Sasaki To Pii-chan (LN)

Volumen 1

Capítulo 1: Invitación A Otro Mundo

Parte 4

El problema ocurrió al día siguiente en mi oficina. Y la causa fue la magia.

Durante mi descanso para comer, leí un hechizo, con un cuaderno en una mano. No el de teletransportación, sino uno que Pii-chan me había detallado como el más sencillo. Debí acertar con el conjuro y la imagen mental, porque una pequeña llama cobró vida en la punta de mis dedos. En esencia, se sintió como si usara un yesquero mágico.

En ese momento me encontraba en un baño. Cuando el hechizo se activó, creó una llama más grande de lo que esperaba. Fue más potente que la producida por un encendedor; más parecido a lo que se obtendría al rociar un aerosol inflamable sobre la llama de un yesquero.

Un momento después, los detectores de humo se dispararon y toda la oficina se volvió un desastre.

Obviamente, si me descubrían estaría en un grave problema, así que me apresuré a salir del baño. Al volver a mi puesto, me reuní con mis preocupados compañeros de trabajo y volví a mirar a los baños, actuando como si no supiera nada.

Afortunadamente, nunca encontraron al culpable y concluyeron que algún idiota encendió un cigarrillo en un cubículo del baño. Me eliminaron de inmediato como sospechoso, ya que nunca he fumado, y todo el incidente concluyo sin mayores tribulaciones para mí.

Cuando llegué a casa y se lo conté a Pii-chan, su respuesta fue alentadora—. Parece que tienes más afinidad con esto de lo que pensaba.

—¿Afinidad?

—No pensé que lo conseguirías a la primera. Es todo un logro.

—Que me elogies así me hace feliz.

—Y deberías estar orgulloso. Incluso a mí me tomo varios intentos conjurar mi primer hechizo.

—¿Significa eso que la teletransportación está dentro de mis posibilidades?

—Al principio había pensado que tardarías años independientemente de lo rápido que fueras. Pero si mantienes este ritmo, probablemente serámucho más rápido que lo previsto. Sin embargo, seguirá tomando tiempo. Nunca olvides que la diligencia es vital.

Como hombre moderno nacido y criado en una sociedad siempre rodeada de pruebas y exámenes— exámenes de la escuela secundaria, pruebas de acceso a la universidad, todo tipo de pruebas de certificación—estaba acostumbrado a abordar una sola tarea a lo largo de los años. Desde que cogí la guitarra como pasatiempo, habían pasado unos cuantos años en un abrir y cerrar de ojos.

—Sé que es pronto, pero ¿puedes enseñarme también otros tipos de magia?

—Por supuesto que puedo. Déjame ver… —y tan considerado como es, Pii-chanme enseñó más hechizos.

Los anoté todos y creé carpetas en mi PC, separándolos cuidadosamente en categorías tan fantasiosas como magia de ataque, magia de curación, magia de fuego y magia de agua. Era casi como si me hubiera convertido en un novelista. Parecía que memorizar estos hechizos se convertiría en mi segunda tarea diaria, ¡y uno de ellos tenía más de una página!

«Pii-chan es realmente increíble. ¿Cómo habrá memorizado todo esto?»

Pasé casi una hora organizando los archivos de texto. Luego, una vez terminados mis estudios de magia— llegó el momento de un breve viaje.

—Ahora bien, apresuraremos a ir al otro mundo.

—Oh, sobre eso. ¿Tienes un segundo?

—¿Si?

—Quería saber que tanto tiempo pasa aquí mientras estamos allá.

No sería divertido si terminaba llegando tarde al trabajo cuando regresara. Hoy era martes, mañana era miércoles—y durante los tres días siguientes tendría que presentarme detrás de mi escritorio de la oficina a las nueve de la mañana.

En mi empresa, el pase de lista de la mañana estaba grabado en piedra y el horario era muy estricto. Si no pasaba lista, me marcaban inmediatamente como atrasado. La administración—dirigida por el presidente de la compañía—parecía tenerlo un poco más fácil, pero no hacía falta mucho para que los empleados de a pie tuviéramos mala reputación. Esta norma se instauró hace cinco años, cuando nuestros beneficios empezaron a caer en picado.

—El tiempo no fluye igual allí. La última vez, calculé la diferencia. Si mi estimación es correcta, la aguja larga de tu reloj se movió unas tres veces.

¿Cuándo se había dado cuenta de eso? Pii-chan era un pájaro muy inteligente. No tenía la disposición para pensar con tanta antelación. Me pareció que estuvimos menos de una hora allí; si eso era cierto, tres minutos en mi mundo eran una hora para el suyo. En otras palabras, una hora aquí eran más de veinte horas en ese mundo. Se trataba de una diferencia más grande de lo que hubiera podido prever—casi un día entero.

—…Pii-chan, tu mundo es increíble.

—¿Lo es?

Si alguna vez me desmayara o cogiera un resfriado, podría pedirle a Pii-chan que me llevara allí. Podría descansar y refrescarme durante varios días, y sólo habrían pasado unas horas aquí. ¡Eso era, literalmente, algo fuera de este mundo!

Pero espera, ¿no significaría eso que mi vida se acortaría al mismo ritmo? En ese caso, probablemente sería mejor no hacerlo demasiado a menudo.

—Todavía queda más de una hora antes de que cambie la fecha, así que pongámonos en marcha. Gracias de nuevo.

—Mm. Vámonos–.

Su pico se abrió adorablemente, tras lo cual surgió un círculo mágico frente a él, con el mismo efecto que antes. Y lo siguiente que supe fue que mi cuerpo se había movido de mi apartamento sin dejar rastro.

***

Lo primero que hice al llegar al otro mundo fue empezar a comerciar con la mercancía que había traído.

Como este mundo era poco estricto en cuanto a la gestión de la moneda y los impuestos, me llevé todo lo que pude. Lo metí todo en una gran mochila que había comprado hacía unos años, luego de decidir que el alpinismo sería mi pasatiempo; la usé una vez, y después se quedó guardada acumulando polvo, o al menos así fue hasta ahora. La cargaba repleta de artículos.

Ya había hecho que Pii-chan revisara las cosas de las que me había abastecido. Como observador—y antiguo habitante de este mundo—me señaló los artículos que probablemente se venderían a un buen precio. La mayoría fueron cosas que no tenía en el apartamento, así que, de camino a casa desde el trabajo, hice una pequeña por el supermercado del barrio y las compré.

La mercancía incluía lo siguiente: diez kilos de barras de chocolate, diez kilos de azúcar blanco, mil hojas de papel de impresora y quinientos bolígrafos.

Después de haber arrastrado todo hasta aquí, me sorprendió lo increíblemente pesada que resulto la carga. Los quinientos bolígrafos, que había recogido en última instancia, eran especialmente llamativos. Como cada uno pesaba diez gramos, quinientos deben pesar cinco kilos. Nunca pensé que llegaría el día en que mediría el peso de bolígrafos en kilogramos.

Sin embargo, todo ello aparentemente podía venderse a un alto precio en este mundo.

Me pregunté si estaría bien no poner en esterilizar los productos, pero según Pii-chan, eso no iba a suponer ningún problema, y como yo no estaba familiarizado con este mundo, tenía pocas razones para dudar de él. Además, hoy en día, incluso los artículos comunes reciben un tratamiento antibacteriano. Las grandes marcas siguen procesos de fabricación limpios e higiénicos. En ese sentido, mi cuerpo era probablemente mucho más peligroso que cualquiera de mis artículos.

Por otro lado, severamente era aconsejable tener precaución cuando finalmente llevara las cosas a casa. Incluso un solo bicho en mi chaqueta podría ser catastrófico. Un cepillo para la ropa, al menos, como medida de precaución, sería una buena idea. Tendría que coger uno en la próxima oportunidad que tuviera.

—La nobleza tiene gran influencia en este mundo. Si quieres hacer grandes sumas de dinero de una vez, debes tratar principalmente con ellos. Los plebeyos forman la mayoría de la población, pero su riqueza total es mucho menor que la de los nobles.

—No es muy diferente de mi mundo, entonces.

Mientras caminaba por la calle, vi las mismas vistas que antes. Si no recuerdo mal, se trataba de una ciudad de provincias del Reino de Herz, llamada Baytrium. Aunque la noche había caído en Japón, aquí todavía era mediodía.

—Aun así, será demasiado difícil comerciar con los nobles de alto rango de inmediato. Lo más fácil será entablar primero relaciones con los nobles de menor rango, y que luego ellos te presenten a los demás. Lo ideal sería que tratemos con el buen señor de estos dominios.

—¿Es un conocido tuyo?

—No precisamente, pero puedo dar fe de su carácter… sin embargo, me gustaría que mantuvieras mi regreso a este mundo en secreto por ahora. Esto será muy importante para ayudar a garantizar tu propia seguridad.

—Aguarda, ¿exactamente cómo es que acabaste–?

—No te preocupes. No es lo que estás pensando.

—¿Seguro?

No quería pensar en que mi mascota tuviera antecedentes criminales. Quería que estuviera limpio en cuerpo y alma, para poder amarlo incondicionalmente.

—El mundo está formado por muchos tipos de personas. No es posible forjar relaciones armoniosas con todos ellos. Incluso el simple hecho de mantener un estilo de vida normal está destinado a producir discordias no deseadas. Por eso tuve que cruzar a tu mundo.

—……

A pesar de su aspecto, puede que Pii-chan lo haya pasado muy mal. No estaría mal derrochar en algo de carne un poco más cara para la cena del próximo día. ¿Quizás un asado?

—Ese edificio es la sede de una de las empresas comerciales de la nobleza. Si haces negocios allí, se correrá la voz rápidamente. Deberías ser capaz de reunir dinero para empezar usando los artículos que has traído hoy.

Seguí la mirada de Pii-chanhacia un gran edificio de piedra. De cinco pisos de altura, tenía un diseño extremadamente vanidoso, y su arquitectura era similar a los estilos góticos que había visto en los libros de texto de estudios sociales. En la entrada estaba un hombre con armadura que sostenía una lanza y supervisaba a los que entraban y salían. Parecía el edificio de una embajada extranjera en una capital.

Ante la fachada fuertemente ornamentada, dudé sobre si realmente debería entrar. La mayoría de los que entraban y salían lucían como de la clase alta, más allá de lo que llevaban los que veía caminando por la calle. Este lugar era probablemente como el Isetan Mitsukoshi2 de Japón, ambos grandes almacenes de lujo.

Yo ya había venido con un traje, así que, aunque destacaba de mi entorno, confiaba en no infringir el código de vestimenta pese a todo. No obstante, Pii-chan, posado en mi hombro derecho, me hizo dudar.

—¿Debería entrar con un gorrión en el hombro?

2 Tiendas departamentales bastante conocidas con distintas sucursales a lo largo de Asía. 

—Si te refieres a mí como un familiar, no debería haber ningún problema.

—Ya veo… ¿esos existen aquí?

Parecía que iba a tener que estudiar algo más que magia—también tendría que familiarizarme con las reglas y sensibilidades de este mundo. Los tabúes estarían en lo más alto de la lista de cosas por aprender.

—Entremos.

—¿Cuál era el nombre exacto de este lugar?

—La Compañía Comercial Hermann.

—Ya veo. Hermann, entonces.

Instado por el autoproclamado familiar, dejé que mis pasos me llevaran al interior de la compañía de comercio.

***

Para hacerles el cuento corto, el trato salió mucho mejor de lo que antipocábamos.

—Esto es increíble…

Me habían mostrado lo que parecía ser una sala de recepción, donde empezamos a hablar de negocios. Al otro lado había un hombre que respondía al puesto de subgerente de la empresa. Tendría más o menos mi edad, pero sus rasgos faciales eran muy atractivos; lo suficiente como para hacerme pensar que probablemente nunca había tenido problemas para encontrar mujeres, y además era bastante alto, con su cabellera peinada hacia atrás igual de verdasca que sus ojos bien llamativos.

Se llamaba Marc. Al parecer, como plebeyo, no tenía apellido.

—¿Qué opina, señor Marc?

Dado que nos habíamos sentado para hacer negocios, decidí ser formal como con mis compañeros de trabajo y preguntarle sus conclusiones con una sonrisa. Ciertamente, me preguntaba por qué tenía que vender productos en otro mundo—sin embargo, dado que se trataba de una petición de mi adorable pajarito, descubrí que era capaz de darlo todo.

Eso no significaba que no fuera difícil, por supuesto. La sala de recepción fue aún más lujosa de lo que esperaba, y había provocado en mí un asombro imprevisto. Incluso el marco de madera de la silla en la que estaba sentado tenía adornos dorados, y su cojín era lo suficientemente suave como para que me hundiera en él. Todo esto había conspirado para poner un sudor lento y viscoso en mi frente.

—Opino que me gustaría comprar todo lo que tiene.

—Muchas gracias.

Pii-chan me había informado de los precios de los artículos que traje, diciendo que trescientas monedas de oro serían lo propio para todo. Eso se reducía a cincuenta monedas de oro por las tabletas de chocolate, cincuenta por el azúcar, cien por el papel y cien por los bolígrafos.

En moneda local, una moneda de oro equivalía a cien monedas de plata; una moneda de plata a cien monedas de cobre; y una moneda de cobre a diez céntimos. En cuanto a las comidas, el almuerzo costaba unas diez monedas de cobre, y una estancia en una posada de una noche y dos comidas solía costar alrededor de una moneda de plata. Una moneda de cobre parecía ser lo mismo que cien yenes. Convirtiéndolo así daba trescientos millones de yenes.

Sin embargo, el precio de los productos artesanales era terriblemente alto en comparación con Japón, como un traje nuevo que costaba diez monedas de plata o un cuchillo de cocina—incluso uno usado—que costaba alrededor de una docena. Así que el valor real probablemente tenía uno o dos ceros menos al final, lo que hacía que los trescientos millones de yenes se redujeran a treinta millones.

Además, esta moneda sólo circulaba en la nación que albergaba la Compañía Comercial Hermann, donde yo estaba haciendo negocios—en otras palabras, el Reino de Herz. Los reinos adyacentes, explicó Pii-chan, distribuían sus propias formas de moneda, y cada una de ellas se contraponía a las demás según su fuerza relativa.

—Puedo preparar cuatrocientas monedas de oro ahora mismo.

—¿Cuatrocientas?— Pii-chanhabía mencionado de antemano la cifra de trescientas; esto era cien más. Era demasiado dinero para ser un error de cálculo.

—A cambio, me gustaría asegurar su negocio en el futuro…

—Ah. En ese caso, muy bien.

Esta era la tienda que mi adorable mascota había recomendado, así que no podía haber ningún daño en hacer amigos. No creía que este único comercio fuera a hacer que mi nombre llegara a los escalones inferiores de la nobleza; mejor vender mis cosas al por mayor aquí mismo y acumular resultados comerciales.

—Muchas gracias.

Pii-chan no había dicho nada en todo este tiempo. Se limitó a sentarse en mi hombro, quieto y paciente. Era un gorrión muy educado. Cuando empecé con mi negocio, simplemente le expliqué que era un familiar y no recibí ninguna respuesta. Al parecer, los familiares eran habituales en este mundo, tal y como él me había dicho.

Sin embargo, me preocupaba la elección de Pii-chan como percha. Recordé que el dependiente de la tienda de animales me había dicho que los pájaros a veces iban al baño muy de repente y me aconsejo que tuviera cuidado al sacarlo de su jaula. Me sentía mal porque quería confiar en Pii-chan, pero no podía hacerlo del todo. Por muy lógica que fuera su mente, ¿no sería difícil que se resistiera a sus imperativos biológicos? Parecía una posibilidad real de que hiciera sus necesidades accidentalmente sobre mi hombro. Las heces de animales que vi ensuciando las jaulas de la tienda hablaban de algunos accidentes desafortunados.

—Por cierto, ¿le importaría que le hiciera una pregunta? —me retuvo el subgerente nada más terminar nuestra transacción, y su expresión volvió a ponerse seria.

—En absoluto. ¿De qué se trata?

—Entiendo el chocolate y el azúcar. Su calidad es realmente alucinante, pero incluso yo podría conseguirlos con el tiempo suficiente. Lo que no puedo entender son estas plumas y el papel.

—Ya veo, señor.

—Perdone mi descortesía, pero parece ser de algún lugar más allá de nuestras fronteras…

—Lo siento mucho, señor, pero permítame mantener mis fuentes en secreto. Puede que no sea una gran compensación, pero no venderé el papel o los bolígrafos a ninguna otra tienda. Me gustaría mucho mantener nuestra buena relación.

—¿Lo dice en serio?

—Sí, señor, lo digo.

Un poco de palabrería nunca viene mal. Además, siempre había querido, aunque sea sólo una vez, probar un poco de esta jerga de negocios autocomplaciente sin contratos a la vista. Los días que pasé haciendo reverencias en nombre de los patéticos productos de mi empresa pasaron por mi cabeza. Así era como se sentían los representantes de ventas de otras empresas. Qué placer más tortuoso. Lo disfruté hasta el fondo de mi corazón.

—Entendido. A mí también me gustaría mucho.

—Muchas gracias por su comprensión.

Con todo esto, cuatrocientas monedas de oro llegaron a mi bolsillo. Sabía que era una cantidad importante, pero todavía no lo había asimilado. Todo lo que había hecho era pasar diez mil yenes más o menos de derecha a izquierda. Tenía la sensación de no haber hecho ningún trabajo real; me pregunté si lo mismo había sido para aquellos que hicieron una fortuna con las criptodivisas3 durante su génesis.

—De nuevo, perdona mi descortesía por preguntar, pero ¿se aloja en la zona?

3 Son activos digitales que emplean un cifrado criptográfico para garantizar su titularidad y asegurar la integridad de las transacciones y controlar la creación de unidades adicionales; es decir, evitar que alguien pueda hacer copias como haríamos, por ejemplo, con una foto. 

—No, me estoy quedando en casa de un conocido.

—Ah, ya veo. Me disculpo de nuevo.

—Creo que podré traer más bienes en un futuro próximo, siempre que tenga su permiso.

—Por supuesto–eres mi invitado y estas más que bienvenido.

Después de responder a todo tipo de preguntas con respuestas oportunas, mi primer objetivo estaba completo. Me despidieron amablemente y salí del edificio.