Toradora! (NL)

Volumen 8

Capitulo 1: Malentendido

Parte 3

 

 

“¡Buenos díaaaaaaas!”

Ryuuji se sobresaltó.

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“…Inko-chan, hoy estás muy enérgico…”

Como de costumbre, la residencia Takasu era fría y oscura por las mañanas. A pesar de que estaban en el interior, al exhalar se producía una neblina de vaho blanco. La mano que había llenado nuevamente los recipientes de agua y comida de Inko-chan estaba entumecida por el frío.

En una mañana tan sombría, Inko-chan agitaba las alas con entusiasmo y gritaba como si algo bueno hubiera pasado.

“¡Buenos díaaaas! ¡Buenos díaaaas!”

El loro luchaba por estirar sus desplumadas patas, sus ojos blancos rotaban de aquí para allá y su pico permanecía abierto como si estuviese roto.

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“¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días! ¡Buenos días!” “¡Oye, espera un poco! ¡Inko-chan! ¡Cállate, ah!”

El loro se salió volando de su jaula a pesar de que Ryuuji había puesto todo su esfuerzo en detenerlo. Inko-chan pasó velozmente entre sus rodillas y comenzó a correr en el tatami como si se estuviera burlando de su dueño quien se había puesto a perseguirlo, el loro hizo innumerables giros repentinos, sus veloces movimientos hacían difícil su captura.

Las cejas de Ryuuji se juntaron debido a la frustración y la alteración. Repentinamente fue sorprendido por un destello de inspiración. Tal velocidad y gracia en los giros, ese artístico trabajo de pies le parecía familiar…

“¡…Zidane1…! ¡Es la ruleta marsellesa2 de Zidane…!”

Ryuuji se quedó boquiabierto de asombro. Jamás, ni en sus sueños más locos se le habría ocurrido que el loro gordo que él poseía desde sexto año de primaria fuera uno de los ‘Galácticos3’ ¡Pero qué sorpresa!

“…Sólo bromeaba… Jajaja”

1 Zinedine Zidane: Ex futbolista francés. Es considerado el máximo exponente del fútbol mundial de mediados de los años 90 y principios del 2000 así como uno de los mejores jugadores de fútbol de todos los tiempos.

2 Ruleta de Marsella o ruleta marsellesa: Es una ingeniosa técnica futbolista que consiste en encarar al jugador contrario sin perder velocidad, efectuando una rotación por encima de la pelota y realizando una vuelta de 360º grados en el aire, consiguiendo dejar detrás al jugador contrario.

3 Los Galácticos: Mote español dado a los jugadores más caros y de clase mundial del equipo de futbol Real Madrid.

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…Ryuuji decidió dejar de jugar al tonto. Aunque había pensado en lo bueno que sería si la mañana nunca llegase, había llegado de todas formas.

Ryuuji estaba ahora tratando de determinar cuál sería su siguiente movimiento.

Al otro lado de la habitación, Inko-chan, quien parecía estar canalizando el espíritu de Zidane, estaba dando su segunda vuelta alrededor de su amo cuando de repente cambió de dirección y se metió en la habitación de Yasuko.

Después de unos segundos se escucharon sollozos inhumanos y el ruido de una cobija siendo pisoteada.

“Ahhhhhhh… Me has despertado…”

Una figura en pijama salió de la oscura habitación infestando la sala con hedor a alcohol. Ryuuji frunció su entrecejo al ver su aspecto desprolijo.

“Cavernícola…” “¿Gyaaa…?”

Su madre Yasuko, cuyo cabello tenía en ese momento la forma de un gallinero tenía a Zidane Takasu tomado del cuello.

“¡Ah, lo matarás!”

“¡¡Es su culpa!! Pisoteó la cara de Ya-chan…” Y luego Zidane que ahora estaba en su mano… “…bleh…”

Vomitó.

“¡Ah! ¡Kyaa!” Ambos, madre e hijo dejaron escapar gemidos de angustia. Esa sombría mañana, el loco Zidane recibía su merecido mientras vomitaba una sustancia verde y viscosa. Pero Yasuko no tenía ninguna intención de soltarle el cuello, balanceaba a Zidane de un lado a otro por lo que.

“…bleh…bleh…”

Como si fuera una fuente, Inko-chan lanzó un proyectil de vómito directo al mentón de Yasuko.

“¡¡¡…Ahhhhhh!!! ¡Ya-chan no puede soportarlo más!”

Después de meter en su jaula a Zidane que seguía vomitando, Yasuko se dirigió al baño. Abrió la puerta violentamente, entró y… se escuchó un sonido repugnante poco después. Ryuuji ni siquiera pudo taparse los oídos para evitar escuchar ese ruido sacrílego ya que sostenía a Zidane… no, Inko-chan quien estaba cubierto con vómito.

Suspirando, Ryuuji intentó fingir que no escuchaba nada proveniente del baño mientras limpiaba a Inko-chan con una toallita húmeda. Ah, aquí hay una mancha que no saldrá… mirando más de cerca, era el dibujo natural de sus plumas que por casualidad parecía el rostro de un cadáver.

Al regresar a Inko-chan a su jaula, los ojos de Ryuuji emitieron un brillo azul en tanto murmuraba: “no quiero seguir siendo humano… ya no”

“¿Estás bien después de vomitar tanto Inko-chan? ¿Necesitas ir al veterinario?… Bueno, pues ya que hoy es la ceremonia de apertura de la escuela, podría faltar y llevarte…”

Sus deseos de querer faltar a la escuela eran extremadamente obvios. ¡No huyas! La voz de Taiga de la noche anterior resonaba en su cabeza; pero eso no sería huir. Es porque Inko- chan no se siente bien. No obstante ese tipo de excusa no funcionaría.

“¡Buenos días… Buenos días… Buenos días!”

Inko-chan comenzó a devorar su alimento como si tuviera planeado recuperar las calorías perdidas. Sus ojos sobresalían de sus órbitas mientras comía a una velocidad inhumana, a Inko-chan ya no le importaba la existencia de Ryuuji en lo más mínimo. Era evidente que era un espécimen de ave perfectamente sana. Ryuuji de pronto pensó en una posibilidad:


“Inko-chan, no me digas que tú…” “¿…tratabas de darme ánimos…?” “¿Ugu…?”

“…No importa, olvídalo”

Ryuuji suspiró al alejar su mirada del vacío rostro del loro gordo y se levantó para lavar la copa que Yasuko había usado cuando regresó del trabajo por la mañana.

Mirado el reloj se dio cuenta de que había pasado un poco de tiempo resolviendo el problema del vómito de Zidane.

“Ah… ah… Definitivamente no quiero ir”

…¡No huyas!…

Sí, ya lo sé. Voy a ir. No es como si tuviera las agallas para faltar el primer día de clases.

Ryuuji tomó su uniforme del perchero y lo cepilló como de costumbre. Se puso un suéter gris con cuello en forma de V encima de su camisa escolar y luego se colocó encima la chaqueta escolar sin abotonarla. Enrolló en su cuello la bufanda de lana que a Taiga le gustaba tanto y así los preparativos de Ryuuji estuvieron listos. Aunque era invierno él prefería no usar abrigos ya que nada iba a cambiar su cara. Él había dejado lista su mochila desde la noche anterior así que lo único que faltaba era cruzar la puerta.

“…En verdad, no quiero ir…”

No, tienes que ir. Ryuuji sacudió coléricamente su cabeza tratando de deshacerse de esa nube de depresión.

“Ya me voy…” Le dijo a Yasuko quien se estaba lavando los dientes en el baño. “Ve con cuidado~… Bye bye Ryu-chan~”

Yasuko, quien parecía estar ebria incluso después de vomitar, se paró frente a su hijo con agua chorreando de su boca.

“¿Te acordaste de llevar aquello contigo? Está en la mesita de mi cuarto~” “¿…Qué es ‘aquello’?”

“¿Hmm? Ah, Ryu-chan ha estado muy atolondrado últimamente~ ¿Cómo pudiste olvidarlo~? ¡Es aquella cosa de Okinawa~!”

“¿Okinawa…?”

“¡…Okinawa!”

Percibiendo el sobrecogedor olor a alcohol, Ryuuji lo recordó. Tengo que regresar y tomarlo.

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“¡Oh no! Lo había olvidado por completo”

Aquello que estaba en la habitación de Yasuko era el formulario de aprobación de los padres para el viaje escolar a Okinawa. Aunque Ryuuji sabía que debía entregarlo el primer día de clases, había tenido muchas cosas en la cabeza recientemente y por tanto se había olvidado de ello. Era vergonzoso que hasta la perpetuamente borracha Yasuko lo hubiera recordado.

“¡Okinawa, Okinawa! ¡Qué bien! ¡Ya-chan también quiere ir~!” “…Bueno, me marcho ya”

“Hmm… No parece que estés muy animado~”

Ryuuji introdujo el documento en su mochila mientras se ponía sus lustrados zapatos escolares y abrió la puerta. El frío viento invernal proveniente del norte se metió dentro de la casa obligando a Ryuuji a cerrar sus ojos involuntariamente.

“Ryu-chan ¿Estás bien~?” Si bien escuchó la pregunta de Ya-chan, Ryuuji no se sintió con ganas de responder. A pesar de que hacía tanto frio, los rayos del sol matutino seguían brillando deslumbrantemente.

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Ahora no es momento de pensar en Okinawa

Ryuuji volteó a ver con el rabillo del ojo el condominio de Taiga mientras caminaba por la calle. La escalera brillante de mármol preparaba el camino hacia las puertas de cristal que servían como entrada. Los árboles de hoja perenne plantados a un lado seguían verdes como de costumbre a pesar del frío invierno.

Pero hoy, Ryuuji no tenía intención de pasar por ese camino bordeado de árboles, en su lugar caminaba directamente hacia la escuela. Ryuuji optó por respetar la decisión de ella, a pesar de que él no estaba seguro de si la perezosa Taiga sería capaz de levantarse de la cama.

¿Estará despierta a esta hora?… Él no sabía qué era lo que ella estaba haciendo en ese momento, pero Ryuuji se sintió feliz de saber la determinación de Taiga. Se sentía solo y también un poco abandonado, pero Ryuuji estaba feliz de que Taiga intentase considerarlo a él cuando tomaba sus decisiones.

Exhalando un vaho blanco, Ryuuji pensó en como siempre había sido maltratado por Taiga, ella le pegaba con su mochila, lo regañaba, lo estrangulaba, le picoteaba los ojos, le armaba sus rabietas a primera hora de la mañana sin importar si él llegaba tarde o temprano, lo derribaba al suelo y tenía que escuchar sus disparates acerca de Kitamura-kun, de Minorin o de Bakachi mientras caminaba ese mismo camino junto a ella… pero, entonces, Taiga finalmente se había puesto de pie por sí misma. Incluso ella le había dicho ‘lo hago por tu bien y el de Minorin’.

Tal vez Taiga en verdad había madurado.

Él imitó lo que Taiga había hecho la noche anterior y se dio de palmaditas en sus mejillas.

A pesar de que sentía muchas ganas de escapar, él había decidido no hacerlo ¿cierto? Simplemente tenía que tomar control de sí mismo y ocultar su vergüenza ¿verdad? Era lo único que necesitaba hacer y eso sería mucho mejor que desistir sin dar pelea.

Ryuuji finalmente alzó su cabeza en tanto una ráfaga de viento sacudió su frente. Miró hacia adelante ¿Qué pasaría si me encuentro con Kushieda camino a la escuela? Pero era demasiado tarde para preocuparse por tal cosa.

Lo único que podía hacer en ese momento era seguir caminando, al menos eso no permitiría que la situación empeorase. De cualquier forma, no era como si él hubiera sido despreciado por su novia. Lo que Ryuuji debía hacer ahora era seguir trabajando para conseguir su deseado final feliz.

Si lo miraba en retrospectiva, sus sentimientos habían sido de amor no correspondido desde el inicio.

En el cruce, el semáforo cambió a verde casualmente justo cuando Ryuuji se preparaba a cruzar la calle, fue un pequeño golpe de suerte que le levantó ligeramente el espíritu. Ryuuji había resuelto saludar a Minori apenas llegase a la escuela. Había decidido usar la voz más animada que pudiese para gritarle ‘¡Buenos días!’, aunque no estaba seguro de si lograse proseguir una conversación desde ahí. Pero él debía saludarla con una cara sonriente el primer día de clases.

Eso era lo único que podía hacer, para poder mirar hacia adelante con esperanza… “¡Hey! ¡Buenos días Takasu-kun!”

¡¡¡…Ay Dios!!!

“¡Ah, hoy hace mucho frío…! ¿Dónde está Taiga? ¿Por qué no está contigo?”

Ryuuji se transformó en la segunda reencarnación de la segunda generación de los Takasu, su situación era tan confusa como eso. Después de cruzar la calle, Ryuuji ejecutó una hermosísima ruleta marsellesa evadiéndola con su hábil trabajo de pies y girando a su alrededor como un tornado. Entonces gritó sin decir palabra ¡¡¡Soy el imbécil más grande del universo!!!

Había sido una tontería caminar hacia la escuela por la ruta que siempre tomaba junto a Taiga y Minori. Si Taiga no se había levantado aún ¿No era evidente que ‘ella’ estaría esperándola aquí? ¿No era normal que Kushieda Minori estuviese en éste cruce?

“¡E-espera! ¡Takasu-kun!”

Ryuuji fingió estar demasiado ocupado en ajustarse la bufanda como para responderle, pero en realidad su cuerpo no le permitía detenerse o voltear. Solo podía alejarse a un ritmo inhumano.

¡¿Qué clase de ‘saludo’ fue ese?! ¿Qué pasó con todo eso de ‘saludarla con una sonrisa~’? ¡Idiota, idiota, idiota! ¡Deberías morir! Como estaba demasiado ocupado sermoneándose a sí mismo, Ryuuji no se dio cuenta de la expresión de Minori ni de la mochila que se resbaló de sus dedos. Tampoco reparó en la forma con que agarró fuertemente el dobladillo de su falda. Ni siquiera pudo respirar el aire que había un metro a la redonda de ella.

“¡Oye…! Takasu-kun, no…”

Por alguna extraña razón, el cuerpo de Ryuuji se tensó por un momento, pero aún así se esfumó velozmente de la escena. Usó su espalda tan dura como una roca para bloquear la visión de Minori mientras desaparecía como una columna de humo. Tal vez el incidente matutino de Inko-chan con ‘Zidane’ era una profecía de esta situación… Ryuuji sólo podía pensar en esas cosas tan patéticas, era incapaz de aceptar que estaba siendo un verdadero pelmazo.

“¡No huyas… de mí!”

Aunque digas eso.

A pesar de que la voz de Taiga de la noche anterior resonaba en su cabeza, lo único que hizo fue impulsarlo a que corriera todavía más rápido.

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“¡Estúpido Ryuuji…! ¡No huyas…!”

No soy estúpido… Por alguna razón, la voz de Taiga no parecía provenir del interior de su

cabeza. Justamente pensaba eso cuando.

“Ah, Buenos, buenos días Minorin… ¡Ahhhhhhhhh!”

Un grito agudo atravesó el aire matutino. Y entonces “¡Ahh…!” Minori también comenzó a gritar ya que cierta pequeña idiota se había caído a mitad de la calle. El haberse caído no era tan malo, pero esa idiota tenía que caerse justo enfrente del punto ciego del camión que acababa de dar vuelta en el cruce. Ryuuji y Minori soltaron sus mochilas y corrieron al mismo tiempo hacia esa idiota, lo cual provocó una escena en cámara lenta.


Como si fuera un gatito a punto de ser atropellado por las gigantescas ruedas de un camión, Taiga se quedó petrificada mientras contemplaba el vehículo que se aproximaba lentamente. Ryuuji saltó frente al camión estampándose en el parabrisas, lo que asustó al conductor para que éste pisara el pedal del freno y así Minori tuviera la oportunidad de arrastrar a Taiga hasta la orilla de la calle.

“¡Es muy peligroso saltar de esa manera jovencito…!” Gritó el conductor antes de desaparecer entre los gases negros provenientes del tubo de escape.

Ryuuji sentía como si su corazón fuese a estallar y su cuerpo entero temblaba.

“…Yo, casi muero…” “¡Tú… idiota!”

Ryuuji no podía dejar de gritarle. Al mismo tiempo… “¡¿En qué estabas pensando?! ¡¿Cómo pudiste…?!”

Se escuchó también la voz de Minori. Taiga estaba sentada en la orilla de la calle con su abrigo manchado en la parte delantera, era incapaz de levantarse. Miró lentamente a Ryuuji y luego a Minori. Entonces murmuró en voz baja.

“Lo siento…”

“¡No es una broma y lo sabes! ¡Por poco te atropella un camión!” “¿Por qué corriste de repente? ¡Vamos, levántate! ¿No te lastimaste?”

Agarrándose de la mano de Minori, Taiga finalmente se puso de pie. Se sacudió el polvo de la falda con una expresión de tristeza en el rostro.

“¡Vamos, ponte bien tu abrigo! ¡También acomódate la bufanda! ¡Estás hecha un

desastre…ah!”

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De pronto Ryuuji se dio cuenta de que había un rasguño en una de las manos que abotonaban el abrigo gris de lana y acomodaban la bufanda rosa fucsia que ella por fin había comprado para sí misma. Él tomó su mano sin pensarlo.

“¡Estás sangrando!”

“¿De verdad? ¡Un pañuelo, un pañuelo!”

Tengo un pañuelo. Justo cuando Ryuuji se preparaba para decir eso, repentinamente dejó de respirar.

Por fin se había dado cuenta de la magnitud de lo que acababa de hacer porque Minori observaba cómo le tomaba la mano a Taiga. Ambas manos de Ryuuji comenzaron a temblar al mismo tiempo que vio un ligero temblor en los ojos de Taiga. Minori sacó un pañuelo de papel de su bolsillo y lo usó para limpiar la herida de la mano de Taiga.

Al parecer, Minori se había hecho un corte de pelo.

Las puntas de su cabello que bailaban alrededor de los costados de sus mejillas le daban un aire un poco más masculino que antes.

Los ojos oscuros de Minori brillaron por debajo de su flequillo.

Y luego… hizo lo impensable.


Repentinamente se dio la vuelta, Ryuuji dejó solas a Taiga y a Minori, y se marchó. Fue algo extremadamente antinatural, pero él ya no podía soportar el permanecer en ese lugar. Ni siquiera se molestó en sacudir el polvo de su mochila tirada mientras se alejaba de Minori por segunda vez.

Ryuuji se echó a correr pretendiendo no ver ni oír nada.

Sin embargo Taiga no le gritó nada esta vez. A medida que ajustaba la postura de su mochila volteó y miró hacia atrás, Minori estaba de espaldas a ella y parecía estar recogiendo su mochila. Entonces Taiga se paró en la acera, se agarró la cabeza y gritó sin decir una sola palabra “¡…Ahhhhhhh! ¡Lo eché a perder! ¡Fallé miserablemente! Y cosas por el estilo. Ryuuji estuvo de acuerdo con ella en silencio. No has madurado nada, una persona adulta jamás se arrojaría a la calle de esa forma para ser atropellada.

Pero a su vez, Ryuuji también quiso tomar la misma pose que ella y gritar a los cuatro vientos: ¡Idiota, idiota, idiota! ¡En verdad soy tan idiota!

¡Ahhh! ¿Y si la escuela se quemara?… Pensaba Ryuuji mientras huía de la escena.

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