Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 1: Invitación A Otro Mundo

Parte 9

Al terminar el trabajo, me dirigí al supermercado cercano a mi apartamento para abastecerme, como siempre. Un día en este mundo correspondía a varias semanas en el otro. No podía permitirme el lujo de perder un solo minuto.

Ya tenía un excedente de más de mil monedas de oro, pero para mantener mi relación con el amable subgerente era necesario abastecerme regularmente. Y hoy planeaba ir allí con Pii-chande nuevo.

Como la última vez, le hice meterse en la jaula de transporte exterior. Cuando le pregunté si era cómodo, respondió que no era ni cómodo ni incómodo. Supuse que la seguiríamos usando cuando saliéramos juntos por el momento—y fue justo después de salir por la puerta principal del apartamento que me la encontré de nuevo.

—Buenas noches, señor.

Inmediatamente escuché una voz familiar a mi lado. Dirigí mi atención hacia la fuente donde encontré a mi vecina, sentada contra su puerta principal, con las manos sobre las rodillas.

—Espera, ¿todavía no está en casa?

Las luces de su apartamento ya estaban encendidas cuando volví del trabajo. Creía que su madre había vuelto, así que pareció extraño verla sentada sola en la puerta principal de esta manera.

Pero sus siguientes palabras lo aclararon todo. — Ella trajo a un hombre.

—Ah…

¿Era la señora mostrando un mínimo de preocupación paternal, o simplemente no quería que su hija se interpusiera? La razón no estaba clara, pero siempre que su madre traía a un hombre al apartamento, por regla general, la chica era expulsada. Era una escena que había presenciado más de un par de veces.

—Por cierto, ¿tomas café negro?

—…sí.

Recordando algo, saqué mi cartera del bolsillo. Entre los recibos había un cupón para conseguir una lata de café gratis en la tienda cercana. Habían organizado un sorteo como servicio único para cualquier cliente que comprara más de setecientos yenes en artículos, y yo lo había ganado como premio. Lo había guardado para una situación así.

Se lo tendí con el lado que decía “UN PRODUCTO GRATIS”. Anoche había comprobado la fecha de caducidad, así que debería estar bien.

—Recomiendo que lo uses antes que expire.

—…….. parecía que era la primera vez que veía algo así. Se quedó mirando el papel.

En el pasado, había intentado darle dinero en efectivo y cosas similares varias veces. Era más conveniente y me tranquilizaba, ya que tenía que interactuar con ella con menos frecuencia. Además, si le daba comida, podría pasar algún tiempo antes de que se la comiera, momento en el que podría echarse a perder, lo que le provocaría un malestar estomacal.

Pero ella se negó obstinadamente a aceptar dinero. Seguramente estableció una regla estricta en contra de ello. Eso me hacía las cosas más difíciles, pero quería honrar su orgullo. Lo que significaba que pequeñas cosas como estas eran útiles.

—¿Estás seguro?

—He estado evitando el café negro últimamente, me provocaindigestión.

—¿Lo hace?

—Tirarlo sería un desperdicio, así que ¿lo tomarás?

—……

Después de pensarlo un momento, cogió el cupón, disculpándose. Le daría algo que hacer hasta que su madre terminara sus asuntos privados.

***

Al separarnos de mi vecina, nos dirigimos a la tienda como habíamos planeado. Miramos a lo largo y a lo ancho, empujando nuestro chirriante carrito por cada sección. Pii-chaniba en su jaula como la noche anterior.

—¿Qué vamos a llevar hoy?

—He oído que la caza es popular entre los nobles.

—En efecto. Sería algo parecido al  golf en  este mundo.

—¿Hiciste tu tarea, eh?

—Elinternet es sumamente útil.

Le había dado acceso al ordenador de mi apartamento, el cual estaba, naturalmente, conectado a internet. Pii-chan era demasiado pequeño para siquiera presionar las teclas, pero utilizando la magia, empleaba una criatura mágica llamada golem para manejar con elegancia el teclado y el ratón. Le había hablado de cierta enciclopedia general, así que probablemente había estado hojeándola todo el día.

Por lo visto, la magia que permitía ir y venir entre mundos era toda una odisea. Aunque Pii-channo podía usar ese hechizo por sí mismo, el de crear un gólem era relativamente sencillo. Solo requirió un poco de barri del terreno en el que estaba construido el edificio de apartamentos. Por sugerencia de Pii-chan, fui a comprobarlo y encontré que faltaban unos dos cubos de tierra junto al muro de bloques de hormigón. Ni que decir que me sorprendió más de la cuenta encontrar un extraño autómata moviéndose por mi habitación.

—Bien, así que busquemos algún equipo de exteriores que se pueda usar para cazar.

—Tienes un buen ojo para esto. Seguro que consigues una oferta.

«¡Yay, Pii-chan me ha hecho un cumplido! ¡Si tiene razón, puedo relajarme y confiar en mis capacidades!».

El subgerente había vuelto a pedir azúcar y chocolate. El azúcar era bastante barato, así que no era un problema, pero comprar chocolate al por menor resultaba sorprendentemente caro. Decidí que resolvería el problema comprando menos chocolate por ahora y compensándolo con más azúcar. Fuera de eso, quedaban los productos que había prometido en cantidades específicas, empezando por las calculadoras.

—¿Y qué me dices de esta cosa?

—¿Qué es?

—Un telescopio compacto.

—¡Oh, sí! Eso probable que se venda por una buena suma.

Al parecer, en el otro mundo había telescopios y

artículos similares. Pii-chan hizo una valoración brillante, así que, sin más preámbulos, lo eché al carrito. No era muy caro, así que podía comprar más de uno; eché unos cuantos más. Si tenían buenas críticas, tal vez podría comprar algunos más avanzados en Internet, pero para eso, necesitaría una forma de conseguir dinero en este mundo.

—Por cierto.

—¿Si?

—¿Qué es ese objeto metálico? Se ve muy compacto.

—¿Eh? Oh, es una navaja suiza.

—¿Una navaja suiza?

—Es un cuchillo con un montón de cosas adjuntas, como tijeras, pinzas y un abridor de botellas.

—Contiene mucho a pesar de su diminuto tamaño.

—Bueno, podríamos traer un par.

Eran un poco caros, pero parecían impresionantes, así que decidí incluirlo. No es como nadie en ese mundo supiera lo que es Suiza, así que dudaba que llamarlo así causara un problema. Había oído que los realmente buenos tenían cincuenta o sesenta herramientas. Era una locura.

—También me gustaría que compraras un bonito árbol de madera para mi jaula en tu apartamento. Mis garras han crecido bastante.

—¿No puedes conformarte con el de plástico?

—No, evidentemente no. He investigado en Internet y descubri que los gorriones de Java no pueden afilar sus garras con árboles de plástico. Un árbol de madera parece ser la solución.

—Bien. Siento haberte comprado una decoración barata.

—Yo también me acabo de enterar. No te preocupes por eso.

—Hay un pasillo de mascotas por ahí, así que busquemos uno.

—Sí.

Estaba muy contento de tener una mascota que pudiera gestionar e informar sobre el estado de su propia salud. Qué pájaro tan inteligente que era.

Y así, al igual que la noche anterior, llené el carro con todo tipo de artículos. Naturalmente, acumulé una factura considerable, como antes. «Si sigo comprando como ahora, ¿mis ahorros no tocarán fondo en algún momento?»

***

Cuando terminamos de abastecernos y volvimos al apartamento, nos dirigimos al otro mundo. El hechizo de Pii-chan se encargó del viaje entre mundos.

Llegamos a una habitación de lo más normal, del tipo de las que normalmente ocupan los plebeyos. Yo había pagado el alquiler para los próximos meses, lo que la convertía en nuestra base para desplazarnos. Así se eliminaba el riesgo de que alguien presenciara la teletransportación y sospechara.

También nos permitiría traer varios cargamentos, lo que significaba que podía trasladar más de diez kilos de azúcar; ¡podría traer veinte o incluso treinta de una vez! Como se vendían a un precio elevado en comparación con su bajo coste inicial, parecía que se convertirían en mi principal producto por el momento.

Ya en el otro mundo, fuimos directamente a hacer una visita al subgerente. En la Compañía Comercial Hermann, entramos en la sala de recepción y nos pusimos manos a la obra.

—Señor Sasaki, podría vender esto a la nobleza.

—Me alegra oír eso.

—El vizconde Müller, que controla esta ciudad, también disfruta de una buena cacería.

El cargamento de artículos que había comprado estaba alineado en la mesa para nuestro trato. Tenía la sensación de que mis conjeturas habían dado en el clavo.

—Ya veo. Gracias por la información.

—Se llaman prismáticos y navajas suizas, ¿no? Creo que serían muy útiles tanto en la batalla como en la caza. Si no le importa, mi idea es crear artículos similares aquí en la empresa y venderlos nosotros mismos.

—Oh, por mí no hay problema.

Nunca pensé en prohibir los productos de imitación. Por lo que me había dicho Pii-chan, aquí no había un sistema similar al de las patentes, así que no sería posible restringirlos de todos modos. Podía luchar todo lo que quisiera, pero estos productos estaban destinados a ser copiados. La única excepción sería un monopolio aprobado por el estado, ya fuera oficial o no. Y, de cualquier modo, dependo del respaldo de esta organización. Incluso con el sólido marco de las patentes en mi país, la sociedad moderna rebosa de productos de contrabando. Dada la cultura y la civilización de este mundo, era demasiado pedir.

En su lugar, había elegido cosas que eran difíciles de copiar.

Suponiendo que se copiara alguna de ellas, el nivel

de calidad que este mundo podía producir tenía un límite. Eso me hizo pensar que la marca estratégica estaba en las cartas: podría proporcionar bienes de mayor calidad y, por tanto, más caros, haciendo subir el valor de esos productos en general.

—En ese caso, ¿no los necesitará en mi próxima entrega?

—¡No, no, no es eso lo que quería decir!

—¿Oh?

—Y le prometemos el veinte por ciento–no, el treinta por ciento de los beneficios de las imitaciones.

—Bueno, no suena mal —sin embargo, pensé que era un desperdicio simplemente asentir y estar de acuerdo, así que actué un poco malhumorado al respecto.

Y qué decir, parecía que iba a conseguir un trato mejor de lo esperado. Había querido discutir el precio de venta si era posible, pero como los productos manufacturados eran tan caros aquí, sería difícil fijar un precio base cuando no sabía cuánto costaría fabricarlos en primer lugar.

El señor Marc tampoco parecía tener intención de engañarme, así que decidí simplemente aceptar en ese momento. Pii-chan no habían mostrado ninguna reacción particular, así que supuse que eso significaba que el acuerdo era adecuado.

—En lo que respecta a este acuerdo en su totalidad

—continuó—, el precio total que hemos discutido asciende a doscientas monedas de oro, ¿Le parece? Entregaríamos el pago ya mismo en efectivo.

—Sí, eso está bien.

Mis ventas totales habían aumentado aún más que la última vez. Probablemente, los productos al aire libre eran tan atractivos para él, aunque los cincuenta kilos de azúcar que había traído sin duda ayudaron. Combinado con las ventas de la última vez, ahora tenía más de cuatro mil monedas de oro en mi bolsillo.

Dado que en mi anterior alojamiento costaba una moneda de oro una noche y tres comidas, y suponiendo que hubiera trescientos sesenta y cinco días en un año, podría pasar los próximos diez años aquí sin trabajar, sin hacer nada más que comer y dormir. Articularlo de esa manera hacía que sonará como una perspectiva muy encantadora.

—Hay otra cosa que me gustaría pedirle, señor Sasaki.

—¿Qué sería?

—Me han confiado un mensaje del vizconde Müller.

—¿Un mensaje?

«Oh-ho-parecía que un noble finalmente quería hablar conmigo».

El nombre de este personaje de interés era Müller. Mirando casualmente a Pii-chan, distinguí un pequeño asentimiento. Definitivamente debía tratarse de la persona que él buscaba.

En lo personal me parecía bien hacer negocios solamente con el subgerente, pero si un noble lo deseaba, no había de otra. Estar en buenos términos con un noble probablemente sería un mérito en sí mismo.

—Dice que desea reunirse y hablar con usted.

—Ya veo. En ese caso, estaré encantado de complacerle.

—Ah, ¿entonces especificamos el día y la hora?

Y así acabé acordando una reunión con los peces gordos de la ciudad, tal y como habíamos planeado en un principio.