Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 4: Campo De Batalla En Otro Mundo

Parte 10

Desde una perspectiva moderna, una persona que se convierte en un pájaro habría sido un concepto inimaginable.

Sin embargo, en este mundo—donde la magia era un fenómeno reconocido—, tal vez era el tipo de cosas que simplemente podían suceder. La expresión del vizconde Müller era increíblemente seria mientras miraba al gorrión posado en el hombro de su discípulo.

No parecía una situación en la que se pudiera bromear o desviar la atención. No era lo mismo que cuando había dicho algo accidentalmente delante de la hija del vizconde. No. Esta vez, ni siquiera Pii-chan sería capaz de librarse con un simple chirrido, aunque admito que personalmente tenía muchas ganas de verle hacer el intento.

Calibrando el ambiente, el venerado gorrión hizo un profundo y solemne gesto con la cabeza.

—¿Qué te hizo pensar eso?

—Tu forma de hablar… lo recuerdo. Bueno, tenía una forma peculiar de hablar.

Y debía de ser mi imaginación cómo había emitido ese pequeño gorjeo antes de hablar. Por el bien de la dignidad del Señor Sabio de las Estrellas, fingiría que no lo había oído.

—……

—¿Estoy en lo cierto?

Al oír que el vizconde le hablaba en ese tono implorante, Pii-chan respondió.

—…ha pasado tiempo, Julius.

—Ah…

La expresión del vizconde se quebró de inmediato.

Lucía como si fuera a romper en llanto. Dados sus apuestos rasgos, parecía una escena sacada de una película. Su larga melena rubia, con raya en medio y balanceándose sutilmente, completaba el cuadro.

“Julius”, su nombre de pila. Parece que el vizconde sentía un afecto mucho más profundo hacia el Sabio de las Estrellas de lo que yo había pensado. Al contemplar su rostro, preñado de emoción, empecé a sentirme culpable por haberle mentido todo este tiempo acerca de que Pii- chan.

—Lamento haber tardado tanto en ponerme en contacto contigo.

—No, no hay necesidad de que se sienta así. Todo fue culpa de la nobleza de nuestro reino. Y todo lo que pude hacer fue quedarme mirando mientras ellos… oh, señor, soy igual de culpable–

—No digas tonterías… comopuedes ver, estoy a salvo.

Me honras más de lo que merezco.

Con lágrimas en los ojos, el vizconde se arrodilló en el suelo y agachó la cabeza.

Su actitud hacia el Sabio de las Estrellas parecía conllevar una reverencia aún mayor que la que mostraba hacia el príncipe Adonis. Su intensidad era tal que, si le dejábamos continuar, seguiría inclinándose durante una o dos noches enteras.

No había sido un mero capricho o antojo lo que había impulsado a Pii-chan a elegir la ciudad del vizconde Müller para dar mis primeros pasos en este mundo, cuando no era más que un huraño oficinista de casi cuarenta años en una mediana empresa. Ahora comprendía los fuertes sentimientos que habían sustentado su decisión.

—Y ahora, no soy más que la mascota de este hombre.

—¿…una mascota?

—El Sabio de las Estrellas murió. Por ahora, me gustaría que dejarlo descansar… al menos por un tiempo.

—……

—Ya, basta de formalidades, Julius. Póngase de pie.

El rostro del vizconde adquirió un tinte de tristeza mientras miraba a Pii-chan y dejaba que sus palabras calaran hondo. Pii-chan debía de ser aún más asombroso en sus mejores tiempos de lo que imaginaba.

Mientras tanto, el príncipe Adonis hizo su propia pregunta.

—¿Pero por qué su cuerpo es así, señor Sabio de las Estrellas…?

Una pregunta razonable.

—Me ahorraré los detalles menores, pero las circunstancias me llevaron a cruzar a otro mundo. Tome esta carne como recipiente. Sin embargo, para mi gran fortuna, una vez allí encontré por casualidad a un colaborador de ideas afines, y ahora puedo vivir sin penurias.

—¿Te refieres a tu alumno?

—Sí, algo así.

Incluso el príncipe hablaba con respeto a Pii-chan. La influencia del Sabio de las Estrellas era bastante increíble.

Comprendí un poco cómo debían sentirse los nobles que habían conspirado para matarlo. Aunque era el más firme y fiable de los aliados, si los intereses fueran al revés, el mero hecho de tenerlo cerca habría sido una fuente de ansiedad constante.

Tal vez también sería mejor que hablara con él un poco más formalmente. Siendo como eran nuestras interacciones, poco a poco había ido perdiendo todo sentido de la distancia al hablar con él.

—Señor Sabio de las Estrellas, ¿volverá a nuestra nación?

—Me gustaría pasar un tiempo de ocio. Recientemente he adquirido los medios para viajar entre mundos. Por ahora, deseo utilizarlo para aprender más de estos nuevos entornos. El universo es mucho, mucho más grande de lo que jamás podríamos haber imaginado, Adonis.

—Ya veo…

A diferencia del vizconde Müller, que estaba genuinamente feliz de haberse reunido con Pii-chan, el príncipe parecía un poco decepcionado. Ahora que lo pensaba, nunca les explicamos lo de la aniquilación de los soldados del Imperio. Como miembro de la realeza encargado de asegurar el futuro de su país natal, debía de desear la ayuda de los Sabio de las Estrellas.

Tras escuchar las palabras del príncipe Adonis, el vizconde interrumpió rápidamente.

—Su Alteza Real, me temo que puede ser inapropiado para nosotros suplicar al Sabio de las Estrellas de esta manera.

—Soy muy consciente de ello. Aun así, cuando pienso en la gente de esta tierra… 

—¿Deberíamos discutirlo formalmente a nuestro regreso, señor? Tampoco tengo intención de renunciar a la gente. Si fuera capaz de honrarme con su ayuda, creo que podríamos salvar a muchos más.

—¿De verdad, Vizconde Müller?

—Sí, señor. Se lo prometo.

—Me tranquiliza oír eso. Sí, en ese caso, por favor llámeme.

—Gracias, señor.

El vizconde debía de estar refiriéndose al plan sobre el cambio de bando, que habíamos oído junto al subgerente hacía algún tiempo.

Con el segundo príncipe de su lado, sus opciones se ampliarían considerablemente. En el peor de los casos, podrían conseguir el respaldo del Imperio de Ohgen para dar un golpe de estado y establecer un gobierno títere. En ese escenario, al menos, tendrían un futuro, mejor que simplemente ser superados y despojados de sus tierras.

—Vizconde Müller, con respecto a eso, le pido que por favor espere.

—¿Por qué, señor Sasaki?

Pii-chan acababa de hacer mucho por ellos, no podía permitir que el vizconde precipitara las cosas—No, necesitaba compartir un poco de información con él ahora mismo.

—Tengo razones para creer que las relaciones entre el Reino de Herz y el Imperio de Ohgen mejorarán en poco tiempo, mi señor. Los soldados del frente le informarán de los detalles, así que le ruego que se abstenga de hacer algún movimiento hasta entonces.

—¿Mejorar…?

—Sí, señor.

—Pero eso es… señor Sabio de las Estrellas, usted…

El vizconde, que parecía haberse dado cuenta de algo de repente, miró fijamente a Pii-chan.

El pájaro no tenía respuesta para él. Simplemente se posó en el hombro de su discípulo, mirando tranquilamente al cielo. Para ser un gorrión, parece bastante tranquilo, ¿eh?

Por supuesto, con esa cara, probablemente se estaba preguntando qué pedir en la cena de esta noche. Últimamente, había llegado a conocer sus diversas expresiones.

—Vizconde Müller, Príncipe Adonis, sé que es descortés de mi parte pedir algo así, pero ¿podrían que mantener en secreto la supervivencia de Sabio de las Estrellas? Él también lo desea encarecidamente.

—Sí, comprendo. Juro no decírselo a nadie.

—Teniendo en cuenta lo que le hicieron, lo entiendo perfectamente…

El vizconde Müller accedió encantado. El príncipe asintió y también aceptó sin discutir.

Por un tiempo, eso sería suficiente para salvaguardar nuestra paz y tranquilidad. Ahora sólo teníamos que llevar a estos dos sanos y salvos de vuelta a la ciudad, y podríamos cerrar el libro de todo este asunto de la guerra. Tal vez esto era sólo el comienzo de la verdadera batalla por los políticos—la realeza y la nobleza—pero eso no tenía nada que ver con Pii-chan o conmigo.

—¿Volvemos a la ciudad, entonces? —sugirió Pii- chan, sonando un poco cansado.

Esta noche tendría que pedirle al señor French algo realmente extravagante.