Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 1: Invitación A Otro Mundo

Parte 8

Después de revisar el restaurante, Pii-chan y yo salimos juntos del pueblo. Era hora de practicar magia. Pii- chan utilizó su hechizo de teletransporte para llevarnos del pueblo a una zona boscosa cercana. Al parecer, las llanuras que rodeaban el pueblo eran enormes, y habíamos llegado justo al borde de ellas. Por supuesto, no había nadie en los alrededores. Allí recité los conjuros para intentar aprender los hechizos.

Tras un rato de repetir las mismas palabras una y otra vez, Pii-chan me hizo una pregunta.

—¿Qué ganas montando un restaurante en la ciudad?

—¿Eh?

—No recuerdo que estuviera en nuestros planes.

—Pensé que sería útil para cuando necesitaras comer.

—Entonces, lo hiciste por mí.

—Es el primer paso para permitirse disfrutar los placeres de este mundo. También quería usarlo para mí, por supuesto.

Comprar tantas cosas está poniendo al límite mis finanzas en casa.

—Me gustaría reducir gastos comiendo aquí.

—Hmm…

Cada comida por sí sola no costaba mucho, pero aun así sumaban. Comprar azúcar y chocolate en kilos era sorprendentemente caro, y ya estaba rozando el límite de mi tarjeta de crédito. Tenía que aprovechar todo. Y diferencia horaria entre los dos mundos sólo hacía que esto fuera más urgente.

Aun así, esa diferencia no era puramente una desventaja. Como una hora en aquel mundo era un día en éste, un esclavo de empresa podía pasar aquí el tiempo relajado. Una vez que el restaurante del señor French se pusiera en marcha, estaríamos un paso más cerca de la vida relajada que Pii-chan quería.

—¡Oh, salió agua!

Mientras hablábamos, el agua estalló de mi palma extendida como una manguera de incendios. La magia que estaba probando era un hechizo para producir agua de la nada. Había recitado el conjuro varias docenas de veces y por fin había conseguido lanzarlo.

Pii-chan había mencionado que el agua era potable, así que le di prioridad a esta.

—Supongo que no hay perdida, peropreferiría evitar esos trenes temblorosos y atestados. No sé si estás listo para poner más peso en tus responsabilidades…

Después de eso, practiqué largamente el hechizo de teletransportación. Le pedí a Pii-chan que usara el hechizo conmigo varias veces para poder experimentarlo, con la esperanza de retroalimentar esa experiencia en mi entrenamiento. Sin embargo, a pesar de persistir en mis esfuerzos hasta que se puso el sol, no obtuve ningún resultado en particular.

Conocía el conjuro al derecho y al revés, pero parecía que el camino iba a ser largo.

***

Ese día, en lugar de regresar a mi apartamento, decidí pasar la noche en un hotel. El alojamiento era notablemente de clase alta; me habían dicho que lo utilizaban sobre todo los nobles y los comerciantes adinerados. Había llamado al subgerente con antelación, así que pude registrarme sin mucho esfuerzo. Una estancia de dos días y una noche con tres comidas costaría una moneda de oro.

—No es una mala habitación.

—Es increíble…

El lugar debía tener más de cien metros cuadrados. Además del dormitorio principal, había una sala de estar, más habitaciones separadas para el aseo y el baño. Aunque podía ver ligeras diferencias, era casi lo mismo que una habitación de hotel en mi mundo. El mobiliario también parecía caro, incluida la cama y el sofá.

Si encontrara una habitación como ésta en la ciudad, una noche en ella costaría seis dígitos en yenes.

Además, todas las habitaciones tenían su propia criada, que se ocupaba de las necesidades de quien se alojaba allí; en mi caso fue una chica muy linda, aparentemente en sus veintes. Ahora mismo, descansaba en un espacio cercano a la entrada de la habitación hecha para que esperara hasta que se la necesitara… aunque no comprendí del todo si se trataba de una asistente o una acompañante. Eso me trajo recuerdos de hace unos años cuando un superior del trabajo me llevo a un burdel y acabe contrayendo clamidia. Que experiencia tan malditamente miserable y dolorosa. Según algunas estadísticas que había consultado después, entre las estudiantes de preparatoria con vidas sexuales activas, una de cada ocho contraía clamidia; la cifra era de tres de cada diez para las que tenían entre dieciocho y diecinueve años. Al parecer, la mayoría ni siquiera se daba cuenta. Por cierto, la proporción de estudiantes masculinos de preparatoria era de uno de cada dieciséis.

—Pii-chan, como me gustarían vacacionar durante meses en ese mundo.

—Lo que decidas, te acompañaré.

—Pero necesitamos ganar dinero en mi mundo para seguir consiguiendo mercancías.

—¿…y no puedes contemplar un ascenso?

—Digamos que mi sueldo no ha subido ni un yen en los últimos cinco años…

—Mierda…

«¡Nunca pensé que llegaría el día en que un gorrión de Java como mascota me acosara para conseguir un ascenso!»

Había oído historias agradables sobre otras empresas y cómo hacían evaluaciones para los ascensos cada pocos meses o cada año. Sin embargo, mi empresa mediana y sin futuro no ofrecía casi ninguna oportunidad de ascender. Los únicos que conseguían aumentos de sueldo eran los familiares de los directivos. La afirmación de mi compañero de trabajo de que renunciaría el mes que viene y se independizaría se veía cada vez más sensata. Si a él le funcionaba, probablemente yo debería seguir su ejemplo y buscar pastos más verdes.

…desgraciadamente, teniendo en cuenta mis conocimientos, los únicos trabajos disponibles pagaban menos de lo que cobraba ahora.

Mi colega me había invitado a su empresa independiente, pero no tuve el valor de responder. Me conocía mejor que nadie. Tal vez sería diferente si tuviera un trabajo de diseño mecánico o de programación o algo así.

—¿Es que acaso no hay forma de ganar más dinero?

Hundiéndome en el mullido sofá, me devané los sesos. Pii-chan saltó de mi hombro a la mesa baja que tenía delante.

—Existe un hechizo llamado Encanto. Emboba a las personas para que hagan lo que le pides. Sin embargo, los efectos del hechizo solo se mantienen durante unos meses como máximo, y los recuerdos de la persona persistirán incluso después. ¿Te sirve?

—Eso es algo a considerar. Pero si lo hiciéramos, necesitaríamos a alguien que nos sustituyera cuando tratemos con alguno de los individuos, o tendríamos que seguir encantando a todas las personas con las que tratemos para siempre.

La primera que me paso por la cabeza fue la de comprar y vender bienes valiosos bajo el nombre de otra persona para simplemente obtener el dinero de las ventas, o tal vez podríamos falsificar los libros de una tienda; de cualquier manera, la persona o el prestamista cuyo nombre tomara prestado, así como quienquiera al que recurramos para utilizar el dinero que obtuviera para seguir almacenando bienes—en otras palabras, otro individuo sobre el que usuraria Encanto—estarían en graves problemas después. Si lo analizábamos con cabeza fría, funcionaba a corto plazo, pero si no tenía cuidado podíamos generar alguna investigación.

Si quería continuar con mi tranquila vida, el peor de los casos seria que me viera en la necesidad de usar ese hechizo periódicamente con algún enorme grupo de personas.

—Al final, no tendríamos a nadie más que las personas que hemos encantado a nuestro alrededor, y perderíamos la cuenta de todo, ¿no? No puedo evitar pensar que lo haríamos. Y podría llevar a que la propia magia quedara expuesta.

—Como dices, hay algunos que usan el Encanto en demasiados objetivos y provocan su propia ruina.

—Sí, eso pensé.

—¿Por qué no directamente controlamos a un funcionario del gobierno?

—La versión corta es que puedes engañar a la gente, pero no puedes hacer que el dinero nunca desaparezca. Los registros falsos siguen siendo registros guardados, y si hubiera algo sospechoso en sus libros, se descubriría. Al final, la multa tiene que recaer en alguien.

—Lo que te obligaría a encantar a otros objetivos, lo desees o no.

—Bingo…

No quería arriesgarme si, en el momento en que terminaran los efectos del hechizo, me acosaran con impuestos adicionales o cargos criminales. Por mucho que quisiera construirme un lugar en este mundo, mi hogar siempre sería el Japón moderno. Mi posición aquí dependía de mi vida en casa. Quería hacer mi fortuna pacíficamente y sin que nadie lo descubriera, aunque sabía que esto era yo siendo codicioso.

—Aun así, creo que se me ocurrió un truco que podría servirnos temporalmente.

—¿Que tienes?

—Si utilizas tu teletransportación para llevarnos a otro país y comprar productos allí, usando la moneda local, probablemente podríamos salirnos con la nuestra. Japón vigila muy de cerca la entrada y salida de visitantes, pero si llevamos la mercancía directamente al otro mundo, dudo que se den cuenta.

—Entonces, si es fuera de tu país, ¿puedes hacer que el tránsito de dinero no quede en evidencia? 

—…escucha, no es un plan perfecto. Podría llevarme un tiempo averiguar cómo resolver eso, sin mencionar que llegamos al punto en el que estoy contemplando la posibilidad de disfrazarme. También tendríamos que buscar alguna forma de conseguir moneda extrajera para que la cosa avance… sin embargo–¡y sin embargo, estoy bastante seguro de que no tendríamos encima a una Agencia Tributaria buscándonos!

—En ese caso, podrías comprar y vender metales preciosos en el extranjero.

—¿Ves? Las posibilidades están. ¡No creo que sea imposible!

Si había algún otro problema evidente, era que no sabía hablar inglés. No obstante, Pii-chan había llegado directamente al doloroso meollo de la cuestión—.

¿Entonces qué es lo que te inquieta?

—…que tal vez pueda comprar productos en un supermercado local, pero no cuento con contactos fuera del país ni con las habilidades para vender objetos de dudosa procedencia, incluso si se trata de oro. Nueve de cada diez veces, terminaría arrestado.

—…ya veo.

Lo mejor sería empezar con mis ingresos ‘poco fiables’ y, de forma indirecta, convertirlos en moneda extranjera. Pero estaba bastante seguro de que necesitaría algunas habilidades lingüísticas en mi haber para eso. Pero si era capaz de hacer ese tipo de sistema estable, ¿no estaría creando otro negocio en sí mismo? En el peor de los casos, tenía la sensación de que me perseguiría algo aún más aterrador que la oficina de impuestos japonesa.

—¿Podría tener más tiempo para pensarlo?

—Aprovechare para leer sobre el funcionamiento de tu mundo.

—¡Oh gracias! Es bueno saber que puedo contar contigo.

Cuanto más pensaba en ello, más me daba cuenta de lo bien montados que estaban los sistemas relacionados con el dinero en mi mundo.

Y así, con un poco de esto y aquello, el día pasó.

***

Después de practicar la magia durante unos días en el otro mundo, volvimos a mi apartamento. Pude dedicar un buen rato a mis estudios, así que había podido aprender varios hechizos. La mayoría eran, según Pii-chan, para principiantes. Después del hechizo encendedor y el del grifo, seguí adelante, adquiriendo un hechizo que disparaba carámbanos, otro que hacía ondular el suelo y otro que disparaba una bola de fuego.

Al parecer, incluso esos debían aprenderse a lo largo de varios meses o incluso años. Tal vez por eso me sentía bastante bien conmigo mismo en ese momento. Sin embargo, aún no tenía perspectivas para el hechizo de ir al trabajo. Tenía muchas ganas de conseguirlo rápidamente.

Y así, al día siguiente, volví al trabajo.

Fue una experiencia refrescante; gracias a Pii-chan me salté los trenes abarrotados y desayuné en una cadena de tazones de carne cerca de la empresa antes de ir a la oficina. Gran parte de ello se debió a que me tome varios días de descanso en el otro mundo.

—¿Ha pasado algo bueno últimamente, señor Sasaki?

Mientras realizaba un trabajo administrativo en mi

mesa, mi compañero de trabajo habló desde el asiento de al lado. Al parecer, lo llevaba escrito en la cara.

—¿No? Nada en particular —dije.

—Parecía que estabas de buen humor.

—He comprado una cama nueva, así que quizá he dormido mejor.

—Ya veo. Eso es excelente.

Comparada con mi diminuta cama de marco de tubo, la que usé durante mi estancia en el otro mundo había sido maravillosa. Podía estirar los brazos y las piernas sin llegar a los bordes; ¡así de grande era! Y también era muy suave. Además, la criada particular cambiaba las sábanas todos los días.

Por eso, cuando me había acostado en mi apartamento la noche anterior, había empezado a sentir realmente lo estrecha que era mi habitación. Mi cuerpo se estaba acostumbrando cada vez más a un estilo de vida lujoso. Incluso había empezado a considerar no sólo comer allí, sino también dormir.

—Ah, sí. señor Sasaki, ¿va a venir a la fiesta de la empresa para beber la semana que viene?

—En realidad, mis finanzas están un poco apretadas en este momento…

—Si usted va, yo también iré.

—Lo siento… pero no puedo prometer nada.

—Oh…

Mi presupuesto era increíblemente ajustado ahora que estaba almacenando bienes para la Compañía Comercial Hermann. Estaba bastante seguro de que no tenía dinero de sobra para asistir a la fiesta de la compañía. No tener asegurada una forma de ganar dinero aquí me estaba poniendo rápidamente en apuros.

—¡Oyeee, Sasaki! Sobre lo de la escuela…

—¡Sí, señor! Ahora mismo voy.

Ups, el jefe de sección acaba de llamar. Me incliné ante mi compañero de trabajo y me levanté de mi asiento.

Hoy había puesto lo mejor de mí en mi trabajo— pero con moderación.