contra uno. Y a pesar de su apariencia joven, su edad real rondaba los tres dígitos.

Su poder, sobre el que me había estado preguntando, le permitía drenar energía. Era capaz de drenar algo parecido a la fuerza vital de cualquier oponente que toque y convertirla en la suya propia. Su apariencia sorprendentemente juvenil y sus habilidades físicas sobrehumanas se derivaban de esa energía.

Aun así, ella estaba cerca de la parte inferior del rango A, muy cerca del B. En ese caso, ¿cómo de fuertes eran los que estaban en medio del rango A o incluso superior? Daba miedo pensarlo.

Además, el líder del grupo al que pertenecían la chica del kimono y el chico del huracán era un verdadero y genuino psíquico de rango A. Sin embargo, el bureau aún no disponía de información detallada sobre su habilidad, y seguían envueltos en el misterio.

—Seguro que hay muchos tipos diferentes de psíquicos, ¿verdad?

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—Es un verdadero milagro que lográramos sobrevivir a ese pequeño monstruo.

—Ugh…

«Así que por eso sonreía», pensé, recordando a la niña cruzando los brazos sobre el pecho con arrogancia.

—Pero en situaciones de grupo contra grupo, las cosas cambian. En aquella situación, por ejemplo, el psíquico telequinético que la acompañaba era mucho peor. Por eso esperó a que las cosas se calmaran antes de revelarse, y no apareció hasta que nuestro número se redujo. ¿Tiene sentido para ti?

—Parecía que se tardó su tiempo en aparecer.

—La gran restricción de su poder es que necesita tocar a su objetivo directamente.

—¿No tienes la misma restricción, señorita Hoshizaki?

—Mi dominio es el agua, así que en realidad no es tan difícil.

—Supongo que no.

—La razón por la que se la trata como una psíquica de rango A es en realidad por lo mucho que ha vivido y por la cantidad de conocimientos, experiencia y fortaleza mental que tiene–no por su habilidad. Imagino que trabaja mejor como agente secreto o asesina.

—No me guste como suena eso…

—Te sorprendería la cantidad de reportes dónde cuentan como despedaza a sus víctimas mientras duermen.

—……

Ahora que había escuchado lo que la señorita Hoshizaki tenía que decir, comprendí profundamente que mi decisión en aquel momento había sido la mejor posible. La táctica ideal para tratar con la niña era derribarla antes de que se acercara demasiado. Eso hacía que mi magia relámpago fuera la contramedida perfecta. Probablemente ella también se había dado cuenta y había decidido retroceder.

—Aunque no tengo ni idea de por qué se irían así — reflexionó.

—¿Tal vez su objetivo era hacer mella en nuestras fuerzas de combate?

—Entonces no tiene sentido que me dejará vivir.

—Bueno, no me sorprendería que tuvieran alguna razón para mantener el bureau cerca, algún motivo oculto. O quizás simplemente querían que sirviéramos de mensajeros.

—…Aja.

¿Saben qué? No quiero hablar más de lo que había pasado en la bolera. Tenía miedo de que se me escapara algo accidentalmente si lo hacía. La señorita Hoshizaki no era una mujer muy expresiva, y cada vez que me miraba de cerca, tenía la sensación de que estaba viendo directamente a través de mis pensamientos más íntimos, y me daban ganas de contárselo todo. Junto con el espeso maquillaje que utilizaba para ocultar su edad, me resultaba un poco inquietante.

Así que desvié la conversación hacia otra dirección.

—Por cierto, es entre semana. ¿Qué pasa con el colegio?

—El bureau está en contacto con mi escuela, así que los días libres no es un problema. De todas formas, mi plan es seguir trabajando con ellos después de graduarme, y el jefe me dijo que me dejarían graduarme siempre y cuando siguiera yendo a la escuela los días que no tengo que trabajar.

—Ya veo.

—También me dijo que me meterían en una universidad si quería seguir ese camino.

¿Un ingreso escolar por la puerta trasera? Con el apoyo del gobierno, eso era probablemente una tarea fácil. El bureau debía tenía incluso más poder del que yo había supuesto. Pensar en eso me produjo un escalofrío.

—Me sorprende un poco lo mucho que están dispuestos a dar —dije.

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—Si no lo hicieran, no podrían asegurar a los psíquicos. No sólo se enfrentan a los grupos de psíquicos irregulares. El empleo de psíquicos es un mercado de vendedores total, tanto en Japón como en el extranjero, así que si el bureau actuara como si no le importara, todos serían arrebatados por algún otro país.

—Espera, ¿en serio?

—Pasa incluso en nuestro bureau. Todos los años se llevan a algunas personas al extranjero.

—…No sabía eso.

Incluso en el mercado normal, no psíquico, y especialmente cuando se trataba de “recursos humanos”, Japón estaba por detrás del resto del mundo.

«Probablemente también estemos constantemente a la defensiva cuando se trata de psíquicos», pensé.

Y eso me hizo pensar. Por ejemplo, era posible— incluso probable—que el grupo irregular con el que nos habíamos topado estuviera respaldado por una nación antagónica a Japón. De ser así, su negativa tendría otro cariz. Nosotros podíamos tratarlos como irregulares, pero lo más probable es que fueran una organización legal en lo que respecta al otro país.

¿Y no preferiría todo el mundo trabajar en un empleo con mejores condiciones y beneficios?

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—¿Consideras que malvado venderse al mejor postor?

—No, no. En absoluto.

—Bueno, solo diré que a diferencia de otras zonas en Japón los psíquicos reciben un buen trato. El jefe y los veteranos del bureau hacen mucho por nosotros; y por eso puedo ser tan positiva con mi trabajo.

—Ya veo.

«Menos mal que no hice nada precipitado».

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