Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 4: Campo De Batalla En Otro Mundo

Parte 4

 

 

En este mundo, la sucesión de los títulos nobiliarios recaía generalmente en los hombres. Mientras que los conflictos por la sucesión entre un hijo mayor y un segundo hijo no eran nada inusuales, era raro que la hija mayor o cualquier otra hembra se viera involucrada. Sin embargo, dependiendo de las circunstancias, había ocasiones en las que una mujer lograba la sucesión—

Como, por ejemplo, la situación actual de la princesa.


—Yo… yo no puedo asumir el título…

—Pero no hay otros que puedan ocupar el lugar.

—……

En la sala de recepción de la casa del vizconde Müller, aparte de la princesa, estábamos el mayordomo, el subgerente, Pii-chan y yo. Habíamos llegado en carruaje desde la tienda del señor French hasta el castillo y nos habían dirigido aquí.

En ese momento, todos estaban sentados en los sofás en medio de una acalorada conversación.

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—¡Madam, por favor!

—Pero yo…

El mayordomo era quién más se estaba dirigiendo a ella. Se posiciono junto al conjunto de sofás, el único de pie. El subgerente y yo estábamos frente a ellos desde el otro lado. No pude evitar preguntarme si los forasteros como nosotros debíamos estar al tanto de una discusión tan complicada, pero sería una grosería que nos marcháramos, así que me quedé en silencio observando.

Para el subgerente, era una oportunidad de oro. Por lo que me había contado de camino aquí, la sucesión de una mujer era algo temporal, y lo normal era que el patrimonio se cediera a quien ella se casara en el futuro. Aun así, por muy temporal que fuera la situación, ella seguiría siendo la cabeza de la familia del vizconde. De todos modos, la elección de la pareja le llevaría bastante tiempo.

Estar en la posición de tutora de alguien así debía parecer demasiado bueno para ser verdad.

—Si no lo hace, su familia caerá en la ruina.

—……

Por cierto, sus hermanos habían muerto cuando cada pretendiente envenenó al otro, enviando a ambos a un viaje sin retorno. Esto nos lo había dicho el mayordomo nada más llegar.

Los culpables eran los otros nobles que apoyaban a los dos hermanos, por lo que se trataba de una situación muy desafortunada. Al parecer, los hermanos no se llevaban mal—según explicó el mayordomo—, sino que se habían visto arrastrados a una pelea entre parientes codiciosos. En ese sentido, las mayores víctimas fueron los propios hermanos fallecidos.

—Piense en las personas perderán su sustento.

—¡Sabe tan bien como yo que no tengo madera para esto!

—Le apoyaremos plenamente en su papel.

Podemos hacernos cargo de todos los aspectos comerciales del cargo.

—……

—Por favor, madam. Yo, Sebastián, juro solemnemente apoyarla lo mejor que pueda.

El mayordomo bajó la cabeza, haciendo una profunda reverencia.

Cuando ella vio eso, asintió de mala gana bien.

—Se lo agradezco, mi señora.

A partir de hoy, parecía que este castillo pertenecería a la princesa del cabello empilado.

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Esto también la convertía automáticamente en mi socia. Por supuesto, como dijo el mayordomo, ella no llevaría el peso del trabajo. Eso no me importunaba. Aun así, tenía dudas sobre si sería capaz de controlar adecuadamente a los que dirigían los distintos departamentos que acababa de heredar.

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Naturalmente, cualquier trato que tuviera con el vizconde Müller se disolvería. Por el momento, no podría decir de una manera u otra si sería capaz de seguir haciendo el mismo tipo de tratos limpios y directos que había hecho hasta ahora. Dependiendo de la situación, podría tener que lidiar con nobles a los que no les gustaba escuchar a los demás.

La situación me ponía cada vez más ansioso.





***

 

 

Una vez conseguido que la chica accediera, el mayordomo salió corriendo de la sala de recepción. Debía de tener muchas formalidades que cumplir y mucho trabajo preliminar que hacer.

Los únicos que quedábamos en la sala éramos Pii- chan y yo, además de la princesa y el subgerente. Seguíamos sentados en los sofás, mirándonos unos a otros, preguntándonos qué hacer a continuación. Era sofocante.

—¿…por qué hemos tenido que llegar a esto? — murmuró la chica a nadie en particular. Su voz era débil, como si estuviera a punto de desmoronarse.

El subgerente respondió con una pregunta.

—¿Heredar la familia es una carga?

—Por supuesto que lo es.

—Pero el vizconde Müller amaba esta casa.

—¡Y por eso será tan duro verla desmoronarse mientras cometo un error tras otro! Hasta mi padre encontraba este trabajo difícil, y usted debería saberlos mejor que nadie. ¡¿Cómo puede esperar que yo tome el control y haga un buen trabajo?!

—No sabes que–


—¡Sí, lo sé! ¡Hubiera sido mejor que Kai heredara y no yo!

Las palabras salieron a borbotones de su bonita boca; debía de haber llegado por fin al límite de su paciencia. Había oído que no se llevaba bien con su hermano Kai. Si sugería que él sería mejor, ¿qué poca confianza tenía en sí misma? Su insistencia dejaba entrever lo que parecía ser un complejo.

—¡No soy inteligente como ellos, y no tengo ningún talento marcial o mágico! Sólo soy normal. Tan normal que duele. Por mucho que me esfuerce, nunca alcanzaré a los que tienen talento. Sólo soy mediocre.

—……

El subgerente también adoptó una expresión preocupada ante esto.

En contraste directo con su enorme tomuza de cabello, su confianza en sí misma era modesta, por no decir otra cosa. Haber vivido rodeada de tanta gente excepcional debía de haberla afectado poco. Su padre, el vizconde Müller, por ejemplo, era recordado por un pilar de la nación como el Sabio de las Estrellas.

Me hizo pensar que probablemente no había tenido muchos roces satisfactorios con el éxito en su vida.

—Lo único por lo que me felicitan es por mi aspecto, que heredé de mi madre y mi padre. Siempre pensé que, para ser de alguna utilidad a mi padre, mi propósito era casarme en una familia de alto rango. ¿Cómo acabé heredando ésta…?

Parecía tener mucho orgullo, pero hablaba con tanto fervor a nosotros, los plebeyos. Su falta de talento debía ser innegable.

Personalmente, pensaba que no iba por mal camino. Tener una apariencia excelente te convertía esencialmente en el más poderoso de todos. La inteligencia, la destreza marcial, el talento mágico… no eran más que la guinda del pastel. ¡Así funcionaba el mundo! Mientras atractivo fueras, la mayoría de las cosas te saldrán bien en la vida. Sobre todo, teniendo en cuenta lo joven que era.

Sin darme cuenta, abrí la bocota.

—En ese caso, ya tiene su propia arma, mi señora.

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—¿…a qué te refieres?

—Una buena apariencia es lo más importante cuando se trata de puestos de poder. Ser inteligente o tener talentos marciales o mágicos no son realmente tan necesarios cuando se trata de tomar el control de una ciudad.

—¿Estás intentando insultar a mi padre y a mis hermanos?

—Por supuesto que no. Sólo remarco un hecho.


—¡No es un hecho; fue un insulto!

—¿Hay bardos en esta ciudad?

—¿Qué? Pues claro. ¡Hay como un millón de ellos!

—Todos los bardos populares son atractivos, ¿no?

—¿…y qué?

—Las personas, en general, no son muy inteligente. El promedio tiene suficiente con procurar sobrevivir al día. No hay tiempo para aprender sobre refinamiento o paciencia. Necesitan a alguien que se los ponga fácil, algo que les indique dónde deben volcar su apoyo.

—S-señor Sasaki… —A mi lado, el subgerente se sentía cada vez más incómodo.

Pii-chan, por su parte, permanecía en silencio.

Si no acogía su herencia con más optimismo, causaría problemas no sólo a su casa, sino a todo el pueblo. Y no soportaría ver como esos otros nobles—los que orillaron a sus hermanos al abismo—envenenaban también su mente con ideas absurdas. Confiando en que todo iba bien, este entrometido invitado continuó con su diatriba.

—Cuando las masas vean a alguien tan hermosa como usted haciendo todo lo posible por luchar contra la administración de la ciudad, te darán su apoyo, y eso te dará más fuerza que cualquier otra cosa. No importa quién esté haciendo realmente el trabajo. Estarán contigo, así que te ayudarán y te animarán.

—…esto es ridículo.

—En mi tierra natal, un bardo ocasionalmente terminará liderando el gobierno de la ciudad, puesto allí por el apoyo de las masas, en una votación donde derrotaron a aquellos que estudiaron economía, leyes y educación.

—¡¿Dejar una ciudad en manos de un simple bardo?!

¡¿Por qué diablos alguien haría eso?!

La réplica de la princesa era perfectamente comprensible. Pero esta era la verdad, y así era.

—Como seguro que sabe, mi señora, ganarse el apoyo de las masas es lo más importante a la hora de gobernar un pueblo o una ciudad. Si un bardo es querido por las masas, ¿no crees que tenerlo en ese puesto sería extremadamente eficiente? Podrían dejar que otras personas con talento hicieran el verdadero trabajo.

—¿…no debería actuar como representante del pueblo, entonces?


Pensé que se dirigiría a mí furiosa, preguntándome si pretendía equipararla con algún bardo de baja estofa, pero estaba claro que era más inteligente de lo que había supuesto. Eso me facilitó mucho las cosas. Hacerlo podría haber sido descortés, pero era el momento de darle el empujón final.

Después de todo, estábamos hablando de la hija de un conocido de Pii-chan. Yo también estaba involucrado en su destino.

—Si el objetivo es un reinado pacífico, rara es la situación en la que el representante del pueblo puede actuar como tal. Creo que tu padre, el vizconde Müller, fue una de esas raras excepciones. Pero personas como él casi nunca aparecen. Como tal, mi opinión es que deberías dividir el trabajo y delegarlo.

—Pero yo…

—Si un líder no puede hacer eso, y en su lugar se sobrecarga de trabajo, ¿no llevaría eso a un mal gobierno? Pareces tener muy claro lo que puedes y lo que no puedes hacer, y eso me parece estupendo.

—……

Puede que tuviera mal carácter, pero en el fondo parecía una chica honesta y directa. Por lo tanto, probablemente era mejor para nosotros convencerla antes de que cada noble con una conexión a su familia tratara de manipularla. Al menos deberíamos hacer lo suficiente para que, si ocurriera algo en el futuro, escuchara nuestros consejos. De lo contrario, nuestra posición se vería comprometida.

—¿Lo ve, mi señora? Usted ya tiene más que suficiente para heredar la familia. Nunca debes menospreciarte. Si llevas a tu padre en el corazón y eres sincera en el trato con los demás, estoy seguro de que los que te rodean elegirán seguirte.

Aparte de que la cara de el subgerente se puso blanca como el papel, creí que todo iría bien y esperé su respuesta.

Y al cabo de unos instantes, me dio una—

—…entiendo.

—¿De verdad, mi señora?

—Y por respeto a su sermón, perdonaré su descortesía.

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—Gracias, mi señora.

—Sin embargo, no voy a tolerar tal comportamiento en el futuro. Normalmente, un plebeyo que habla mal de un miembro de la nobleza merece una decapitación. No, ellos merecen ser quemados en la hoguera en público. Espero que estés agradecida por lo magnánima que estoy siendo ahora.

—Lo estoy, mi señora.

Y entonces, finalmente, me di cuenta de por qué había mantenido todo ese hermoso cabello en alto durante tanto tiempo.

Aparte de su apariencia, no estaba orgullosa de nada de sí misma.

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