Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 5: El Conde Y El Caballero

Parte 1

Nuestro viaje de vuelta a Baytrium fue instantáneo gracias a la magia teletransportadora de Pii-chan. Llegamos al patio del castillo del vizconde. Aunque entendía por qué, me mareé un poco al pensar en todo el trabajo que nos había costado caminar por aquel bosque.

Eso reafirmó mi determinación de hacerme con ese hechizo algún día.

En cuanto al trato hacia la mujer de piel morada llamada Bruja de Sangre, Pii-chan dijo que ya la había regañado lo suficiente y que las cosas deberían ir bien ahora. Confié en él y dejé pasar el asunto.

No sabía qué tipo de relación tenían, pero como alumno con escasos conocimientos prácticos de este mundo, me limité a seguir los deseos de mi maestro sin rechistar. Pii-chan había dicho que la conocía, y si no eran unos completos extraños, eso hacía más difícil que yo, o cualquier otra persona, pusiera objeciones. Lo mismo pensaron el vizconde Müller y el príncipe Adonis.

En mi mente flotaban todo tipo de ideas: tal vez era una persona problemática con la que él se cruzaba continuamente, o una ex novia, o una hermanastra más joven. No sólo la llamaban bruja, sino que además tenía el pelo largo, así que parecía más una mujer que un hombre. Mentiría si dijera que no sentía curiosidad por lo que había pasado entre Pii-chan y ella.

Dicho esto, había conseguido escapar mientras charlábamos, así que ya no podía hacer nada al respecto. En parte como resultado, pudimos evitar el desacuerdo.

Un momento después de teletransportarnos, recordé algo de repente. Nuestro regreso no sería recibido sólo con buenas noticias. En ausencia del vizconde Müller, algunas cosas terribles habían sucedido en este castillo. No sólo había estallado una disputa por la sucesión, sino que su hijo mayor y su segundo hijo habían muerto, dejando que su hija mayor aceptara su destino y asumiera temporalmente la administración de la familia.

Cuando pensé en la conmoción que supondría para el vizconde que regresaba, no podía ni caminar.

No me había importado mucho después de que aniquiláramos a las fuerzas del Imperio Ohgen, a ninguno de los cuales conocía personalmente. Por supuesto, no sólo eran extraños, sino que además pertenecían a una nación enemiga. Además, no había sido yo quien había juzgado personalmente.

Pero eran los hijos de alguien a quien conocía. Era humano preocuparse por algo así, sobre todo si eran los hijos de alguien que había sido tan bueno conmigo. Puede que no los conociera, pero eso me hizo empezar a preguntarme si habría podido hacer algo.

—¿Qué ocurre, señor Sasaki?

—Bueno, a decir verdad, han ocurrido varias cosas en su ausencia, mi señor.

—¿Tiene algo que ver con mis tontos hijos?

—¿Estaba al tanto, mi señor?

No, espera, eso no era posible. La disputa por la sucesión sólo había comenzado después de que les informaran de la muerte del vizconde. Obviamente, todavía estaba vivo, pero en cuanto al tiempo, no cuadraba. Cuando empezaron a pelear, él ya estaba vagando por el bosque.

Lo que significaba que debía haberlo visto venir.

—No necesitas preocuparte por eso.

—Pero, mi señor–

—Hablaré de ello más adelante. Por favor, por ahora, no dejes que te moleste.

—…sí, mi señor.

Tal vez había más en las circunstancias familiares del vizconde de lo que yo sabía. De cualquier manera, nos hizo dudar demasiado como para decir algo más al respecto.

***

Tras el inesperado regreso del vizconde, el castillo se alborotó.

Lo habían dado por muerto, así que era natural. Todos corrían y gritaban como si hubieran visto un fantasma en un cementerio. Puede que fuera impropio de mí pensar así, pero el espectáculo era algo hilarante.

Si añadimos al príncipe Adonis a la mezcla, todo el lugar se volvió un caos. Parecía que el príncipe también había sido reportado muerto en batalla. Cuando se enteraron de que el vizconde había arriesgado su vida para salvarlo, todos empezaron a hablar del increíble honor que era y demás.

Esto hizo que el castillo, antes triste, se pusiera en modo de celebración.

A toda prisa, nos llevaron a la sala de invitados y nos dijeron que nos tomáramos un largo descanso. El vizconde y el príncipe se habían marchado diciendo que tenían otros asuntos que atender. El vizconde Müller nos dijo que probablemente nos volvería a ver esa noche.

Con tiempo para nosotros, Pii-chan y yo nos dirigimos a la Compañía Comercial Hermann. Cuando preguntamos por el subgerente, nos llevaron a la sala de recepción.

Allí le informamos de que el vizconde Müller estaba vivo y bien, que había rescatado al príncipe Adonis del campo de batalla y que las fuerzas del Imperio de Ohgen habían desaparecido en una sola noche. Omití todo lo relacionado con Pii-chan y el asunto del sabio, pero le conté todo lo demás que sabía.

Supuse que un comerciante apreciaría la noticia. Cuando terminé, el subgerente me colmó de gratitud, con las manos temblorosas.

—¡Señor Sasaki, muchas, muchas gracias!

—Eh, sólo estaba allí por casualidad.

—¡Las oportunidades de negocio serán enormes!

Voy a sacar provecho de esto, ¡tiene mi palabra!

Dijo que partiría hacia la capital la semana que viene, así que me alegré de poder alcanzarle antes. Si ya se hubiera marchado, me habría costado mucho llegar hasta él. Literalmente, todo fuera de esta ciudad era terreno desconocido para alguien como yo.

—Sé que es repentino, pero creo que enviaré un caballo de correos a la capital de inmediato.

—Me veré fuera, entonces.

—Necesito pagarte por esta información–

—No, está bien. El Vizconde Müller debería anunciarlo todo muy pronto. Entonces todo el mundo lo sabrá.

—Sí, pero este poco de tiempo extra es de vital importancia.

—…

—Me beneficiaré mucho de esta oportunidad. Y le pagare un porcentaje adecuado de ese beneficio. No sería justo que le pidiera un precio, no cuando aún no está familiarizado con la forma en que nuestra nación hace las cosas.

—Gracias por su consideración.

—En cualquier caso, debo darme prisa…

—Ah, claro. ¿Estará libre mañana?

—Seguro que sí. ¿Necesitaba algo urgente?

—Mañana tengo previsto acompañar al príncipe Adonis y al vizconde Müller a la capital. No puedo darte más detalles, pero si quieres enviar una carta conmigo, puedo hacerte el favor. Creo que llegaría a su destino más rápido que a caballo.

—¿No sería lo mismo que enviar un caballo de correos por mi cuenta?

—En realidad, planeamos llegar a la capital mañana.

—¿…mañana?

—Sí, así es.

—Espera. Eso no es–

—La información perderá su frescura.

—…ya entiendo.

Parecía haber captado lo que yo quería decir.

Pii-chan ya me había hablado de una subespecie de dragones pequeños y poco inteligentes que habían sido domesticados para utilizarlos en lugar de los caballos como medio de transporte más rápido. Incluso alguien sin acceso a la magia podrías moverte muy rápido por el cielo en uno de esos bichos.

Aun así, que uno de ellos llegara allí en el día parecía una tarea bastante difícil. Dicho esto, el subgerente era una persona que mantendría los labios sellados en lo referente a cualquier método misterioso, especialmente si beneficiaba a los resultados de la Compañía Comercial Hermann.

Sus beneficios resultantes también nos beneficiarían a Pii-chan y a mí. Y con el vizconde Müller y el príncipe Adonis—un miembro de la realeza— acompañándonos esta vez, se podía suponer fácilmente que contábamos con la ayuda de un tercero, una impresión que nos convenía enormemente.

La carta llegaría a la capital al final del día siguiente. Eso era lo único que importaba a la Compañía Comercial Hermann.

—¿Que dices?

—Si es posible, entonces sí, hágame el favor — sonrió y asintió el subgerente de par en par.

—Así será.

—Prepararé la carta ahora mismo. No  tardaré mucho.

Con esas palabras, el señor Marc salió corriendo de la sala de recepción.