Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

“Esa no es una buena manera de saludar a alguien, ¿verdad?” Yoshifumi bajó de su trono y se acercó a Hanakawa.

“¿Eh? Umm. Creía que acabábamos de entrar en la capital”.

“Os estaba esperando, pero fuisteis tan lentos que os traje directamente aquí”.

“Err, ¡mis disculpas!”

Hanakawa decidió ponerse de rodillas por ahora. No tenía ni idea de lo que estaba pasando, pero pensó que lo mejor era asumir que Yoshifumi estaba molesto. Plantando su cara en el suelo, se disculpó con todo lo que tenía. Incluso si estaba enfadado, actuar de forma servil debería ayudar a calmar la ira del emperador, y no sería probable que atacara a alguien que estaba totalmente indefenso. No había garantía de que eso lo salvara, pero era una posibilidad mucho mejor que quedarse parado como un idiota.

“¿Quién eres tú?” preguntó Alice, con los nervios claros en su voz.

“Supongo que no puedo decir que esperaba engañarte”.

El tono de voz del Sabio cambió, haciéndole parecer una persona totalmente diferente. Hanakawa levantó la vista para ver a Shigeto Mitadera de pie frente a él.

“¿Eh? ¿Qué está pasando?”

Shigeto debía estar con Yoshifumi en el Bosque de los Elfos. Hanakawa había sido teletransportado al lado de Yogiri, y cuando se había reunido de nuevo con Yoshifumi, Shigeto había desaparecido. Había asumido que Yoshifumi lo había matado en algún momento del camino.

“Han pasado muchas cosas. Ahora tengo la Omega Blade”.

Err, esa es la Espada del Mundo o lo que sea esa arma que suena tan tonta, ¿no?

Hanakawa decidió no expresar ese pensamiento en voz alta. Algo en Shigeto daba la impresión de ser un gobernante con poder absoluto. Comprendió instintivamente que hablar fuera de turno aquí sería una mala idea.

“¿Cómo has tomado la forma del señor Yoshifumi? Creía que tu poder era sólo para crear un Libro de la Profecía poco fiable”.

“La Omega Blade es una espada omnipotente. He estado probando todas las cosas que puede hacer”.

“Si eres omnipotente, ¿por qué estás esperando aquí?” Alice sospechaba claramente. Si realmente era omnipotente, estaba utilizando métodos bastante indirectos.

“No hay razón, en realidad. Sólo pensé que podría sorprenderte”.

“Entonces… ¿ese cielo rojo también es obra tuya?” preguntó Hanakawa.

“Quería ver si podía cambiar el color del cielo”.

“¿Y la ciudad reconstruida?”

“Quería ver si podía copiar el poder de Luna”.

“¿Y el hecho de que la gente vuelva a vivir una vida normal en la ciudad?”

“Hice que el monstruo nunca atacara. Por ahora, sólo he creado personas similares a las que vivían aquí antes y las he puesto a hacer su vida.”

“¿Y todo este oro también?”

“Quería ver si podía hacer alquimia”.

“¡Eso es absurdo!”

Shigeto podía teletransportar a otros a voluntad, cambiar su forma, cambiar el color del cielo, crear una ciudad con gente viviendo en ella y conjurar oro de la nada. Todo le parecía un juego, y ese despliegue casual de su poder era lo que más asustaba a Hanakawa.

“Querías la ayuda de Yoshifumi, ¿eh?” preguntó Shigeto, volviéndose hacia Alice. “Es una pena”.

“¿Eres idiota o algo así? ¿Qué quieres?” Estaba claro que se trataba de un engaño. El Sabio estaba obviamente asustado, pero no retrocedió ni un centímetro.

“Yo también me he preguntado lo mismo, para ser sincero. Pero, ya sabes, jugando con este poder omnipotente, he descubierto que poder hacer lo que quieras no es tan divertido en sí mismo. Así que he estado probando un montón de cosas para ver qué es lo divertido”.

Uhh… ¿qué se supone que debo hacer ahora?

Hanakawa intentó pensar en una salida. Si Shigeto era realmente omnipotente, no había nada que Hanakawa pudiera hacer contra él. Desobedecerle era imposible. En ese caso, tenía que encontrar la mejor manera de hacerle el vacío.

“Ahh. Umm. No soy tu enemigo, así que… somos compañeros de clase, ¿correcto? Me abstendré de ir tan lejos como para decir que nos llevamos bien, pero estábamos en la misma clase, así que…”

“No lo he olvidado, Hanakawa”.

“¿Eh? ¿Olvidar qué?”

“Realmente no te acuerdas, ¿verdad?” Shigeto suspiró.

¿Eh? ¿Es posible que me lea la mente?

“No puedo leer la mente de la gente de otros mundos, pero sí la de Hanakawa. ¿Por qué?” Shigeto no preguntó a nadie en particular.

Una niña pequeña apareció de repente a su lado. Hanakawa la recordaba como la manifestación del Libro de la Profecía.

“Todavía puedes leer la mente de aquellos con una resistencia mental especialmente baja. Así que, aunque sea de otro mundo, debería ser capaz de leer la mente de un humano corriente”.

Al ver a Navi, Hanakawa recordó su último encuentro con Shigeto en la capital.

“Ah, umm…”

“Me hiciste rogar de manos y rodillas, ¿recuerdas?”

Así es. En su primer encuentro en la capital, Shigeto había rogado a Hanakawa que ayudara a Rei Kushima, y Hanakawa se había dejado llevar.

“No, eso no era más que una broma juguetona”.

“Creo recordar que también me rompiste la nariz”.

“Esa fue la señorita Navi pisando la parte posterior de tu cabeza. Yo fui la que te curó después”. ¡Me dejé llevar demasiado! Debería haber pensado en el futuro.

“Realmente fuiste demasiado lejos. Pensar en ello es suficiente para hacerme reír”. A pesar de sus palabras, el rostro de Shigeto estaba mortalmente serio.

“Sí, bueno, pensé que era mi oportunidad para… ¡mis más humildes disculpas!” Hanakawa volvió a golpear su cara contra el suelo. A estas alturas, su mejor opción era romperse la nariz y esperar que le tuvieran compasión.

“La Omega Blade me ha hecho omnipotente, pero no puede curar las cicatrices mentales. Fue una experiencia humillante. Realmente me enseñó lo que significa hervir de ira. Siempre pensé que una vez que salvara a Rei, tendría que matarte algún día”.

Hanakawa chilló de miedo. “¡Por favor, ten piedad! Al menos perdóname la vida”. Apretó más su cara contra el suelo.

“No te preocupes, no voy a matarte. Bueno, tal vez lo haga, pero te devolveré a la vida después”.

“Uhh… ¿quieres decir como un infierno viviente…?”

“Mantenme entretenido todo el tiempo que puedas. Te mantendré vivo mientras sigas chillando”.

Hanakawa comenzó a sollozar exageradamente. Por ahora, lo único que necesitaba era sobrevivir. Haría cualquier cosa, decidió.

“Entonces, ¿qué hay de ti, Sabio Alice? Pensé que podrías intentar algo, pero te has quedado ahí sin hacer nada. Estoy seguro de que te he dado muchas oportunidades para atacar”.

Alice no había hecho nada más que mirar a Shigeto. Pero eso era de esperar. No había nada que ella pudiera hacer.

“¿Qué pasó con Otro Reino? Inténtalo de nuevo. No pierdas la esperanza todavía. Todavía hay una posibilidad de que puedas vencerme”. Shigeto trató de animarla, pero Alice sólo se mordió el labio en señal de frustración. “¿Ya se ha rendido?”, le preguntó a Navi.

“La sabia Alice ya no posee su piedra filosofal. Su suministro de energía mágica se ha agotado, por lo que no puede utilizar sus poderes”, respondió la chica.

“Nunca tomé su piedra, ¿verdad?”

“Poco después de que se teletransportara lejos de nosotros, un dios llamado Hiruko se la robó”.

“Oh, un dios, ¿eh? Eso suena interesante, pero ¿qué hago con Alice? No me esperaba esto…”

Shigeto se sumió en sus pensamientos. Podría haber sido capaz de escapar, pero Hanakawa decidió que era mejor no intentarlo. Su mejor opción era hacer todo lo posible para evitar molestar a su compañero de clase.

“De acuerdo entonces, te daré otra”.

Mientras hablaba, algo cayó al suelo frente a Alice. Era una piedra redonda y transparente. Poco después le siguieron dos más.

“¿Eh?” Alice estaba en shock, nunca había esperado que le devolvieran su piedra.

“Ahí lo tienes. Con tres, deberías ser tres veces más fuerte, ¿no? ¿Por qué no intentas algo ahora?”

“¿Cómo… ¿Cómo has conseguido esto?”, susurró ella.

“¿Quién sabe? Sólo le dije a la Omega Blade que me consiguiera algunas. Podría haberlas cogido de cualquier sitio”.

Alice soltó una risa hueca. “¿Hablas en serio?”

Las acciones de Shigeto sólo sirvieron para hundirla más en la desesperación. Las Piedras Filosofales eran la fuente de poder de los Sabios. ¿Cómo iba a luchar contra alguien que era capaz de chasquear los dedos y hacer que aparecieran frente a él? Hanakawa sentía que, aunque fuera un Sabio, no tendría ninguna esperanza contra Shigeto.

“¿Por qué no lo intentas de todos modos? Tal vez ocurra un milagro. Si no quieres, ¿qué te parece esto? Te emparejaré con Hanakawa. Os mantendré a los dos como mascotas para la cría”.

Alice inmediatamente agarró las Piedras Filosofales a sus pies.

“¡Oh, vamos! ¿Soy realmente tan repulsiva?”

Las piedras se transformaron al cogerlas, fusionándose y convirtiéndose en una única masa rosa. Tanto Alice como Shigeto parecían confundidos por el acontecimiento. Mientras miraban atónitos la masa en las manos de Alice, ésta se transformó en un bebé y comenzó a llorar.

Nadie se lo esperaba. Pero de todos los presentes, Hanakawa era el único que tenía una pista de lo que había pasado. Era Luu. El bebé Luu se había convertido en una niña de tres años una vez que se le dio la Piedra Filosofal de Yoshifumi, y luego en una de seis años cuando se le dio la de Alice. Las Piedras Filosofales eran partes de su cuerpo.

“¿Qué está pasando aquí?”, murmuró.

Mientras todos miraban mudos al bebé con confusión, hubo una explosión junto a ellos. Se abrió un agujero en una de las paredes doradas y varias personas salieron a través de él.

“Oh, mira, es Hanakawa. ¿Ves? Te dije que estaría bien”.

Yogiri, Tomochika, Mokomoko, Hiruko y Luu habían atravesado la pared de la sala del trono.

“¡¿Señor Takatou?! ¡¿Por casualidad has venido a rescatarme?!” Hanakawa miró a Yogiri con ojos desesperados.