Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 4: Campo De Batalla En Otro Mundo

Parte 3

Con la aprobación de la princesa, nos dirigimos directamente al establecimiento del señor French. Marc había preparado un carruaje y varios guardaespaldas de la empresa para que nos protejan. Rodeaban en el carruaje, haciendo que las condiciones de viaje fueran un poco estrechas.

Poco después de que el carruaje se pusiera en marcha, llegamos a nuestro destino. Como siempre, entramos por la puerta de la cocina y nos recibió el encargado.

—¡Señor! ¡Hoy llego más temprano que de costumbre!

—Perdón por venir tan de repente. Pero hoy traigo una invitada conmigo. ¿No hay problema?

—¿Una invitada? Por supuesto que no. Por favor, venga por aquí.

—Gracias.

—¡No, yo debería darte las gracias! Tómese su tiempo y relájese.

Tras una reverente inclinación de cabeza, el señor French nos llevó a la sala privada del fondo. Era donde Pii- chan y yo siempre comíamos, así que no venían otros clientes. Era un pequeño y agradable espacio aislado.

La princesa, tras ver nuestro breve intercambio, me miró asombrada. Aunque no estoy orgulloso de ello, me hizo sentir bien.

A partir de ahí, comimos juntos y platicamos. Parecía gustarle mucho la cocina de aquí. Y al final, estaba de mejor humor que cuando la conocí.

—Este plato de curry es magnífico. Podría comerlo todo el día.

—Me alegra oírlo.

Habló con entusiasmo mientras se llevaba la sopa de curry a la boca. Parecía ser un plato popular del menú. Si esto seguía así, tendría que darle al señor French más recetas de curry y arroz en un futuro próximo. Personalmente, la sopa de curry estaba bien, pero lo que realmente me gustaba era verter el espeso roux sobre el arroz; al estilo japonés, especialmente con algo frito por encima.

Pii-chan, que había saltado de mi hombro, estaba disfrutando de su propia comida en la mesa. Verle picotear los pequeños trozos de carne del plato plano—preparado sólo para él—era un espectáculo encantador. Me entraron ganas de grabarlo en HD.

Quizás al darse cuenta de lo que estaba mirando, la princesa dijo: —Por cierto, ese familiar tuyo es muy adorable.

—Sí, madam. Es muy valioso para mí.

—Déjame acariciarlo.

—……

Una petición bastante brusca. ¿Le parecería bien a Pii-chan? De hecho, no recordaba haberlo acariciado nunca. Curioso, miré hacia él. Dio una respuesta enérgica y apuntó con el pico lejos del plato lleno de carne y hacia la chica.

—¡Pii! Pii!

Sabiendo quién era en realidad, me sentí un poco apenado. Sin embargo, conseguir que una chica guapa te acariciara era básicamente el deseo de todo hombre, ¿no? Cuando era niño, recuerdo a una de mis compañeras de clase, una chica, acariciando el corte de pelo de un chico del equipo de béisbol mientras hablaba de su textura. Me dio mucha envidia.

Pii-chan saltó por la mesa. Cuando llegó hasta ella, extendió el brazo. Lo levantó con cuidado y con la otra mano acarició suavemente la cabeza del pequeño gorrión.

—Hee-hee. Es muy lindo.

—¡Pii! ¡Pii! Pii!

—Se siente muy suave y esponjoso cuando lo acaricias.

—Pii.

Su tuiteo me sonaba de alguna manera confortable.

¿Debería acariciarlo así a diario? Ahora que lo pienso, el señor Yamada de la tienda de mascotas dijo que era importante tocar a tus mascotas para construir una relación de confianza. Aun así, por muy adorable que fuera, por dentro era el Sabio de las Estrellas.

—Se ve que está muy acostumbrado a las personas.

¿Es porque es un familiar?

—¡Pii! Pii!

—Algún día, quiero una pájaro mascota que sea así de amistoso.

—¡Pii! ¡Pii! …Ow-

—¡¿Eh?!

—……

Pii-chan, no creo que haya sido una buena idea.

La uña de la princesa debe haberle golpeado el ojo mientras le acariciaba la cabeza. Parecía que realmente le dolía. No le culpé por gritar. Todas las criaturas, por muy bien que entrenaran sus cuerpos, siempre eran vulnerables en sus partes más blandas. Gracias a eso, su aullido sonó muy humano.

—Qué… ¿Qué fue eso…?

—……

—…sonó como si acabara de decir algo.

—¡Pii! ¡Pii! ¡Pii!

Pii-chan intentaba desesperadamente fingir ser un gorrión normal. Me pareció que verlo, luchando admirablemente, también era bastante encantador.

Pero engañar a la princesa ahora sería difícil. La mano con la que lo acariciaba se había congelado. Tenía los ojos muy abiertos por la sorpresa y miraba directamente al pájaro que sostenía. Podía ver las palabras escritas en ellos: “¿Es esto realmente un pájaro?”

—Definitivamente acaba de hablar, ¿verdad?

—P- …¡¡¡Pii!!! ¡¡Pii!! ¡¡Pii!!

Parecía que el hecho de que los pájaros pequeños entendieran el habla humana era algo excepcional incluso en este mundo. Pii-chan estaba haciendo todo lo posible por hacer ruidos de pájaro. Casi podía sentir su desesperado abandono, y era adorable. Puede que le idolatrasen como señor Sabio de las Estrellas o lo que fuera, pero sus inesperadas cualidades humanas me generaban un sentimiento de familiaridad. Quería decirle que se calmara un poco para que no se hiciera daño en la garganta.

—¿Usted lo escucho, no?

—¿Oír qué, madam?

—Cuando la punta de mi dedo le dio en el ojo, chilló

y…

La princesa miró con desconfianza el pájaro que

tenía en las manos. Lenta y deliberadamente, las yemas de sus dedos se acercaron a sus ojos. ¿En serio iba a pincharlo de nuevo para comprobar su reacción? Eso era demasiado para este pobre animal, ¿no?

—¡¿–?!

Sintiendo el peligro, Pii-chan batió sus alas y revoloteó en el aire, aterrizando de nuevo en mi hombro.

—Ah…

—Por favor, no te burles demasiado del pobre animalito.

—…no me estaba burlando de él.

Había pensado que dejarla tocar a un adorable gorrión sería un poco catártico después de la muerte de su padre, pero ahora Pii-chan estaba recibiendo daño en su lugar. Tendría que reservar un poco de tiempo para usar mi magia curativa.

Seguimos comiendo juntos durante un rato. De repente, la puerta se abrió de golpe. Me volví, preguntándome qué asunto podía ser tan urgente, y vi al subgerente de Hermann en la puerta. Estaba sin aliento cuando miró dentro de la habitación. En cuanto vio a la princesa en la mesa, le gritó.

—¡Señorita Elsa, es terrible! Sus hermanos han fallecido.

—¿Eh…?

—¡Lo siento mucho, pero tienen que volver a casa de inmediato!

—¡¿Qué demonios?! —Los informes de sus muertes salieron de la nada Casi grité.

Parecía que sus dos hermanos, que se habían estado peleando por la herencia familiar, se habían matado entre ellos.