Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 4: Campo De Batalla En Otro Mundo

Parte 5

Durante unos días, la casa del vizconde Müller estuvo alborotada.

Al poco tiempo, la noticia de la muerte del vizconde en batalla y su reemplazo fue anunciada al dominio. Cuando la gente del pueblo se enteró, el ambiente pareció inquietarse y desasosegarse. Aquí y allá, incluso vi a algunos de los más impacientes abandonar la ciudad en grandes carromatos de dos ruedas.

Lo que no podía esperar era la guerra con el Imperio. Ahora que la línea del frente se había derrumbado, el Reino de Herz se había colocado en una posición muy peligrosa, y las repercusiones habían presionado finalmente sobre Baytrium, donde estábamos haciendo nuestro hogar.

—¿Qué? ¿Un carruaje Hermann fue atacado por soldados enemigos?

Varios días después de que la princesa heredara la familia, estábamos en la sala de recepción de la Compañía Comercial Hermann manteniendo una conversación con el subgerente. Me estaba preparando para salir a practicar magia cuando un mensajero de la empresa se puso en contacto conmigo.

—Sí. Parece que se están volviendo activos en esta zona.

—Ya veo.

Esta ciudad parecía ser el próximo objetivo del Imperio. Eso no quería decir que hubiera sido atacada directamente; probablemente el enemigo no tenía tropas de sobra para una invasión. Al parecer, estaban plantando vanguardias en las carreteras principales de los alrededores y haciendo que interrumpieran nuestras rutas de suministro.

Eran como un grupo de ladrones formado por soldados regulares. El subgerente dijo que probablemente su objetivo era agotar la ciudad antes de que llegara su fuerza principal y tomara el control. Si eso ocurría, tendríamos que decidir nuestro próximo movimiento.

—¿Qué va a hacer, señor Sasaki?

—Hmm…

—Estoy considerando partir hacia la capital tan pronto como la próxima semana.

—¿Y la hija del vizconde Müller?

—Planeamos que nos acompañe —dijo, completamente serio, mirándome fijo a los ojos. Debía de haber decidido que esta ciudad era una causa perdida. —

¿Le gustaría venir también, señor Sasaki? Ya tenemos guardaespaldas cualificados para el viaje. Aunque nos encontremos con las tropas regulares del Imperio, si sólo son diez o veinte, podremos resistir sin problemas.

Dicho esto, ya lo había hablado con Pii-chan y no podía ir con él.

—Estoy muy contento de que hayas querido invitarme, pero todavía tengo algo más que hacer aquí. Soy consciente de tus preocupaciones, pero voy a quedarme un rato más.

—¿…está seguro…?

—Lo lamento.

—No, no, no lo sienta. Pero si cambias de opinión, ven a la tienda otra vez. Estamos haciendo los preparativos para enviar la mayor parte de nuestras existencias a la siguiente ciudad en lo que el tiempo lo permita. Si fueras con ellos, podrías viajar con algo más de seguridad.

—Gracias por su consideración.

Yo también me despediría del subgerente por un tiempo.

***

Tras despedirnos del señor Marc, nos dirigimos directamente al alojamiento que utilizábamos como base de operaciones—una acomodada posada que costaba una pieza de oro por una estancia de una noche y dos días. El lugar: la zona del salón con un sofá. Yo estaba sentado en el sofá, y Pii-chan estaba de pie en la mesa baja frente a mí. Nos miramos con expresión seria.

—Te pido disculpas por esto, pero ¿puedo contar contigo?

—Haría cualquier cosa que me pidiera mi adorable mascota.

—…gracias.

—No, gracias a ti. Has sido tú quien me ha ayudado todo este tiempo.

—Eso dices, pero si no me hubieras conocido, no habrías tenido que pasar por esto.

—En lo que a mí respecta, lo que has hecho por mí supera con creces todo lo malo que podría pasar. Está bien, asumo los riesgos.

—……

Pii-chan quería dos cosas: preservar la ciudad que el vizconde Müller había presidido y que la joven que había dejado atrás sobreviviera. Parecía que su amistad había estado lejos de ser superficial, lo suficiente como para hacer cambiar de opinión a Pii-chan, que una vez había decidido dejar atrás este mundo.

Teniendo en cuenta sus fuertes sentimientos, quería ayudarle mucho más, como su dueño.

—¿Cuándo nos iremos?

—Esta misma noche, si es posible.

—¿Caminaremos o usaremos la carta de oro?

—Volando, creo, esta vez. Sin saber lo cerca que han llegado las fuerzas enemigas, ser vistos por cualquiera en nuestro destino sería problemático. Me gustaría empezar y terminar esta tarea sin ser notado, si es posible.

—Pero, Pii-chan, yo no tengo alas como tú.

Ahora que lo pienso, ¿hasta dónde podían volar los gorriones de Java? Revoloteaba con mucha gracia dentro de casa, pero nunca había tenido ocasión de volar mucho tiempo fuera. Había oído que algunas aves, como las palomas, eran relativamente fuertes y podían volar fácilmente decenas de kilómetros.

—Has entendido mal. Volaremos usando magia.

—Espera, ¡¿qué?! ¡Eso es asombroso!

La esperanza de un hechizo así siempre había estado rondando en el fondo de mi mente. Que me dijeran que era real empezó a entusiasmarme. Había querido hacer algo así desde que era un niño. Ni siquiera podía contar cuántos sueños había tenido de volar. Cuanto más cerca estás de despertar, menos eres capaz de volar.

—Oh. No te he hablado de esto, ¿verdad?

—¿No quieres enseñarme, Pii-chan?

—Dependiendo de tu imagen mental, puedes volar a una velocidad considerable. Lo había estado reteniendo hasta que hubieras aprendido al menos magia curativa de nivel intermedio. Los lanzadores inexpertos suelen caerse o chocar contra los árboles. Si no pueden curar sus propias heridas, mueren.

—…ya veo.

—Además, necesitarás usar un hechizo barrera simultáneamente si quieres ir a más de cierta velocidad. Cuando vuelas lo suficientemente rápido, incluso las colisiones con insectos o pájaros pueden causarte graves heridas. Esta magia no puede usarse como si corrieras despreocupadamente por el suelo. Necesitarás practicar de antemano.

Pii-chan tenía razón. Básicamente, era como un Rally de Hombres Pájaro. Dependiendo de dónde te golpeara algo, podías morir antes incluso de poder lanzarte magia curativa. Si un principiante tuviera que aprenderla de buenas a primeras, lo pasaría fatal, tal y como él decía.

—Por lo tanto, seré yo quien la use esta vez. Te enseñaré más adelante.

—No puedo esperar.

Si así fueran las cosas, escucharía lo que mi maestro dijera sin discutir.

Esas palabras del gran Sabio de las Estrellas, después de todo.