Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 1: Invitación A Otro Mundo

Parte 6

Con el señor French a cuestas, volví a la empresa comercial que me había indicado Pii-chan. Tras una breve conversación con el personal de seguridad de la entrada, hice que me anunciaran al subgerente. Con la boca abierta, me mostraron de nuevo la sala de recepción de antes— donde ya me esperaba el señor Marc. ¡Pero que eficiencia!

—¿Paso algo? ¿Quedo con dudas sobre nuestro acuerdo comercial? —me preguntó con cautela. Mi repentino regreso debió de inquietarle.

—No, no es nada de eso. Había algo más que me preguntaba si podrías preparar para mí, aparte de ese asunto.

—Ya veo. En ese caso, soy todo oídos.

—Gracias.

El subgerente me devolvió la sonrisa. Aproveché la ocasión para lanzar mi propuesta. —Esto puede sonar brusco, pero me gustaría abrir un restaurante en esta zona.

¿Puedo pedirle que me consiga una tienda, equipamiento y alimentos para ello? Lamentablemente, yo mismo no tengo experiencia en este campo, así que quería saber si la Compañía Comercial Hermann estaría dispuesta a ayudar con el asunto.

—No nos importaría, pero ¿qué hay de su compañero?

—Pienso hacer de este hombre el gerente.

—¿…qué? —El señor French me miró boquiabierto, preguntándose claramente si se trataba de una broma.

«Ya se lo había explicado, ¿acaso no lo había entendido? Bueno, no importaba. Ya había hablado de todo con el subgerente, así que estaba decidido a seguir este camino. Mejor que él vagando por las calles».

—Si pudieras abastecer el equipo y los alimentos de acuerdo con sus deseos, sería muy apreciado. Creo que trescientas monedas de oro serían suficientes para cubrir los gastos iniciales, pero si por cualquier cosa el monto excede lo acordado, me gustaría pagar la diferencia durante nuestro próximo trato. ¿Sería posible?

Recordé haber visto en Internet que se necesitaban al menos diez millones de yenes para abrir un restaurante en la ciudad. Debido a lo caros que eran los muebles y los utensilios en este mundo, me pareció que trescientas monedas de oro apenas estaban a la altura. Si las cosas parecían apretadas, podría complementar el pago en nuestro próximo negocio.

—¿…tenía pensado entrar en el negocio de la comida desde el principio?

—No, no planeaba nada tan grande. Y no tengo la intención de generar conflictos con los competidores. Algunos de los productos con los que comerciare son alimentos, así que pensé que estaría bien preparar un local sencillo para probar el mercado.

—Ya veo… así que eso es todo —un ceño fruncido cruzó su rostro durante unos instantes, pero su expresión volvió rápidamente a la normalidad, y entonces sonrió. Mi explicación pareció convencerle.

—¿Puedo contar con su apoyo?

—Sí, por supuesto. Por favor, permítame ayudarle en esta empresa.

—Muchas gracias.

La inesperada respuesta me hizo confiar en que las cosas irían bien incluso después de mi regreso a Japón. Dado que era el subgerente de un mercado tan grande como éste, el nivel de apoyo que podía ofrecer era probablemente importante.

—Le he confiado al señor French todo el asunto de la tienda, así que pídale todos los detalles que necesite. Es un cocinero de primera, pero no está familiarizado con las partes más delicadas del trabajo, así que agradecería mucho también que su empresa le ayudara en el aspecto comercial.

—Lo entiendo, enviaré a uno de los míos para que le ayude.

—¿De verdad? Muchas gracias.

Cuando miré al señor French, que estaba a mi lado con la cara blanca como un fantasma, me sentí como si hubiera puesto en marcha una agencia de personal temporal. Sí que me daba pena echarle todo este trabajo al tipo, pero el tiempo se ha vuelto una cuestión delicada y contratarla me permitiría iniciar de inmediato. A partir de ahora su subsistencia depende él, porque si esto se derrumbaba no significaba una gran pérdida.

—Si sabe la mitad de lo que dijo saber, no se preocupe demasiado, señor French. Espero ver los resultados.

—¡Sí, señor!

Y con eso, había dado mi primer paso hacia el cumplimiento de mi promesa a Pii-chan.

***

Después de dejar los detalles menores al señor French y al subgerente, salí de la Compañía Comercial Hermann. Normalmente, me habría quedado con ellos hasta que todo estuviera resuelto, pero no tuve de otra. Algo más importante exigía mi atención; mi almuerzo con Pii-chan, el cual había aplazado bastante. ¡Me moría por pasar tiempo con mi querido pajarito!—por no decir que no estaba en mis planes acabar solo y abandonado en un mundo desconocido por alguna riña así…

Como estaba previsto, nos dirigimos al lugar donde el señor French trabajaba… o bueno, solía trabajar. Con él estableciéndose por el momento, pudimos volver a nuestro objetivo original.

Los platos de carne todavía humeantes ahora se alineaban en la mesa frente a nosotros.

—…no está mal.

—Cierto.

Ordene el especial del día como recomendación del comensal, y Pii-chan había ordenado lo que olfateo desde fuera. Era una especie de carne de animal cocinada y marinada en una salsa secreta; estaba bastante deliciosa. Quedamos muy satisfechos.

—Dude, pero esto sí que sabe bien. Como los chocolates son tan caros aquí no me hice muchas esperanzas con el sabor de la comida.

—Eso es simplemente porque el azúcar y el cacao son exquisitos.

—¿Y qué me dices de la pimienta?

—También. De hecho, si puedes conseguirla a un precio bajo, valdría la pena abordar ese mercado.

La conversación surgió de forma fortuita, dado que todavía no me había fijado demasiado en la lista de sugerencias que Pii-chan me mando a anotar. Cuando se trataba de productos valiosos, la pimienta era algo seguro,

¿no? La pimienta siempre es una apuesta segura, en una especie de sentido de la Era de los Descubrimientos4.

—He oído que hubo una época en mi mundo en donde valía su peso en oro.

—Sí, la pimienta también es valiosa en este mundo… sin embargo, nunca ha alcanzado precios tan astronómicos dado que siempre se ha visto como un artículo de lujo que se puede sustituir por hierbas u similares. ¿Tan grande es la demanda?

—Creo que antes las personas la utilizaban para enmascarar el hedor de las carnes mal conservadas antes de comerlas.

—¿Y por qué iban a necesitar comer carnes mal conservadas?

4 Fue un período histórico que comenzó a principios del siglo XV, extendiéndose hasta comienzos del siglo XVII, que se caracterizó por la exploración Europa. 

—¿Eh? Bueno, hmm. No tenían refrigeradores en ese entonces, así que…

En aquella época, la putrefacción de la carne afectaba tanto a los nobles como a los plebeyos. Habrá sido especialmente malo a principios de la primavera, cuando la carne en conserva empezaba a estropearse. Debía de haber mucha gente con malestar estomacal—o algo peor—por comer carne contaminada. También recordé haber leído en Internet que los carnavales comenzaron como una forma de consumir de una sola vez la carne almacenada durante el invierno antes de que llegara la primavera y se estropeara demasiado. Si eso era cierto o no, no estaba seguro, pero la carne debía de estar realmente podrida como para producir una historia así.

—Ah, ahora lo entiendo.

—¿Entender qué?

—Ciertamente no parece que la magia exista en tu mundo, o al menos no como yo la percibo, y para conservar la carne sólo hace falta almacenarla en un espacio hermético repleto de hielo. Entonces podrás comer carne fresca sin importar la estación.

—…pues sí. Así es como funcionan los refrigeradores.

—¿No me entiendes? Los hechizos para generar hielo son relativamente sencillos de aprender, y si los dominas a un nivel avanzado, incluso es posible congelar objetos de forma específica. 

—Supongo que como ejemplo está ese hechizo con el que generas carámbanos que me enseñaste ayer. Si recogiera los carámbanos en lugar de lanzarlos, verdad que se podría armar un refrigerar improvisado.

Hombre, la magia era muy útil. Dudaba que en este mundo se lleguen a ver en la necesidad de crear refrigeradores modernos un largo tiempo.

—Es otro mundo. No se te puede culpar.

—También me estás dando muchas más ideas sobre cosas para traer aquí…

—Los artículos mecánicos serían una opción viable. La tecnología de la metalurgia en tu mundo es extremadamente avanzada. También sugeriría fijarte en los artículos lujos que aún no han empezado a circular por aquí. Y esa otra cosa–¿la llamaste plástico? Creo que también alcanzaría un precio bastante alto.

—Sí, ya veo.

La próxima vez que me abastezca, haré que Pii-chan me acompañe. Tenía la sensación de que así podría elegir la mercancía de forma más eficiente.

***

Después de terminar el almuerzo, volvimos a mi apartamento. Habiendo pasado medio día en el otro mundo, al llegar nos dimos cuenta de que habían pasado algo menos de treinta minutos en el tiempo de Japón. La estimación de Pii-chanparecía correcta; podía suponer con seguridad que una hora aquí era lo mismo que un día allí.

Agotados por nuestras hazañas, nos fuimos a dormir—

…y a la mañana siguiente, este esclavo corporativo fue a trabajar, igual que el día anterior. Curiosamente, el compañero de trabajo que normalmente se sentaba a mi lado no estaba por ninguna parte. Aparte de eso no ocurrió nada fuera de lo ordinaria. Al parecer, el pequeño incendio del día anterior no se había resuelto y no se pudo identificar al culpable. El señor Kikuchi, director de asuntos generales, lucia realmente frustrado por ello.

Eventualmente, llegó la hora de irse, pero ya eran más de las nueve. Como había llegado a casa un poco antes, este esclavo de la empresa decidió llevar a Pii-chan al supermercado más cercano a nuestro hogar. El lugar estaba abierto hasta las once, así que era popular entre los oficinistas de todo tipo que volvían a casa más tarde.

Justo después de salir de mi apartamento, divisé una cara familiar frente a la puerta del vecino—una estudiante de preparatoria con uniforme de marinero, sentada con las manos sobre sus rodillas. No la había visto cuando volví del trabajo, así que debió de haber regresado un poco más tarde incluso que esta abeja corporativa. Aun así, parece que su madre no estaba en casa todavía.

—¿…es eso un gorrión de Java? —preguntó de repente, mirándome–o más bien, mirando en dirección a Pii-chan. Estaba metido en una jaula para pájaros que colgaba de mi hombro.

—Sí, lo es. Lo compré hace poco.

—……

La jaula tenía una base de marco metálico, con tubos de PVC transparentes y una malla de polietileno. Parecía una bolsa de viaje en miniatura con un árbol creciendo en su interior. Podías ver a Pii-chan descansando en ella desde arriba o desde los lados. Lo había encargado por Internet más o menos cuando empezó a hablar. Por suerte, había llegado justo cuando llegué a casa y decidí ponerlo en práctica de inmediato para mi salida de hoy. Un gorrión posado en el hombro de un hombre mientras hacía las compras atraería algunas miradas.

—¿No te gustan los gorriones?

—No, no es eso —lacónica e indiferente fue la respuesta de mi vecina, que llego un segundo antes que su estómago gruñera.

Habría esperado que una chica de su edad mostrara algún signo de vergüenza ante eso. Sin embargo, a ella no pareció importarle ni lo uno ni lo otro, y se limitó a mirar a Pii-chan. Para ella, esto era simplemente otro momento despreocupado en su diario vivir.

—Espera un segundo.

—En realidad me voy a ir pronto a la cama, así que…

Tener un apartamento hecho para una sola persona resultaba útil en momentos como éste: la puerta principal estaba muy cerca de la cocina. Uno de los armarios se encontraba lo suficientemente cerca como para que pudiera asomarme sin tener que quitarme los zapatos. Cogí un panecillo que tenía guardado y me volví para mirar a mi vecina.

—Hoy se echa a perder, así que toma.

—……

Fue una excusa poco convincente, pero como su madre debía llegar pronto a casa, no podía postergar demasiado la conversación. No quería que empezaran a correr rumores sobre mí entre los vecinos.

—Tenemos cosas que hacer, así que adiós.

Al terminar la conversación, coloqué el panecillo en su morral. Me sentí como si estuviera haciendo una ofrenda de unas pocas monedas a la caja de donaciones de un santuario, deseando que algún día la buena acción volviera a mí.

—…gracias —dijo mi vecina tras nosotros mientras salíamos del apartamento.