Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 2: Encuentro Con Los Psíquicos

Parte 10

Después de que me había abastecido de mis artículos previstos y estaba en el camino de regreso a casa, algo sucedió.

Iba a toda prisa de la estación a mi apartamento cuando vi algo extraño. Alrededor de una tienda de comestibles, en un pequeño callejón contiguo, estaba una niña con un traje muy adorable adornado con volantes y cintas rebuscando en los cubos de basura de la tienda.

Lo analizara como lo analizara, la niña tenía que estar rebuscando entre los restos de la comida.

Si hubiera sido un anciano mal vestido, no le habría dado demasiada importancia. Pero no importa cuántas veces mirara, la niña era sin duda un estudiante de primaria. Y llevaba ropa que parecía sacada de un anime. Tenía la cara tapada, así que no pude distinguir su expresión. Sin embargo, por la piel juvenil y tensa que se veía debajo de la falda, simplemente no parecía ser una adulta bajita.

—……

«¿Debería denunciarlo a la policía?», me pregunté—y entonces recordé.

Desde la semana pasada, yo era agente de policía. Me habían dado una identificación y me habían dicho que la llevara siempre conmigo. Incluso ahora la llevaba en el bolsillo del pantalón. Podría yo mismo llevarla a la estación más cercana.

—…muy bien.

Yo también recordaba haber luchado por comer durante mis años de educación obligatoria. Arroz blanco proporcionado por parientes lejanos sólo por obligación; una época en la que el salteado con salchichas y col o el ramen instantáneo sin aderezos eran manjares especiales. Comer bocadillos en casa de un amigo era lo mejor del día.

Gracias en parte a estas experiencias, mis piernas se movieron sin pensármelo mucho.

—¿Tiene un momento, señorita? —Me dirigí a la niña, preparando mi placa en una mano.

—¡Ah…!

Cuando hablé, todo su cuerpo dio una sacudida de sorpresa. Levantó rápidamente la cabeza del cubo y sus ojos se clavaron en mí.

Para ser sincero, siempre había querido hacer algo así. Sacar mi placa de policía y escudarme en el poder del Estado para hacerme el grandísimo. Quiero decir, tenía que sentirme bien por una vez, ¿no? Pero ahora que lo estaba haciendo, la culpa me invadía. Yo no era una persona tan impresionante, y en realidad no había nada que ganar con ello.

—……

—¿Puedo preguntar qué estás haciendo?

Como esperaba, era una chica que parecía estar en edad de escuela primaria. Sus ojos eran sorprendentemente grandes y redondos, y sus rasgos muy bonitos. Pero su expresión distaba mucho de ser infantil. No tenía ninguna emoción en la cara. Me miraba como una máscara de Noh7.

Mientras tanto, el resto de ella gritaba Mahou Shoujo8 a todas luces, de esas que se ven mucho en los animes. Su cabello teñido de rosa llamaba la atención, y dudo que le hubieran cabido más volantes en la falda—

Dicho esto, su ropa estaba sucia, descosida o directamente rasgada. Olía fatal y, sin estar tan cerca de ella, me parecía como si estuviera frente un vagabundo que se zambullo en el compartimiento de un camión de basura. También tenía el pelo grasiento. No se podía estar así en un día o dos. Debía ser bastante hábil y experimentada en esto de hurgar entre las sobras.

—Soy policía. Si te parece bien, puedo llevarte a una estación y–

—Déjame en paz.

Apenas hice la pregunta, ella se volvió hacia el cubo de la basura. Luego volvió a rebuscar en su contenido.

—……

7 Mascaras típicas del folklore y teatro japonés.

8 Chica Mágica. 

«Es como ver trabajar a una profesional. Rebusca en silencio y sin problemas, con una extraña determinación».

Dudé si decir algo más. No quería montar una escena y provocar un dolor de cabeza a los policías. A pesar de tener una identificación policial, mi posición no estaba muy clara. Marchar directamente a una comisaría como si trabajara allí sólo causaría problemas a los verdaderos oficiales que patrullaban. Además, el jefe de sección tendría una mala opinión de mí.

Todo lo cual no me daba otra opción.

—Puedes comerte esto, si quieres —dije, sacando un helado de la bolsa de plástico que tenía en la mano.

Acababa de comprarlo en la tienda que hay frente a la estación, y pensaba comerlo de postre. Sin embargo, ver a una niña rebuscando entre los desperdicios de una tienda hizo que mi cuerpo se moviera solo. Había comprado dos; uno para mí y otro para Pii-chan, así que le ofrecí el mío como regalo. Si hubiera sido adulta, probablemente no lo habría hecho.

—¿…no vas a sermonearme?

Su pregunta era extraña. ¿Era esta una interacción común para ella?

—¿Quieres un sermón?

—……

Pero su confusión por mis palabras sólo duró un momento.

—No debería involucrarse conmigo, oficial.

—¿Eh?

De repente, el cuerpo de la chica flotó en el aire.

Sus pies abandonaron el suelo y se elevó sin ningún apoyo.

Naturalmente, me sorprendió. Ciertamente no esperaba  ver eso.

—Adiós.

Y con un breve adiós, desapareció de algún modo. Como si partiera el paisaje detrás suyo, una grieta negra como el azabache había aparecido en el aire y se la había tragado. Se parecía a los agujeros negros de las películas de ciencia ficción.

—¿…me estás tomando el pelo?

Pensé que me había topado con una niña abandonada que vagaba por las calles—nunca habría imaginado que en realidad era una psíquica.

***

Después de que la niña abandonada se marchara, volví tranquilamente a mi apartamento.

Allí, mientras compartía los acontecimientos de los dos últimos días con Pii-chan, preparé la cena. Alineé los ingredientes del supermercado y encendí el hornillo. Trabajé deprisa, sancochando las verduras y asando la carne.

Antes de que me diera cuenta, la cena ya estaba servida— en nuestros platos había filetes chateaubriand de ternera de Kobe. Por fin lo había comprado.

—¿Así que esto es carne Kobe chateaubriand?

—Has hecho tanto por mí que quería darte las gracias.

Si no hubiera aprendido ese hechizo relámpago de Pii- chan, probablemente habría muerto. Fue con ese pensamiento en mente que naturalmente busqué las cosas caras. Incluso había ido hasta unos grandes almacenes de la ciudad en vez de al supermercado del barrio para conseguirlo.

Cien gramos habían costado treinta mil yenes. Para los dos, el gasto ascendía a sesenta mil. Y no lo había comprado donde vendían los alimentos frescos, sino en el rincón de los regalos, en una planta aparte. Por suerte, habían tenido algo en el escaparate.

—¿Qué tal esta? Sé que el señor Yamada de la tienda de animales hablaba maravillas de la carne.

—Está bueno. Oh, esto es muy bueno. 

—Me alegra oírlo.

Era una preciosura ver a Pii-chan picotear el chateaubriand que yo había cortado en rodajas y colocado en la mesa redonda. Uno tras otro, los trozos de carne apilados en el plato desaparecían en su boca. Era como uno de los pichones del parque que comen restos de golosinas que se les caen a los niños. Era tan tierno… aunque me sentía un poco ansioso mientras lo observaba.

Gracias a eso, pude sentir su sincero agradecimiento por mis esfuerzos. No era un halago—parecía pensar, desde el fondo de su corazón, que aquello era delicioso.

Mis sentimientos también eran sinceros. Me alegré de haberlo comprado.

Junto a los platos, había preparado sal, pimienta y salsa para filetes. Pii-chanutilizaba hábilmente su pico para enrollar la carne y sazonarla a su gusto. Qué criaturas tan encantadoras eran los gorriones de Java.

—Podría comer esto todos losdías y no me cansaría nunca.

—Bueno, cuesta tanto como un mes entero de comida…

—Me temblaban las manos mientras lo preparaba, con un sudor horrible en la espalda. «¿Y si lo abre quemado?», pensaba.

—¿…de verdad es tan caro?

—Sí.

—Ya veo… 

Verle claramente desinflarse así también era muy encantador.

Dicho esto, aunque era una carne cara, no lo era tanto como para no poder comprarla. Ahora que había cambiado de trabajo con éxito, probablemente podríamos arreglárnoslas una vez al mes. Si sólo me alcanzaba para Pii-chan, eso reduciría el gasto a la mitad.

—No podemos tenerlo todos los días, pero creo que en el futuro podríamos derrochar de vez en cuando.

—¿Estás seguro?

—Haces mucho por mí, después de todo.

—…te agradezco esta amabilidad.

—De nada.

Mientras comíamos juntos la abundante carne, sentí que nos habíamos acercado un poco más.

***

Después de terminar la cena, llegó el momento de mi corta estancia programada en el otro mundo. Con los productos en ambos brazos, bajé a ver al subgerente.

Durante los últimos días me había acostumbrado a ir a la sala de recepción de la Compañía Comercial Hermann y cambiar los productos que había traído por monedas de oro. Ya me resultaba fácil seguir el proceso. Para las mercancías que había traído en el pasado, lo único que hacía era comprobar el precio. Y en cuanto a los artículos nuevos, explicaba su finalidad y las instrucciones de uso.

En esta ocasión, los artículos seleccionados fueron cámaras de seguridad con sensor de movimiento y repelente de insectos en spray.

La cámara con sensor de movimiento venía con una pantalla LCD, para poder comprobar las imágenes estáticas tomadas sin necesidad de un dispositivo aparte. Era un poco más difícil de usar, pero cumplía su función. Originalmente, estaba pensada para conectarse a la nube y ver las imágenes en Internet.

Estaba pensado para ser utilizado en zonas sin electricidad por clubes de montañismo y similares. Tenía un modo de bajo consumo que utilizaba ocho baterías, lo que le permitía permanecer en modo de espera durante, como mucho, un año entero. Realmente me dio una idea de lo mucho que progresaba la tecnología. Este tipo de productos eran cada día más avanzados.

En cuanto al repelente para insectos, si lo compré fue porque Pii-chan me había dicho que aquí no existía nada tan “mágico”. Cazar implicaba caminar mucho entre arbustos y matorrales, por lo que probablemente estuvieran plagados de bichos a diario.

Aun así, al parecer tenían una solución similar a base de hierbas, así que la cuestión era saber cuánto más eficaz era el aerosol. Como hoy era la primera vez que lo traía, pensé en limitar el inventario y calibrar la reacción de los clientes.

También había pensado en purificadores de agua portátiles, pero después de recordar que se podía hacer agua potable con magia, no me molesté. No sabía qué proporción de la población era usuaria de magia, pero los nobles ricos casi seguro que se llevaban uno en lugar de una cantimplora.

La respuesta del subgerente a las dos novedades fue positiva. En total, fueron 2.300 monedas de oro—una venta bastante decente. Ambos quedamos satisfechos con la transacción.

Una vez terminados los negocios, llegó el momento de practicar magia como antes. Tras registrarme en nuestro alojamiento habitual y dejar mis cosas, pude salir directamente de la ciudad. Mis objetivos eran aprender magia de barrera intermedia y magia curativa.

Sin embargo, justo después de cerrar el trato, el subgerente tenía algo que discutir. Al parecer, el vizconde me había llamado. Si era posible, debía ir al castillo con el vicegobernador inmediatamente. Ya había preparado un carruaje fuera, así que no podía negarme.

Fuimos directamente al imponente castillo, en el centro de la ciudad. El carruaje traqueteaba mientras avanzaba, con el escudo de la Compañía Comercial Hermann estampado en el lateral.

Atravesamos las puertas sólo por familiaridad. Cuando informamos a los del castillo de que habíamos sido convocados por el vizconde, nos acompañaron alegremente a nuestro destino. Ya habíamos estado allí varias veces, así que probablemente nos reconocieron. No tuvimos que esperar mucho antes de que nos mostraran la sala de recepción.

—Gracias por venir, Sasaki.

—Me siento muy honrado por su invitación.

Cuando llegamos, el vizconde Müller ya estaba en la sala. A instancias suyas, el sugerente y yo nos acomodamos en un sofá uno al lado del otro.

Tras los saludos de rigor, le explicamos nuestras contribuciones. Una vez más, pareció interesarse por lo que habíamos traído—las cámaras con sensores de movimiento y el repelente de insectos en spray—y, al igual que el subgerente, quiso comprar todo lo que yo tenía. Además, de acuerdo con nuestra promesa anterior, le entregué un juego de diez transceptores más baterías.

Con eso, mi cartera del otro mundo se hizo nueve mil monedas de oro más pesada.

Cuando nuestros tratos terminaron por el momento, el conde finalmente me miró a los ojos y dijo: —Por cierto, Sasaki, sobre el asunto que quería discutir…

No pude evitar ponerme tenso.

—¿De qué se trata, señor?

Lo primero que me vino a la mente fue una palabra de seis letras que le había oído al subgerente durante mi última visita—guerra. Desde entonces, habían pasado unos cincuenta o sesenta días en tiempo local. No sería extraño que la situación hubiera cambiado por completo.

—Como comerciante, estoy seguro de que ya te has enterado, pero hace unos diez días, un país vecino, el Imperio de Ohgen, atacó al Reino de Herz. Las relaciones entre nosotros han sido inestables durante los ultimos meses, pero este incidente constituye la apertura oficial de las hostilidades.

Había dado en el clavo.

—Yo también he recibido órdenes de la Corona de dirigir tropas contra el enemigo.

—……

¿Qué se suponía que debía decir alguien de mi posición en un momento así? Definitivamente no “Buena suerte”, y dudaba que decir agradablemente “Ya veo” fuera lo correcto. Naturalmente, mi boca permaneció cerrada.

—El Imperio Ohgen es poderoso. Sólo comparando números, tienen el doble de soldados que nosotros. Dada la proximidad de esta ciudad a la frontera, es posible que soldados enemigos lleguen hasta aquí. Si eso sucede, el daño será considerable.

—……

La expresión del vizconde era grave mientras hablaba. Sentí que la emoción de mi trato con el subgerente retrocedía. En ese caso, sería mejor alejarme de este mundo y esperar en Japón. Ah, y primero tendría que cambiar la moneda local por la del Imperio Ohgen. La moneda de una nación derrotada definitivamente disminuiría su valor.

—Y por eso, Sasaki, debo preguntarte si estarías dispuesto a ayudarme.

—Me disculpo profundamente, mi señor, pero sólo soy un artesano. No tengo ningún talento marcial en particular, ni estoy acostumbrado a instruir a otros. Estoy seguro de que les sería de poca ayuda.

—Me siento culpable por pedirte esto. Sin embargo, las mercancías que has traído a mi territorio pueden apoyar el esfuerzo bélico y serán extremadamente valiosas. Me gustaría emplearte como mercader en tiempos de guerra.

—Mi señor, yo–

—Sé perfectamente que eres un artesano de otra nación y que eres un mercader. No me importa que priorices tus propios beneficios por encima de todo. A cambio, te pido humildemente que nos proporciones los bienes que necesitamos para derrotar al Imperio Ohgen.

—……

«¡Justo cuando pensaba que todo el asunto con los psíquicos también se había calmado!»

En qué lío se estaba convirtiendo esta conversación.