Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 25

Capítulo 7: Alexander contra Rudeus

Parte 1

 

 

Mientras caía, mantuve mi visión fija en Alexander con el Ojo de Visión Distante. Tan pronto como empecé a caer, vi que Alek se había dado cuenta de mi presencia. Él estaba asombrado. La brecha entre nosotros se estrechó rápidamente. Él estaba usando la Hoja del Rey Dragón para controlar la velocidad de su descenso. Primero lo primero: necesitaba eliminar esa ventaja.

“¡Brazo, absorbe!”

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La velocidad de descenso de Alek regresó a la normalidad. Aunque la ley de la inercia todavía aplicaba. Ahora que yo estaba en movimiento, no podía detenerme de pronto.

¿Podré ralentizar mi caída con magia de viento…? No, necesito usar la gravedad. Yo no puedo envolverme en un Aura de Batalla. Leyes de la física, por favor, no me fallen ahora.

Usé una onda sónica para ajustar mi postura mientras desaceleraba, apuntando mi descenso directamente hacia Alek.

“¡Woooooooo!”

Atropellé a Alek con mi puño, sin cambiar nuestras velocidades relativas.

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Él usó su espada como un escudo para recibir el golpe, pero eso no detuvo el momento. Alek se estrelló contra la quebrada, mientras yo seguía utilizando una y otra vez la Piedra de Absorción. El contrapeso también me envió hacia la quebrada, pero usé Onda Sónica para corregir mi trayectoria, para luego alejarme de la pared y acelerar.

Fui tras Alek una vez más. “¡Graaah!”

¡Puñetazo!

Yo lancé un puñetazo usando otra Onda Sónica para tomar velocidad. Generé una velocidad relativa entre nosotros, y lancé otro puñetazo, luego otro.

Las leyes de la física eran mi arma.

“¡Aaaaaaah!” gritó Alek. Él había perdido toda noción de lo que estaba pasando, esto a causa de que estaba recibiendo una paliza en medio del aire. Diablos, ni siquiera yo sabía lo que estaba pasando. Supuestamente yo debía estar brindando apoyo. No tenía absolutamente ninguna idea del porqué había terminado en esta situación. Solo sabía que no podía dejarlo escapar. Creía que, si dejaba solo a este niño, esperando a que obtuviera una consciencia o un cerebro, eso iba a terminar mal para alguien. Ese alguien estaría de nuestro lado en esta batalla. Mis aliados, o mi familia, o alguien. Tenía que detenerlo.

“¡Aaaaaaaaaaaah!” grité en respuesta.

No es como si yo no hubiese estado escuchando la conversación de Sandor y Alek. No es como si no creyera que él podía madurar si reflexionaba sobre sus acciones. Yo no estaba sopesando los pros y los contras. Solo lo golpeé. Aceleré, para luego golpearlo, acelerar, acelerar, y después golpearlo una y otra vez…

Tanto Alek como yo nos estrellamos contra el suelo de la quebrada a una velocidad aterradora.

***

 

 

Me puse de pie dentro de una nube de polvo. El impacto de nuestra caída había enviado a volar cosas parecidas a esporas azules por todo el lugar. La visibilidad era pobre.


Primero lo primero: yo no estaba herido. Tenía que agradecerle a la Armadura Mágica Mark I, ya que era una pieza de tecnología realmente resistente. Había una pequeña grieta en ella, pero seguía siendo totalmente funcional.

“Fiu…”

Alek también salió de esa en una pieza, pero al menos no estaba totalmente ileso. Su armadura estaba rota y una de sus piernas estaba torcida en un ángulo poco natural.

Eso era todo. Supongo que su Aura de Batalla lo protegió. Él se puso de pie sobre una pierna, mirando hacia mí. No mostraba señales de sentir dolor. Era una verdadera bestia.

“… Viniste por mí solo,” murmuró él. “Sí que tienes agallas.”

Miré hacia arriba. Podía ver Dragones de Tierra arrastrándose en la oscuridad, pero no había señales de que alguien estuviera bajando. De seguro al menos Atofe bajaría pronto.

Bueno, ella podía volar…


“A mi abuela le gustan las cosas a la antigua. Yo caí, y tú me seguiste. Ella no dejará que nadie venga a interrumpirnos.”

“Tienes que estar bromeando.”

“A ella siempre le gustó el concepto de un combate mano a mano entre el rey demonio y el héroe.”

Bueno, yo sabía un poco sobre eso. Atofe era caótica, pero sí tenía algunas extrañas obsesiones. Por ejemplo, ella no atacaba a su propia guardia personal cuando luchaba.

“Esto es un golpe de suerte para mí.” “… ¿Por qué?”

“Estoy herido. Si Eris Greyrat o Ruijerd Superdia… o Papá o la Abuela hubiesen venido tras de mí, yo habría estado acabado.”

“¿Y no es así porque vine yo?”

“No me veo perdiendo contra ti.” Él estaba confiado.

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Alek estaba gravemente herido. Él había perdido un brazo y una pierna. Yo estaba usando la Armadura Mágica. Había usado una gran cantidad de poder mágico después de esta larga batalla, pero gracias a que me había estado concentrando en apoyar a los demás, yo no tenía ninguna herida. Estaba en condiciones óptimas.

“¿No crees que me estás subestimando?”

“No, claro que no. Tú no tienes un Aura de Batalla, tus reacciones son lentas, y eres demasiado descuidado al atacar. Ni siquiera te diste cuenta cuando le di drogas para dormir al Emperador del Norte Dohga, permitiste ser guiado por tus enemigos, y terminaste arrojado dentro de la quebrada. No eres lo suficientemente decidido ni cauteloso. Eres un incompetente bueno para nada.”

No podía responder a nada de eso. Yo era todo lo que él dijo. Incluso con esta enorme cantidad de poder mágico en mi interior, yo todavía era un bueno para nada.

Si Atofe no hubiese aparecido hace algunos minutos, yo habría estado acabado.

“Así que, incluso si luchamos ahora, yo ganaré y escaparé. Si escapo, será tan bueno como una victoria.”

“Sabes que, incluso si me derrotas ahora, tú no tienes ningún aliado, ¿cierto? El Dios Ogro huyó, y el Dios de la Espada está muerto… Estoy bastante seguro de que, incluso sin mí, tú no tienes probabilidades de ganar.”

Bueno, yo no había confirmado que el Dios de la Espada estaba muerto. Es decir, él tenía que estarlo. Conociendo a Eris, tenía que ser así.

“No, un héroe puede ganar. Los héroes son capaces de eso. Hace poco, pudiste haberme derrotado mientras caíamos. Yo no podía moverme y solo podía recibir tus ataques, e incluso entonces, no pudiste acabar conmigo.”

Alek dijo esto como si fuera la respuesta a todo. Estaba demasiado confiado. Por supuesto, él estaba de pie aquí ante mí, sobre su propia pierna.

“Ganaré. Ganaré contra ti, y Papá, y la Abuela, y Orsted. Los derrotaré a todos y escribiré mi nombre en la historia como el más grande espadachín de todos los tiempos. Entonces el título Dios del Norte Kalman será reemplazado nada menos que con Alexander III. Todos pensarán en como el más fuerte de toda la historia.”

Alek estaba herido y golpeado por todos lados, pero ya no estaba en un estado donde solo podía recibir mis ataques. Esta era su oportunidad de ganar. Él podía sentirlo.

Su probabilidad exacta de victoria no estaba clara, pero él creía poder lograrlo. Aquí, en esta batalla crítica, él creía poder derrotarme.

¿Era porque quería ser un héroe? No, no era eso. Era porque él había llegado hasta aquí superando peligros como este. Alek sabía que había sido arrinconado. Claro, me estaba subestimando un poco, pero ya no iba a contenerse. Él planeaba aplastarme con todo su poder, para luego escapar.

Mi oponente era el Dios del Norte Kalman III. Uno de los Siete Grandes Poderes, con habilidades con la espada y una espada mágica que estaban entre las más fuertes. Él no era una rata arrinconada. Era un tigre herido.

Mientras tanto, yo no tenía mucho que ofrecer en esta batalla crucial.

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Ya sea planeaba cuidadosamente las cosas y lo aplastaba, o perdía porque no pude superar la diferencia en nuestro poder. Esas eran las únicas opciones. Alek ya había llegado a esa conclusión. Después de toda su experiencia en batalla, él podía darse cuenta de que yo no era del tipo que podía inclinar la balanza a su favor.

Era eso, o él ya lo había escuchado de Geese, o del Dios Humano… “… Tengo una última pregunta. ¿Eres un apóstol del Dios Humano?”

“No, no lo soy. El Dios de la Espada y yo recibimos información de Geese, eso es todo.

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Aunque admito estar ayudándolo.” “Entiendo.”

¿Entonces quién era el último? No, eso no importa ahora mismo. Podía pensar en ello después. Aquí y ahora, lo único importante era derrotar a este sujeto.

¿Eh? Paren la novela. Si esta batalla se ve como una causa perdida, yo simplemente puedo huir, ¿no?

Yo tenía aliados. No tenía que ir con todo ahora mismo. Si quedaba alguien más aparte de Alexander, ¿no era mejor guardar mi poder?

El Dios de la Espada había caído, y nosotros no habíamos sufrido ninguna baja. En cuyo caso, ¿no la opción más inteligente era retirarme y crear un ambiente en donde pudiéramos ganar con seguridad?

“… No.”

Olvídenlo. Eso no iba a funcionar. Orsted yacía detrás de mí. Si permitía el paso de alguien, nosotros perderíamos. Al principio, dejar pasar a una o dos personas no causaría muchos problemas. Todo lo que pasaría era que Orsted usaría más de su invaluable poder mágico, poder mágico que tal vez le alcanzaba para apenas ochenta años.

Me había relajado demasiado. Desde justo después del comienzo de la batalla, yo me había relajado. El Dios de la Espada fue derrotado, y el Dios Ogro se había retirado. El Dios del Norte ante mí estaba malherido y listo para colapsar. Incluso si ahora dejaba escapar al Dios del Norte, mis aliados todavía estaban listos para luchar. Incluso si él lograba atravesarlos, Orsted tenía poder de sobra. Él debería estar acostumbrado a lidiar con el Dios del Norte Kalman III. Orsted sería capaz de luchar y proteger a los Superd al mismo tiempo.

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Frente a esa situación, yo me había relajado. Había comenzado a pensar que estaba bien perder, que tenía más opciones.

Eso era. Esa era la razón por la que Alek dijo que no perdería contra mí.

Pensándolo bien, yo siempre había sido así. Llegaría a este punto, para luego dar un paso atrás para dejar un margen de seguridad, solo para quedarme corto en el momento crucial. Alek podía olfatear eso en mí.

Aprendizaje, ímpetu, suerte, seguir la corriente. Esas eran las cosas que yo tenía. Lo admito, yo no creía mucho en esa clase de cosas abstractas… pero no podía negar que, cuando estaban presentes, estaban presentes. Si yo me retiraba ahora o perdía, Alek ganaría algo, y yo perdería algo. Algo que no podía describir con palabras, algo más allá de mi imaginación.

Así que no podía perder. Tenía que ganar, aquí y ahora, y tenía que mantenerme firme.

En esta situación, yo tenía que asumir los riesgos e ir por la victoria.

Este era el momento de la verdad. Una encrucijada. Ahora descubriría si era capaz de utilizar todo mi poder y luchar en serio.

“… Yo soy Rudeus ‘Pantano’ Greyrat, subordinado del Dios Dragón,” dije.

Los ojos de Alek se abrieron completamente, para luego decir, “¡Yo soy Alexander Kalman Rybak, el Dios del Norte!”

Yo estaba decidido.

“¡Aaaaaaaaaagh!” grité, sacando mi voz desde lo más profundo de mi estómago.

“¡Gwaaaaaaargh!” La voz de Alek se unió a la mía mientras él levantaba su espada.

Su mano derecha estaba en lo alto, con la empuñadura de su espada apretada entre sus dedos. Su mano izquierda… Bueno, él no tenía una mano izquierda, así que simplemente vamos a dejarlo ahí.

Alek dio un paso al frente con su pie derecho, plantando su pierna izquierda rota firmemente sobre el suelo.

Corrí hacia él. No tenía un plan. Mis instintos me decían que los ataques a distancia eran una mala idea. Me posicioné de frente a Alek, bajé mi postura, y corrí. Medio segundo antes, algo pasó por mi mente. Era un recuerdo de Eris.

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Levanté inmediatamente el cañón Gatling en mi brazo derecho y disparé un Cañón de Piedra a máxima potencia.

Alek me observó arremeter hacia el frente, dio un paso hacia mí, y luego vio la ráfaga de Cañones de Piedra avanzar hacia él como la lluvia. Por un escaso momento, él hizo retroceder su pie derecho de la vacilación. Los Cañones de Piedra desaparecieron, uno tras otro, convirtiéndose en polvo ante los ojos de Alek a causa del poder de la Piedra de Absorción. Yo inmediatamente me incliné hacia la izquierda. Sabía que estaba dentro del rango de la espada de Alek. Aun así, avancé en línea recta. Mi mano derecha estaba extendida, así que la moví hacia atrás para disparar desde la cadera. Me incliné tanto hacia el frente que mi pecho casi rozaba el suelo.

Lancé una patada hacia el lado izquierdo de Alek. “¡Gr… raaaaah!”

El hombro de Alek se movió. Hubo un destello plateado —sentí un impacto en mi hombro izquierdo mientras parte de la Armadura Mágica salía disparada. Milagrosamente, él no había cortado a través de mi brazo. Una vez que me di cuenta de eso, no me molesté en comprobar nada más sobre el alcance del daño. Simplemente planté mi pie sobre el suelo y levanté mi puño—

Alek flexiona sus piernas.

Él iba a saltar, esquivar. Mientras pensaba eso, yo concentré poder mágico en mi mano izquierda. Dejé de suministrar poder mágico a la Piedra de Absorción y lo usé en otro hechizo. Aún no había decidido en cuál. Concentré poder mágico en mi mano izquierda y fui tras la pierna de Alek, totalmente determinado a evitar que salte…

“¿¡Qué!?”

Por un segundo, la pierna de Alek flotó en medio del aire.

“¡Aaaaaah!” grité, levantando mi puño derecho con el cañón Gatling anclado a él. Lo balanceé con todo lo que tenía. Mi puño hizo contacto pesadamente. Alek se estrelló contra la quebrada.

“¡Hazlo pedazos!” Canalicé tanto poder mágico como pude en el cañón Gatling. Los Cañones de Piedra abrieron agujeros en la cara de la quebrada como un taladro eléctrico, provocando una grieta. Incluso entonces, yo no me detuve. Canalicé más y más poder mágico y disparé proyectiles incluso más poderosos, tal como una ametralladora.

Sentí algo extraño en mi mano derecha. Antes de poder entender de qué se trataba, una grieta apareció en el cañón Gatling, y se cayó a pedazos.

“¡Aaaaaah!” Aun así, no detuve el flujo de poder mágico hacia mi mano derecha. Generé Cañones de Piedra —era el hechizo al que más estaba acostumbrado y con el que estaba más familiarizado. Disparé. Disparé, y disparé. Y seguí disparando.

“Aah… ah… hah…” Mi gritó se desvaneció hasta terminar en un suspiro, el cual finalmente se convirtió en un jadeo de agotamiento. Pero seguí disparando.

“Hah… hah…”

Finalmente me aparté. El brazo derecho de la Armadura Mágica, ahora enterrado en lo profundo de la pared, se había desprendido a la altura del hombro. A la altura del hombro… Debe haber sido a causa del ataque que recibí de Alek hace poco. De no ser por la Mano Atofe, todo mi brazo derecho habría sido cercenado.

Vi carne dentro de la pared de roca. La sangre fluía desde entre la pared y el puño de la Armadura Mágica. La carne no se movía en lo absoluto. Miré detenidamente y vi la espada sobre el suelo —la espada que Alek había estado sosteniendo hace poco. Kajakut, la Hoja del Rey Dragón. La tomé con mi mano izquierda. La enorme hoja tenía casi dos metros de largo. Mientras la sostenía, regresé mi mirada hacia la pared de roca.

La sangre seguía fluyendo, de forma sustanciosa, desde el agujero donde el puño de la Armadura Mágica había estado enterrado en la pared. Nada se movía. La sangre siguió fluyendo dentro del silencio. Al mirar hacia arriba, pude darme cuenta de que había un montón de Dragones de  Tierra rondando el lugar, pero el aire aquí era extrañamente silencioso.

Aún podía sentirla en mi mano. La espada. Esa sensación me decía que él de seguro estaba muerto.

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“Lo hice.” Las palabras salieron espontáneamente. ¿Cómo es que había logrado ganar? Había estado peligrosamente cerca de no ser así. Si hubiese esperado otro segundo para dar un paso al frente, o si Alek no hubiese dudado, entonces su ataque me habría cortado a mí y a la Armadura Mágica limpiamente en dos. Moverse como Eris había funcionado. Me había concentrado totalmente en el ataque, sin ningún patrón aparente, así que todo había sido impredecible. A través de la finta con el Cañón de Piedra, luego dando un paso adicional — incluso medio paso— más allá de lo usual, yo había logrado sacarlo de concentración. Así era como atacaba Eris.

Eris solo usaba esta clase de movida de alto riesgo cuando sabía que funcionaría. Era por eso que ella ganaba. Incluso con sangre brotando de su cuello, ella aun así seguiría siendo la última en pie.

Yo no podía moverme como Eris. No tenía forma de saber que esto funcionaría. Definitivamente no había luchado a su nivel. Si Alek no hubiese perdido su brazo, o su pierna, o si él me hubiese visto como una amenaza real, las cosas no habrían terminado así.

Pero también estaba esa sensación al final de haber hecho que la pierna de Alek flotara. No se sentía como ningún hechizo que hubiese usado antes. ¿Acaso era posible que yo hubiese manipulado la gravedad…? No, Alek había estado tratando de manipular la gravedad con la Hoja del Rey Dragón, y cuando yo dejé de canalizar poder mágico en la Piedra de Absorción, probablemente solo se había activado cuando él no lo esperaba. Ahora nunca sabría lo que pasó en realidad. Al final, puede que solo haya sido suerte, pero de alguna forma… lo dudaba.

“Gané.” Apreté mi puño con fuerza y lo levanté en el aire.

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