Regressor Instruction Manual

Capítulo 52: Ser Pobre No Significa Que Seas Bueno (Parte 1)

[Has descubierto una nueva receta]

[Has creado una poción básica de resistencia con éxito]

[Tu inteligencia incrementa un punto]

[Combinando Hierba Envenenada y Sangre de Trol. Has creado un nuevo catalizador con éxito]

[Tu inteligencia incrementa un punto]

[Combinando Hierba Envenenada y Esencia Mágica. Has creado un nuevo catalizador con éxito]

[Combinando Hierba Envenenada y Diente de Orco. Has fallado en crear un  nuevo catalizador]

Ser alquimista no era difícil, pero no significaba que no necesitaras ser hábil. Usar un círculo mágico de alquimia en el momento adecuado, el tipo de círculo mágico que variaba en función de los catalizadores, la cantidad de magia necesaria para crear un círculo mágico y la sinergia entre catalizadores e ingredientes. Tengo que hacerlo pensando en esas cosas, así que esto era muy parecido a un experimento. Un experimento con un alto riesgo de fracaso. Por eso un alquimista tenía que ser cauteloso.

La mayoría de los alquimistas sabían que los ingredientes eran muy caros. Por lo tanto, cada pieza de oro importaba cuando tenían que gastarla. Primero tenían que elaborar varias hipótesis tras profundizar en la elaboración de pociones y en la teoría de la combinación de catalizadores. A partir de esas hipótesis, se podían realizar experimentos virtuales. Después, el experimento real se podía hacer basándose en los resultados de los experimentos virtuales.

Por supuesto, esto no se aplicaba a mí.

¿Por qué?

“Porque tengo mucho dinero”.

Ni siquiera me molesté en hacer experimentos virtuales. Continué con la combinación de catalizadores y la elaboración de pociones. No me molesté con la teoría o la hipótesis y solo me centré en los resultados del experimento. Comparado con los otros alquimistas, por supuesto, el mío fue más efectivo -los demás se preparaban durante un mes mientras temblaban al ver un catalizador de rango raro.

[Has fallado]

[Has fallado]

[Has fallado]

¿Acaso no funciona?

No perdí el tiempo intentando averiguar la razón; simplemente cambié un poco el método.

[Has tenido éxito]

Estaba llegando a la cima de la prodigalidad. En la última semana, estaba seguro de haber gastado unos mil oros, pero no era como si no hubiera obtenido nada. No hubo resultados inmediatos, sin embargo, ya memoricé las recetas de pociones que se vendían en el mercado. Además, pude aumentar mis atributos de inteligencia y magia -básicamente estaba pagando para ganar.

Cuando estaba a punto de volver a activar un círculo mágico, oí una voz desde fuera.

“¡Hermano!” Park Deok-Gu llamó a la puerta.

“Sí, entra. No olvides desinfectarte usando el artefacto” le indiqué.

“Entendido”.

Cuando la puerta se abrió ligeramente, vi a Jung Ha-Yan a su lado. En sus brazos, cargaban varios paquetes.

“¿Por qué se molestaron en venir? Los mensajeros del gremio prometieron ayudarme con esas cosas. Incluso se lo he dicho a la recepcionista para que no tengas que moverlos tú” les expliqué.

“Ugh, lo hacemos como excusa para poder visitarte. No entiendo cómo a pesar de vivir en la misma casa, es tan difícil verte la cara” Deok-Gu se quejó. “¿Puedo dejar los paquetes aquí?”

“Déjalo en cualquier sitio. Gracias, Deok-Gu”.

“Jeje, esto no es nada”.

“Ki-Young, ¿ha-has comido ya?” Jung Ha-Yan preguntó.

“Oh.”

Al mirar la hora, me di cuenta de que había pasado mucho tiempo. Estaba tan concentrado que no me di cuenta de que estaba por anochecer.

“Hice algo…” dijo ella.

“Oh, entonces comamos juntos” sugerí.

“¡Sí!” Park Deok-Gu exclamó.

No pude evitar sonreír al verlos tan emocionados.

Comprobé los paquetes que me habían traído; todos estaban en buenas condiciones.

“Por cierto, ¿para qué piensas usar todos los artículos que has pedido?” el grandullón preguntó.

“Todos son catalizadores para la alquimia” contesté.

“Vaya, esta es la poción que hiciste… ¿puede salvar a un moribundo hermano?” 

“No, pero puede curar heridas comunes. Oh, Ha-Yan, no toques los objetos que están ahí y tampoco pienses en beberlos” le advertí.

“¡Oh… vale!”

“No sé mucho de estas cosas… ¿Qué estás tratando de hacer?” me cuestionó Deok-Gu.

“Bueno… primero…”

“¿Sí?”

“Algo que nos haga ganar dinero”.

Los dos se miraron el uno al otro; parecían algo despistados, hasta el punto de que me eché a reír. Esto no era algo que se me ocurrió de la nada. Como he dicho, el dinero era lo más importante para mí, pues era natural que tuviera unos ingresos basados en la cantidad de dinero que gastaba. La cantidad que ganaba tenía que ser igual o mayor a la que invertía. En pocas palabras, me convertiría en el financiero del grupo de Kim Hyun-Sung.

Por supuesto, tenía que mostrar resultados para que Cha Hee-Ra siguiera invirtiendo en mí. Le proporcioné la lista de nombres, pero tenía que seguir demostrándole que era útil.

Lo que estaba haciendo era un secreto y no había razón para que Park Deok-Gu y Jung Ha-Yan lo supieran.

Salimos del laboratorio y nos dirigimos a la sala de nuestro grupo.

“Por cierto, ¿qué hace últimamente Hyun-Sung?” pregunté mientras caminábamos.

“Ahora que lo pienso, hace tiempo que no lo veo” contestó Ha-Yan.

“Bueno, él es como tú, hermano. Entrenamos juntos, pero cuando acabamos, se va corriendo a los barrios bajos. Incluso lleva un montón de comida” añadió Deok-Gu.

“¿Qué?”

“De verdad que tiene el corazón de un ángel. No estoy seguro de si está haciendo algún tipo de trabajo de caridad… ya ha pasado una semana desde que ha estado haciendo eso. Lo respeto mucho por eso”.

“¿En serio? ¿Todos los días?”

“Eso parece. ¡Oh! También le oí hablar de una nueva mazmorra o algo así… de todas formas, por la forma en que camina por la ciudad, parece que está buscando a alguien o recopilando información” se encogió de hombros. “De lo que estoy seguro es de que Hyun-Sung es un tipo muy amable”.

Deok-Gu abrió la puerta de la sala, dejándonos entrar primero. Una bandeja plateada me llamó rápidamente la atención. 

“¿Dices que tú cocinaste, Ha-Yan?” le pregunté.

“Sí. Hay una cocina más pequeña, separada de la principal. Espero que les guste” dijo, destapando la bandeja. El olor que desprendió de los tres platos ahí servidos llenó la habitación; olía y se veía bien. Se trataba de un platillo típico coreano, el bibimbap.

“Guau, huele muy bien…” Deok-Gu ya casi empezaba a babear.

“¿Dónde aprendiste a cocinar así?” 

“Ah, po-por mis hermanas” explicó, sonrojada. “No solía cocinar así, pero esta es una ocasión especial”.

“Se ve muy bien. Muchas gracias por la comida” yo y Deok-Gu la elogiamos y nos sentamos.

Trabajo de caridad, ¿eh?, pensé, regresando a Hyun-Sung.

Eso encajaba con él.

Pensé que tal vez iba a traer a un nuevo miembro con talento que conocía, aunque estaba tardando más de lo que pensaba. Si visitaba constantemente los barrios bajos, significaba que no era fácil de conseguir. Si era capaz de reclutarlos enseguida, entonces no habría razón para que siguiera haciendo obras de caridad por allí.

“Hyun-Sung debe de ser muy empático para visitarlos tanto” mencionó Ha-Yan.

“No estoy seguro de cuánto piensa en la gente de allí, pero cuando le veo fruncir el ceño, me doy cuenta de que hay muchas cosas que le preocupan” mencionó Deok-Gu.

Quizá había algún problema.

¿Debería visitarlo?

No era mala idea. Estaba en la fase final de los productos que estaba fabricando y también sentía curiosidad por el tipo de talento y naturaleza que tendrían nuestros futuros compañeros. Por supuesto, tenía que saber más sobre ellos.

Cuando probé un bocado de la comida que Jung Ha-Yan había hecho, noté su cara de felicidad. No imagine que tuviera el don de la cocina.

“Debería intentar ir con él” pensé en voz alta.

“¿Eh? ¿En serio?” 

“Tengo un poco de curiosidad por saber cómo son los barrios bajos” respondí.

“Yo también quiero ir, Ki-Young” me pidió Ha-Yan.

“¿Quieres?”

“¡Sí!”

Park Deok-Gu también quería ir -me di cuenta por su expresión- no obstante, se contuvo para no ser un mal tercio. 

“Bueno, yo tengo que entrenar, así que los veré luego” se excusó.

“¿Nos vamos ya, Ha-Yan?” le pregunté.

“¡De acuerdo!”

Solo nos tardamos un momento en salir juntos del gremio.

Me había acostumbrado a las vistas que tan interesantes me parecían al principio. Para ser justos, no me había alejado mucho de la zona del gremio. Nos dirigimos a la plaza central tomados de la mano, donde pedimos un carruaje. 

“Llévenos a la puerta este, por favor” le pedí al cochero. Según me habían contado mis compañeros, ahí era donde la gente de la iglesia se reunía para las obras de caridad. 

Transcurrió media hora hasta que el ambiente empezó a cambiar un poco. A pesar de que la gente de escasos recursos vivía en las afueras, muchas personas venían aquí a pedir limosna o a trabajar. Las casas se veían bien, pero esta gente era la que daba mala impresión del lugar. Era como si hubieran infectado con su podredumbre esta parte de la ciudad. 

“¿Qué le trae por aquí?” preguntó el cochero.

“Nada en especial. No hace tanto que llegamos a la ciudad. Solo tengo curiosidad por ver cómo es este lugar” contesté.

“Oh, supongo que un gremio te ofreció un buen empleo”.

“Jaja, es vergonzoso, pero así es”.

Entre los callejones y esparcidos por la calle, los vagos caminaban con la cabeza abajo, nerviosos con miradas de envidia. Eran unos fracasados que no tuvieron la determinación para adaptarse a este nuevo mundo. 

“El ambiente es un poco diferente al del distrito occidental” observó Jung Ha-Yan.

“Sí, estoy de acuerdo”.

Me sentí tonto por preocuparme de que pudiera ser peligroso.

La forma en que íbamos en el carruaje nos hacía parecer una pareja de clase alta de esta zona. La gente de aquí no tenía ni la resistencia ni la tenacidad para causarnos daño y lo único que hacían era pelearse entre ellos.

La situación era la misma incluso después de bajar del carruaje. Incluso se mantuvieron lejos de nosotros; ni siquiera se atrevieron a pedirnos limosna. 

Caminamos un poco hasta llegar a la puerta, y nos detuvimos para mirar los barrios bajos. Estaban a unos 400 metros de distancia. A esta distancia, solo alcanzaba a ver las casas, pequeñas y sucias, a penas capaces de mantenerse en pie. 

A unos pocos metros de la puerta este, gente vestida con harapos empezó a reunirse. En el medio de la conmoción, una mujer de cabello liso, largo y negro, con un porte elegante repartía comida. Había más gente ayudándola, mas no les presté atención. Activé mi Ojo de la Mente. 

[Verificando la ventana de estado y talento de la jugadora]

[Nombre – Sun Hee-Young]
[Título – Santa de los Desamparados]
[Edad – 32]
[Carácter – Voluntaria ideal]
[Clase – Clériga del Sol – Épica]
[Efecto de la clase  – Conocimiento intermedio de poder sagrado]

[Atributos]
[Fuerza – 30/Límite de crecimiento por debajo de Común]
[Destreza – 28/Límite de crecimiento por encima de Común]
[Constitución – 30/Límite de crecimiento por debajo de Épico]  
[Inteligencia – 45/Límite de crecimiento por encima de Épico] 
[Resistencia – 32/Límite de crecimiento por debajo de Raro]
[Suerte – 45/Límite de crecimiento por encima de Épico]  
[Fe – 69/Límite de crecimiento por encima de Legendario]   

[Habilidad – Plegaria de la Santa]

[Revisión general – No es una exageración decir que Sun Hee-Young nació para ser una clériga. Eres muy diferente a ella, puesto que tú tienes una personalidad de mierda. Ni siquiera pienses en acercarte. Es demasiado pura como para ser contaminada por ti]

Guau…

Después de ignorar a la revisión a la que ahora me había acostumbrado, volví a ver sus atributos.

Increíble.

A menos que tuviera agujeros en los ojos, estaba seguro de que ella era la indicada.

Incluso tenía su fe en rango legendario.

Parecía que llevaba aquí un tiempo. Su potencial me recordaba a Jung Ha-Yan.

Los demás voluntarios no parecía que pertenecieran al mismo gremio; sus ropas y banderas eran diferentes.

Una cosa de la que estaba seguro era que se habían reunido con esa mujer llamada Sun Hee-Young en el centro y la estaban adulando. Era bastante obvio.

¿Guerra de reclutamiento?

Estaba seguro de ello.

Supongo que la persona con talento que Kim Hyun-Sung quería reclutar era alguien que los demás también conocían. Una persona talentosa que todos querían y tenía un futuro garantizado. A pesar de eso, ella no estaba afiliada a ningún gremio.

Me di cuenta de por qué Kim Hyun-Sung visitaba este lugar a menudo y por qué los reclutadores de otros gremios se reunían aquí cuando no tenían nada que ver con el trabajo de caridad.

Todos estaban ocupados fingiendo ser amables. La forma en que ofrecían comida para llamar su atención era un espectáculo digno de ver.

¿Santa de los Desamparados? 

No parecían más que unos cabrones perezosos a los que no les gustaba trabajar. 

“Solo son unos putos vagos” murmuré sin darme cuenta.

“Estoy de acuerdo, Ki-Young. So-son unas… ¡ratas inmundas!” comparada con mi voz tranquila, la de ella era un poco alta, lo que hizo que todo el mundo nos mirara.

Maldita sea…