Zombie Darake no Kusatta (NL)

Volumen 1

Capitulo 22: ¡Castigo Divino!

“¡TIENES que estar bromeando!”

Giganta-zombi se levanta más de un buen treinta y cinco pies de altura. Es mucho, mucho más grande que el jamón sin hueso. Naturalmente, sus pies son lo suficientemente grandes como para sostener todo ese volumen y sin duda nos convertirá en panqueques de salpicaduras si nos pisa.

“¡Atrapen a esa mocosa! ¡El mundo volverá a ser nuestro si se la quita de en medio!”

“Tenía que ser yo, ¿no?”

Lo sabía. Lo sabía tan bien, pero nunca había deseado tanto en mi vida estar equivocada. Lex patea sus pies contra el flanco de Vianta, tirando con fuerza de sus riendas para cambiar de dirección. ¡KA-BAM! ¡KA-BAM! ¡KA-BAM! Pasos que suenan más bien como pequeñas explosiones se suceden justo detrás de nosotros. Vianta hace lo que puede, pero la Giganta-zombi se acerca cada vez más.

¡Si alguien pudiera derribar a Jela mientras su mascota está ensimismada!

Mis escasas esperanzas se ven truncadas por el hecho de que la mujer es más inteligente de lo que parece — dos zombis de arcilla la protegen a ambos lados. La niebla negra se arremolina a su alrededor, dándoles un aura diferente a la de los zombis de arcilla con los que luchamos antes.

Mientras tanto, el Giganta-zombi se agacha y extiende su brazo derecho. Me aplasto tan cerca de la espalda de Vianta como puedo bajo Lex. A mi alrededor se oyen crujidos, chirridos y chasquidos — el sonido de los árboles y las ramas — al ser segados. La enorme sombra pasa por encima de nuestras cabezas. Apenas escapamos de un impacto directo.

Sin embargo, somos golpeados por la furiosa ráfaga que siguió directamente al ataque. Me desequilibra, pero los brazos de Lex me sostienen, evitando que me caiga de Vianta. Después de un suspiro de alivio, lanzo una mirada cansada detrás de mí. La Giganta-zombi sigue apuntando hacia nosotros.

“¡A este paso nos alcanzará!”

No sé qué cara pone Lex porque está detrás de mí, pero su silencio lo dice todo — no tiene buenas ideas.

“¡Señorita Sacerdotisa!” llama una voz joven impropia del campo de batalla. Sir Oden hace que su caballo, con Pino en él, galopen en paralelo a Vianta.

“¡¿Pino?!”

“¡Ve a esa cabaña! ¡No debería poder atacar allí!”

Jela llamó a ese lugar su “nido de amor”. Seguramente evitará que su Giganta-zombi lo destruya. Me siento mal por poner al rey en peligro, pero al paso que vamos, mi único otro futuro es ser aplastado o catapultado a mi perdición.

“¡Lex!”

“¡Como usted ordene!”

Vianta vuelve a invertir la dirección. La Giganta-zombi está tan cerca que sólo puedo verla de cintura para abajo, lo que me hace darme cuenta de nuevo de lo grande que es. Sólo sé que, si usara mis propias piernas, estaría demasiado asustada para correr. Me alegro de todo corazón de estar montando a Vianta. O al menos lo estaba, hasta ahora. ¡Desearía que se detuviera! ¡¿Por qué está corriendo directamente hacia Giganta-zombi?!

“¡Oye! ¿Por qué no lo rodeas? ¡Vamos a morir! ¡A MOOOORRRIIIIIRRRRR!”

“¡Vamos a abrirnos paso entre sus piernas!”

“¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!”

El Giganta-zombi levanta su pierna derecha para pisarnos. Un pie del tamaño de un edificio desciende sobre mi cabeza. Unos segundos más y estaremos literalmente fritos — y pasamos justo antes de que eso ocurra. Mientras el suelo tiembla como un terremoto, pasamos junto a la pierna izquierda del zombi, que se había convertido en su pierna pivotante.

“Mi corazóóóóóónnnnn…”

Mi corazón martillea en mi pecho. La fuerza monstruosa de Giganta-zombi hace que esta sea mi llamada más cercana hasta ahora.

“¡Pequeñas hormigas! ¡Apresúrate y aplástalos, precioso!” Las órdenes de Jela hacen que Giganta-zombi se lance tras nosotros.

Nos habíamos alejado de esa cabaña nido de amor durante nuestra anterior huida. Nos llevará algún tiempo volver a ella. Eso podría darle el tiempo suficiente para descubrir nuestro plan de usar la cabaña como escudo e idear un contraplan.

Pero mis temores son innecesarios, porque Sir Oden empieza a gritar a Jela, distrayéndola. “¡Escúchame, Jela o como te llames! ¡Probablemente te hayas cegado a ello, pero Su Majestad y la Reina Lia eran una pareja muy íntima y cariñosa! ¡Tan cariñosa que han pasado a la historia como el mejor equipo de marido y mujer desde que se fundó el Reino de Grantz!”

Lo entiendo. Está intentando meterse en su piel obligándola a oír hablar de la relación amorosa del rey y la reina. Curiosamente, no tiene tanto efecto en Jela como había pensado.

“¡¿Estás tratando de provocarme?! No caeré en un truco tan barato.”

“¡Permíteme que te relate las palabras especiales que Su Majestad utilizó para proponerle matrimonio a Lady Lia y que yo le sonsacaba cuando estaba borracho! ¡Ejem! ‘¡Eres más hermosa que cualquier otra! En corazón, mente y cuerpo. Te habría encontrado sin importar lo lejos que estuvieras de mí…’”

“¡Maldita vieja cabra! ¡No mientas con tus dientes amarillos! ¡No hay manera de que esa vaca sea más hermosa que yo! Te mataré.”

Por un momento, temí que su plan no funcionara, pero resultó ser más fácil de lo esperado poner a Jela nerviosa. Mientras ella se “apasiona” por Sir Oden, nosotros casi nos ponemos al alcance del llamado nido de amor. Ser notado no será un problema para nosotros ahora. En realidad, no ser notado será el problema.

“¡Hey! ¡Señorita! ¡¿Está bien que Giganta-zombi siga así?!” Le llamo.

“¡¿HUH?! ¡Por supuesto que está bien! ¡Sí, sigue adelante, mi amor! Aplasta a ese pequeño imbécil bajo tus pies… ¡Ak! ¡No, no está bien! ¡Espera! ¡Aguanta! ¡MI AMOR MI NIDOOOO!”

El pie ya levantado de Giganta-zombi se detiene en el aire mientras Jela grita. Es mi pequeño secreto que el corazón casi se me sale del pecho cuando ella no se dio cuenta de lo que estaba pasando de inmediato. Jela exhala, completamente aliviada de haber detenido también a su mascota a tiempo.

Vianta aprovecha esa oportunidad para galopar hacia el enorme pie de Giganta-zombi.

“¡Toma esto!”

Golpeo con mi mano derecha el pie. Una luz cegadora irradia del gigantesco cuerpo del tamaño de una casa de tres pisos. El gran tamaño del zombi hace que la luz cubra toda la zona de un blanco brillante.

Lástima que aún pueda oír claramente los gritos desquiciados de Jela: “¡Me has engañado, imbéciiiiiiillllll!”. Cuando la luz se dispersa, las costuras recorren el cuerpo de Giganta-zombi como los contornos de las piezas de un puzzle.

Cada pieza se desprende, y una variedad de animales salen rodando, cayendo al suelo como si literalmente llovieran perros y gatos. Cada animal está cubierto de una espesa mucosidad rosa. Se me revuelve el estómago sólo con ver esa baba; si puedo evitarlo, prefiero no acercarme a ellos.

“Blurgh”, vomito un poco en mi boca.

“Por un momento, pensé que estábamos condenados…” Lex admite.

“De alguna manera lo logramos”, coincido, llevándome la mano a la boca para no vomitar. “En efecto. Todo gracias a Vianta”. Lex acaricia suavemente el cuello de Vianta.

De repente, los zombis de arcilla que custodian a Jela se abalanzan sobre nosotros a una velocidad vertiginosa. Acortan la distancia distancia arrastrándose a cuatro patas por el suelo y rodeando las piernas de Vianta. Asustada, Vianta se agita salvajemente, lanzándonos a Lex y a mí.

“¡Lady Mizuha!”

Lex se lanza protectoramente debajo de mí. Gracias a su rapidez, mi cuerpo no se estrella contra el suelo, pero el peligro es mayor. Uno de los zombis de arcilla envueltos en niebla negra se lanza a por mí cuello. Lex blande su espada ya desenvainada, interceptando el ataque.

“¡Lex!”

La embestida del zombi de arcilla tiene mucho peso. La cara de Lex se retuerce por el esfuerzo. Tengo que entrar y purificar al zombi antes de—

Mis pensamientos son interrumpidos por un ataque inminente.

“¡Todo volverá a ser como antes si te mato!” Jela, impulsada desde atrás por la niebla negra, se desliza junto a Lex y se dirige directamente hacia mí. Sus largas y afiladas garras de color negro están a pocos centímetros de mi garganta. Se acerca tan rápido que no puedo escapar.

¿Por qué ahora? ¡Hemos estado tan cerca!

Resignado a morir, cierro los ojos de golpe. Inmediatamente después se oye un ruido sordo. ¿Qué ha pasado en el apocalipsis zombi? Abro rápidamente los ojos y encuentro a Jela desplomada en el suelo frente a mí. Por el rabillo del ojo veo una estatua de una chica de instituto — me refiero a una estatua mía — rodando por el suelo.¿Podría ser—

“¡Castigo divino!”, declara una voz clara y sonora. En la dirección de esa voz se encuentra Iris con la cabeza alta y orgullosa, con el triunfo en los ojos.