Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 4: Campo De Batalla En Otro Mundo

Parte 9

 

 

El objeto que caía se había estrellado contra el orco de gran tamaño, causándole un KO de un solo golpe.

Mi atención se desvió hacia el cielo. Una reacción natural, dada la serie de acontecimientos que nos habían llevado hasta aquí. Hasta ahora, los cielos habían estado vivos, como si ardieran con fuegos artificiales. El vizconde Müller y el príncipe Adonis también alzaron el cuello.

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Lo que nos saludó fue un lindo pajarito que descendió del firmamento.

—Mis disculpas. He tardado en venir en vuestra ayuda.

Era Pii-chan. Revoloteó por el aire y se posó en mi

hombro. Tenía el mismo aspecto de siempre, posado en su lugar habitual.

Por alguna razón, eso me tranquilizó mucho, a pesar de que llevábamos pocas semanas juntos.





—Pii-chan, algo… eh, cayó del cielo…

—Sí, tardó más de lo que esperaba. Y lamento profundamente haberte abandonado así en el aire. Podrían haber muerto. Toda la culpa es mía, y me disculpo por ello.

Pii-chan llegó a bajar la cabecita mientras hablaba. Era demasiado tierno ver a un gorrión inclinarse ante mí.

Aún me preocupaba que el vizconde y el príncipe nos vieran hablarnos así… pero había otra cosa que me inquietaba más—el líquido rojizo pegado al cuerpo del pájaro…

¿Era sangre?

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—Espera, ¿estás herido? ¿Estás bien?

Como su dueño, estaba fuera de mí de preocupación. Por fuera era un pequeño gorrión de Java, así que incluso un pequeño corte me inquietaba. El señor Yamada de la tienda de animales me había dicho que las alas de los pájaros eran extremadamente delicadas y que incluso una pequeña herida podía incapacitarlos para volar. Pii-chan podía usar magia curativa, así que probablemente estaba bien, pero yo seguía preocupado.

—No es nada. La mayor parte de esta sangre no es mía.

—Si tú lo dices…

—Te pido disculpas si te ensucio la ropa.

—No lo sientas. La salud de mi mascota es más importante.

—Y tu salud me preocupa. ¿Te lastimaste con la caída?

—Me las arreglé con uno de los hechizos que me enseñaste.

—¿Sí? Ya veo. Bien… —dijo, aliviado. ¡Otra emoción que le resultaba adorable!

Me sentí tan feliz de poder hablar con él así que la conversación no hizo más que continuar. Pii-chan era realmente un bálsamo para mi alma. Mientras tanto, el orco caído empezó a agitarse: parecía haber recobrado el conocimiento. Apoyó una mano en el suelo y se levantó lentamente. Con la otra mano, se quitó de encima el objeto caído y lo arrojó a un lado como si fuera basura. Alcancé a verlo, y era del mismo color morado que había visto en el oponente de Pii-chan en el cielo.

Quienquiera que hubiera atacado a Pii-chan no era normal.

—¿Un orco de élite? —observó Pii-chan, mirando fijamente a la gigantesca criatura que ahora estaba de pie.

¿Era esta cosa tan fuerte como para que incluso él luchara contra ella?

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Sólo tuve un momento para considerar la posibilidad antes de que las alas de mi adorable gorrioncillo se movieran.

De derecha a izquierda, un silbido de luz

Y la cabeza del orco se desprendió de su cuello, arrojando enormes cantidades de sangre por todas partes. Su cuerpo permaneció erguido durante unos segundos antes de caer al suelo una vez más. No se movió ni un músculo después de eso.

«Pii-chan, ¡eres muy fuertes!» Nuestra feroz batalla había quedado totalmente eclipsada.

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—Las criaturas de este mundo, a través de diversos medios, a veces pueden ganar magia, lo que les concede una vida más larga y les permite convertirse en miembros mucho más capaces de su especie. A estos especímenes los llamamos de élite.

—Ah.

El vizconde Müller me había enseñado lo mismo. Por ahora, sin embargo, me limitaría a asentir. Era muy propio de Pii-chan empezar una conferencia así justo después de una experiencia de la vida real…

—Los hay de todas las fuerzas. Por ejemplo, un orco medio, si ha adquirido poderes mágicosy ha vivido una larga vida, puede incluso superar las habilidades de un orco superior, la siguiente orden más fuerte de orcos. De hecho, el que yacía allí era probablemente más poderoso que un orco superior.

El vizconde también había dicho algo parecido. Dijo que lo había oído del Sabio de las Estrellas, así que probablemente lo había aprendido exactamente igual que yo ahora. Dado que Pii-chan había sido la fuente original de la información, su explicación fue más detallada.

—Y este fenómeno también puede darse entre humanos.

—Espera, ¿en serio?

Era la primera vez que oía ese chisme. Al parecer, la regla se aplicaba no sólo a los monstruos.

—En ese sentido, tú y yo somos humanos de élite.

—…oh.

Sin saberlo, aparentemente había dado un paso más allá del reino de la humanidad.

Ahora tenía miedo de mi próxima revisión. ¿Y si de repente crecía el cabello? El examen médico de la oficina no había revelado nada en particular, pero ¿quién sabía lo que pasaría en el futuro? Me encantaría tener una bonita y espesa cabellera; ahora que lo pienso, espero que eso ocurra.

—Aun así, una criatura de élite puede ser muy débil o muy fuerte. Si alguna vez te encuentras en una pelea con otro, ten cuidado con este punto. Hay orcos de élite con un poder mayor que el de un dragón.

—Te escuché mencionar dragones antes, también.

¿Son comunes por aquí?

—Sí, existen, y ciertas zonas albergan a un gran número de ellos.

—Si puede pasarles a los humanos, ¿significa que también podría pasarle al ganado o a las plagas?

—Así es. El fenómeno no se limita a los animales y puede manifestarse incluso en las plantas.

No sabía si en este mundo existían cucarachas, ciempiés o grillos araña. Dicho esto, criaturas como ellas podían, dependiendo de la situación, volverse gigantescas de repente y amenazar a los humanos. Las criaturas de élite parecían una fuerza a tener en cuenta.

—Gracias por la información, Pii-chan. Ha sido útil.

—Aun así, parece que he desperdiciado todo el esfuerzo que has dedicado hasta ahora… —dijo, mirando al vizconde y al príncipe.

Naturalmente, habían oído todo lo que acabábamos de decir. Sabía por la hija del vizconde que un pájaro pequeño capaz de entender el habla humana no era típico. Además, este gorrión acababa de cortarle la cabeza al orco de un soplido. Debían tener preguntas.


Sin embargo, sin la ayuda de Pii-chan, habríamos tenido dificultades para derrotar a ese enemigo. Nadie podía discutir ese punto. Pii-chan lo entendía tan bien como cualquiera, y por eso había venido a rescatarnos, aunque eso significara hablar delante de los demás.

Me invadió la alegría de poder reunirme aquí con Pii-chan. A juzgar por su explicación sobre las criaturas de élite, su repentina aparición debía de deberse a su preocupación por nosotros. Pii-chan era el más perjudicado si alguien descubría su identidad. A pesar de nuestra situación actual, no había duda de que él mismo habría sido el que más habría querido mantenerlo oculto.

—Señor Sasaki, ¿qué… es ese pájaro?

La pregunta vino del vizconde Müller. A su lado, el príncipe Adonis parecía dispuesto a preguntar lo mismo.

—Este sería mi maestro de magia.

—¡¿Qué?! ¡Ah, así que este es el maestro de señor Sasaki!

Ahora que ya les habíamos enseñado toda esa magia, decidí explicarles lo mínimo. El vizconde, al menos, parecía serio y callado. Dada su posición, era la persona perfecta con la que compartir un secreto, o al menos así lo veía yo. El príncipe seguía preocupándome, pero no podía hacer mucho al respecto.

—Pido disculpas por mi repentina llegada y mi tardía presentación.

—N-no, no me importa. Es sólo que…

El vizconde Müller buscó a tientas las palabras después de que el gorrión de Java le hablara. Tanto él como el príncipe Adonis miraban de un lado a otro entre Pii-chan, el orco y quienquiera que fuese el que se había estrellado contra la bestia.

En cuanto al último, yo mismo sentía una gran curiosidad. Probablemente era la persona con la que Pii- chan había estado luchando hasta hacía un momento.

Por el aspecto del enemigo caído, no parecía ser humano. Era humanoides, con brazos, piernas y una cabeza que le sobresalía del torso, y sus rasgos eran muy parecidos a los nuestros. Vestía ropas de aspecto caro, lo que indicaba un nivel cultural no muy alejado del humano.

Eso sí, su piel era morada. También tenía cuernos de oveja que salían de su cabeza.

—Como ven, parece que los demoniacos se han infiltrado en el Imperio —comentó Pii-chan en tono despreocupado.

—¡¿Qu-qué?! —gritó el vizconde Müller. “Demoniaco” era un término nuevo para mí.

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Aunque parecido, sonaba a algo distinto de los monstruos.

—Pii-chan, ¿qué son los demonios?


—Los demoniacos son una raza de personas con apariencia parecida a la del que ves ahí tirado. Así como los humanos somos considerados de nuestra propia raza, estas criaturas pertenecen a una raza de demonios. Poseen un poder mágico, unas habilidades físicas y una esperanza de vida superiores a las de un humano promedio.

—Ah, ya veo.

Probablemente bastaría con tener presente que tales criaturas existían. No querría interrumpir el flujo de la conversación preguntando esto y aquello. Tener que esperar a que un novato de otro mundo como yo entendiera todo sería un inconveniente. Después de todo, el vizconde Müller y el príncipe Adonis también estaban aquí.

—Normalmente, viven en el continente del norte, donde tienen su propia nación. Sin embargo, algunos vienen al sur para causar problemas. A esta la conozco. Suele entrometerse en los asuntos de los hombres.

Mientras Pii-chan hablaba, miró al demonio de piel púrpura que yacía en el suelo junto al orco. Sus miembros temblaban, así que no parecía estar muerta.

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—Espera, ¿la conoces?

—Sí. Creo que suelen referirse a ella con el nombre de Bruja de Sangre.

—¡¿La Bruja de Sangre?! ¡¿No se referirá a uno de los siete grandes criminales de guerra?!

El vizconde Müller estaba casi atónito. A su lado, los ojos del príncipe Adonis también se abrieron de golpe. Esta mujer debía de ser muy famosa.

—Los demoniacos suelen ser criaturas más auto- disciplinadas, pero una vez que le cogen el gusto a la vida fácil, suelen caer en la indolencia como todo ser consiente. Es probable que esté involucrada de alguna manera en el disturbio actual.

—¿Cómo ha podido…?

Si pensaba en ella desde una perspectiva moderna, parecía comparable a un jugador de fútbol o a un animador profesional. No era de extrañar que Pii-chan, que encajaba en ese mismo marco de “celebridad”, tuviera riñas con ella.

—Empieza a parecer que hay élites por todas partes.

—Es debido a sus habilidades superiores que están más a menudo en el ojo público. A nivel especie, ciertamente no existen muchos; de ahí lo problemático de lidiar con alguno cuando te los encuentras de pura casualidad. El orco de allí también te sorprendió, ¿verdad?

—”Sorprender” es poco decir…

—Entre los humanos, algunos han estado dando nombres y rangos a criaturas de élite como éstas para hacer investigaciones biológicas sobre ellas. Para los individuos especialmente violentos, encontrarse con uno es, muchas veces, equivalente a un desastre natural. Si esto te interesa, harías bien en investigarlo.

Había estado tomando un poco a la ligera este mundo, sólo porque era un lugar fantástico de espadas y brujería. Pero parecía que la gente de este mundo también estaba ideando estructuras culturales a todos los niveles. Las anomalías como Pii-chan podrían haber sido ya categorizados, hasta donde yo sabía.

Algo así como “SABIO DE LAS ESTRELLAS, RANGO A”.

—Señor Sasaki, ¿podemos hablar?

Mientras pensaba eso, el vizconde Müller intervino, probablemente porque estaba acaparando Pii-chan para mí solo.

—Oh, eh, sí, mi señor. Siento haberme metido tanto en la conversación.

—No, no me importa; es sólo que… —continuó el vizconde, al parecer esforzándose por elegir las palabras. Esperé a propósito en silencio a que continuara.

—El otro mes, cuando te procuraste esos suministros–por los que te pido disculpas, por cierto, dado lo que te hice pasar–, ¿será acaso que tu indecisión en aquel momento se debió a que necesitabas la ayuda de tu maestro?

Esa era otra pregunta a la que sería difícil responder.

El vizconde Müller probablemente pensaba que este lindo gorrioncillo posado en mi hombro estaba relacionado de algún modo con el hecho de que yo hubiera llenado aquel almacén del tamaño de un gimnasio en tan solo unos días. Y tenía toda la razón.

Si fuera capaz de utilizar la magia de teletransportación por mi cuenta, ni siquiera habríamos tenido que hacer un viaje tan difícil a través del bosque. Habría transportado al vizconde, al príncipe y a mí de vuelta a la ciudad. Él, sin embargo, había guardado silencio sobre ese punto hasta ahora. E incluso cuando me lo había preguntado, lo había hecho indirectamente para no romper su promesa.

Lo había dicho antes y lo vuelvo a decir—Este era realmente un hombre de carácter excepcional.

—Sí, así es, mi señor. Siento haberlo ocultado.

—No lo sienta. Me disculpo por meter las narices en este asunto.

—Si es posible, preferiría que lo mantuviera en secreto, junto con la propia existencia de mi maestro.

—Por supuesto. Le doy mi palabra. Su Alteza Real,

¿podría dar la suya también?

—Todos ustedes me han salvado la vida. Esto no lo sabrá nadie.

—Gracias, Señor.

Y con eso, a través del Vizconde Müller, había silenciado al Príncipe Adonis también.

No sabía hasta qué punto podría confiar en el príncipe. Dicho esto, sólo por haber viajado con él, parecía un tipo bastante serio. La imagen de él corriendo valientemente a salvar la aldea de los orcos aún estaba fresca en mi memoria. Por no mencionar que él también era una persona muy importante dentro del Reino de Herz. Después de todo, era un príncipe. La realeza parecía estar por encima de la nobleza. Quería evitar hacer un escándalo de esto y arruinar la impresión que tenía de mí. Probablemente lo mejor sería hacer de esta mi única petición.


—Pero hay una última cosa que deseo confirmar — continuó el vizconde Müller, con los ojos puestos en el adorable gorrioncillo que llevaba en el hombro.

—…

—¿Será que acaso es usted, señor Sabio de las Estrellas?

—……

Oh-oh. Había bajado la guardia, y él había ido directo a la yugular.

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