Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Volumen 9

Capitulo 17: ¡A Veces Hay Que Ser Gentil, A Veces Duro Y A Veces Muy Vago! ¡El Mundo No Es Siempre Blanco Y Negro!

“Hanakawa se ha ido de nuevo”.

El resto del grupo estaba en un ambiente totalmente nuevo.

“Oh, es él. Y ese Sabio también se ha ido”, observó Tomochika, mirando a su alrededor. La montaña de trozos de piedra en la que estaban sentados tenía unos tres metros de ancho. Hanakawa había estado más lejos que eso, así que parecía que había escapado de su situación actual.

“Hm. El suelo que pisábamos parece haber permanecido igual. Quizás el área que nos rodea fue teletransportada”, especuló Mokomoko. Yogiri estuvo de acuerdo.

“Es imposible que alguien me teletransporte contra mi voluntad”, replicó Hiruko. “Debe haber cambiado el mundo que nos rodea. Eso funcionaría sin importar lo fuerte que fuera”.

“Creía que podríamos manejar a los Sabios sin problemas a estas alturas, pero parece que no podemos tomarlos a la ligera”, comentó Yogiri. Era posible simplemente transformar el área que los rodeaba sin atacar a Yogiri directamente, aprisionándolos efectivamente. Aunque la Sabia no podía matar a Yogiri, sí podía sellarlo.

“Supongo que ya habíamos terminado con ella de todos modos”.

“¿Puedes hacer algo al respecto, Hiruko?”, preguntó Yogiri.

“¿Con quién crees que estás hablando? Algo así es pan comido para mí”.

“Creo recordar que antes eras tú quien gritaba más fuerte…”

“¡Cállate! Cualquiera se habría sorprendido”.

“Bien, entonces sácanos de aquí”.

Si el lugar en el que estaban era un espacio diferente, Yogiri podría usar su poder con bastante facilidad. El objetivo estaría claro y definido, así que no tendría problemas para matarlo. Pero si Hiruko podía sacarlos en su lugar, pensó que era mejor dejárselo a ella.

“En serio, ¿cuál es tu trato?”

“Tú eres el que dijo que actuar de forma insolente se estaba volviendo interesante”.

“Estas cosas tienen un límite, ¿sabes? Al menos intenta adorarme un poco. Soy un dios”.

“Bien. Por favor, haz algo al respecto”.

“No creo que sólo decir ‘por favor’ cuente como algo apropiado para pedirle algo a un dios… pero da igual. Te mostraré un poco de mi lado tolerante”.

“¡Espera!” Cuando Hiruko comenzó a girar sus brazos, Tomochika la detuvo apresuradamente.

“¿Qué?”

“¡Luu se ha ido!”

“¿De qué estás hablando? Ma tiene razón… eh. ¡¿Dónde está?!”

Luu había atravesado la puerta mientras el resto hablaba.

“¿Aún puedes sacarnos a todos?”

“No. Ella tiene que estar a nuestro lado”.

Una música alegre fluyó desde el interior de la puerta. Parecía que había sido suficiente para atraer a Luu.

“Vamos a por ella”. Hiruko se dirigió a la puerta y los demás la siguieron.

Al atravesarla, llegaron a una plaza abierta. Árboles de colores y numerosas casas llenaban el espacio, con lo que parecían trajes de animales de tamaño humano bailando para darles la bienvenida.

“¿Qué es exactamente este lugar?” preguntó Tomochika. “Parece una especie de parque de atracciones”.

“¿Por qué existe aquí?”

“Ni idea. Vamos a buscar a Luu”.

No tardaron en localizarla. Estaba siendo llevada por un oso.

“¡Ma! ¿Qué estás haciendo, huyendo así?” Acercándose a su madre, Hiruko la sacó de los brazos del oso.

“Parecía divertido”.

“¡Este lugar apareció de la nada! ¡Tienes que tener más cuidado! En serio!”

“De acuerdo. Tendré cuidado, ¡pero déjame comer algunos caramelos!”

“¡¿Aquí?!”

Un olor dulce llenaba el aire. De repente se le ocurrió a Yogiri que con todo lo que había pasado, hacía tiempo que no comían nada.

◇ ◇ ◇

“Por favor, perdóname…”

La sabia Akemi suplicó sobre sus manos y rodillas, presionando su cara contra el suelo. Shigeto la miraba, con la piedra filosofal de la sabia en la mano. Nada más llegar, le había quitado la piedra. Después de eso, demostró un poco su poder.

Las habilidades de Akemi eran inútiles contra él. Ella poseía algún tipo de manipulación mental con la que había instigado a las personas que los rodeaban a atacar a Shigeto, pero él los había contenido sin esfuerzo. Ella también había tratado de controlarlo, por supuesto, pero no había tenido ningún efecto.

“Esto es un poco aburrido, para ser sincero, pero ya me he decidido”.

“Por favor… por favor…”

“Vamos, te has comportado como toda una altanera desde que te convertiste en Sabio, ¿verdad? ¿No deberías tener algo de orgullo aunque estés perdiendo?”

Parecía no tener problemas para jugar con la vida de la gente mientras tenía el control, pero cuando estaba en el extremo receptor, era patética. Shigeto pensó que verla tan aterrorizada y obediente sería gratificante, pero por alguna razón no lo fue.

“Me pregunto por qué atormentarla no es tan divertido como esperaba. ¿Qué opinas, Navi?”

“¿Tal vez sea porque es mucho mayor?”

“¡Ah! Debe ser eso. Torturar a una mujer mayor no es tan divertido, supongo. Eh, mírame”.

Akemi levantó la cara. Era bastante atractiva, pero su sonrisa servil no le interesaba lo más mínimo a Shigeto. No percibió en absoluto un atisbo de su alma en ella. Alice había luchado hasta el último momento. Al final había huido, pero nunca se había entregado a la desesperación.

“C-Cualquier cosa… Haré cualquier cosa…”

“Oh, ¿lo harás? Pero yo ya puedo hacer todo lo que quiero, así que ¿qué iba a necesitar que hicieras?”

Akemi trató de aferrarse a él mientras le suplicaba, pero no pudo acercarse lo suficiente. El muro invisible la empujó hacia atrás.

“Muere”, susurró Shigeto.

Entendiendo eso como una orden, la Omega Blade puso fin a su vida. La fuerza abandonó el cuerpo de la Sabia y se desplomó en el suelo. Entonces, “Revívela”, dijo, y se le ocurrió otra idea.

El cuerpo de Akemi sufrió un espasmo, seguido de un grito. La habían devuelto a la vida, aún atenazada por el miedo a la muerte. Con una expresión de agonía, miró alrededor de la habitación. No parecía saber lo que acababa de ocurrir.

“Es de otro mundo, ¿no? ¿Por qué puede volver a la vida?”

“Como su muerte fue tan reciente, puede ser revivida con un mayor grado de precisión. Sin embargo, yo no contaría con que sea tan fiable”.

“Ya veo. Muy bien, entonces, probemos esto. Omega Blade, cada vez que respire, envejecela un año. Cuando muera, revívela con su edad actual”.

Akemi comenzó a envejecer tan rápido que pudieron ver su cambio ante sus ojos. Al darse cuenta de lo que había pasado, se tapó la boca y la nariz con una mano.

“No te preocupes, dije que volverías a la vida si morías”.

Incapaz de aguantar la respiración durante mucho tiempo, siguió envejeciendo y arrugándose. Finalmente, su respiración se detuvo y volvió a rejuvenecer.

“¿Por qué… ¿Por qué haces esto?”

“Por nada. Ustedes se meten con la gente normal para matar el tiempo. Yo estoy haciendo lo mismo contigo”.

“¡¿Qué te he hecho yo?!”

“Nunca les hice nada a ustedes, Sabios, pero fui convocado aquí y sufrí todo tipo de cosas”.

Su idea no había terminado siendo tan interesante, pero poseer un poder infinito podía hacer que la gente fuera irracional.

“Pensé que tu objetivo era matar a los Sabios”, dijo Navi. “¿No vas a acabar con ella?”

“No, ya he acabado con ella. Puede seguir así hasta que pierda la cabeza. Supongo que iré de nuevo a por Alice. Tengo curiosidad por ver qué se le ha ocurrido”.

“¿Nos teletransportamos?”

“No. No quiero que las cosas se vuelvan demasiado monótonas. Intentemos pensar en un plan mejor”.

Shigeto comenzó a investigar la situación de Alice.

◇ ◇ ◇

“¡De ninguna manera! No puedo dejar que comas esta comida dudosa!” gritó Hiruko mientras los cinco se sentaban en una cafetería.

“No creo que sea tan peligroso”, dijo Yogiri alrededor de un bocado de pastel. Numerosos postres estaban dispuestos en la mesa frente a ellos. La cafetería ofrecía varios postres en forma de buffet.

“¿Estás seguro? Hay muchas situaciones en las que no puedes volver a casa después de comer comida de otro mundo”.

“Sin embargo, puedes hacer algo con este lugar, ¿verdad?”

“¡Claro que puedo! ¿Pero no deberías seguir teniendo cuidado?”

Yogiri recogió cualquier veneno o comida podrida como intención de matar dirigida a él, para poder garantizar que la comida que tenían delante era segura.

“¿Y por qué te emocionas tanto?” Preguntó Hiruko.

“¿Eh? ¿Yo?” respondió Tomochika, sorprendida.

“Sí, tú. ¿Qué diablos es esa cosa en tu cabeza?”

Tomochika llevaba una diadema con orejas de gato. La había comprado en una tienda de souvenirs que había en la entrada. No necesitaban dinero para hacer nada aquí, así que podían coger lo que quisieran de la tienda y comer todo lo que quisieran gratis. Los animales trabajaban diligentemente para hacer más comida para ellos.

“Es bonito, ¿verdad?”

“¡Sí!” Luu también llevaba una diadema con orejas de conejo.

“¿Cómo es que actúan tan tranquilos en un lugar tan extraño?”

“En realidad no tenemos prisa, así que ¿por qué no nos relajamos un poco? Acabamos de conseguir una Piedra Filosofal gratis”.

“No me importa, a mí me da igual. Pero ustedes son los que buscan a alguien, ¿no? ¿Están seguros de perder el tiempo aquí?”

“Si cada segundo contara, ya llegaríamos tarde, así que no tiene sentido apresurarse”, explicó Yogiri.

“Realmente marcháis al ritmo de vuestro propio tambor, ¿eh?”

“Ah, claro, también tenemos esto”. Tomochika desplegó un panfleto sobre la mesa. Era una guía de Otro Reino. Al parecer, ese era el nombre del lugar en el que se encontraban.

Ahora que Yogiri lo pensaba, eso era lo que el Sabio había gritado antes de que se encontraran aquí.

“Un mapa, ¿eh? Parece un lugar enorme”.

“¡Quiero ver la zona de los cuentos!” dijo Luu, señalando alegremente un punto del mapa. Allí había dibujados un carrusel, una noria y otros lindos equipos de juego.

Hiruko suspiró. “Ma… no es el momento de andarse con rodeos”.

Aunque Yogiri había sido quien sugirió que se detuvieran a comer, estaba de acuerdo con el dios. No podían relajarse aquí por mucho tiempo. “Luu, si quieres quedarte a jugar, está bien, pero tendremos que dejarte atrás”.

“¡¿Qué?!”

“¡Hey! ¡¿Cómo puedes decirle eso a Ma?! Eso es simplemente cruel!”

“Bueno, ¿qué quieres que te diga?”

“¡A veces hay que ser gentil, a veces duro, y a veces muy vago! ¡El mundo no es siempre blanco y negro!”

“No podemos jugar aquí para siempre, así que deberíamos intentar pensar en una salida”.

“Lo único que tenemos que hacer es volver al punto de partida. Allí hay un límite entre este mundo y el otro-”

El fuerte sonido de una campana interrumpió la explicación de Hiruko. La campana sonó doce veces antes de detenerse.

“¿Las doce en punto? ¿Así que es mediodía? Espera, ¿es realmente esa la hora?”

Desde que salieron del Bosque de los Elfos, su sentido del tiempo estaba un poco desviado. Yogiri consultó su reloj, pero al hacerlo, todo a su alrededor se volvió inquietantemente silencioso. El panda que había estado reponiendo obedientemente su suministro de postres y el gato que había estado trabajando tan duro en la cocina se habían congelado.

“Algo va mal…”

Una de las ventanas se rompió de repente cuando algo saltó a través de ella. Era un pequeño muñeco de oso, sosteniendo un gran cuchillo