Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 1: Invitación A Otro Mundo

Parte 7

Nuestro destino fue, como estaba previsto, el supermercado del barrio. Tenían alimentos y artículos de uso cotidiano, además de libros, bicicletas, artículos deportivos e incluso electrodomésticos; básicamente era el supermercado masivo típico de los suburbios. Nos dirigimos al segundo piso con el fin de abastecernos para los negocios de esta noche.

—Esto parece bueno.

—Entendido.

Siguiendo las instrucciones de Pii-chan mientras se sentaba en su jaula, puse un artículo tras otro en mi carrito de la compra. Hablé en voz baja y mantuve la boca cerrada al pasar por delante de la gente para que nadie nos oyera. Lo mínimo que pretendía era que pensaran en mi como un propietario excéntrico que realmente amaba a su gorrión de Java.

«Oh, una sartén»—. Pii-chan, ¿qué me dices de esto?

—¿En qué se diferencia de una olla normal?

—Es increíblemente difícil de quemar.

—Dale.

—Entonces también lo echaré.

Tiré la sartén de teflón en mi carrito. No me pareció suficiente con una sola, así que puse unas cuantas más. También añadí varios peladores; tenía la sensación de que eran inventos más recientes.

Gracias a mi agresiva serie de decisiones de compra despreocupadas, el precio total fue considerable. Me asustó un poco el pago de la tarjeta de crédito del mes siguiente. Todavía no se me había ocurrido ninguna forma de convertir los objetos de valor del otro mundo en yenes.

Después de pagarlo todo rápidamente, con el carro todavía totalmente cargado, nos dirigimos a un espacio que estaba vacío de gente junto a los baños. Sería un fastidio volver así al apartamento, así que habíamos ideado una forma de ir directamente al otro mundo.

—Vamos a salir, entonces.

—De acuerdo.

Después de asegurarse de que no había nadie alrededor y de que no había cámaras de vigilancia sobre nosotros, Pii-chan activó su magia. Cuando el círculo mágico apareció bajo mis pies, nuestro entorno cambió.

El destino estaba justo al lado de la empresa comercial que había visitado la noche anterior, en medio de un pequeño callejón que salía del principal. Sólo tenía poco más de un metro de ancho, así que nadie pasaba por aquí. Aprovechando, salí del callejón y me dirigí a la empresa comercial.

El sol estaba alto en el cielo, así que, si no era festivo, las tiendas estarían abiertas. Pii-chan entonces se posó en mi hombro luego de salir de la jaula.

Fue muy divertido caminar con un carrito de supermercado por un sendero de fantasía. Muchas otras personas empujaban sus cosas de forma similar, así que nadie me prestaba mucha atención por nada que no fuera el carrito. Pudimos llegar directamente a nuestro destino— la empresa comercial.

Llegados a este punto, el guardia de la entrada se volvió un conocido. Después de que le preguntara por el subgerente, asintió alegremente. Entonces me mostraron de nuevo la sala de recepción en la que había estado el día anterior.

—Ha pasado mucho tiempo, señor Sasaki. Me alegro de volver a verle.

—Y gracias por responder a una petición tan abrupta, señor Marc —para nosotros sólo había pasado un día, pero para ellos, casi un mes.

Tomamos asiento en los sofás, que podían parecer relajados, pero con la mesa baja entre nosotros, pude notar una pequeña diferencia de entusiasmo. Aparentemente, él no estaba tan despreocupado como yo antes de venir.

—Perdóneme, pero ¿podría ver la mercancía de inmediato?

—Sí, por supuesto.

No quise darme aires, así que fui directamente al grano. Volví a traer azúcar y chocolate a petición del subgerente. Esta vez, traje todavía más: veinte kilos de cada uno, para ser exactos. El estante inferior del carro estaba lleno de azúcar y chocolate, así como de algunas especias y condimentos, nuevos esta vez.

La parte principal del carro, sin embargo, estaba absolutamente repleta de productos nuevos. El que quería recomendar especialmente era la calculadora. Eran baratas, a cien yenes cada una, pero según Pii-chan, el ábaco estaba en su apogeo por aquí, así que probablemente valdrían mucho. Además, con sus baterías solares, podían funcionar durante años sin ningún tipo de mantenimiento, lo que animaría el negocio. Era muy bueno que el sistema numérico de este mundo fuera de base diez, por no mencionar que ya entendían el concepto de cero.

No obstante, nuestros caracteres eran diferentes, por lo que tendrían que convertir de uno a otro. Sus dígitos eran similares a nuestros números arábigos, pero no eran iguales. Sin embargo, Pii-chan había dicho que sólo tenían diez símbolos numéricos, así que no les resultaría tan difícil. En nuestro camino, el pájaro había estado jugueteando con una mientras caminábamos. Ver a un gorrión tocando los botones con sus patas y su pico fue lo más adorable que presencie en mi vida.

—¿Cómo funcionan?

—No puedo explicarlo con detalle, pero utilizan mecanismos muy complicados. Se necesitarían varios años sólo para entender los principios, y aún más para desarrollar otros similares. Se necesitarían décadas, como mínimo, y grandes cantidades de capital.

—……

El subgerente guardó un silencio sepulcral mientras miraba la calculadora que tenía en su mano. Con ello, podía anticipar un alto precio de venta. Además, sólo había traído tres; no obstante, si me decían que el ábaco era más conveniente y que no les servían los aparatos, tendría problemas, así que lo había reducido al mínimo.

—¿Que me dice?

—¿…te parecen bien doscientas monedas de oro?

Vaya, me pareció que el precio de venta había bajado mucho. La última vez, había obtenido cuatrocientas monedas de oro por las molestias.

—Eso es un poco menos que antes, ¿no?

—Oh, perdona, le ofrezco doscientas por unidad.

—Ah, ya veo… wow…

¡Eso era mucho más alto de lo que había imaginado! Le robé una mirada a Pii-chan, que estaba sentado en mi hombro. Distinguí un asentimiento muy sutil de su parte: el precio debía de parecerle bueno. Era un regalo del cielo tener un local que me ayudara.

—Entendido. Doscientas serán entonces.

—Por cierto, ¿cuántas de estas trae consigo?

—Tengo tres…

—Te pagaré en efectivo por toda la mercancía que has traído hoy. A cambio, ¿podría comprar las tres calculadoras?

—Sí, por supuesto que puede.

A juzgar por su reacción, las calculadoras serían mis mayores ganancias durante un tiempo. Tendría que buscar más aparatos electrónicos con pilas solares en Internet más adelante.

—¿Puedo preguntar cuántas tiene almacenadas ahora mismo?

—Déjame ver…

No sería bueno devaluar su valor abarrotando el mercado. Debía darles todo el aire de importancia que pudiera y mantener el precio en doscientas monedas de oro por unidad. Pensaba que una por casa para los nobles y los principales mercaderes era un buen estándar. Probablemente lo mejor sería limitar mi suministro a diez por mes en ese caso.

—Creo que puedo traerle diez más para nuestro próximo intercambio.

—¡Esplendido! Me encantaría comprarlas también.

—Entendido, señor. Es un placer hacer negocios con ustedes.

—El placer es mío.

La del subgerente era una sonrisa genuinamente plena. ¡Alabadas sean las calculadoras! Los productos industriales de este tipo parecían venderse a precios más altos con más facilidad que los productos alimenticios. También podía mantener los costes al mínimo comprándolas, y no eran voluminosas, lo que facilitaba su entrega. Me pareció que la dirección de mi futuro negocio estaba decidida.

***

Al final, esta venta me reportó un total de cincuenta monedas de oro grandes. No sólo las calculadoras añadieron mucho valor, sino que también pude vender el azúcar y el chocolate a un precio estable. En cambio, las sartenes de teflón y los peladores no tuvieron tanto éxito. Supuse que era importante apostar por los artículos que querían los nobles.

El subgerente también me dio algunos consejos: Al parecer, la caza se estaba convirtiendo en un pasatiempo importante entre las clases altas. Y los pasatiempos, en esencia, era una gallina de los huevos de oro. Tal vez los equipos avanzados y de alto coste para actividades al aire libre les irían significativamente bien. Mientras repasábamos este tipo de cosas, las reacciones del señor Marc fueron tan alentadoras que realmente me hicieron pensar en todo. Ojalá hacer negocios en mi actual lugar de trabajo fuera así de sencillo.

—Por cierto, sobre el restaurante…

Una vez concluido nuestro trato por ahora, el subgerente dirigió la conversación en otra dirección, sobre la que yo también sentía curiosidad.

—¿Cómo va todo? —pregunté.

—Hemos preparado un buen terreno en la carretera principal. No es una tienda muy grande, pero está en una ubicación relativamente buena y cuesta unas doscientas monedas de oro al mes de alquiler. Combinado con cosas como los costes de mano de obra y los suministros de almacén, costara unos trecientos mensuales mantener el negocio en pie–.

—¿Que me dice de los costos iniciales?

¿Unos terrenos ubicados justo al lado de la carretera principal? Eso sonaba más lujoso de lo que había imaginado. Y cuando dije “en la zona”, debió creer que me refería a toda la ciudad. Me sorprendió; al parecer, ya había preparado el lugar, así que no podía pedirle que lo pusiera en otro sitio.

—Sí, eso no fue un problema. Creamos la tienda con nuestros propios productos, así que pudimos terminarla de forma algo más barata de lo que hubiera sido posible si se la hubiéramos encargado a otra persona. En el próximo mes, nos gustaría utilizar el presupuesto que nos proporcionó y empezar a operar.

A juzgar por sus comentarios, parecía que estaban haciendo algo más que un trabajo sin remuneración. Reflexioné sobre sus palabras, calculando la ración del próximo mes. Tendría que agradecérselo indirectamente de alguna manera.

—Muchas gracias por tomarse tantas molestias.

Realmente aprecio todo lo que está haciendo por mí.

—No se preocupe. Yo también lo estoy disfrutando.

—Me alegra escuchar eso.

—No es por cambiar de tema, pero ¿le gustaría comprobar su negocio?

—Sí es tan amable.

En realidad, había querido comprobar cómo estaban durante la pausa del almuerzo en mi oficina, pero no pude encontrar la manera de que Pii-chan entrara en el edificio conmigo, así que tuvo que esperar. No hay que subestimar la dificultad de ir al trabajo con un gorrión.

Tuve la opción de alquilar un apartamento más cerca de la empresa, pero como los alquileres en el centro de la ciudad son terriblemente altos, no pude permitírmelo con mis ingresos actuales. Es probable que existiera más de una forma de lidiar con el problema, pero ninguna la estaba aplicando. Realmente te hacía sentir lo arraigada que estaba la propiedad de la tierra en esta nación.

—Entonces permítame preparar un carruaje. No debería tomar demasiado.

—Gracias.

«¿Me va a conseguir un carruaje? Es usted tan generoso, subgerente».

Ahora que lo pienso, ¿qué iba a hacer con el carrito de compras del supermercado que traje sin permiso? Exactamente por este tipo de cosas es que las tiendas eran tan sensibles con sus carritos. Me sentí infinitamente apenado por ello.

***

Unos cuantos traqueteos del carruaje más tarde, llegamos a nuestro destino.

Parecía que habían terminado de hacer toda la decoración interior, y la facha de la tienda desde la carretera lucia pulcra y sobria. Era como una cafetería de propiedad extranjera, engalanada. Además, estaba construida completamente en piedra, lo que le daba un ambiente muy fresco.

Cuando el subgerente y yo entramos, vimos al señor French en la cocina.

—¡S-señor!

Cuando se dio cuenta de nuestra presencia, se acercó corriendo. Nos encontramos a mitad del pasillo. Varias otras personas, probablemente el personal de la cocina, se veían dentro. Este mundo parecía tener también esa regla de “todos los cocineros llevan delantal blanco”, porque hasta la última persona de la cocina llevaba exactamente el mismo uniforme.

—Me disculpo por mi larga ausencia —dije.

—¡No, no se moleste, sir! Usted me confió esta maravillosa tienda, después de todo…

—¿Ha decidido la fecha de apertura?

—Hable con el subgerente, pero concluí que lo correcto sería consultarlo con usted primero. De hecho, quería ver si aprobaba el menú que yo mismo estuve armando.

—Ya veo —no obstante, no se me pasó por la cabeza nada especial que puedan servir–a excepción de una cosa—. Puedes sentirte libre de hacer lo que quieras con el menú. Mientras seas respetuoso con los clientes, no veo ninguna razón para restringirte en absoluto. Sin embargo, tengo una petición meramente personal.

—¿Cuál sería?

—Me gustaría que recrearas algunas recetas que traeré conmigo la próxima vez.

—¿Usted también sabe cocinar, sir?

—Piensa en esto como platillo de mi tierra natal.

—¡Oh, no puedo esperar!

—Pero volviendo con el asunto de la fecha de apertura, ¿cuánto crees que tardarán?

—La amable gente de la compañía comercial se ha encargado de toda la adquisición de alimentos, así que sólo tiene que decirlo y podríamos abrir pasado mañana. ¡La Compañía Comercial Hermann tiene una influencia increíble! Comprarles cosas al por mayor es como un sueño.

—Ya veo.

En ese caso, tendría que reunir algunas recetas para mi próxima visita. Si de alguna manera era capaz de reproducirlas, Pii-chan y yo podríamos comer bien sin gastar ni un solo yen. Un chateaubriand de ternera de Kobe podría estar fuera de lugar, pero si había algún ingrediente similar aquí, un sabor comparable era probablemente posible.

—Oh, pero no sé leer, así que…

—Yo me encargo de eso, así que no te preocupes.

—Lo lamento. Gracias.

Yo tampoco podía leer o escribir los caracteres de este mundo. Probablemente tendría que pedirle al subgerente que me ayudara.

—Por cierto, tengo tu paga de este mes.

Saqué dos monedas de oro de mi bolsillo y se las entregué. En este mundo, la cantidad de dinero que alguien podía ganar trabajando de la mañana a la noche sin tener ninguna habilidad o experiencia especial se decía que era de una moneda de plata a dos. Teniendo en cuenta la posición de mi contratado como gerente de este restaurante, quintupliqué eso. Entonces, asumiendo que había estado alejado de las cosas durante treinta días, eso hacía trescientas monedas de plata. Añadí un poco más para llegar a cinco monedas de oro en total. Eso probablemente sería suficiente, ¿no?

Aun así, comparado con mis ganancias en estos últimos, la cantidad parecía muy pequeña. No pude evitar sentirme mal por ello. Teniendo en cuenta que todavía era un novato en este otro mundo, no podía comprender el valor del dinero tal y como lo veían los lugareños. Eso era algo que tendría que resolver poco a poco.

—¿Eh? ¿Esto está realmente bien?

—A cambio, quiero dejar todo lo relacionado con esta tienda completamente en tus manos en el futuro. Si te parece justo, ¿lo aceptarías? También puedo prometer la misma cantidad a partir del mes que viene.

—¿Está seguro, señor? Es que esto…

—Por favor, acéptalo.

—…Señor.

Parecía que no le habían pagado mucho en el último restaurante. Después de todo, había ascendido desde el puesto de aprendiz, así que tal vez todos los demás lo daban por sentado. Los negocios unipersonales parecían estar siempre recortando gastos.

—¡Trabajaré como si mi vida dependiera de ello!

—…Gracias.

Mientras miraba al señor French inclinarse, no pude evitar compararlo con cierto esclavo corporativo.

¿Qué era realmente el trabajo?

Me pregunté qué respuesta me daría Pii-chan si le hiciera esa pregunta.