Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 3: Comercio Intercomunal

Parte 3

El vizconde hizo lo prometido y nos preparó un gran almacén en los terrenos del castillo.

El edificio era del tamaño de un gimnasio escolar. Un artesano había convertido urgentemente la entrada en una construcción de dos niveles, y fuera de la única puerta había un caballero, uno de los ayudantes cercanos del vizconde. Los caballeros vigilarían todo el día y toda la noche. Eran los que habían estado esperando entre bastidores durante nuestras audiencias.

“Nadie puede ser visto entrando o saliendo del almacén”; esas fueron las órdenes que habían recibido los caballeros, e iban tanto para ellos como para el propio vizconde. De este modo, podíamos hacer nuestro trabajo sin preocupaciones.

En la mano llevaba la lista de la compra del vizconde. Una vez que transportara todos los artículos escritos en ella a nuestro almacén, mi tarea estaría completa. En cuanto al precio de venta de cada uno, en consideración a la necesidad en tiempos de guerra, el vizconde me pagaría tarifas bastante superiores al valor de mercado. Aunque dependería de mi precio de compra, debido a lo increíblemente abundante que era, tenía la sensación de que iba a obtener un beneficio absurdo. Si fracasaba, por su parte, el riesgo para mi relación con el vizconde era alto. Básicamente un todo o nada, así que no perdimos tiempo y nos dirigimos a aprovisionarnos.

Nuestro destino: una ciudad llamada Newsonia en la República de Lunge. Había desbloqueado el nombre de un tercer país, tras el Reino de Herz y el Imperio Ohgen.

Pii-chan fue quién tuvo la idea de venir aquí. Según él, lo había visitado varias veces por negocios relacionados con el comercio en el pasado. Con su magia de teletransportación para ayudar a acelerar el viaje, llegamos sin dificultades.

—Esto está muy animado. Parece que es más próspero que el territorio del vizconde.

—En efecto. Esta es una floreciente ciudad de comercio.

Intercambié palabras con mi querido pájaro mascota mientras contemplaba los caminos de la ciudad que se extendían frente a mí. Era de una escala completamente diferente a Baytrium. Este lugar tenía una población mucho más densa y edificios significativamente más grandes. Quizá no sea una analogía directa, pero me pareció similar a la diferencia entre una calle de tiendas de una ciudad suburbana y un famoso distrito comercial de la capital.

También me pareció que la gente que iba y venía vestía ropas más elegantes, y había bastantes más individuos con cuernos que les salían de la cabeza, alas que les brotaban de la espalda, etcétera, etcétera. Me trajo recuerdos de la primera vez que visité Tokio y paseé por Ginza y Shibuya. Cada vez me emocionaba más la perspectiva de aprovisionarme en un lugar así.

—Pii-chan, ¿tenías algún contacto aquí?

—Déjame ver…

El bien informado gorrión nos guio por las calles de Newsonia. Caminamos durante algo menos de una hora y finalmente llegamos a un gran edificio.

—¿…aquí?

Era una tienda, tan grande que empequeñecía las instalaciones de la Compañía Comercial Hermann. Todo de piedra, tenía ocho pisos de altura. Si se comparaba con la tienda insignia de Mitsukoshi en Nipponbashi, resultaba aún más resplandeciente. El contacto de Pii-chan era mucho más grandioso de lo que había imaginado. Era demasiado pobre para esto, ¡me estaba asustando!

—Este lugar debería ser capaz de reunir y suministrar una buena cantidad de existencias reales. Los proveedores que comercian con provisiones suficientes para alimentar a decenas de miles de personas son limitados, especialmente ahora, cuando losprecios en los paísesvecinos se disparan debido a la declaración de guerra.

—Ya me lo imaginaba.

—Y ya que estamos utilizando moneda de Herz para nuestras compras, me gustaría hacer negocios aquí tanto como sea posible. Cuando una gran cantidad de moneda fluye de repente en un mercado, puede causar todo tipo de problemas. Creo que los mecanismos financieros de tu nación deben actuar de manera muy similar en ese aspecto.

—Te entiendo, Pii-chan.

Tenía que decir que éste era un gorrión de mundo, recordando la disposición de la tierra a través de las naciones. Cuanto más demostraba sus amplios conocimientos, más curiosidad sentía por saber a qué había dedicado su vida antes de reencarnarse. Si quedaba algún retrato suyo, quería ir a presentarle mis respetos. Debía de haber al menos uno si fue una figura tan distinguida, ¿no?

—……

«No, espera. ¿Y si solía ser un apuesto hombre mayor con un rostro cincelado?» Eso definitivamente me haría sentir más cohibido en nuestras futuras conversaciones. Sentir su peso sobre mis hombros e imaginarme a un hombre apuesto sería un poco duro para mí. «Pero en ese caso, ¿qué aspecto sería capaz de aceptar?» Así que me quedé pensando un rato en esto y aquello, dejando de lado mi propia apariencia despreciable—

…me di cuenta de que estaba empezando a desviarme, así que decidí centrarme en el problema que tenía delante. Pii-chanera Pii-chan. Era mi adorable gorrión mascota, nada más, y nada menos.

—¿…pasa algo?

—Yo y mi cabezota. ¿Qué distancia hay desde la casa del vizconde hasta aquí?

—Si un carruaje hiciera el viaje sin prisas desde Baytrium hasta Newsonia, tardaría varias semanas; y a lomos de un corcel veloz, digo que unos días. 

—Eso es bastante lejos.

—Y, sin embargo, si utilizáramos uno de esos tan destacados… “aviones” o lo que sea, no serían más que unas horas. Eso me recuerda que algunos lugares se han visto casos de hombres intentando domesticar ciertas subespecies de pequeños dragones con poca inteligencia para usarlos en lugar de caballos.

—Supongo que darían mejores resultados, ¿no?

—En efecto, superarían con creces a los caballos.

Parecía que aquí también había dragones. Si alguna vez pudiera adoptar uno como mascota… bueno, digamos que estaba tan interesado en esa posibilidad como en tener un golden retriever.

—¿En dónde estamos, por cierto?

—La Compañía Comercial Kepler.

—Recibido. Compañía Comercial Kepler.

Con una mano en mi bolsa de cuero forrada con grandes monedas de oro, me armé de valor y caminé hasta la puerta principal.

***

Tras llamar la atención de un dependiente que hacía la ronda, nos llevaron a un piso superior. Aquí también me limité a presentar a Pii-chan como mi familiar, y nadie lo cuestionó. Al parecer, estos también eran de conocimiento público a escala internacional.

—Encantado de conocerle. Me llamo Joseph, y me encargo de los alimentos de nuestra empresa.

—Soy Sasaki. Muchas gracias por acceder a reunirse conmigo.

La sala de recepción de la Compañía Comercial Hermann era grandiosa por derecho propio, pero ésta iba más allá. Incluso podría haber superado a la del castillo del vizconde Müller. Y ni hablar de lo cómodo que era el sofá. En cuanto mi trasero tocó el cojín, mis caderas prácticamente cedieron y se hundieron profundamente en él. Quería echarme y perderme para siempre.

—He oído que quiere almacenar una gran cantidad de comida.

—Sí, así es. Quería pedir lo que hay en esta lista de aquí.

Nada más saludarlo, le entregué la lista con la descripción de los productos que necesitábamos. Había sido redactada por Pii-chan y yo de acuerdo con la petición del vizconde Müller e incluía nuestro precio tentativo.

Según él, la Compañía Comercial Kepler era como una de las cinco grandes empresas de comercio general de Japón. También fungía como empresa internacional, con sucursales en muchos países.

Aquí, en Newsonia, tenía un enorme almacén donde confluían mercancías de todo el mundo. Como necesitábamos comprar una gran variedad de mercancías, Pii-chan había sugerido este lugar.

—Es un pedido grande, ¿no?

—Asumí que sus instalaciones contarían con el inventario suficiente.

—Sí, podemos suministrarle lo que busca, señor Sasaki. Sin embargo, como comprarlos todos a la vez crearía escasez para otros clientes, no es una decisión sencilla para nosotros.

—En cuanto a la remuneración, creo que lo que está escrito aquí es suficiente.

—Tenemos multitud de clientes con los que llevamos mucho tiempo haciendo negocios. No importa cuánto nos ofrezca, si fuera a causarles problemas, no es una decisión que se pueda tomar a la ligera.

—Ya veo…

—Y viendo esta lista… bueno, francamente, es como si se estuviera preparando para sobrevivir a una guerra. Y ahora que lo pienso, recibimos informes de una sucursal al sur de que el precio de los alimentos había subido allí y que las relaciones con las naciones cercanas se han vuelto dudosas.

«Vaya, este sujeto hizo su tarea».

De ser posible, quería conseguir todo en secreto, pero estaba resultando difícil. Mi compra iba a afectar a los principales actores de los círculos empresariales y del mercado.

Ahora sentía curiosidad por saber hasta qué punto estaba bien informado el hombre que tenía delante. Aun así, dudaba que me lo dijera directamente si de preguntárselo. En ese caso, tendría que llevar la conversación yo mismo. El impulso era crucial en tratos como éste.

—Exactamente–es asombroso lo rápido que ha decaído cierta nación.

—……

Si los transceptores eran tan codiciados, me parecía que este mundo no tenía ninguna forma común de transferencia de información a alta velocidad, incluida la magia. Dicho esto, si hubieran utilizado el correo de los dragones como Pii-chan había mencionado, podrían haberse enterado de las cosas en pocos días.

El vizconde había dicho que habían confirmado una incursión del Imperio hacía unos diez días. Para estas negociaciones, parecía prudente suponer que la noticia de que el Imperio Ohgen iba a entrar en guerra con el Reino de Herz les había llegado. Incluso si no lo sabían, habrían oído que las cosas ya estaban muy delicadas.

—Y tiene razón en que son suministros para la guerra.

—Bueno, has venido desde muy lejos. Si ese es el caso, ¿no sería difícil llevar las provisiones de vuelta, aunque las comprara ahora? Si la situación de guerra cambia en ese tiempo, sus pérdidas podrían ser asombrosas.

—Eso está cubierto.

—Sorprendente.

Mientras hablaba, el rostro del señor Joseph rebosaba una relajada confianza. Al verle, me vino a la mente el rostro de cierto representante de una gran empresa con la que había trabajado en mi anterior empleo. Había sido un cliente muy apreciado por la empresa, y recordaba especialmente el orgullo manifiesto y la seguridad en sí mismo con la que actuaba…

«¿Cuántas veces me hizo quedar por tonto ese sujeto…?»

—Ya he organizado un medio de transporte.

—Dudo que pudieran haber hecho algo así sin prepararte con bastante antelación. Eso debe significar que empezaron muy pronto, ¿no?

—Más pronto imposible.

—…ya veo.

—Y por eso pido respetuosamente la cooperación de la Compañía Comercial Kepler.

Sinceramente dudaba que pudiera comprar la mercancía si mencionaba directamente al Reino de Herz. Teniendo en cuenta el nivel de decadencia y corrupción nacional del que había oído hablar al vizconde, no sería extraño que los países circundantes se mostraran poco comprensivos. Después de todo, era un país liderado por la clase de hombres que asesinarían a un recurso de valor inconmensurable como Pii-chanpor pura envidia.

—Le pido disculpas, señor Sasaki, pero usted no parece ser de estas tierras…

—La situación permite que alguien como yo se mueva con más facilidad. Y mis empleadores creen que lo que se necesita para asegurar la lealtad de un mercader no es ni la posición ni el honor, sino el beneficio.

—¿Se pondrá en contacto con otras empresas?

—Ellos se mostraron especialmente interesados en entablar negociaciones con la Compañía Comercial Kepler.

—¿Y cómo piensa pagar?

—Como dice en la orden de pedido, hemos preparado monedas de oro Herzianas.

—…hmm.

Después de mi respuesta, el señor Joseph comenzó a pensar en algo. Me pregunté qué tipo de escenarios estarían pasando por su mente. Lo observamos en silencio, aún sentados en el sofá, con el corazón saliéndome del pecho—

Unos instantes después, me dio su respuesta.

—…de acuerdo, entendido. Me gustaría seguir adelante con este trato.

—Se lo agradezco.

Y así pudimos obtener su aprobación sin problemas. Sentí un gran alivio. Me había estado preocupando por si me rechazaba, pero todo eso desapareció rápidamente de mi mente. Por respeto a Pii-chan por haberme introducido en este lugar, me resistía a llamar a la puerta de otra empresa comercial.

—A cambio, me gustaría mantener una relación especial con organización para la que trabaja. Es probable que necesiten muchas cosas cuando acabe la guerra. Cuando eso ocurra, agradecería mucho que acudieran directamente a nosotros.

—No podría pedir nada mejor. Sin embargo, con respecto a esta compra, ¿podría mantenerla en secreto por el momento? Hemos hecho una inversión muy grande por nuestra cuenta, así que quería mantener el trato dentro de la empresa.

—Por supuesto, sí, comprendo.

También lo sentí al hablar con el subgerente de la Compañía Comercial Hermann, pero me encantó la rapidez y prontitud con que terminaban los tratos con los mercaderes. No era como hablar con nobles: no había que observar ninguna etiqueta especial y no tardábamos mucho en saludarnos.

Este trato también fue un asunto sencillo y directo.

***

Nuestro mayor problema fue recibir la mercancía. Lo solucioné tomando prestado un almacén en la ciudad de Newsonia, y haciendo que entregaran allí todo lo que había comprado. Una vez que estaba todo dentro, usábamos la magia de Pii-chanpara enviar el lote al almacén del castillo del vizconde Müller. Al final, terminamos de transportarlo todo en pocos días.

—Hasta el último momento, ese hombre nos confundió con mensajeros del Imperio Ohgen.

—Sí, lo note.

Estábamos conversando en el almacén de Newsonia, contemplando su interior ahora vacío.

—Y planeaste exactamente eso, ¿no?

—Bueno, no lo había pensado precisamente así, pero…

Mi idea había sido tratar de hacerle creer que yo era

un especulador de guerra de una nación no relacionada. El malentendido se debió a que la otra parte trato de buscar alguna maña oculta en mis palabras. Y sin duda las grandes monedas de oro que había traído también contribuyeron a eso.

—Probablemente no lo habríamos tenido tan fácil si hubiéramos sido francos y les hubiéramos dicho que veníamos del Reino de Herz. Su deterioro debe ser ya de conocimiento público en la República de Lunge. Cualquier comerciante que se precie rehuiría de invertir en una nación así.

—Me pregunto si el trato funcionó porque usamos monedas de oro del Reino de Herz.

—Pienso lo mismo… ¿cómo llegaste a esa conclusión?

—Supongamos que cuando el Imperio Ohgen decidió que iba a invadir el Reino de Herz, quiso descargar primero sus reservas de moneda antes de iniciar las hostilidades. Es sólo una idea que se me ocurrió, pero creo que tal vez el representante de la Compañía Comercial Kepler se lo tomó así.

¿Y quién podría iniciar una medida como esa con tanta antelación, sino es que la nación que ya estaba consciente del ataque?

Sin embargo, la respuesta de Pii-chanfue diferente.

—No seas tonto. Te estas basando en la lógica de tu mundo y el tipo de moneda que utilizan.

—Espera, ¿entonces porque usamos monedas del Reino de Herz si no es por eso?

—Las monedas de oro del Reino de Herz son de gran pureza. Comparadas con las de otras naciones, simplemente valen más.

—Otra cosa que no suena bien para una nación de la que se rumorea que está en declive.

—Yo ordené que se hicieran así. Es imposible que haya cambiado en pocos años. Dejando a un lado las monedas de plata y cobre, las monedas de oro pueden fundirse y reutilizarse. Es por eso que el Reino de Herz todavía mantiene una posición de igualdad en sus relaciones con otras naciones.

—…ya veo.

Pii-chanrealmente era espantosamente formidable. No había pensado que sería útil incluso en este tema. No es de extrañar que no había recibido ninguna advertencia acerca de traer dinero Herziano. Todo había estado bajo la supervisión de este gorrión.

«Eso es un poco frustrante. Tendré que esforzarme más la próxima vez».

—Otro factor importante fue el que supuestamente habías pensado en una forma de traer los bienes comprados por ti mismo.

—El representante también estaba impresionado por eso, ¿no?

—El flujo de mercancías en este mundo es aún es subdesarrollado. Una distancia considerable separa la República de Lunge del Reino de Herz y del Imperio Ohgen. Si esto ha sido preparado de antemano, se convierte en una inversión que simplemente no podría ignorar.

—Pero ahora tengo miedo de que se entere.

—No has dicho ninguna mentira. No debería suponer ningún problema.

—¿Es así como funciona?

—No tiene sentido preocuparse por ello. La culpa es del iluso, no tuya.

Es un gorrión valiente. Como alguien tímido, envidiaba su forma de hablar con absoluta confianza… aun así, había sido asesinado por ello, así que quizá era mejor tener un poco de moderación. Y como un hombre relativamente corriente, supuse que continuaría con mi discreta existencia en el futuro.

—Si hubiéramos tenido un poco más de tiempo, podríamos haber diversificado nuestras opciones de compra.

—Apenas tuvimos tiempo para esto, así que esto tendrá que bastar, Pii-chan.

—Tú conformismo me a veces es abrumador, amigo mío…

—Debemos volver al vizconde.

—Espero que esto aligere un poco su carga.

Tendríamos grandes problemas si nos quedábamos demasiado tiempo y la Compañía Kepler descubría la verdad. Era hora de despedirnos de la República de Lunge.