Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 25

Capítulo 4: La Reina de la Espada Iracunda contra el Anterior Dios de la Espada

 

 

Antes de darse cuenta, Eris y los demás estaban muy lejos de la quebrada. Esto fue porque, en el momento que el Dios Ogro se movió, Gal Farion comenzó a alejarse corriendo del campo de batalla.

“¿Te gusta este lugar?”





Ellos estaban dentro del bosque cuando Gal se detuvo, aunque era una zona relativamente abierta. Había pasado apenas un minuto, pero Gal era rápido; ellos se habían alejado una gran distancia de la quebrada. Eris estaba un poco nerviosa sobre separarse de Rudeus, pero concentró su atención en el enemigo en frente.

“El Dios Ogro no distingue entre amigos y enemigos cuando pasa al ataque. Es mejor salirnos de su camino,” dijo Gal. Él encaró a Eris.

Gal no desenfundó su espada, como si estuviese diciendo que estaba feliz de hacer esto a mano limpia. Para Eris, su postura parecía invitar un ataque. Ella levantó su propia arma, la Espada Dragón del Fénix, sobre su cabeza. Su oponente había sido un Dios de la Espada. Eris no estaba segura de si debía aprovechar esa abertura.

“… Te ves bien,” dijo Gal. Cumplidos inesperados. Por otro lado, Gal era una persona tal como ella. No había nada extraño en que hablara un poco. Por otro lado, dada la situación, que este hombre usara las palabras en vez de su espada era, al menos para Eris, francamente extraño.

Ella ladeó su cabeza de la sospecha. A Gal le pareció divertido. “¿Recuerdas a Gino?

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¿Gino Britz?”

“… Sí, lo recuerdo. No era nada especial.” Ante esto, Gal volvió a reír.

“Sí, él. Era fuerte para su edad, pero nada especial.” Gal miró hacia el cielo. Los árboles se agitaban con el viento, haciendo crujir las hojas. No había señales de aves ni animales del bosque. Ellos podían escuchar los árboles cayendo y algo siendo arrancado a la distancia. Ese era el sonido del Dios Ogro luchando. Posiblemente el Dios del Norte. Era difícil asegurarlo.

Las palabras de Gal continuaron a pesar del ruido. “Ahora él es el Dios de la Espada.”

“… Lo sé.”

“Así que lo sabes… No creí que tus oídos fueran tan agudos. ¿Acaso fuiste ahí para verlo o algo así? Ah, como sea. Así están las cosas. Yo le entregué el título a él.”

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Eris recordó la vez que ella y Rudeus habían ido hacia el Santuario de la Espada para convertir a este hombre, su enemigo, en su aliado. Ella no se había encontrado con Gino en ese momento. Incluso cuando el Dios de la Espada Gal Farion le dijo ahora que él no era el Dios de la Espada, aún no encajaba para ella. Todo lo que recordaba era la gran sorpresa que ella había sentido al descubrir que el Santuario de la Espada estaba en un estado tan drásticamente diferente.

“¿Y qué pasa con ese bastardo? Salir de la nada con que quiere casarse con Nina. Así que le dije que, si quería casarse con Nina, tenía que volverse más fuerte que yo —¿y qué crees que hizo el bastardo? Se volvió más fuerte.” Gal se veía verdaderamente feliz. Su boca estaba curvada en una sonrisa mientras lo recordaba.

“Terminó en un instante. Incluso cuando era joven, yo solo balanceé una espada así de pesada tan rápido una vez, tal vez dos… No, quizá nunca fui tan fuerte.”

Gal agitó su mano como si acabara de recordar algo. Su mano cortó el aire, a una velocidad tal que pareció haber producido una onda de choque. Gal comenzó a balancearla hacia atrás, pero se detuvo repentinamente.

“Yo nunca he tenido que atacar dos veces, ¿sabes? Así que no lo entiendo.”

Luego él volvió a cruzarse de brazos. “No lo entiendo porque, desde que nací, yo era el más fuerte. Nací así. Supongo que para las personas normales llega un momento donde debes crecer…”

Él volvió a mirar hacia el cielo. “Aunque ya no eres el más fuerte, ¿o sí?” murmuró Gal en voz baja, aparentemente para sí mismo. Él continuó después de una breve pausa: “Como sea. Ese mocoso obtuvo todo lo que quería. La chica que anhelaba, el título de Dios de la Espada… Ahora tiene el respeto de todos dentro del Santuario de la Espada. No falta mucho para que las personas piensen en el nombre de Gino cuando escuchen Dios de la Espada.”

En este momento, Gal miró hacia Eris, por fin mirándola fijamente. “¿Qué eres tú comparada a eso?” preguntó él.

“… ¿De qué hablas?”

“El Dios Dragón Orsted era tu enemigo, pero ¿te conseguiste un hombre y ahora estás agitando tu cola por él?” Gal dejó salir una pequeña risa, pero no estaba sonriendo. En su rostro había ira mientras miraba hacia Eris.

“Dejé mi sueño en tus manos. Mi sueño de aplastar a ese titán, al Dios Dragón Orsted. Ahora que lo pienso, fue bastante estúpido. ¿Por qué mierda te confié eso a ti? Ya no tienes colmillos. ¿Reina de la Espada Iracunda? ¡Ja! Ya no queda nada de eso en ti. No hay problema en conseguirte a un hombre, pero ¿ahora eres la tercera esposa? ¿Te conformaste con eso?”

Él escupió todo esto rápidamente, pero nada de ello molestó a Eris. ¿Y qué? era la única respuesta en la que podía pensar. Ella no sabía a qué quería llegar él con eso. Eris no recordaba que le hubiesen encomendado algo.

Así que Eris dijo, “… Perdiste la cabeza, ¿eh?”

Las pupilas del Dios de la Espada se contrajeron. La sed de sangre en sus ojos se intensificó y pasó a sus manos.

“Te expulso de nuestra tradición,” dijo él. “Como sea.”

“Nunca volveré a permitir que te hagas llamar Reina de la Espada.”

“Oblígame. Claro, si es que crees poder hacerlo,” respondió Eris. Ella estaba lista para luchar. De hecho, Eris estaba confundida sobre porqué ellos todavía estaban hablando.

“¿Crees poder derrotarme?”

“Claro. Tú no eres nada. Enviaré tu alma de vuelta con su creador de un solo ataque.”

“Hah… Sabes, esta es la segunda vez que alguien me llama nada.” Gal Farion se preparó, posicionándose para ocultar su hoja. Él amplió su postura, bajó su centro de gravedad, y colocó su mano en la empuñadura de su espada, listo para desenfundarla. Era la postura para el ataque invencible favorito de la Reina de la Espada Ghislaine Dedoldia.

Eris vio esto y apretó sus muelas. La esencia del Estilo del Dios de la Espada era golpear con todo el peso de la hoja tan rápido como fuese posible. Dentro de ese estilo existían tres posturas. La primera era una postura de rango medio, la postura básica del Estilo del Dios de la Espada, la cual podía contrarrestar cualquier técnica. La segunda era una postura alta, una postura agresiva adecuada para aquellos que se abrían paso a través de la técnica del oponente para hacerlos retroceder. La final era la postura de desenfunde, una postura defensiva apta para aquellos que estudian la técnica del oponente y encuentran el momento perfecto para atacar.

Esencialmente: aquellos que estudian a su oponente favorecían la postura de desenfunde, aquellos que se abrían paso a través de su oponente favorecían la postura alta, y aquellos que no se especializaban en ninguna favorecían la postura de rango medio. Eris, quien tenía un sentido del ritmo innato y buscaba activamente romper la técnica de sus oponentes, favorecía la postura alta. Ghislaine, a quien su sentido del olfato y oído de gente bestia le concedían una reacción instintiva superior, favorecía la postura de desenfunde.

Gal Farion adoptó la postura de desenfunde. El anterior Dios de la Espada podía luchar con cualquiera de las posturas, pero aquí, él había escogido la postura de desenfunde. Él había juzgado que podía estudiar y entender a Eris. Incluso sabiendo eso, Eris no tenía miedo. Ella mantuvo su respiración superficial mientras lenta, lentamente acortaba la distancia entre ellos.

En ese momento, Gal sintió que algo estaba mal. Eris estaba extrañamente silenciosa. Como sugería el calificativo Iracunda, cuando ella había estado en el Santuario de la

Espada, Eris había mostrado sus dientes y atacado con la simpleza de una idiota… pero ahora,

ella se contuvo.

Pero una cosa no había cambiado —su expresión. Ella estaba sonriendo. Había una sonrisa engreída y desagradable plasmada en su rostro, incluso mientras estaba de pie con la serenidad de un monje en entrenamiento.

Mirando hacia su rostro, Gal se descubrió a sí mismo queriendo cerrar la distancia y cortarla a la mitad. Pero no iba a hacerlo. Él simplemente posicionó su espalda hacia un gran árbol y esperó, tan quieto que el tiempo parecía haberse detenido.

Ninguno de ellos volvió a hablar. Era una escena inusual. Si alguien que los conociera a ambos la hubiese visto, esa persona la habría encontrado horriblemente extraña. Tanto a Eris como a Gal les gustaba atacar primero. Solo los más audaces llegaban a los rangos más altos del Estilo del Dios de la Espada.

Aun así, ellos no se movieron. Las hojas de los árboles que danzaban en el aire como nieve eran el único indicativo de que el tiempo no se había detenido. Era como una escena sacada de Times Almost Forgotten. Tomen como ejemplo a Gino Britz, quien acababa de ser mencionado en la conversación anterior. Él hace muchos años había visto una batalla usando el Estilo del Dios de la Espada, el día que Eris se convirtió en Reina de la Espada. Durante la batalla entre Eris Greyrat y Nina Farion, ninguna de las chicas se había movido. Ninguna de ellas se había movido siquiera un centímetro. Alguien ajeno al nivel de los guerreros del Estilo del Dios de la Espada podría haber asumido que así era como luchaban.

Excepto que ellos se estaban moviendo. Era lento, solo un milímetro a la vez, pero Eris estaba acortando la distancia entre ellos. Ahora, ellos estaban lo suficientemente cerca como para cruzar las puntas de sus espadas. Eris estaba dentro del rango de ataque. Ellos todavía estaban bastante lejos —demasiado como para que alguno pudiera lograr un golpe decisivo. Todavía no estaban lo suficientemente cerca como para usar su ataque más poderoso.

Durante la batalla entre Eris y Nina, había perdido la que se movió primero. Nina había ejecutado una Espada de Luz perfecta, pero Eris la había superado con su velocidad.

Para Gal Farion, el hombre que alguna vez había sido el Dios de la Espada, superar a Eris sería fácil. Él podía salir astutamente de su rango, sincronizándolo para que la punta de su hoja dé en el blanco justo antes que la de ella. Pero él no lo hizo. Gal Farion permaneció quieto. Él no cerró la distancia entre ellos, ni tampoco cambió su ángulo. Permaneció quieto y observando a Eris, solo a Eris, como si ella fuese lo único en el mundo.

Eris entró unos centímetros en el rango para un ataque mortal. Ella estaba en posición de usar su ataque definitivo más confiable.


Eris sintió una pequeña, pequeña pizca de inseguridad. La defensa de Gal Farion era perfecta. Si ella usaba la Espada de Luz aquí y ahora, Eris creía que podría cortarlo —dejando de lado el hecho de que él había sido un Dios de la Espada. Al mismo tiempo, su oponente era Gal Farion. Ella recordaba el momento de su humillación el día de su llegada al Santuario de la Espada. Eris ni siquiera lo había visto en el momento que la mandó a volar.

Un momento después, Gal se movió. Él realizó, con una ejecución perfecta, un ataque mortal.

“Espada de Luz.”

Ella atacó con la técnica de espada más poderosa dentro del Estilo del Dios de la Espada. Los ojos de Gal se dieron cuenta —el momento en que él apretó la empuñadura de su espada. No era la Hoja de Reflexión. Claramente era la Espada de Luz. Solo que no era como ninguna Espada de Luz que Gal hubiese visto antes.

“Técnica Secreta del Estilo del Dios del Agua: Flujo.”

Una sensación resbalosa se desplazó a través de las palmas de Eris. Desde su postura, con su espada levantada sobre lo alto de su cabeza, ella había golpeado con una Espada de Luz, encontrándose con el ataque de intercepción increíblemente rápido de Gal, y siendo desviado. Eris había cortado el árbol detrás de Gal en dos desde la diagonal. Justo antes de que sus hojas se separaran, Gal aplicó una leve presión, provocando que el torso de Eris se inclinara muy ligeramente. Todavía en esa postura al final de su ataque, Eris estaba fuera de balance. Eso era más que suficiente. Una vez que Eris bajó la guardia, los ojos de Gal pudieron encontrar su cuello.

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Él pasó al ataque. Tal vez fue el precio por usar las enseñanzas de un estilo poco familiar, pero su ataque apenas podía ser llamado rápido. No alcanzó la velocidad de la luz —a lo mucho la velocidad del sonido. A esa distancia, a ese rango, no necesitabas la Espada de Luz para matar a tu oponente. Cualquier ataque para cortar su cabeza haría el trabajo.

La hoja bajó como una guillotina. Hubo un sonido agudo, como si el metal se hubiese encontrado con otra cosa de metal. Su espada se detuvo. Estaba incrustándose en el cuello de Eris, pero se había detenido.

Los ojos de Gal se abrieron de par en par. Un hombre había aparecido detrás de Eris, un guerrero de cabello verde, uno que sostenía una lanza blanca. Él estaba de pie como si estuviera ocultándose detrás de Eris, bloqueando la hoja de Gal como un espíritu guardián.

Si esa hubiese sido la Espada de Luz, pensó por medio segundo Gal. Pero entonces… “¡Haaaaa!”

El cuerpo de Eris se retorció mientras ella desenfundaba su espada desde el lado derecho de su cintura y la desplazaba a través del cuerpo de Gal Farion.

Mushoku Tensei Volumen 25 Capítulo 4 Parte 1 Novela Ligera

“… ¡Ngh!” Él saltó hacia atrás lo más rápido que pudo, golpeando pesadamente el suelo.

Cuando sus piernas tocaron el suelo, su torso no estaba sobre ellas. La mitad superior de Gal Farion estaba volando a través del aire. Giró tres veces, para luego caer sobre la tierra.

***

 

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Gal Farion observó sus piernas desplomarse lentamente. Él procesó su propia derrota.

“Maldición…” murmuró él desde donde yacía mirando hacia el cielo. Gal no había visto al Superd oculto detrás de Eris. No, él sí lo había visto. Solo que no le había prestado atención. Con un oponente de su nivel, él no había creído que importase.

La verdad era que Ruijerd no había visto la Espada de Luz de Eris. Fue tan rápida que incluso un guerrero legendario como él no pudo percibirla. Pero el segundo ataque de Gal fue una historia diferente. No estaba ni cerca de esa velocidad. Él había atacado con el poder mínimo necesario para cortar su cabeza. Había sido descuidado. Incluso así, un guerrero promedio no habría tenido el tiempo para detenerlo. Pero ese no era el caso de Ruijerd Superdia; el guerrero veterano de Fin del Camino. Él había vivido por siglos. Por supuesto que lo vería. Por supuesto que lo detendría. Gal había juzgado mal a Ruijerd. Eris había confiado en el Superd para cubrirla. Si Eris hubiese sentido alguna inseguridad, si ella hubiese dudado incluso por un segundo que Ruijerd podría no detener el ataque, entonces Gal Farion podría haber tenido su abertura.

“¿Por qué no usaste una técnica del Estilo del Dios de la Espada?” Eris exigió una explicación de Gal mientras él yacía de espaldas, y la sangre goteaba de su cuello. La batalla solo había durado un momento, pero su frente estaba empapada de sudor.

“Pensé que perdería.”





Desde el primer ataque, si él hubiese levantado su espada por sobre su cabeza tal como Eris y hubiese atacado con una Espada de Luz a máxima velocidad, él habría ganado —pero no lo había hecho. Él no podía. En lo profundo de su mente, Gal había visto su batalla contra Gino Britz. Hasta entonces, Gal nunca había dudado de su espada o su habilidad, y Gino había destrozado ambas cosas con gran facilidad, y él había perdido. Gal se había destrozado su mano derecha mientras su oponente lo hacía caer de trasero dentro del salón de entrenamiento. Él había recordado los ojos de todos, y Gino mirando abajo hacia él. Ese recuerdo había entumecido la voluntad detrás de su primera Espada de Luz. Gal Farion era un espadachín genio. Él tenía el nombre de Dios de la Espada, pero tenía la suficiente brillantez como para ascender a Emperador del Agua si hubiese estado entrenando en un salón de entrenamiento del Estilo del Dios del Agua. Era por eso que había usado la técnica del Estilo del Dios del Agua. Él tenía la plena confianza de que no perdería con eso.

Gal no podría haberlo hecho cuando usaba el nombre de Dios de la Espada. Él tenía que desempeñar su papel. Como Dios de la Espada, había sentido la obligación de solo usar técnicas del Estilo del Dios de la Espada. Pero no esta vez. No había inconvenientes con usar una técnica del Estilo del Dios del Agua para desviar la Espada de Luz, para así poder usar luego un método más seguro. Era por eso que él había tratado de provocar a Eris con sus palabras, para instarla a realizar el primer movimiento. En cuanto a eso, cortar los brazos de Rudeus tal como Geese le había instruido era otra cosa que él nunca hubiese hecho de haber estado en su anterior posición. Las cosas deben haber estado fuera de lugar desde el principio, desde que él perdió contra Gino Britz. La antigua confianza de Gal Farion se había ido junto con su antigua fuerza. El espadachín más grande de todos ya no existía.

“Tenías razón. Soy un donnadie que perdió la cabeza,” dijo Gal. Él no puso excusas. Había ganado la persona que creía en su habilidad, y la que no podía había perdido. Era así de simple. Ahora todo lo que él había dicho antes de la batalla sonaba patético. Para dar discursos como ese, él debió haber atacado primero. Gal de verdad era un donnadie —para Eris, él probablemente era incluso inferior a un campesino borracho.

La sensación de que tenía que luchar contra Orsted, de que no podía dejar que las cosas terminaran aquí, de querer saborear una última vez la gloria… Eso era lo que lo había motivado a aceptar la invitación de Geese. Él no podía creer que hubiese estado convencido de que podía desafiar a Orsted estando así. Ni siquiera podía permitirse reír ante la idea.

“… Ni siquiera sé lo que estaba pensando.”

Mirando abajo hacia él, Eris pensó, Qué lamentable. Una tristeza indescriptible se acumuló dentro de ella mientras observaba a este hombre, quien alguna vez la había hecho temblar, llegar al final de su vida.

Fue por eso que ella le preguntó, “… ¿Hay algo que quieras decir antes de morir?”

Gal solo movió sus ojos para mirar arriba hacia Eris. Esa chica con el cabello rojo. Desde la primera vez que la vio, él había pensado que ella tenía un don. Eris era tosca, pero tenía más potencial que Ghislaine. Pero él ni por un segundo había pensado que ella sería quien lo mataría. Gal siempre había pensado que ella estaba por debajo de él —que, si luchaban, él siempre ganaría.


“La espada que manejas solo para ti mismo es pura, y una espada pura es la más afilada. Las personas cambian. Una hoja que manejas para otro será fuerte, pero influenciada por ellos. Si vacilas una vez, en el futuro serás perseguido por esa vacilación. Tu hoja perderá su filo. Eso fue lo que me pasó a mí. Conocí a una mujer, y luego tuvimos una hija. Entrené a mis estudiantes. Perdí el filo mientras estaba atascado con cosas como lo que un Dios de la Espada debe hacer.” Mientras la consciencia de Gal se hacía cada vez más débil, él sintió que las palabras salían naturalmente de su boca. Él no tenía nada especial que decir. No tenía palabras que quisiera dejar atrás. Él nunca antes había pensado sobre lo que podría decir en el momento de su muerte. Gal ni se imaginaba que iba a morir en un lugar como este. Sus pensamientos simplemente salieron de su boca.

“Eris. Siempre supe que tú eras especial. Permaneciste fuerte. Creí que serías encarcelada por el amor, pero eres libre. Todavía eres libre.”

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Una abundante corriente de sangre salió burbujeando de su boca, pero Gal no se molestó en limpiarla. Él estiró hacia Eris la espada que estaba sosteniendo.

“… Tómala.” “Bien.”

El acto no tenía relación con sus palabras, pero Eris la aceptó de inmediato. La mano de Gal, cerca de la muerte, estaba mortalmente fría, pero el agarre sobre su espada era cálido.

“Hah…” exhaló Gal mientras la observaba tomar la espada. A él no le quedaba suficiente fuerza como para respirar una vez más.

“El fuerte vive libre… me gusta eso…” Su brazo cayó. El Dios de la Espada Gal Farion estaba muerto.

Eris se arrodilló en silencio. Ella tomó la vaina de la cintura de Gal, guardó la espada en ella, y finalmente la colocó en su propia cintura.

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“Fiu…” Ella dejó salir un gran suspiro mientras sacaba un pergamino de su bolsillo. Era un pergamino de magia de sanación de nivel Principiante. Desde que lo había recibido, ella lo había guardado en caso de una emergencia. Eris lo llevó hacia el lugar donde escurría sangre de su cuello, para luego canalizar poder mágico en él. La herida se cerró en un instante.

“… Eris.”

“Vamos a ayudar a Rudeus.” “Sí.”

Y así, ambos se dieron la vuelta para marcharse… pero Eris se detuvo después de algunos pasos. Ella se dio la vuelta. Eris apretó su puño al ver el horrible estado del cadáver de Gal Farion. Luego, ella recitó un hechizo. Hace mucho, mucho tiempo, Rudeus le había dicho que sí o sí debía recordar este hechizo. Ella y Ghislaine lo habían practicado una y otra vez.

“… Bola de Fuego.” Una esfera ardiente salió disparada de la mano de Eris y envolvió en llamas el cuerpo de Gal. Eris no se detuvo a observar las llamas tragarlo. Ella se dio la vuelta y se fue rápidamente del lugar. El fuego se propagó hacia los árboles cercanos, dejando salir una hilera de humo como la de una señal. El cadáver siguió ardiendo de esta forma, hasta que las llamas se apagaron naturalmente.

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