SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 47: Cómo Alzarte Contra El Mundo (Parte 1)

 

 

Silencio.

El silencio descendió en el vacío. Nadie abrió la boca. Todo estaba callado. Los sonidos de seres lamiéndome el cerebro… se detuvieron. Solo entonces pude respirar.

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‘¡Ellos son seres de fuera de la propia Torre!’, comprendí. ‘El lenguaje de los seres de la Torre se traduce automáticamente para que yo lo entienda… pero ellos son diferentes. Son seres que viven fuera de la Torre. ¡Seres que no se pueden ni comparar con el Rey Demonio de la Lluvia Otoñal!’.

Podría tratarse de la gente que levantó la Torre.

Gente que vivía en algún lugar que no me podía ni imaginar.

Y, tras un largo silencio…

 

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[La votación sobre el tema de la agenda está comenzando]

 

… una voz familiar resonó. Tras escucharla, me sentí un poco más cómodo.

 

[La Sexta Constelación, ‘El Autor de Todas las Óperas’, vota en contra]
[La Quinta Constelación, ‘La Dama que Pasea por el Espejismo’, vota a favor]
[La Cuarta Constelación, ‘La Luna que Observa la Ceguera’, vota a favor]
[La Tercera Constelación, ‘El que Creó el Bonsan’, vota en contra]
[La Segunda Constelación, ‘El Dios que Baila en el Vacío’, se abstiene]

 

Dos a favor, dos en contra y una abstención.

“…”.

Me detuve.

No podía saber quiénes eran o de dónde venían. Sin embargo, tenían la autoridad para decidir sobre mi habilidad [Reencarnar Cien Fantasmas]. Eso estaba claro. Pero sus votos crearon un escenario que no estaba ni a favor ni en contra.

¿Por qué?

¿Qué esperaban de mí?

‘… Espera’, pensé mirando a mi alrededor. El sonido de las serpientes se había esfumado. ‘Todavía queda… un ser que no ha votado’.

Sí.

Lo había escuchado claramente cuando entré en ese lugar.

 

[La Torre solicita una conferencia mayor a las Seis Constelaciones de las Diez Mil Vidas]

 

Y eso no era todo.

 

[Confirmando participantes]
[Confirmando que las Seis Constelaciones de las Diez Mil Vidas están participando]

 

‘Sip. ¡Dijeron que eran seis!’.

La Torre había dicho, sin duda alguna, que allí había seis seres. Entonces la votación era rara. Dos a favor, dos en contra y una abstención. Había cinco en total.

Entonces, ¿dónde estaba el último voto?

Y…

-…

-…

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… ¿cómo era ese último ser para que todos los demás permanecieran en un silencio tan respetuoso?

“…”.

Era alguien que no necesitaba participar en aquel espacio.

Era alguien que no tenía que ir allí, porque había estado allí desde el principio.


La persona que lo sabía todo mientras estuviera en aquel lugar.

El dueño de la Torre.

‘Yo…’, pensé, con toda la calma que pude reunir y mirando directamente al área oscura frente a mí. El ser más poderoso estaba justo allí. ‘Yo creo que votar a favor es lo correcto’.

Hablé con calma sobre lo que había estado reflexionando.

‘Digamos que los NPCs no cuentan. Entonces, ¿cómo pudo el Rey Demonio invocar tantos monstruos? Toda la gente masacrada por el Rey Demonio debían haber sido NPCs’. Las miradas se fijaron silenciosamente en mí. ‘Por supuesto, sé qué es lo que os preocupa a todos. Os preocupa que mate a cualquier NPC que vea para invocarlo más tarde… pero creo que ya os he enseñado el tipo de persona que soy’.

Un área oscura.

Miré en todas las direcciones desde las que sentía a los seres. Y hablé.

‘Yo no soy esa clase de persona’.

-…

‘Y no viviré de esa manera en el futuro’.

Al final, era lo mismo de siempre.

No importaba lo fuerte que fuera mi oponente, siempre hay métodos que habían sido elegidos para mí. Y siempre eran dos, ni más, ni menos. Lucha… o convéncelos.

‘¿El Rey Demonio puede matar NPCs e invocarlos y yo no puedo? Eso es injusto’.

-No está mal.

Algo abrió la boca.

Una voz.

Sonaba como si me estuviera susurrando al oído, y a la vez como si viniera de muy lejos. Hizo que los escalofríos recorrieran mi espalda cada vez que habló.

-Pero es complicado -dijo la voz mientras reía-. Rey de la Muerte, habla con el corazón y no con la cabeza.

“…”. Me quedé sin palabras por un instante. Y luego, respondí. ‘Ese Rey Demonio es un juguete que atrapé’, dije, reuniendo valor. ‘Es mío, así que no lo toquéis, por favor’.

La voz estalló en carcajadas.

 

[La Primera Constelación, ‘El Dueño de Diez Mil Vidas’, vota a favor]

 

El sonido de la risa atravesó la oscuridad.

 

[La votación ha finalizado]
[Tres votos a favor. Dos en contra. Una abstención]
[Los NPCs están incluidos en la habilidad del Rey de la Muerte, ‘Reencarnar Cien Fantasmas’]

 

*Crash, plaf*

La oscuridad se resquebrajó como si fuera cristal debido a la risa. En aquella prisión vacía, otro espacio vacío se había abierto. Desde allí, fluía luz blanca.

 

[La autoridad temporal de apóstol del Rey de la Muerte está siendo revocada]

 

Me di cuenta cuando la cegadora luz empezó a rodearme.

 

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[La conferencia ha finalizado]

 

De que había tenido éxito convenciendo a la Torre.

 

[Que la suerte te acompañe]

***

 

 

-¿Zombie? ¡Hey, Zombie!

*Parpadeo*

Cuando volví a abrir los ojos, vi las flores de acacia, a Bae Hu-Ryeong y a la constelación caída que una vez recibió el nombre de Rey Demonio de la Lluvia Otoñal. Las flores guardaban silencio y la constelación caída no se atrevía a abrir la boca.

Solo Bae Hu-Ryeong habló mientras flotaba en el aire.

“…”.

-¿Kim Zombie? Ey, Rey Zombie. ¿Me oyes?

Me sentí raro.

Parecía que solo habían pasado unos segundos… pero, al mismo tiempo, tuve la sensación de que había transcurrido una eternidad. Y el recuerdo de qué había pasado exactamente se hizo borroso, así que no estaba seguro de qué estaba sucediendo.

“Emperador de la Espada…”.

-Wow. Por fin respondes. Tu cerebro debe estar volviéndose como el de un verdadero zombie de todas las veces que te he llamado así.

“¿No lo has oído? ¿No lo has visto?”.

-¿El qué?

“La Torre me ha invocado al mundo inferior… y había algo sobre diez mil vidas, y constelaciones… y alguien que parecía ser el dueño de la Torre apareció y se rio… ¿no te has enterado de nada?”.

Bae Hu-Ryeong frunció el ceño. Su expresión hacía parecer que acababa de ver a un perro con la rabia. En otras palabras, parecía que estuviera mirando a un chalado.

-Perdona, Zombie. Te he vacilado demasiado. No me había sentido arrepentido en toda mi vida, pero de repente me inunda el arrepentimiento… No seguiré vacilándote tanto, así que recupérate.

“…”.

No lo sabía.

El Emperador de la Espada, que había escalado hasta el piso 99. Bae Hu-Ryeong, la leyenda que había conseguido el apodo de ‘Emperador de la Espada’… no sabía ni de qué le estaba hablando.


Se me erizó la nuca.

‘¿Con quiénes acabo de reunirme?’.

El frío se me arremolinó en el cuello y se extendió a mis hombros y mi espalda.

‘Simplemente…’.

*Agarrar*

Apreté mi agarre sobre mi espada.

‘… No, cálmate, Kim Gong-Ja’. Tragué saliva y miré frente a mí. El camino que debía seguir aún se extendía frente a mis ojos. ‘Aunque hay muchas cosas que no sé’. Levanté lentamente mi espada. ‘Ahora voy a dar el golpe final para mi estrategia’.

Bae Hu-Ryeong inclinó la cabeza hacia un lado.

-¿Uh? ¿Gong-Ja? ¿Lo vas a matar sin más? ¿No vas a preguntarle primero a la Torre?

“No te preocupes”, contesté. “Ya tengo mi respuesta”.

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La constelación caída extendió su mano.

“¡E-Espera! ¡Salva…!”.

Balanceé la espada.

Esa hoja había sido mi recompensa del piso 10. Fue la que sacudió los corazones de los soldados del piso 11. Decenas de veces. Cientos de veces. Miles de veces. Había estado siempre en mi mano todo el tiempo que estuve atrapado en el piso 12.

Esa espada era la prueba del tiempo que había empleo, porque siempre estuvo conmigo.

Con esa espada, atravesé a la constelación caía.

“¡…!”.

Hubo un pequeño grito.

Y, cuando el sonido del grito se cortó, la constelación caída se desplomó. La sangre manó y manchó más flores de acacia. Mirando el rojo y blanco mezclarse, abrí lentamente la boca.

“Fantasma, despierta”.

*Remover*

Mi sombra se agitó. De ella surgió una mano negra. La mano parecía estar escapando del infierno contra su voluntad, pero su acto de resistencia era inútil.

“Levántate”.

La sombra no podía rechazar mis órdenes. Su cabeza se alzó desde la sombra. La siguieron el pecho, las piernas y los pies.

“Tú… huk… ah… ahh…”.

Sus brazos y piernas se sacudían como si fuera un recién nacido. Aunque su cuerpo era el de un adulto, no era nada más que un bebé neonato. Y…

“Estelle no es más que un nombre que robaste. No puedes quedártelo”. En ese mundo siempre había responsabilidades para aquellos que daban vida. Y la primera de ellas era dar un nombre. “Preta”. Me miró a través de su ondulante cabello negro. “De ahora en adelante, tu nombre será Preta. Sírveme como tu amo”.

Se la había celebrado como una santa rural. Y el ser que solía ser respetado y temido como el Rey Demonio de la Lluvia Otoñal no podía controlar el temblor de sus hombros.

“Sí, señor…”. Aquel que no merecía un nombre recibió uno y se inclinó. Las flores de acacia cayeron de las ramas y se posaron en su cabeza. “Obedeceré tus órdenes…”. Era el último día de los cinco prometidos. “… mi señor”.

El Rey de la Muerte y el Rey Demonio.

Uno de los dos reyes debía caer.

***

 

 

En aquel lugar, en el que quedaban un rey y su siervo, la primera persona en abrir la boca no fue ninguno de los dos.

-Si nos ponemos técnicos, no es el rey ni el siervo, sino un emperador el que abre la boca.

“… Emperador de la Espada, ¿tenías que hacer eso en este instante?”.

Menudo aguafiestas.

Él, angustiado, retorció su cuerpo como si fuera una baguette.

-Sí, tengo que hacerlo… tampoco es que quiera… honestamente, lo que querría sería alejarme de vosotros dos y fingir que no os conozco, fsss. Pero soy la única persona que puede decir esto.

“¿Qué coño quieres decir, pues?”.

-¿Qué estáis haciendo, tíos?

No sabía de qué hablaba, pero parecía que quería ser él quien le diera el nombre.

“¿Qué estoy haciendo? Como ves…”.

-Sí, claro. Mataste al Rey Demonio y lo salvaste con tu habilidad. Incluso le diste un nombre… fss, vaya nombre. ¿Qué clase de nombre para una chica es ‘Preta’? Si querías llamarla Preta, deberías haber escogido Preta Verde y llamarla Verdecita para acortar.

“¿Ahora te quejas hasta del nombre?”.

-No, digamos que el nombre está bien. Pero luego… ¿por qué de repente estás estableciendo una jerarquía?

El Emperador de la Espada nos miró a Preta y a mí como si fuéramos las cosas más raras del mundo.

-Quiero decir… ¿qué clase de vínculo tenéis? ¡Okey, está bien! Supongamos que lo tenéis. Ese era tu plan desde el principio, ¿no? ¿Querías revivir aquella vieja moda de ‘I got you under my skin~’?.

(Taku: Referencia incomprensible para los que no somos fanáticos del K-Pop. En una canción de 2010 del grupo coreano TVXQ llamada Mirotic, al parecer bastante famosa en su momento, se dice esa frase justo después de cantar ‘Eres mi esclavo’).

“¿También escuchas música de moda?”.

-Uno de los hobbies del viejo Marcus es… bueno, da igual. Tú eres tú, pero no entiendo por qué ella ha contestado ‘Sí, mi señor’.

Inesperadamente había descubierto una de las aficiones del Santo de la Espada. En realidad habría preferido no saber eso, pero… no era importante.

Hm.

“Así que tu pregunta es por qué Preta me sirve como su señor, ¿no?”.

-Sí. Zombie, voy a hacerte una lista de todo lo que le hiciste -yo asentí con la cabeza-. Te metiste en su camino riéndote y diciéndole que no podría ganar, ¿verdad?.

“Así empezó todo”.

-Borraste todo lo que había conseguido. Después, incluso la dejaste en shock con todo lo que decías.

“Eso pasó, sí”.

-Y después incluso la mataste. Wow, obligaste a una niña que no quería salir con Reencarnar Cien Fantasmas.

“Así terminó, supongo”.

El Emperador de la Espada chasqueó la lengua.

-Ah, bastardo calculador. ¿Tu corazón está hecho de piedra?

“Y creo que hay una serpiente en su interior. Por cierto, has olvidado el detalle de que lo que hice fue ‘bajar el telón de alguien que no sabe ni usar una espada’, como alguien me dijo que hiciera”.

-Eso era necesario, y probablemente Preta está agradecida por eso desde el fondo de su corazón. Si es que queda algo de pasión por el arte de la espada en su interior.

El Emperador de la Espada hablaba con tono serio. Yo creía que solo era bueno dando sermones, pero parecía que tampoco se le daba mal decir gilipolleces.

-Sea como sea, creo que lo normal sería que estuviera furiosa contigo. Pero… ¿por qué está agachando la cabeza y pidiéndote que le des órdenes? ¿El desastre que se tragó el mundo entero es en realidad el masoquista del siglo?

“Wow…”.

Bae Hu-Ryeong había dicho que quería alejarse de nosotros, pero, después de todo aquello, yo me sentía igual. Di un paso atrás.

De verdad, la imaginación de ese cabeza de músculo…

“Emperador de la Espada, la razón por la que Preta me obedece…”.

-¿Cuál es esa razón?

“… es porque Preta lo sabe”, contesté mirando hacia ella. “Y pronto tú también lo sabrás”.

El sonido de los sollozos se escuchó en el campo de acacias.

“Uh… ah… snif…”.

Preta estaba llorando. Sus lágrimas era de tristeza, y también de furia. Su desesperación goteaba por su cara.

Era cierto. Preta lo sabía demasiado bien.

 

[Buscando la existencia del Rey Demonio en el piso 20]

 

El tipo de tragedia que ocurriría de ese momento en adelante.

 

[Localización imposible]

 

Los hombros de Preta temblaron.

 

[Confirmando la ausencia del Rey Demonio]

 

Gotas de luz aparecieron en torno a nosotros. Venían del suelo y flotaban a través de las acacias. Como el piso 20 era bastante pequeño, pronto estuvo rodeado de luz. Y, en mitad del resplandor blanco…

“No… por favor, no…”.

Preta temblaba y gemía.

Pero, ¿qué importaba todo aquello?

 

[Cambio histórico]

 

Una voz estricta vino del cielo. Como una sentencia en un juicio contra el culpable.

 

[El piso 20 está siendo revisado]

 

Y, lentamente…

… la historia empezó a moverse hacia atrás.

“Ah…”

Preta miró a lo lejos, en la distancia, con ojos húmedos. Algo venía por la entrada del sendero del bosque de acacias.

*Clop, clop*

Cada vez que se movían, las armaduras chocaban entre sí. Sobre ellos había banderas de muchos colores.

“Por favor…”

Había un incontable número de soldados. Sus pasos resonaban junto al ruido de alas batiendo.

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“Otra vez, la aldea… quemarán la aldea…”

Volver al pasado. Al paraíso incendiado.

Fuerzas de todo el mundo se aliaron y entraron en el sendero del bosque de acacias.

“No, por favor… uh, ahh…”

Preta se derrumbó en el suelo y se inclinó. Su cabeza y sus manos se dirigían directamente hacia mí.

“Mi señor…”

Tal y como había dicho el Emperador de la Espada, Preta debería querer destrozarme, hacerme trizas. Pero el hecho de que se inclinaba desesperadamente hacia mí significaba que, con toda probabilidad, se sentía increíblemente furiosa y herida.

“¡Mi señor…!. Y, aún así, lo hizo. Tenía que hacerlo. “No le guardaré ningún rencor… no tomaré ninguna venganza…”.

Preta no tenía ninguna otra opción más que aceptarme, vincularse a mí y servirme como su amo. Pero cuando una persona desesperada tiene algo que proteger, puede hacer cualquier cosa. “Haré cualquier cosa que me pida… sierva, esclava… no me importa lo que me suceda, así que, por favor…”. Puede incluso suplicar. “Por favor, mi aldea…”.

“Muy bien”, contesté.

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No tenía mucho más que decir. Empecé a caminar y el Emperador de la Espada me siguió. Él, que nos había estado mirando con cara de estupefacción, tenía un rostro más serio que nunca.

-Así que así es como es.

“Sí, así es como es”.

Otro paso.

-Un siervo debe seguir a su amo.

“Y un señor tiene la responsabilidad de cuidar de su gente”.

Otro paso.

-Lamento haberle dado demasiadas vueltas.

“Y perdiste la apuesta también, ¿verdad? Por favor, ve pensando las consecuencias de eso también”.

Lo sobrepasé, inspiré profundamente e imbuí Aura en mi voz antes de gritar.

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“¡Todas las legiones! ¡Alto!”.

Las flores de acacia revoloteaban en el aire como si una fuerza invisible hubiera sacudido las ramas de los árboles.

El sonido de los dragones aleteando y de las armaduras chocando entre sí se detuvo. El ruido de los pasos de los caballos y los golpes de las lanzas paró.

Me alcé solo en el campo de acacias.

Solo había flores entre el ejército y yo.

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