Regressor Instruction Manual

Capítulo 34: Enemigo (Parte 2)

“Deja de llorar, grandullón” le dije. 

“¿Qui-quién está llorando?” me contestó, tratando de ocultar su cara. Era su culpa que recibiera tanto daño, pero el resultado no había sido tan malo. Claro, no podía negar el hecho de que pude haber muerto. Mientras más lo pensaba, más absurda encontraba la situación; casi me reunía con Dios de la manera más patética posible. 

Basándome en mi guion, se suponía que Deok-Gu bloquearía la flecha de Jae-Jun y, en vez de gritar, Ha-Yan me curaría usando su anillo. 

Llegué al punto en que perdí tanta sangre que casi me desmayaba. Debería de considerarme un maldito suertudo. 

Aprendí dos valiosas lecciones en esta escaramuza: que incluso el más pequeño de los elementos podía arruinar mis planes, y que sería muy recomendable no echar las cosas a la suerte. 

Aunque a veces es necesario apostar…

Me di cuenta de que necesitaba prepararme minuciosamente antes de hacerlo. 

Era desafortunado, pero no había nada que pudiera hacer. Hasta empecé a hiperventilar en el clímax de la pelea por los fallos que hubo. Por supuesto, preví que ambos reaccionarían de esa manera. 

Aún así, me sentía agradecido por la manera en que terminó todo. 

Seguíamos siendo un puñado de principiantes aprendiendo en un tutorial.

Estaba seguro de que, con el tiempo, los errores de Ha-Yan y Deok-Gu se arreglarían. 

“Hermano, yo…” miraba a Seok-Woo, preguntándome qué hacer. 

“Lo mejor será que lo mantengamos cautivo” sugerí. 

“Ugh, ¿estás seguro?” su expresión dejó ver que no le gustaba para nada la idea. Asentí ligeramente como respuesta. 

El anillo Raro, Escudo Mágico, nos seguía protegiendo. Después de analizar a los monstruos con Ojo de la Mente, determiné que no eran tan fuertes como para romper la barrera. Una oleada de gratitud hacia Hyun-Sung me envolvió. Este anillo era mejor de lo que pensaba. 

“¡Keeeeeeaaakk!” las criaturas seguían lanzando sus cuerpos contra el escudo semitransparente, pero no sentí ni una pizca de miedo. 

“Señor, responde a mis palabras… Dame el poder para quemar a mis enemigos” empecé a construir un hechizo. “Bola de Fuego” me sentí un poco mareado al crearlo. Tenía la magia suficiente, por lo que debía de ser por la pérdida de sangre. Mi herida ya había sanado, pero parecía como si el daño siguiera ahí. 

Con una seña, le pedí a Deok-Gu que estuviera listo. Después, bajé el escudo y expulsé con fuerza mi magia. 

¡Boom! La bola explotó y el fuego se adhirió a los monstruos. Fue un impacto directo, pero Deok-Gu se mantuvo en guardia frente a mí en caso de que alguno siguiera con vida. Aunque estaba seguro de que habían sido aniquilados. 

“Fuuuu…” 

“¿Estás bien?” volteó a verme con preocupación en su rostro. 

“Sí, lo estoy” el mareo persistía, pero no era un problema. De hecho, me sentía refrescado porque logré mantenerme con vida en una situación tan peliaguda. 

Kim Hyun-Sung iba a matar a Jung Jin-Ho y Jae-Jun la pasaría muy bien con la loca. El problema era cómo nos encargaríamos de Seok-Woo ya que no había pensado en él en absoluto. Por ahora, solo tendríamos que someterlo. 

Supuse que Deok-Gu no era tan estúpido debido a que comenzó a atarlo. Estaba usando tiras de cuero y de algodón de la armadura de Seok-Woo; el material se veía un tanto malgastado, pero era mejor que nada. No, con su atributo de fuerza, sería incapaz de romperlas por su cuenta.

“¡Suelta! ¡Déjame ir, te digo!” gritó Seok-Woo. 

Le debió de tomar unos segundos en comprender lo que estaba sucediendo, porque recién empezó a resistirse, pero sus esfuerzos eran en vano. Se removía en el suelo con el grandullón encima suyo, con todo su peso presionándolo.

“¡Quédate quieto!”

“¡Lee Ki-Young, eres una puta rata! ¡Suéltame!”  

“Vaya payaso…” suspiré. 

“Los demás volverán por mí, después de haber matado al idiota de Kim Hyun-Sung. Regresarán y les rajarán los cuellos. ¡Van a rogar por sus vidas!” Seok-Woo seguía y seguía soltando amenazas vacías. Su rabieta me parecía tan disparatada que no supe qué decir. Su mundo imaginario era más profundo de lo que creía. 

“Jaja”. 

“¿Te estás riendo? ¿Crees que es gracioso? ¡Aprovecha, porque pronto no podrás hacerlo nunca más, maldito hijo de perra! ¿¡Me oyes, Ki-Young!? ¡Tú y ese puto cerdo!” cerró su boca de repente, como si algo se le hubiera ocurrido. “Tampoco puedo perdonar a esa perra de Ha-Yan… Nunca. Haré que se arrepienta de no haberme elegido. Todos los días…” ahora hablaba más para sí mismo que para insultarnos. 

“¿Eeehh?” exclamé con un tono burlón. 

“Lee…”

“No puedo escucharte” le dije mientras mostraba la cara más desagradable que podía hacer. Puse mi mano detrás de mi oreja y, lentamente, acerqué mi rostro al suyo con una sonrisa de oreja a oreja. Se veía bastante enojado, haciendo rechinar sus dientes. 

“Lee… Lee Ki-Young, ¡pedazo de mierda!” verlo tan agitado siempre era divertido de ver. 

“Debes de estar bastante confiado” le dije. 

“Cierra tu puta boca…”

“Es obvio que tus queridos amantes te han abandonado y huyeron por su cuenta” lo interrumpí. 

“¿Qué?”

“¿Jin-Ho no te lo dijo? Canceló el plan cuando Lee Ki-Chul murió… No, creo que él habría sugerido seguir observando la situación”.

“¿De-de qué estás hablando?” se le veía sorprendido. Sus pequeños espasmos faciales parecían preguntarme cómo me había enterado del plan. 

Esta era una situación que esperaba con ansias. 

Si no fuera por mi Ojo de la Mente y la reacción de Hyun-Sung no me habría enterado de todo esto. 

Estamos colaborando con un grupo ligeramente sospechoso. No habría pensado en nada más que en eso. 

No me importaba si estaba en lo correcto o no, pero después de ver su expresión, supuse que lo había adivinado.  

“No-no sé a qué te refieres” tartamudeó. 

“Eres un idiota, jajajaja” no podía evitar reírme; era muy divertido. Básicamente, nos habían estado anunciando sus siguientes movimientos. Jin-Ho era un estúpido por haber aceptado a Seok-Woo. “Lo que estoy diciendo es…”

“Cierra la puta boca…” dijo entre dientes. 

No había necesidad de explicarlo. En su lugar, le mostré mi mejor sonrisa. Incluso un idiota sabría lo que quería decir. 

Seok-Woo se me quedó viendo con los ojos entrecerrados. Probablemente estaba recordando todo lo ocurrido. 

Cómo nuestro grupo les ofreció completar la mazmorra, la magia que yo y Ha-Yan usamos junto con la muerte de Ki-Chul… Estaba procesando el hecho de que lo provocara era parte de mi acto, el por qué me di el lujo de tocar a Ha-Yan de forma tan descarada. Todo estaba en mis planes; era una trampa diseñada solo para él, una en la que había caído de lleno. Era cierto que los humanos no son buenos controlando sus emociones, pero él era peor que el promedio. 

Park Deok-Gu me miraba con su boca abierta, sorprendido. No me molesté en añadir nada más, pues el idiota empezó a retorcerse como un loco. 

“¡Lee Ki-Young, cabrón de mierda! ¡Te mataré!”  

Era divertido ver cómo esperaba que sus compañeros volvieran. Jin-Ho lo reclutó porque pensó que les faltaba fuerza. Luego, se adentraron a la mazmorra con nosotros para aprovechar una variable y matarnos. 

Y, al final, este idiota no pudo aguantar su enojo y creó un problema para ellos. La cagó. Ya debió de darse cuenta de que cometió un error muy crítico. 

“Lee… ¡Lee!”

“Gracias, Seok-Woo. Tengo mucho por lo que agradecerte” al mofarme de él, empezó a levantarse con ayuda de sus rodillas. Más que infundir miedo, me hizo gracia. 

“¡Te mataré! ¡Te mataré, maldita basura!” espetó. 

“Puedo decir lo mismo” le dije, pues la decisión de si dejarlo vivir o morir recaía en mis manos. 

“¿Qu-qué?” mis palabras cayeron sobre él como un balde de agua fría.  

“No soy una buena persona. Claro, no me gusta tener que matar a alguien, pero… después de ser transportado a un lugar como este, creo que es algo que experimentaré tarde o temprano. Sí, experiencia” me expliqué con una voz fría como el hielo. 

“N-no…”

“Soy del tipo que gusta hacer que los otros lo hagan por mí. Sin embargo, no les puedo dejar el trabajo sucio para siempre. Cuando se trata de pecar, es mejor compartir con los demás, ¿no crees?” mi boca formó una mueca al pensar en lo que se venía. 

“E-e-estás loco…” 

“Tú también lo estás. Si la situación hubiera salido mal, tú estarías en mi lugar” le apunté con mi dedo “y yo, o Deok-Gu o Ha-Yan en el tuyo” con eso dicho, levanté mi lanza. 

“¡Her-hermano!” Deok-Gu me llamó, claramente asustado. Yo y él nunca habíamos matado a alguien antes, así que sonaba descabellado. No parecía como si fuera a detenerme, más bien, me preguntaba si de verdad lo iba a hacer. Si lograba disuadirme, me detendría; al final, matar no era una tarea sencilla. 

Sabía que pasaría, pero no pude evitar que mi mano empezara a temblar. Ya me había decidido y, pese a eso, lo seguía encontrando muy difícil. 

Yo era diferente a Jung Ha-Yan, quien tenía una personalidad muy retorcida; o de Hyun-Sung, que seguramente había matado a mucha gente. 

Yo era una persona común y bastante cobarde, así que no quería hacer esto. 

Sin embargo…

Una decisión. Si era algo que iba a experimentar de todas maneras, pensé que hacerlo aquí era más razonable. 

“Pe-perdóname” me suplicó Seok-Woo. 

“Lo siento” dije por lo bajo. 

Puse fuerza en la lanza. 

“Si no quieres verlo, cierra tus ojos, Deok-Gu” le recomendé. No me molesté en girarme. Supuse que sus ojos ya estaban cerrados. 

“¡No-no lo hagas!”

Solo tomó un momento para que la lanza penetrara en el cuello de Seok-Woo. Un ruido sordo y rasgante se pudo escuchar mientras la punta de mi lanza atravesaba poco a poco la carne. La sangre brotó lentamente fuera de la herida. Mis manos se sentían sucias. 

“Cof… cof… geh…” sus manos se aferraban con fuerza a la lanza, intentando detener su avance. Quería girar mi cabeza, pero me obligué a seguir viendo. Yo era el que jaló del gatillo, era mi responsabilidad llevarlo hasta el temible final. 

Mis brazos y piernas seguían temblando. No era la primera vez que veía a alguien morir gracias a Ha-Yan, pero si la primera matando a alguien con mis propias manos. 

Para todo hay una primera vez… No sé por qué pensé en eso, pero me dio náuseas. 

Si lo pensaba con detenimiento, había causado la muerte de varias personas antes. Recordé a la mujer del punto de partida de inmediato. 

Ya no podía echarme atrás. Me dije a mí mismo que no tenía otra opción. Que era necesario. 

Pero no era fácil ver a alguien morir lentamente. 

“Oh, Dios” murmuró Deok-Gu. Sonaba a que estaba a punto de vomitar. 

“Cof… pa… ra…” su cara estaba llena de dolor. Siguió gruñendo y escupiendo sangre de su boca. No era para nada agradable de ver. Con el paso de los segundos, su semblante se relajó poco a poco a la par que su consciencia se desvanecía. 

Al final, sus manos cayeron en sus costados, sin fuerza. Su mirada estaba fija en mí. Un último suspiro salió de su boca, junto con lo que le quedaba de vida. 

“Sí yo puedo hacerlo, tú puedes hacerlo mejor” le dije a Deok-Gu, aún con mis ojos clavados en Seok-Woo. Le dije lo mismo cuando matamos a un monstruo por primera vez. 

“Her-hermano…” a diferencia de aquella ocasión, sí pude escuchar su voz. 

“¿Sí?” lo que salió de mi boca era un hilillo de voz apenas audible. 

“¿Crees en Dios?” me preguntó. 

Era una pregunta ridícula que no era adecuada para la actual situación. 

“No existe tal cosa como un Dios” respondí. 

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“No hay manera de que algo así exista”.