Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 3: Comercio Intercomunal

Parte 5

 

 

Desde mi antiguo lugar de trabajo, me dirigí directamente al supermercado del vecindario. Allí, hice las compras del día. Esta vez me dediqué principalmente a los condimentos y el azúcar. Había comprado bastante, pero quizás, posiblemente, podría salirme con la excusa de que ahora que tenía tiempo libre, me había aficionado a cocinar curry u hornear pasteles.

«No, eso no funcionaría… ¿o sí?»

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No sabría decirlo. En cualquier caso, era mejor que comprar docenas de kilos de chocolate.

Para cubrir el uso bélico de los transceptores, también compré varios paquetes de pilas alcalinas. Hubiera preferido comprar pilas de hidruro metálico de níquel o paneles para generadores solares, pero teniendo en cuenta que su uso no estaría en mis manos, lo mejor era lo desechable. En un futuro no muy lejano, pensaba dirigirme al extranjero para hacer una compra al por mayor…

En cualquier caso, terminé, salí del supermercado y me apresuré a volver a casa. Después de caminar un rato, llegué a la vista de la tienda. A un lado de ella, en un pequeño callejón, vi una figura rebuscando. Era donde me había encontrado antes con la joven vagabunda. Recordaba que sus coletas rosas y su ropa con volantes eran muy llamativas.

—……

Dudando de mí mismo, no pude evitar mirar mientras me acercaba—


¡Pero si es era la misma niña, rebuscando en el cubo de basura de la tienda!

No importa cuántas veces lo comprobara, parecía lo suficientemente joven como para estar en la escuela primaria. A pesar de ello, tenía la cabeza metida ahí dentro y rebuscaba restos de comida. Llevaba la misma ropa de siempre, sacada directamente de un anime. Sus coletas rosas tampoco distaban.

—……

La conocí hace unos días y todavía tenía manchas marrones en su falda. La última vez, me había dado cuenta de que estaba acostumbrada a esto, y ahora que nos habíamos visto por segunda vez, estaba seguro de que era una vagabunda profesional.

—¿…qué?

Mientras la miraba fijamente, reaccionó. Parecía que se había dado cuenta de mi presencia. Estábamos a unos metros de distancia.

—Nos hemos visto antes, ¿no?

—Así es, oficial.

—……





Su respuesta fue extrañamente despreocupada. Yo habría supuesto que una niña de su edad que anduviera por ahí habría intentado mirar hacia abajo y a otro lado si alguien mayor intentaba hablarle. ¿Qué inspiró su comportamiento totalmente directo?


Por otra parte, me llamó oficial y no sólo señor, lo que me alegró.

Quedarse en la carretera sin hacer nada habría parecido antinatural. Tras asegurarme de que ningún otro transeúnte me observaba, me acerqué lentamente a ella. Ella no pareció responder, manteniendo las manos metidas en la papelera mientras me observaba acercarme.

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—¿Dónde están tus padres?

—Los dos están muertos.

—……

Sabía que había sido yo quien había preguntado, pero fue una respuesta muy dura para soltármela así. La forma en que lo dijo, como si fuera completamente normal, me golpeó justo en el corazón.

Su rostro cubierto de mugre y su cabello sucio corroboraban su afirmación. Seguía inexpresiva mientras me miraba. Sus bonitos rasgos—incluidos sus grandes ojos almendrados—estaban claramente manchados de mugre, probablemente debido a la persistente falta de hogar. Se me ocurrió que se vería realmente adorable si se aseara.

—Si te parece bien, me gustaría llevarte a un centro donde podrías convivir con niños como tú. ¿Te parece bien si me acompañas? No pasarás hambre y quizá también puedas hacer amigos.

Lo más seguro es que se trataba de una psíquica vagabunda. La última vez, ella había flotado en el cielo. Si pudiera negociar con el jefe de sección y meterla en el bureau, probablemente viviría una vida mucho más complaciente que la mayoría de los huérfanos. Y en estos días, estaban clamando por nuevos reclutas. Llamadme aprovechado, pero decidí invitarla.

…no obstante, y para ser honesto, lo cierto es que su vida estaba en riesgo de seguir aquí. Dudaba que pasara el invierno si sus circunstancias persistían. Incluso un puñado de adultos mueren por exposición al frio cada año.

—No puedo vivir una vida normal.

—¿Por qué no?

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—Porque soy una Mahou Shoujo. Otra respuesta extraña.

La ropa que llevaba ciertamente gritaba “Mahou Shoujo”. Un lindo vestido con muchos volantes. Y su cabello era rosa, lo que no era natural para una persona japonesa. Si decía que era una Mahou Shoujo… quiero decir, tendría sentido.

Probablemente no sabía nada sobre poderes psíquicos, así que había llegado a la conclusión de que es una Mahou Shoujo.

—¿Las Mahou Shoujos no pueden vivir vidas normales?

—No.

—¿Y por qué no dejar de ser una Mahou Shoujo?

—No puedo.

—¿Por qué no puedes?

—Porque así es como funciona.

—¿Podrías decirme quién te dijo que funcionaba así?

—…nah.

—¿Sabes más sobre tu condición?

—Un poco.

—¿Y quién te contó lo que sabes?

—……

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Después de hacerle algunas preguntas, su expresión se volvió preocupada.

«¡¿Y ahora qué?!» Me inquietaba verla—y entonces, de repente, me acordé.

—…ah, siento estar haciendo tantas preguntas.

—No pasa nada.

En la bolsa de plástico que llevaba en la mano traía algunos dulces que había comprado para Pii-chan: entre esos, un pastelito que vendían cerca de la estación. En el otro mundo también se practicaba la repostería, pero aquí había mucha más variedad. Además, este pastelito procedía de un lugar bastante popular. Al parecer, el establecimiento donde lo hicieron fue cubierto por algún tipo de medio de comunicación social, y ahora siempre tenía una fila de clientes. Inusualmente, hoy no hubo mucha gente, así que aproveché la oportunidad para comprar uno.

Se lo tendí, aún en la bolsa, a la autoproclamada Mahou Shoujo.

—¿Quieres?

—¿…por qué me das comida?

—Una vez que te comas el pastel, podremos ir a una estación de policía.

—¿Eres de los que les gusta dar de comer a los pobres para sentirse bien consigo mismos?

—……

«¡Ese comentario fue horrible!».

Su pregunta fue muy aguda, y, sin embargo, de cierto modo tenía razón… porque bueno, esto era más como soltar migajas a una paloma cualquiera y menos como dar de comer a una criatura con la que tuviera algún tipo de conexión—que es lo mismo que alimentar a Pii-chano a mi vecina, básicamente.

—…ya, no quise ser grosera, oficial.

—No pasa nada. Técnicamente, este es mi trabajo…

—Aceptaría el pastel, pero no puedo ir a una estación de policía.

—¿Y eso por qué?

—Los que se involucran con Mahou Shoujos no tienen un final feliz.

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—¿…final feliz?

La niña se apartó de la papelera para mirar al pseudo policía. Con ambas manos, sacó la caja de papel de la bolsa de plástico. En respuesta a su movimiento, me llegó un tufillo de ese horrible hedor. Olía realmente mal, y estuve a punto de vomitar.

Era adorable, pero apestaba como veterano abandonado. Cuando paseabas por la ciudad, a veces te podía llegar el olor corporal de algún transeúnte, cosa que era especialmente mala en verano; algo así, pero emanando de cada parte de su cuerpo.

…no obstante si ponía mala cara, perdería toda la confianza que me había ganado. En lugar de eso, mantuve una expresión neutra.

Ante este viejo desesperado, la niña declaró de repente: —Gracias. Me gustó mucho la tarta de antes.

—Oh.

Pero un momento después, su cuerpo flotó en el aire. Estaba igual que la última vez que la vi. Se oyó un crujido, y junto a ella, el paisaje de fondo se distorsionó. Era como si acabara de aparecer un agujero negro; un espacio negro como el carbón se abrió inmediatamente a su lado— como si el propio mundo se abriera en canal.

La niña se deslizó dentro. Cuando lo hizo, empezó a desaparecer, como si el espacio negro se la estuviera tragando. Como siempre, hizo saltar mis alarmas de peligro.

—Adiós, oficial.

Luego, con una breve palabra de despedida, desapareció por completo. Se había ido, tragada por esa grieta azabache.

—……

Se me había escapado otra vez.

¿Pero qué era ese poder que estaba usando? A primera vista, parecía que utilizaba dos a la vez: uno para invocar esa cosa del agujero negro y otro para volar. Sin embargo, eso no encajaría en la definición de un psíquico. Los psíquicos sólo poseían un único poder.

Me preguntaba si el jefe de sección o la señorita Hoshizaki serían capaces de averiguar algo. Tendría que consultarlo con ellos la próxima vez que me encontrara en la oficina.

***

 

 

Tras separarme de la vagabunda, volví directamente a mi apartamento. Estaba a sólo unos minutos a pie de la tienda. Había podido terminar mi recado de trabajo mientras el cielo aún brillaba, y ver el paisaje de mi barrio de día tenía una frescura indescriptible.

Frente a la puerta de mi vecino, me encontré con una cara conocida.

—Hola, señor.

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—Hola.

Como siempre, llevaba su uniforme de marinero y estaba sentada con las manos alrededor de las rodillas contra la puerta. Su saludo fue llano mientras inclinaba el cuello hacia arriba para mirarme. Parecía que su madre aún no había llegado.

Que estuviera aquí tenía sentido, supuse, puesto que aún había salido el sol. Probablemente acababa de volver del colegio. Pensé en mis propios días de escuela, que ya se habían vuelto vagos e indistintos. Si una chica de preparatoria como ella ya estaba ya en casa, eso significaba que probablemente no participaba en ningún club. Tal vez fuera inevitable, dados los gastos de los clubes y demás.

—Llegaste pronto a casa…

—Sí, el trabajo terminó temprano.

—Bienvenido.

—Gracias.

De haberme casado y tenido hijos, quizás este tipo de saludo de bienvenida habría sido algo habitual para mí. Por un segundo, tuve esa ridícula idea. Por desgracia, con mi cuarenta cumpleaños a la vuelta de la esquina, hacía tiempo que había perdido ese vigor. Además, ahora tenía a Pii-chan, así que nunca me sentía solo en casa.

—…um…

Justo cuando metía la llave en la cerradura de la puerta principal, mi vecina me llamó.

—¿Qué pasa? —Contesté, dándome la vuelta y viendo que se había levantado.

—Si te parece bien, ¿no quieres que te dé un masaje en los hombros?

—¿Un masaje en los hombros?

—Siempre me das tanto. Quiero devolverte el favor.

Recordaba haber recibido sugerencias similares muchas veces en el pasado. Una vez, cuando le dije que me dolían los pies de tanto hacer la ronda, se ofreció a darme un masaje. En otra ocasión, cuando me dolía la zona lumbar de tanto trabajo de oficina, incluso se ofreció a hacerme algunas tareas.

En cualquier caso, no podía aceptarlo. Éramos vecinos de al lado. Si se me ocurría dejar que una menor me tocara, mi vida social probablemente se vendría abajo más rápido de lo que puedo pestañear. Y dejarla entrar en mi apartamento sería pedir que me arrestaran por secuestro. Así que rechacé todas sus ofertas.

—Gracias, pero la idea es más que suficiente.

—¿Eso es un no?

—Para ser sincero, últimamente me siento más en forma.

—…ya veo.

Tal vez la magia curativa que Pii-chan me había enseñado tenía algo que ver con eso. La había estado usando aquí y allá cuando me golpeaba el dedo del pie en una estantería o me sentía cansado de repente. También parecía tener un gran efecto sobre el dolor muscular; era una herramienta muy útil. Su uso diario debía de estar curando también otras partes de mí.

—Ah, claro. Puedes quedártelas si quieres.

En su lugar, le ofrecí algo de la comida que había comprado mientras me abastecía. Era una bolsa de plástico llena de varios trozos de panes vestidos y dulces.

—¿Qué? Pero si es mucho…

—La empresa que fabrica este pan tiene un programa de recompensas. Me dejé llevar y acabé comprando demasiado. Te agradecería mucho que me ayudaras a terminarlos.

Los estudiantes de preparatoria estaban en plena pubertad. Ahora necesitaría más que nunca alimentos ricos en calorías, ¿no? Había oído hablar de chicas de esa edad que estaban tan acomplejadas que no se terminaban el almuerzo, aunque tuvieran hambre. No sabía si mi vecina era de ese tipo, pero pensé que siempre era mejor estar preparado.

—…gracias.

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—De nada. Muy bien, tengo que irme.

Me sentí culpable, como si estuviera jugando a uno de esos videojuegos en los que “crías” a un personaje.

¿Cómo se sentían los padres del mundo cuando criaban a

sus hijos? Ni siquiera puedo imaginarlo.

Y así, este hombre soltero se apresuró a entrar en su apartamento, como si intentara escapar de estos extraños sentimientos.

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