Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 2: Encuentro Con Los Psíquicos

Parte 8

Después de todo lo que había pasado, la noche transcurrió en un parpadeo, y al día siguiente tenía órdenes de volver a la oficina.

Luego de todo lo que sucedió, nada más regresar a la base me recluyeron en un hotel cercano por orden de la organización. No había podido ir a casa, a mi apartamento, ni ver a Pii-chan. Eso significaba que tampoco pude ir al otro mundo. Me sentía muy culpable por haber dejado colgados al subgerente y al señor French.

Sin embargo, de alguna manera me las arregle para volver con vida. Por eso, al menos, estaba agradecido.

Y no fui el único que se sintió aliviado. Cuando me registré después, me enteré de que el 70% de todos los psíquicos que habían participado en la operación fallecieron como resultado de sus heridas. La mayoría de los que sobrevivieron fueron los psíquicos de apoyo de primera línea, y las pérdidas que habíamos sufrido durante el incidente habían sido masivas. No todos los psíquicos que trabajaban para la oficina habían participado, pero sin duda habíamos perdido una buena parte. Además, participar en el frente requería psíquicos que estuvieran por encima de la media, tanto en términos de poderes como de fortaleza mental. Eso significaba que eran recursos especialmente valiosos.

Se me explicó que no participaríamos en más acciones a gran escala durante algún tiempo.

Y parece que el jefe de sección, quien a su vez era comandante y responsable del incidente, había sido secuestrado por el grupo enemigo. No obstante, me informaron que lo habían liberado sin motivo aparente.

—¿…entonces el enemigo se retiró por su cuenta?

—Sí, así es.

Gracias a eso, fui sometido a algunas preguntas molestas durante el interrogatorio.

Me habían llamado a la oficina y, nada más llegar, alguien me agarró. Ahora estaba en una pequeña sala de conferencias, de no más de diez metros cuadrados, sentado frente a un escritorio del jefe de sección. No había nadie más a la vista.

—……

—¿Ha oído algo, jefe?

—No, yo tampoco he recibido ninguna información en particular —dijo mi jefe, con una gran tira de gasa enrollada alrededor de una mejilla. Varios trozos de blanco asomaban también por las mangas de la chaqueta de su traje. Debió de estar enzarzado en su propia pelea mientras negociaba con la chica.

—Por cierto —pregunté—, ¿quién nos proporcionó la información en la que nos basamos para la operación? Estoy seguro de que los demás miembros del bureau ya lo habrán reportado, pero el enemigo sabía exactamente cuáles eran nuestros planes.

—…eso fue un fallo por mi parte. Pido disculpas.

—¿No puedes dar más detalles?

—Desgraciadamente, no.

—Ya veo…

Esta era una de las partes difíciles de ser un trabajador del gobierno. Estar en una posición de jefe de sección dentro de la Oficina del Gabinete significaba que era un burócrata nacional. Una sola decisión casual a su discreción podría afectar a cientos, si no miles de vidas civiles. Si decía que no, lo decía en serio.

Pero iba a seguir presionándole de todos modos. Después de todo, si no lo hacía, sería yo el interrogado. Para mantener oculta mi propia situación, hacerme el ofendido parecía la mejor opción.

—¿Estaban investigando a los psíquicos del burea?

—especulé, aprovechando la oportunidad para soltar algún que otro comentario anodino— O tal vez reducir nuestros números era su objetivo desde el principio. Siento empezar tomar conclusiones precipitadas cuando solo soy un novato, pero aun así…

—……

Me preocupaba que el sujeto sospechara de mi participación en todo esto. Teniendo en cuenta el momento, me había puesto en una situación muy dudosa. No me hubiera sorprendido que pensara   que era un agente encubierto del enemigo.

—¿Acaso sospecha de mí?

—Sí, así es.

«Vaya. Fue una respuesta más directa de lo que esperaba».

Me miró fijamente a los ojos.

No podía permitirme hacer públicos términos como “mundo paralelo” y “magia”. Sin eso, no obstante, no podía explicar por qué el grupo enemigo se había retirado. En cuyo caso, mi único curso de acción era salir dudoso de él también.

—En ese caso, Jefe, yo también sospecho de usted—

—…ya veo.

Me enteré después de los hechos de que la chica con ropas tradicionales y el hombre con la habilidad del huracán eran aparentemente grandes celebridades en los círculos psíquicos de Japón. Todos en la oficina habían sido advertidos: Si te los encuentras, no pienses—solo corre.

Por supuesto, eso no me lo habían dicho en la reunión previa. Su aparición había sido totalmente imprevista. Si la oficina lo hubiera considerado una mínima posibilidad, habrían actuado con más cautela, o eso lamentaban los demás miembros del grupo de apoyo. Había visto sus caras en el asiento trasero del HiAce cuando salíamos del lugar. Estaban blancos como fantasmas, y no creí que pudieran estar mintiendo.

Al parecer, a los psíquicos se les otorgaba algo así como rangos dependiendo de cómo funcionara su habilidad. Esencialmente, era parecido a un nivel de amenaza. Usaban las letras de la A hasta la F como un índice global que aparentemente se aplicaba de forma general en otros países. Mi propio rango era E. Lo habían determinado las pruebas a las que me había sometido a petición de la señorita Hoshizaki cuando me trajo por primera vez.

Había muchos factores que influían en esta evaluación, pero uno especialmente fácil de entender era que cualquier poder que, desatado en una ciudad, resultara difícil de controlar para la policía tenía un rango D o superior.

La cuestión aquí era que los que habíamos encontrado el día anterior eran un equipo formado en su mayoría por psíquicos de rango B o superior. La chica con ropa tradicional era de rango A. El hombre huracán y la teletransportadora eran de rango B. La habilidad de la princesa gótica Lolita, una especie de camuflaje óptico, era de rango D. La señorita Hoshizaki, por cierto, era de rango D como la chica gótica.

Aunque la compatibilidad de ciertos poderes afectaría mucho a las cosas, durante el entrenamiento me dijeron que una diferencia de dos niveles haría que un enfrentamiento fuera totalmente desigual. Y el psíquico de más alto rango de nuestro bando en la misión anterior era de rango B.

De toda esa gente, solo uno era rango B. Los psíquicos de rango B o superior deben ser increíblemente raros. Por debajo de eso, habíamos tenido un puñado de rango C. De ellos, más de la mitad habían muerto en el ataque inicial. Sólo podía rezar para que no existieran psíquicos de rango S.

—No vi a ninguno de los psíquicos que buscábamos

—comenté—. En cambio, los que sí aparecieron, y sólo lo supe después, eran un conocido grupo de irregulares de muy alto rango. ¿Es eso cierto, o me equivoco?

—He recibido informes sobre eso. Sólo puedo decir que lo siento.

—Dudo que alguien hubiera salido ileso de aquel suceso. Sin embargo, ¿utilizar como señuelo a un psíquico de apoyo solitario que tardó en escapar no te parece un poco cruel?

—No, no, no pretendía nada parecido.

—¿Estás seguro de eso?

—…los psíquicos son demasiado valiosos. Trabajas bien con Hoshizaki y, además, tienes una mente aguda.

—Entonces preferiría que confiaras un poco en mí, si es posible.

Mi plan era quejarme como un subordinado para conseguir que se comprometiera. Si ni siquiera eso funcionaba, tendría que esconderme con Pii-chanen el otro mundo. Entonces podría aprender un montón de magia antes de regresar. Podría ser el fin de mi vida tal y como la conocía, pero un poco de chateaubriand de ternera de Kobe no estaría fuera de lugar. En el peor de los casos, podría pedir trabajo a la chica de los trajes tradicionales.

—…de acuerdo.

—Gracias.

—Me disculpo por hacerte pasar por todo eso en tu primer trabajo.

—No lo sientas… eso ya es pasado.

—Bien…

Hice una ligera reverencia y me levanté de mi asiento.

Nadie intentó detenerme cuando salí de la sala.

Mientras tanto, me dijeron que se suspendían las operaciones con psíquicos, lo que significaba que no podía hacer otra cosa que comer y dormir.

Al parecer, me seguirían pagando, así que por eso me sentí afortunado.