SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 45.2: El Nombre Del Rey Demonio (Parte 2.2)

Las flores de acacia se mecían en el viento.

El camino estaba descuidadamente cubierto de flores blancas, y el murmullo de alguien respirando llenaba el aire.

-No puedo perdonarte.

Las respiraciones parecían agitadas.

-¡Nunca podré perdonarte! ¡En mis ojos sigo viendo el rastro de las llamas! ¡El aroma del humo sigue clavado en mi mente! ¡Ese fuego! ¡Tú! ¿Creías que podría perdonar toda vuestra maldad?

El Rey Demonio gritaba mientras daba espadazos a su alrededor.

Cada vez que alguien gritaba, el mundo se reducía a ese único grito.

El piso 20 era especialmente pequeño.

Mirando el mapamundi, no era ni una centésima parte de cualquier otro piso. Era apenas un punto rojo en el mapa.

Esa era la fase del jefe del piso 20.

-¡Volviendo! ¡Estás intentando volver atrás!

Era una simple y ordinaria aldea rural.

-¡Y quemar una vez más mi paraíso!

Y el monstruo jefe más débil del mundo.

-¡Otra vez! ¡Vosotros, desgraciados, siempre…! ¡Así, sin más!

En el camino de flores de acacia, él lloraba. Su voz era un solo grito. Una voz frágil. Pero el mundo era tan pequeño que se llenaba con los gemidos de una sola persona.

Un mundo pequeño.

Una diminuta aldea.

“Nuestras posiciones se han invertido por completo”. Bloqueé la espada del Rey Demonio con la mía.  Las hojas chocaron una contra la otra. “¿Te acuerdas? En el piso 12, tú eras el Rey Demonio y yo era el guerrero. Tú atacabas y yo me defendía. Ey, el mundo es bastante justo, ¿no crees? Ahora eres tú el que se defiende”.

-¡Muere!

“Lo siento, Rey Demonio”, dije girando mi espada. “Esa frase no tiene ningún significado para mí”.

Mi espada empujó hacia atrás al Rey Demonio sin demasiados problemas. La cantidad de fuerza detrás de cada una era muy distinta. La fuerza física del Rey Demonio ya era insignificante. Él no podía soportarlo, y terminó exponiendo su cintura.

Un punto ciego.

Mi espada cortó la parte superior del cuerpo del Rey Demonio.

-¡Keaahhhhhh!

La sangre roja salió disparada.

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

La sangre brotó. Las flores blancas de acacia del sendero se habían manchado de rojo cuando las gotas rojas cayeron sobre ellas.

“Te has vuelto débil, Rey Demonio”. Di un paso adelante. Las flores rojas fueron aplastadas bajo mis pies. “Te has vuelto realmente débil”.

-Ueh, keup… uek… ¡keuukkk!

“Pero aún no es suficiente”. Blandí mi espada. “Hazte aún más débil”.

-Tú…

“Mucho más que ahora”.

Mi espada cortó su carne.

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

Un paso.

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

Otro paso. Cada vez que el Rey Demonio retrocedía, las flores blancas se dispersaban y desaparecían.

Cada vez que yo daba un paso adelante, las flores de acacia se cubrían de rojo.

Y eso no era todo.

-Keuk… uek…

El cuerpo del Rey Demonio quedaba poco a poco revelado.

Odio. Arrepentimiento. Resentimiento.

Sus aguas negras habían desaparecido.

-No…

La punta de sus pies quedó a la vista.

-¡No…! No, ya no más…

Sus dos piernas se mostraron en el sendero.

-Uek…

Sus brazos quedaron revelados. Las partes por encima y por debajo de su cintura quedaron expuestas.

-¡Torre, no, no…!

Y, finalmente, su cara.

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

Su barbilla. Sus labios, primero el inferior y luego el superior. La punta de la nariz y sus mejillas.

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

Sus ojos rojos. Su pálida frente.

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

Y, después de todo…

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]

… su cabello, que parecía la melena de un león.

Cada parte de ella había perdido su color negro.

Los últimos restos de agua negra fueron eliminados.

-Ah… -gimió. Sus largos brazos temblaban. Ya no era capaz de soportar el peso de la espada – Ueh, euh…

Aquello bajo las acacias ya no era el Rey Demonio. No podías llamar Rey Demonio a algo incapaz de levantar su propia espada.

Y…

[La existencia del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal se está haciendo más difusa]
[El Rey Demonio de la Lluvia Otoñal es incapaz de mantener su autoridad]

… la Torre tampoco lo llamaba ya Rey Demonio.

[El reajuste de clase ha comenzado]
[El apodo del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal ha sido retirado]

-¡No…!

La luz blanca lo envolvió. Parecía que lo estuviese atacando un enjambre de abejas.

-¡No…! ¡No! ¡No, no!

Pero no importaba. La luz blanca lo rodeó y se mantuvo allí.

Y luego comenzó.

[El apodo del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal ha sido retirado]
[La autoridad  del Rey Demonio de la Lluvia Otoñal ha sido retirada]

Gritó.

-¡Ahhh…!

El trono de poder absoluto había sido derribado.

-¡Ahhh, aaaahhh! ¡Ahhhh!

Extendió la mano como si intentara atrapar las chispas de luz, pero no pudo hacerlo. Simplemente se le escurrían entre los dedos.

Y luego se esparcieron y desaparecieron.

-Ah…

Y, en su lugar…

“Ahh”.

Había una pequeña y débil bestia.

“Ah, euh… no. Uek… ahhh…”.

Ya no era el Rey Demonio de la Lluvia Otoñal.

Tampoco el Dueño de las Pesadillas.

No era la santa de las tierras rurales.

Solo era un frágil ser.

“Sí”, dije, aferrando mi espada. “Ahora eres lo bastante débil”.

“No, no te acerques. No te acerques más…”

“Entonces detenme”.

*Tap*

Un paso más cerca.

“Me alzaré frente a ti”.

Retrocedió, y luego habló con mucha dificultad.

“Tú… todos vosotros, a mí, a mis niños… no tenéis derecho a hacer esto…”.

“Te equivocas”, respondí, dando otro paso hacia delante. “Como tú mismo dijiste, soy un forastero que viene de otro mundo. Sip. Todo el mundo se alió contra ti para quemarte a ti y a tu aldea. El Emperador, los militares… todos. Digamos que no hay nadie en este continente libre de esa responsabilidad. Pero yo no. Yo soy un completo forastero. Los cazadores como nosotros tenemos la libertad de elegir”.

“Ut…”.

“Eres tú el que no tiene derecho a hacerme responsable. Y, por supuesto…”, remaché avanzando tanto como retrocedía, “… tú no tienes la fuerza necesaria para detenerme”.

Tembló. Un sonido tembloroso escapó de su boca.

“Yo… yo no he hecho…”

“No vas a decirme que no has hecho nada malo, ¿verdad?”.

“¡Yo, yo solo curé…!”.

“Seguramente [Estelle] tuvo tanto miedo como tú ahora”.

Se sacudió.

“Probablemente gritó para vivir más. Seguramente chilló que no quería morir. Buscó a su padre. Y tú, ¿qué hiciste?”, le dije despreocupadamente porque sabía que se había convertido en Estelle y tenía recuerdos de los humanos. “Hundiste tus dientes en carne humana. Comiste todo lo que quisiste y te convertiste en ella. ¿Y eso es todo? Te tragaste entero al bebé que la madre te confió. Y actuaste como si fueras lo mejor del mundo, diciendo que salvabas a la gente. Traicionaste a la madre que te confió a su hijo”.

“Yo… no es así. Yo no hice eso. Yo solo…”

“Escondiste la verdad. Aunque sabías que la gente lo malinterpretaría, te quedaste callado porque pensaste que te tratarían como a un monstruo. Engañaste a la gente”, le dije, dando otro paso más. “Aunque pongas excusas, no importa. No hay nadie que sepa tanto sobre ti como yo en todo el mundo. Por todo lo que pasaste, lo que sentiste y cómo cambiaste. Lo sé todo”.

“…”.

“No eres una santa inmaculada. No eres una víctima inocente. Ni siquiera hace falta mencionar a la madre y a su hijo. Como dije, en el momento en el que te comiste a Estelle, perdiste tu inocencia y…”

“¡Yo!”, gritó, interrumpiéndome, “¡Yo no lo sabía!”.

Me detuve.

Sus dientes rechinaban, temblando, y cubría su rostro mientras los sollozos escapaban entre sus dedos.

“No lo sabía. No tenía conocimiento de los humanos… los recuerdos, no lo sabía…”.

Los ruegos para salvar su vida. La súplica.

“¿Dices que lo hiciste porque no lo sabías?”.

“¡Sí! Si lo hubiera sabido, jamás habría…”, intentó explicar que no se la habría comido. Yo la corté.

“Eso es lo que hacemos los humanos”.

Se quedó sin voz.

“Los reyes que mataste podrían decir lo mismo. No, de hecho, sin duda lo harían. Y seguramente lo hicieron, ¿verdad? ¿Qué te dijeron antes de que cubrieras el mundo de sangre?”.

No lo sabía.

No sabía que no tenías malas intenciones hacia nosotros.

Creí que eras solo una bruja retorcida.

Se justificarían a sí mismos.

“Ut…”

Finalmente llegó el momento en el que se calló por completo.

“Lo siento, pero no soy demasiado culto. Soy bastante estúpido. Todo lo que conozco es la justicia del mundo”, mencioné mientras daba otro paso. “O, más bien, la justicia vengativa”. Sus hombros temblaron. “Ojo por ojo. Diente por diente. Si creías que lo que te tragabas se convertía en humano, muy bien. Deberías pasar por lo mismo. ¿No sería eso justo?”.

“¿Qué… de qué estás hablando…?”.

“¡Torre!”, grité mirando al cielo. “¡Quiero usar mi recompensa por despejar el nivel!”.

Saqué una carta dorada. Era la recompensa que había obtenido tras superar los pisos del 11 al 19. Ya había decidido en qué habilidad la usaría.

Invocar Cien Fantasmas.

Una habilidad de rango SS.

Alcé la carta en el aire.

“¡Dijiste que podía ajustar una habilidad como yo quisiera!”.

[La Torre está de acuerdo]

Una voz respondió a mis palabras.

[Pero no puedes excederte]
[Para ayudarte a entenderlo, la Torre te pone un ejemplo]
[Es posible evolucionar una habilidad de clase SS a clase SSS]

Asentí. Desde el principio, de todos modos, solo había habido una cosa que quería.

“¡Quiero ajustar la habilidad Invocar Cien Fantasmas!”.

[La Torre cuestiona tus intenciones]

“¡No tienes que tocar nada más! Solo la parte de los recuerdos. Quiero que cambies la frase que dice ‘Tampoco pueden recordar nada’, ¡de forma que, bajo mi control, los invocados puedan recordar su vida!”.

Volvió a retroceder.

“Tú… ¿qué intentas hacer…?”.

“¿Qué te parece? ¿No crees que es lógico?”, grité, ignorando a Estelle. “¡Ni siquiera pido que conserven sus habilidades! ¡Tampoco pido reducir el tiempo de enfriamiento! ¡Los recuerdos! Solo los recuerdos. ¡Deseo que la gente que he matado pueda recordar su vida!”.

Se hizo el silencio.

El cielo estaba callado.

[Tu petición se está calculando]
[Calculando…]

Un instante después, llegó la respuesta.

[La Torre reconoce que la propuesta es razonable]
[Comprobando las condiciones]
[¿Vas a usar la recompensa de los pisos 11 a 19 en la habilidad ‘Invocar Cien Fantasmas’?]

“Sip”.

[La condición de la habilidad que quieres modificar es la siguiente]
[Si lo deseas, los muertos mantendrán los recuerdos de cuando estaban vivos]
[¿Confirmas que esto es así?]

“Sip”.

[Confirmación completada]
[La petición del Rey de la Muerte ha sido aprobada]

Un fulgor blanco envolvió la carta de habilidad. Una verdadera tormenta de luz la rodeó.

Cuando la luz se asentó por completo, observé lentamente la carta.

Reencarnar Cien Fantasmas.

Ese era el nombre de mi primera habilidad de rango SSS.

‘Genial’.

Todo lo que quería, conseguido.

Giré mi cabeza y la miré. Nuestros ojos se encontraron.

“Por ahora, voy a matarte. Si no te gusta la idea de que te mate, piensa en ello como [Tragar], como tú hacías. Estelle, la gente enferma, los niños. Como los engulliste en tu sombra. Lo mataré siguiendo el mismo método…”.

Levanté rápidamente mi espada.

“Y también te salvaré”.

Ella temblaba de miedo.