Monogatari (NL)

Volumen 17

Capitulo 5: Infierno Mayoi

Parte 10

 

 

“¡Hi-ya!”

Un puñetazo me golpeó.

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El puño de Hachikuji Mayoi.

Saltando en el aire, un heroico ataque en salto desde un punto muerto, todavía con su mochila, golpeó mi mejilla con el puño cerrado.

No se guardó nada, y puso una cantidad ridícula de fuerza, a pesar de ser más o menos una niña de primaria. Suficiente para hacerme volar, pero me las arreglé para aferrarme a la cola de la serpiente, sujetándola con fuerza por reflejo para resistir el golpe, preguntándome si podría desgarrarse—afortunadamente, parecía ser elástica (¿?) y simplemente se alargó mientras me tambaleaba hacia atrás.

“¡Eso fue por mí!” Declaró al aterrizar.

¿Por ella misma?

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Entonces solo quería golpearme.

Los ojos de Tadatsuru se abrieron de par en par—¿acaso no conocía su lado más combativo? ¿Le había tomado el pelo?

“Hey… Hachikuji.”

“No te preocupes. Mi puño está bien.” Lo abrió y lo cerró.

Como si eso me preocupara.

Claro, puedes romperte los dedos golpeando a alguien con tanta fuerza si no sabes cómo cerrar el puño correctamente, pero estábamos en el infierno.

Todos nosotros somos inmortales.

Incluso yo, la víctima de su puñetazo, no sentí mucho dolor en la mejilla—en un entorno en el que te podían golpear con garrotes de metal y volver a la vida, ¿qué era el puño de un niño de primaria?

Aun así.

Aunque suene a tópico, su puño me golpeó el corazón con más fuerza que el cuerpo—el pecho me dolía mucho más que la mejilla.

“Entonces uno por Senjougahara-san, uno por Hanekawa-san, uno por Kanbaru-san, uno por Sengoku-san, uno por tus dos hermanas pequeñas, uno por tus padres, uno por Oikura-san y otro por Chiaraijima-san.”

“Me alegro de que te preocupes por Oikura cuando no sabías nada de ella hasta hace unos momentos, pero ¿quién era esa última persona?”

“Y uno por Oshino-san, y uno por Kaiki-san, y uno por Kagenui- san, y…” Hachikuji contó con los dedos y empezó a cerrar el puño justo cuando pensé que lo había abierto.

Y espera, ¿incluso por Kaiki?

“En cuanto a Ononoki-san, haz que ella te pegue una vez que resucites.”

“No quedaría ningún rastro de mí. Literalmente tiene una fuerza capaz de triturar huesos.”

“«¿Está bien que alguien como yo vuelva a la vida?» ¿Qué clase de línea es esa?” Exigió Hachikuji, golpeando con fuerza mi estómago con el puño que había cerrado.

Whoomp, whoomp.

Esta vez se contuvo un poco… o tal vez sólo pegaba fuerte cuando era por ella.

“Deberías alegrarte de que haya sido yo quien haya escuchado tus lloriqueos. Senjougahara-san volvería a ser la de antes y te trataría como una tormenta de papelería.”

“…”

Whoomp, whoomp, whoomp, whoomp. Hachikuji me golpeó.

Ella repartió suficientes golpes por todas las personas que mencionó, pero yo seguí recibiendo los golpes.

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“Hanekawa-san… te dejaría acariciar sus pechos para inspirarte, como siempre, pero no esperes que te mime, Araragi-san.”

“Espera. ¿Como siempre? Ella nunca ha hecho eso… ¿Podrías no hacer que parezca algo habitual, por su bien y por el mío?” Incluso si casi ocurrió una vez.

Finalmente, dejando de dar golpes, Hachikuji dijo: “¿Qué pasa, Araragi-san? ¿Estás asustado? ¿No quieres volver a la vida y tener más experiencias que te pongan a prueba? ¿Estás cansado?”

Experiencias que me pongan a prueba… Por supuesto que no quería ninguna.

Tadatsuru pensaba que Gaen-san no haría más peticiones absurdas después de que yo volviera a la vida, pero me resultaba difícil de creer (tenía una verdadera habilidad para utilizar a la gente)—e incluso, aparte de ella, todas las cosas que tenía que hacer una vez que hubiera vuelto eran un poco deprimentes.

Incluyendo la realización de mis exámenes de ingreso. Aunque no llegaría a tiempo aunque reviviera ahora, y todo el conocimiento que había metido en mi cabeza, toda la memorización, debió salir disparada por el otro lado gracias a mi estancia en el infierno.

Pero esa no era la cuestión.

Me sentía deprimido, pero no asustado—cansado, es cierto, pero ni siquiera era eso.

“Cuando recién llegaste.” Me recordó Hachikuji. “Sentiste que ya podías descansar en paz. ¿Esperas haber terminado con las tareas

molestas? ¿Escoges «no» en la pantalla de continuar? ¿Acaso está prohibido que coloques fichas para extender tu partida?”

“No, pero algún hilo tenso en mí se rompió…” Miré la cola de la serpiente que aún tenía en mis manos y miré al cielo hacia el que se extendía. No estaba seguro de poder explicar lo que sentía, pero lo haría lo mejor posible. “… Y una parte de mí siente que por fin pude morir. Sí, estoy un poco indeciso de presionar el botón de continuar. Como si hubiera tenido suficiente, y no tuviera hambre de más…” Me enteré de que el cielo y el infierno, la otra vida, existe, y aunque mi comprensión del sentido de la vida no se tambaleó—

“En otras palabras, Araragi-san, ¿prefieres seguir siendo un fantasma y establecerte en una posición donde vigilaras a todos?”

“Posición… No, no es así en absoluto.”

“Sólo lo dices porque no sabes lo doloroso que es el infierno. Me encantaría que experimentaras el limbo de los niños aunque fuera un día, si tuviéramos tiempo. Ser capaz de volver a la vida es bastante afortunado.”

“…” Afortunado.

Sí, eso era. Lo que solté al principio expresaba mi verdadero sentimiento. No era que no quisiera volver a la vida, sino que no estaba seguro de que estuviera bien que alguien como yo fuera tan afortunado.

¿Me lo merezco?

“Cómo decirlo… Quizá me pregunto si está bien que yo vuelva a la vida cuando hay otros que deben merecerla más. No es que no quiera, pero siento que me estoy saltando la línea, o robando el lugar de alguien, o destrozando las reglas, entrando cuando no debo.”

Como mi actual viaje por el infierno.

¿No habría sido mejor que Shishirui Seishiro salvase a Shinobu?

¿Qué Hanekawa se salvase—a través de Black Hanekawa? Senjougahara tenía a Kaiki.

A pesar de las seguridades de Hachikuji, incluso el caso de Sengoku podría haber sido sólo una disputa entre amigos si no hubiera metido las narices. Como mínimo, dejar el asunto en manos de las Fire Sisters, chicas de su edad, podría haber sido la mejor opción.

Lo que Kanbaru llamaría ser un segundón—y lo había sentido profundamente en los últimos seis meses.

¿No era yo el que se llevaba el mérito de forma injusta? “Bateador de pacotilla” podría ser demasiado duro conmigo mismo, pero se instaló en mí la fuerte sospecha de que no tenía por qué ser yo.

¿Sabes lo que pienso?

Seguía dudando de si cedería el papel de ser el que salvara a esas chicas—en la misma situación, seguramente querría ser el violín principal o estar en la alineación titular. En ese caso, no pude evitar preguntarme si no debería mantenerme al margen y quedarme en el infierno.

Después de todo, estaba dispuesto a sacrificar mi vida por una vampiresa legendaria.

Y morir por el bien de Hanekawa.

Senjougahara había pasado página—estaría bien aunque yo muriera. Entonces…

Entonces, conociendo mi lugar, como un buen chico, ¿no debería morir aquí?

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“Lo mereces.” Dijo Hachikuji. “Sí mereces volver a la vida. Al menos te lo has ganado. ¡Piensa en todo lo que has hecho para ganártelo! ¡Y vaya que lo sé!”

“…”

“El medio año desde que nos separamos debe haber sido duro, pero no podía romper el espíritu de Araragi Koyomi, ¿verdad? Si no eres tú,

¿quién debería volver a la vida? Tú eres el líder, sin duda alguna.”

Si sigues gimiendo, te voy a odiar—amenazó Hachikuji, antes de respirar profundamente.

Se estaba preparando para un largo discurso. Me preparé para escucharla, para aceptar su sermón, por agudo o mordaz que fuera.

“Escucha, Araragi-san. Al Araragi-san que yo conozco le encantaban las chicas jóvenes, las niñas, las adolescentes, los bordes de las faldas, las caderas de las chicas, los pechos grandes, el trato duro, las Onee-chans, las hermanas menores, las MILF, las chicas en topless, los shorts de voleibol, los trajes de baño de la escuela, las representantes de clase, las tomboy, las orejas de gato, las chicas atléticas, las chicas vendadas, las bragas, lamer globos oculares, ser pisado mientras se arrastra, los libros eróticos, dar y recibir paseos en hombros, ser tiranizado por su novia, limpiar la habitación de su kouhai, cortar el cabello a las chicas, bañarse junto a otra persona…”

“Espera. Espera, espera, espera, has roto el espíritu de Araragi Koyomi en dos.”

Su logística superó mis expectativas.

Qué pervertido sin remedio. El tipo estaba mejor muerto.

En lugar de animarme, estaba haciendo que quisiera quedarme en el infierno. A no ser que le diera la vuelta al final, me iba a costar mucho cambiar de opinión después de esa embestida.

Cuento contigo, ¿sí?

O eso creía yo, pero, contrariamente a mis esperanzas, Hachikuji remató su larga retahíla con una especie de finta—un simple, o desde mi punto de vista, evidente gusto. Una preferencia natural.

“Y vivir, ¿no?”

Pero—funcionó.

Un hecho simple, dicho con sencillez.

Era todo lo que necesitaba. Fue suficiente. Lo había olvidado porque era muy obvio.

Estar al borde de la muerte una y otra vez—todos esos escapes por los pelos—me hizo olvidar algo que siempre había sentido.

Me alegro de estar vivo.

Lo suficiente para seguir viviendo, y no como un acto de humildad, por muy masoquista o miserable que intentara parecer.

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“Tienes razón… si no estoy vivo no puedo apreciar a las chicas jóvenes.”

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“Erm, eso no es lo que quería decir, y sé que lo sabes.” Había asustado a Hachikuji.

A pesar de todo su discurso. Pero sí, tal vez sea cierto.

Que haya un cielo y un infierno no anula el sentido de la vida.

“¿Me preocupaba que la vida no tuviera sentido?” Me maravillé. “El mero hecho de estar vivo tenía sentido. Amar la vida era suficiente, ya que podía llegar a amar tantas cosas, tantas personas.”

“Eso se presta a malentendidos, dado el contexto.”

“Hmm.”

Ajusté mi agarre en la cola de la serpiente. La sujeté con las dos manos.

Miré a Tadatsuru, a quien habíamos hecho esperar todo este tiempo. “Por favor, dime que no tengo que escalar todo el camino. Estoy bastante seguro de que no tengo esa fuerza en la parte superior del cuerpo.”

“No te preocupes. ¿Recuerdas lo que dije? Ningún juicio se interpone entre ti y tu resurrección. Sólo tengo que dar la señal, y Gaen- senpai te levantará. Sólo tienes que aferrarte a la cola de la serpiente y no soltarla, aunque sólo tienes una oportunidad. Ten cuidado de que tus manos no resbalen por descuido.”

“¿Y si justo pasa eso?” Me estaba sujetando a una criatura con escamas, así que ahora que lo mencionó, podría ser resbaladizo…

“Quién sabe. Supongo que te caerás. Durante dos mil años, a través de las llamas—así que agárrate fuerte con ambas manos, y pase lo que pase, no te sueltes.”

“Bien… Perdón por las molestias, y gracias, Tadatsuru— Tadatsuru-san.”

“No es necesario ser respetuoso después de todo este tiempo. No es que haya renunciado a mi rencor contra las excentricidades inmortales. Mientras sigas protegiendo a Kiss-Shot Acerola-Orion Heart-Under- Blade, eres mi enemigo.”

“…”

Aun así, dije. “Gracias por todo esto… Nunca imaginé que llegaría a hablar contigo así. Si alguna vez tenemos la oportunidad, espero que podamos charlar en un ambiente más relajado.”

“Claro, durante una lucha a muerte.”

“Sí… Hachikuji.” Dije, una vez más volviéndome hacia ella. “¿Qué vas a hacer ahora?”

“¿Perdón?” Ella ladeó la cabeza, desconcertada. “¿Preguntas por mí? Con esto mi trabajo está hecho, así que una vez que te despida, volveré a pasar mis días en el limbo de los niños apilando piedras.”

“Apilando rocas.”

“Ja, ja, ja. Por favor, no necesito tu compasión. No, no es divertido, y sinceramente no recuerdo haber hecho nada para merecerlo. Estas reglas sobre el pecado y el castigo son demasiado inflexibles, pero entonces, cargo con la culpa de haber vagado durante once años, incluso si eso no fue algo que hice durante mi tiempo como humano. Aceptaré mi castigo para pagar por ese pecado, y lo haré en su totalidad. No te preocupes, Jizo vendrá a salvarme pronto y transmigraré feliz para siempre.”

Pagar… Pero los once años de Hachikuji como niña perdida no debían ser objeto de juicio. De hecho, ¿no eran esos años mucho más parecidos al infierno para una niña de diez años que el limbo de los niños?

“Tal vez renazca como el bebé que tendrás con Senjougahara-san.”

“Eso suena pesado.”

“Oh, ¿pesado? ¿Cómo más de tres kilos?”

“No estoy hablando de tu peso como recién nacida…”

“Pero si mueres antes de que renazca, Araragi-san, juguemos de nuevo aquí.”

“¿Podrías dejar de suponer que me envían al infierno?”

Ahora que había estado una vez, parecía un hecho, pero tal vez saber que ibas a terminar en el infierno era una especie de estímulo para seguir viviendo.

“Bueno, bien…” Dijo Hachikuji haciendo un gesto con la mano. “Si pudiera, te despediría con un beso como la última vez, pero no soy lo suficientemente alta sin Ononoki-san cerca.”

“Habría sido mejor no mencionar ese momento…”

Sólo observa la mirada dudosa de Tadatsuru. Estaba dudando de mi carácter.

No es que quiera tapar nada, pero después de todo ese escarceo, me encontré dándole un empujón.

“Estoy bien. Envíala cuando quieras. Esa señal tuya. Haz que me eleven.”

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“Sí. Tal vez te hubiera gustado saber más, pero al regresar siempre puedes pedirle a Gaen-senpai que te ponga al tanto. Voy a empezar la cuenta atrás—diez. Nueve.”

De algún sitio había sacado una varita sintoísta de madera—quizá fuera parte de su cambio de vestuario. La balanceó de un lado a otro y contó los segundos.

Eso hizo que se sintiera más como un bungee inverso que como un hilo de araña colgando del cielo—¿debería envolver la serpiente alrededor de mi cintura en lugar de sujetarla? Pero una cuenta atrás podría interpretarse como una forma de purificación.

“Ocho. Siete. Seis. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno… Ignición.”

Por la razón que sea, la última parte sonó como el lanzamiento de un cohete—de hecho, esa fue la velocidad aproximada a la que fui arrastrado por el aire.

No es broma, mis manos casi resbalan mientras mis pies abandonan el suelo.

Me recordó al Unlimited Rulebook de Ononoki-chan. No, fue porque me había acostumbrado a su movimiento hasta cierto punto que pude soportar el choque del despegue.

Lo soporté.

Y creo que fue entonces cuando mis ojos se encontraron con los de Hachikuji.

“Ah.”

Me despidió con una sonrisa.

Satisfecha, como si hubiera logrado algo.

Su trabajo. Espera, ¿su trabajo? Con esto ya estaba hecho, me dijo.

Entonces, dejando de lado la elección de palabras, ella había ayudado a resucitarme así, sin ningún beneficio para ella, a pesar de no ser revivida ella misma.

Sí.

Dijo que yo merecía ser resucitado más que nadie, y eso es exactamente lo que estaba ocurriendo, con ella dejada de lado.

“H—”

Era momento de despedirse de Hachikuji Mayoi. Nadie se creería esa mentira.

“¡H-Hachikujiiiii!”

En el momento en que tuve ese pensamiento, mis piernas se movieron.

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Las dos.

No con una comprensión profunda o una lectura aguda— ciertamente, no me inspiré en la historia del hilo de la araña ni intenté darle la vuelta.

Si tengo que decir algo…

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Es qué tenía las piernas bastante largas, eso es todo. “¿Qué? ¡Eek, eeeek!”

Hachikuji gritó.

Tú también lo harías, jovencita o no, si te encontraras con tu torso en una tijera de piernas por sorpresa, especialmente si también te vieras atrapado en un salto de bungee inverso hacia el cielo.

Y así, con las piernas enroscadas alrededor de una chica con coletas que llevaba una gran mochila, fui arrastrado hacia el cielo. Casi al instante, el Santuario Kita-Shirahebi y nuestra ciudad aparecieron a la vista, como en un mapa aéreo.

“¡Oh, Araragi-kun, una última cosa!”

Una voz desde la lejana superficie de abajo.

De Tadatsuru-san… Ya no podía verlo, pero de alguna manera su voz me llegaba. O bien podía proyectar a un nivel sobrehumano, o bien era una especie de técnica medio humana, medio espiritual.

“¡Una última cosa de mi parte! El enemigo que me pidió que matara a un vampiro junto a Kiss-Shot Acerola-Orion Heart-Under-Blade,

¡deja que sea yo quien te dé el nombre!” Lo oí.

Mientras agarraba una serpiente blanca con ambas manos y abrazando a una joven con ambas piernas, escuché el nombre. Reverberando extrañamente como si fuera a través del efecto Doppler.

“Ougi—Oshino Ougi—”

***

 

 

El epílogo, o quizás, el remate de esta historia.

Mis manos estaban demasiado ocupadas como para dar un puñetazo, por supuesto, y en cuanto al epílogo—cuando volví en mí en el Santuario Kita-Shirahebi, lo primero que hice fue comprobar mi reloj, y no había pasado ni un minuto desde que Gaen-san me había cortado en pedazos.

13 de marzo.

Temprano por la mañana, pasadas las siete.

“¿De verdad? ¿Trajiste a Hachikuji-chan contigo? ¿Qué te ha poseído, ella? Superando ampliamente mis expectativas como siempre, Koyomin. Mi plan era que te mantuvieras al margen si conseguías volver, para no estropear las cosas, pero ¿ahora cómo no voy a esperar aún más de ti?”

Me giré para mirar la voz familiar y distante, y efectivamente, era la autora de mi asesinato, Gaen Izuko.

Sin embargo, su tono relajado no reflejaba su estado, que distaba mucho de ser halagüeño—diez largas garras, cinco de cada mano, estaban en su cuello.

Detrás de la sonriente Gaen-san, que estaba sentada con las piernas cruzadas en las escaleras del santuario, preparada para arrancarle la tráquea en cualquier momento, había una vampiresa alta y de piel clara.

Con su cabello rubio y sus ojos dorados, era demasiado hermosa para este mundo.

Las largas extremidades se extendían por debajo de su magnífico vestido.

Una vampiresa de sangre de hierro, de sangre caliente, de sangre fría.

La Cazadora de Excentricidades, un monstruo entre los monstruos que había vivido durante seiscientos años.

Kiss-Shot Acerola-Orion Heart-Under-Blade en su forma completa.

“Koyomin, ¿quieres empezar pidiéndole a esta espantosa y bonita dama que guarde sus garras? Hice que suspendiera mi ejecución con la condición de que te devolvería a la vida sin importar lo que pasara…”

Pero vaya, nunca imaginé que la chica se enfadara tanto—dijo Gaen-san, completamente calmada a pesar de su crisis de vida o muerte.

Shinobu, ¿debería llamarla así ahora? De todos modos, Shinobu también me miró ahora que me había levantado.

“Hola. Mi amo.” Dijo con una sonrisa sumamente horripilante.

Cierto… Si mi naturaleza vampírica se hubiera “cortado” por completo, por supuesto que Oshino Shinobu volvería a ser un vampiro completo. Ya habíamos perdido nuestro vínculo antes, y habíamos potenciado nuestro vampirismo más allá del límite, pero ver a la Shinobu completa así era impactante a otro nivel.

Ya no se trataba de nuestro vínculo a través de mi sombra. Nuestra relación amo-sirviente se había roto.

Se había referido a mí de la misma manera que siempre… pero al ver a Kiss-Shot Acerola-Orion Heart-Under-Blade en su forma completa por primera vez desde las vacaciones de primavera, estaba bastante nervioso.

Nervioso. O tal vez se podría decir tenso.

“Kakaka. ¿Qué, mi amo? ¿Por qué no jugáis con mis costillas como siempre?”

“No, eso se vería demasiado raro… o mejor dicho, no recuerdo haber hecho eso…”

“Hmph. Bueno, parece que no fue necesario matar o desgarrar inútilmente. Era la primera vez que veía a Yumewatari en funcionamiento…”

Con eso.

Shinobu retiró sus manos de la garganta de Gaen-san.

Había planeado matarla si no volvía a la vida… No podía dejar que se desbocara.

Entonces Shinobu dio largas zancadas hacia mí, casi como una modelo en una pasarela, y de una forma que resaltaba su pecho.

“Zonzo. ¿Cómo os atrevéis a preocuparme?” Dijo, dándome una palmadita en la cabeza y acariciándome el cabello. Puede que fuera la primera vez que me acariciaba la cabeza… “Pensar que después de preocuparme tanto, habéis secuestrado a una jovencita del infierno… es una locura.”

“N-No, la agarré instintivamente…”

“Entonces vuestros instintos os aconsejaron agarrar a una jovencita más que nada en el mundo.”

No había nada que pudiera decir a eso.

Por otra parte, no fue un agarre sino una tijera de piernas, pensé, mirando a Hachikuji, que seguía atrapada con fuerza. Al parecer, fue incapaz de soportar el impacto del salto de bungee inverso, y estaba fuera de combate.

Como siempre, débil ante la adversidad.

O debería decir, ahora sí metí la pata, hasta el fondo o puede que incluso más allá…

La había traído de vuelta del infierno.

“Hey, Shinobu. Esto no puede ser bueno, ¿verdad?”

“Por supuesto que no. Pero si vuestro plan es entregaros, hacedlo solo.”

“No seas tan fría. Y no es eso lo que quiero decir. ¿No será esto suficiente para que Hachikuji vuelva a activar la Oscuridad?”

“Y yo digo que ese fue tu movimiento más destacado, Koyomin.”

Con las dos espadas encantadas colgando del cinturón de su cintura—el aspecto en serio le sentaba bien—, Gaen-san se acercó a nosotros.

“Originalmente, te había enviado al otro lado para eliminar tu vampirismo, para purgar tu enfermedad de raíz, y nada más, pero gracias a este milagro tuyo disfrutaremos de una ventaja en la batalla que se avecina. La joven perdida era una pieza que yo quería.”

“…”

“¿Referirme a ella como «una pieza» te parece grosero? No te obsesiones con la palabra—entonces llámala un arma, un arma en nuestra lucha. No podría agradecértelo lo suficiente… Ahora que estamos en esta situación, voy a tener que pedirte a ti, Koyomin, así como a la ya no ex Kiss-Shot Acerola-Orion Heart-Under-Blade, y a Hachikuji-chan, por supuesto, un poco más de ayuda. Por ahora, sin embargo…” Dijo Gaen-san. “¿Por qué no vas a hacer tus exámenes de ingreso?”

“Exámenes de ingreso…” ¿Esperaba que volviera a la vida normal desde un santuario que albergaba a un vampiro, una niña fantasma y una especialista que blandía dos espadas?

“Después de todo, el deber de un estudiante es estudiar. Ponte en marcha y llegarás a tiempo. Hazlo lo mejor que puedas.”

“B-Bueno—sí, por supuesto.”

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No había previsto que no hubiera pasado nada de tiempo en este lado durante mi viaje por el infierno… Si todavía podía llegar, sólo había una cosa que hacer—utilizar cada pedazo de habilidad académica que me habían inculcado Senjougahara y Hanekawa.

No podría decir que estaba en buenas condiciones… Pero vas a la guerra con el ejército que tienes.

“Te pondré en ello a partir de mañana, Koyomin—no te preocupes, se acabará el día de la graduación. Tenemos todas las armas que necesitamos. Antes de hoy nos estaban poseyendo, pero por fin los preparativos están listos. Acabemos con esto, Koyomin, y ya sabes, mañana es el Día Blanco. Perfecto para terminar esta historia de un pueblo sobre el que una vez reinó una serpiente blanca.”

Gaen-san habló con una sonrisa inusualmente agresiva en los labios.

“Es hora de contraatacar, chicos.”

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