Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Volumen 9

Capitulo 16: ¡Una Chica Cayendo Del Cielo Es Un Desarrollo Bastante Estándar!

“¿Por aquí, supongo?”

Siguiendo las instrucciones de Yogiri, Hiruko los detuvo. Debajo de ellos había un bosque con un gran agujero en medio del arbolado. Teniendo en cuenta el camino de tierra destruida que conducía desde allí hasta la capital, debía de ser donde había surgido el monstruo.

“Todo esto está muy bien, pero no vamos a encontrar ninguna pista sobre Eufemia aquí, ¿verdad?”, preguntó Yogiri.

“La señorita Euphemia eligió luchar contra un dios llamado Zakuro, ¿no es así?” Preguntó Hanakawa. “¿No es posible que haya perdido y que por eso esté desplomada en algún lugar cercano?”

“Vamos a echar un vistazo. Hiruko, llévanos al agujero, por favor”.

“¡Caramba, qué arrogante puedes ser! ¡¿Y ni siquiera te importa, verdad?! ¡Tengo que decir que tienes agallas!” Mientras hablaba, Hiruko los bajó al agujero del bosque. El fondo estaba sembrado de trozos de piedra rotos de todos los tamaños, lo que daba crédito a la teoría de que el monstruo había irrumpido desde el subsuelo.

Una vez que aterrizaron, Yogiri miró a su alrededor. “Si estaba tirada por aquí, probablemente fue aplastada”.

Esto había sido una ciudad subterránea, pero quedaban pocos rastros de ella. La mayor parte del lugar había sido destruido por el derrumbe de la roca.

“Había un teletransportador aquí, ¿no?” dijo Tomochika, con una expresión agria en su rostro. “Aunque encontremos a Eufemia, empieza a parecer dudoso que podamos usarlo”.

“No tenemos ninguna pista, ¿eh?” Respondió Yogiri.

“Mokomoko, ¿puede Enju analizar el área?” Preguntó Tomochika.

“Hmm. Aunque su visión es excelente, no está equipada con ninguna función que supere significativamente a la de un humano”.

Yogiri volvió a mirar con atención, pero siguió sin encontrar nada. “Tal vez esto no tenía sentido”.

“¿Puedes dejar de quejarte? Soy yo quien tuvo que llevarnos a todos hasta aquí, así que fue mi esfuerzo el que se desperdició”.

“¿Y ahora qué? Si no está aquí… ¿tal vez la capital?”

“Es posible”, dijo Mokomoko. “El individuo que conoció aquí, Zakuro, llamaba al monstruo ‘el Overlord’ y parecía servirle en alguna capacidad. Es muy posible que haya ido en la misma dirección, y nuestra única pista potencial sobre el paradero de Euphemia resulta ser cuestionable”.

“Hiruko, por favor, llévanos a la capital”.

“Bien, tu insolencia está siendo demasiado. Casi empieza a ser divertido”.

“Eh, ¿qué es eso?” Luu señaló al aire.

Yogiri miró hacia arriba y vio una puerta. No estaba unida a nada y simplemente flotaba en el aire. Aparte de eso, parecía una simple puerta de madera sin adornos.

“¿Estaba aquí cuando llegamos?”, preguntó.

“No lo creo”, respondió Tomochika.

“No, que exista algo así estaría fuera del alcance de nuestra imaginación”, dijo Hanakawa. “Con una visibilidad tan baja, incluso si nos dijeran que está ahí desde el principio, probablemente nos lo creeríamos…”

“¿Sabes qué es eso, Hiruko? Se supone que eres un dios, ¿no?”

“¡No creas que lo sé todo sólo porque soy un dios! Pero bueno, es una puerta. Si tienes curiosidad, ábrela”.

Sin embargo, antes de que tuvieran la oportunidad, la puerta se abrió sola y una persona saltó a través de ella.

“¡Ay! ¿Qué diablos? ¿Qué está pasando? Se suponía que esto era una cueva”. Una chica con un vestido rosa cayó desde la puerta. Tal vez había aterrizado demasiado fuerte, porque su nivel de queja era extremo.

“¡Oh! ¡Una chica cayendo del cielo es un hecho bastante estándar! Sí, lo entiendo. Estoy seguro de que me van a ignorar a estas alturas, pero aún no tenemos ni idea de qué va todo esto, ¡así que, por favor, dejadme soñar!”

“¡¿Por qué hay tanta gente aquí?!” La chica estaba claramente sorprendida al verlos.

Teniendo en cuenta que estaban en los restos de una cueva derrumbada, ahora había un grupo de gente.

“Entonces… ¿alguna idea?” Yogiri dudó. No tenía ni idea de cómo enfrentarse a una chica que salía de repente de una puerta en el aire.

“¿Qué tal si intentas hablar con ella?” Sugirió Tomochika.

“De acuerdo. ¿Quién eres y cómo has aparecido así?” Yogiri no intentó presentarse. La secta Malnarilna los tenía en la mira, así que sin saber si estaba afiliada a ellos, era mejor ocultar su identidad.

“¿Por qué debería decírtelo?” Por supuesto, desde su perspectiva, los seis eran extraños vagando por una cueva. No era sorprendente que ella misma estuviera en guardia.

Sin embargo, no era necesario obligarla a hablar, así que mientras Yogiri se preguntaba qué hacer, Luu señaló a la recién llegada.

“Esa persona tiene parte de mi cuerpo”.

“¿Qué quieres decir? ¿Dices que tiene una Piedra Filosofal?”

“Sí. Está dentro de su propio cuerpo”.

“¿Significa eso que es un Sabio?” Si tenía una Piedra Filosofal, eso era casi seguro.

“¡¿No es eso demasiado conveniente?!” Hanakawa se quejó. “¡Es un acontecimiento demasiado extraño!”

“Puede ser, pero está aquí, ¿no? No creo que podamos quejarnos”.

“Tomochika, ¡¿has perdido todo el sentido de la vergüenza?! ¡¿Cómo puedes actuar con tanta calma en una situación tan ridícula?!”

“Quiero decir… han pasado muchas cosas”, murmuró Tomochika, mirando a lo lejos.

“Mientras viajaba sola, un suceso como éste terminaba inevitablemente sometiéndome a un destino horrible, ¡pero esta vez las cosas no serán iguales! ¡No con Sir Takatou aquí! ¡Ahora, haz caer el martillo de Dios sobre ese malvado Sabio!”

“No puedo. Si la mato, la Piedra Filosofal pierde su poder”.

Los sabios usaban las piedras como fuente de poder. Les daba la capacidad de regenerarse para siempre. Si Yogiri mataba al Sabio, la Piedra Filosofal se agotaría en un intento inútil de revivirlos, según Sion.

“Me llamo Yogiri Takatou. Si eres un Sabio, ¿has oído hablar de mí?”

“Takatou Yogiri… Creo que Sion mencionó algo sobre ti”.

“Hemos estado luchando contra los Sabios y recogiendo Piedras Filosofales. Si nos das la tuya, no tendremos que luchar. ¿Qué te parece?”

“Hmm, no lo sé. Tú eres el que mató a Santarou, ¿verdad?”

“Y a Lain, y a Sion, y a Raiza”. Aunque técnicamente no había matado personalmente a los dos últimos, no tenía ganas de explicarlo. La información debería haber sido suficiente para amenazarla.

“O-Oh. Pero, ¿y qué? ¿No significa eso que soy más fuerte que todos ellos?”

“¿Para qué pierdes el tiempo?” intervino Hiruko, mirando a Yogiri.

“Sólo pensé que sería más fácil si no teníamos que luchar”, explicó.

“Vamos, si tiene parte del cuerpo de Ma, sólo tienes que cogerlo. No pierdas el tiempo con toda esta cháchara”.

Hiruko se desvaneció de repente y un momento después apareció junto a la Sabia, con el brazo incrustado en el pecho de la chica.

“Qué…”

“Hmm. Debería estar aquí en alguna parte… ¡Ah, ahí está! Lo encontré”.

Sacando el brazo, Hiruko levantó una piedra redonda y translúcida. La Sabia, mientras tanto, se desplomó, agarrándose el pecho.

Mostrando la piedra con orgullo, Hiruko volvió a acercarse a ellos.

“Así que te tomas tu tiempo para volver, ¿eh?” comentó Tomochika.

“Una vez hecho el trabajo, hay que deleitarse un poco, ¿no?”.

“¡¡¡Noooo!!! Otra hermosa chica desperdiciada!” gritó Hanakawa.

“Toma, mamá”. Hiruko entregó la piedra a Luu. En el momento en que Luu la tocó, se transformó inmediatamente. La piedra sólida y redonda se fundió en una especie de líquido y fue absorbida por su mano. Al mismo tiempo, Luu comenzó a transformarse. Mientras la observaban, se hizo más grande. Su cara de niña pareció volverse un poco más madura. Se hizo más alta y sus brazos y piernas crecieron un poco más. Había pasado de ser una niña de tres años a una de seis.

“¡He vuelto a crecer, papá!”

“Genial, ¿supongo?”

“¡Espera! ¡Ma te está dando una sonrisa tan linda! ¿No puedes darle una respuesta mejor que esa?”

“Realmente tuvimos suerte esta vez, ¿no?” Dijo Yogiri.

“Sí, pues no podemos perder más tiempo aquí”, respondió Tomochika. “Tenemos que buscar a Euphemia”.

“¡Ustedes! ¿Cómo pueden actuar como si todo esto hubiera terminado cuando nuestra hermosa Sabia aún tiene una horrible herida en el pecho?” Hanakawa corrió hacia la chica caída. “¡¿Estás bien?!” Puso sus manos sobre ella, y un suave resplandor la envolvió.

“¿Eh? ¿Por qué?” El sabio fue tomado por sorpresa. La magia curativa de Hanakawa le había devuelto la salud.

“¡No soy como esos monstruos de allí! ¡No hay forma de que abandone a una hermosa joven en su momento de necesidad! Además, por muy escasa que sea, ¡tiene la posibilidad de enamorarse de mí y convertirse en el comienzo de mi harén!”

“Sabes, Hanakawa”, suspiró Tomochika, “si no dijeras cosas así, podrías tener una oportunidad con una chica algún día”.

“Umm… gracias…” respondió el Sabio.

“¿Eh? Err, esperaba que me insultaras de todos modos, así que no estoy seguro de cómo reaccionar al recibir las gracias”.

“Bien, de acuerdo. Te ayudaré”.

“Uh, qué es lo que…”

“¡Otro Reino!”, gritó el Sabio, y el mundo se volvió oscuro. La repentina negrura pronto se dividió, revelando un nuevo escenario.

“¿Qué acaba de pasar?” preguntó Yogiri. Estaban en un lugar completamente nuevo. Aunque el terreno rocoso no había cambiado, ahora estaba rodeado por una amplia pradera. Una enorme puerta se alzaba frente a ellos con muros que se extendían a ambos lados.

“¡¿Qué demonios está pasando?!” Gritó Hiruko.

◇ ◇ ◇

En el momento en que el sabio gritó, Hanakawa sintió que un poderoso impacto le golpeaba. Se sentía como si fuera arrojado por vientos intensos.

“¡Gaaaaah! Qué está pasando?”

Estaba siendo lanzado de un lado a otro con tanta violencia que no podía distinguir la diferencia entre arriba y abajo. Intentó agitar los brazos y las piernas para recuperar algún tipo de equilibrio, pero no funcionaba. Entonces, chocó contra algo. Tras rebotar un par de veces, se detuvo y se sintió inmediatamente aliviado. Parecía que los violentos vientos iban a ser eternos, pero de alguna manera había logrado salir.

Tumbado de espaldas, miró al cielo. Estaba en un bosque. Antes habían estado en una caverna subterránea, pero parecía que lo habían devuelto a la superficie.

“No entiendo lo que acaba de pasar, pero parece que estoy… a salvo”. Miró a su alrededor para intentar averiguar dónde estaba y vio a la joven Sabio sentada cerca.

“¡Gyaaaah!”

“No tienes que hacerte el sorprendido. Acabo de salvarte, después de todo”.

“Err, uhh…”

“Tal vez ‘salvado’ es una palabra demasiado fuerte. Sólo estabas fuera de su alcance porque estabas demasiado cerca de mí”.

“Ah, umm… ya veo. Gracias por salvarme…” Hanakawa miró a su izquierda y a su derecha. El resto de sus compañeros no aparecían por ninguna parte.

Ahora bien… esta parece ser una situación absolutamente horrible.

Había pensado que estaría a salvo mientras estuviera cerca de Yogiri, pero le habían arrancado con bastante facilidad del lado de Yogiri. En resumen, no tenía ninguna garantía de seguridad. Si esta chica vestida de rosa era un Sabio, eso la ponía al mismo nivel que Aoi y Yoshifumi. Sería capaz de matar a alguien como él sin ningún esfuerzo.

Ah, he cometido un terrible error. Debería haber fingido la muerte durante un tiempo…

Dudaba que ella hubiera permanecido mucho tiempo en la zona. Si no se hubiera movido, probablemente se habría marchado sin mirarle un segundo.

“Umm… ¿puedo preguntar qué demonios acaba de pasar?”

“Usé mi poder para salir de ese lugar”, contestó ella sin rodeos. No sonaba hostil. “Mi poder puede crear mundos. Cuando creé uno con ellos en el centro, la explosión te hizo desaparecer. No fue precisamente un truco fácil, pero parece que logré atraparlos dentro”.

“Ya veo…” No había sido un ataque directo a Yogiri, como demostraba el hecho de que la chica seguía viva. De lo contrario, las defensas automáticas de Yogiri la habrían matado. “Err… ¿acaso tienes algún asunto que tratar conmigo?”

Esperó, pero la chica se limitó a quedarse sentada, observándole.

“¿Sabes mucho de esta zona?”, preguntó finalmente.

“Bueno, no es que me resulte totalmente desconocido…” Había viajado con el grupo de Shigeto a la capital y luego había pasado bastante tiempo viviendo allí. Podía decir que sabía un poco más que alguien que nunca había estado en la región.

“Bien entonces, enséñame el lugar”.

“¡¿Yo?!”

“No tengo mucho poder en este momento. Sin mi Piedra Filosofal, sólo puedo hacer un mundo a la vez”.

“¡¿Deberías decirme eso?!”

“¿Quién sabe? Pero me ayudaste cuando estaba herida aunque nunca me habías visto antes. ¿No te hace eso un buen tipo?”

“Ah, ja, ja, ja… me lo pregunto”.

“Mi nombre es Alice. ¿Cuál es el tuyo?”

“Soy Daimon Hanakawa”.

“Hanakawa, ¿eh? Llévame a Yoshifumi en la capital”.

“¿Yoshifumi?” Hanakawa no tenía ni idea de cómo decirle que Yoshifumi ya estaba muerto.