Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Gracias al Libro de las Profecías, Shigeto había sido plenamente consciente de que la Espada Mundial Omega Blade sería inutilizable en su estado actual. Por eso habían estado reuniendo materiales para repararla por el camino. Si él y sus compañeros hubieran obtenido la espada tal y como estaba previsto, no habría habido ningún problema. Pero Rei era ahora uno de los subordinados de Yoshifumi, y éste se había interesado por la espada. Tuvo que cambiar sus planes después de eso.

El Libro de la Profecía le mostró una nueva ruta a seguir. Que la aldea de los elfos fuera aniquilada y que la familia real llegara primero a la espada fue algo inesperado, pero en su mayor parte fueron acontecimientos ventajosos. La posibilidad más peligrosa era que Yoshifumi decidiera que la maltrecha Espada del Mundo seguía siendo valiosa y se hiciera cargo de ella él mismo. Si eso sucedía, no habría nada que Shigeto pudiera hacer. Tendría que renunciar por completo a utilizar la Espada del Mundo para derrotar al Sabio.

Pero Yoshifumi había perdido el interés en el arma inmediatamente, volviendo su atención a la princesa. Siempre estaba lleno de aperturas. Shigeto había estado esperando una oportunidad para burlarlo, y la pelea de Rena le proporcionó la apertura que necesitaba.

Shigeto y Rei se pusieron capas para volverse invisibles. Las habían adquirido en su viaje. Aunque no eran utilizables en combate, eran útiles para la acción encubierta. Recogiendo la espada abandonada, salieron de la habitación. Sin prisa, sin ruido, con toda la calma. Manteniéndose ocultos, se distanciaron de Yoshifumi.

“Entonces, ¿cómo vamos a hacer que la espada sea utilizable?” preguntó Rei una vez que se habían alejado lo suficiente.

Conseguir la Espada del Mundo antes de que Yoshifumi pueda. Esas fueron las instrucciones de Rei. Sus habilidades como Mujer Fatal habían despertado. Ya no sólo era capaz de hacer que los hombres se interesaran por ella, ahora era capaz de esclavizarlos.

Pero Shigeto no se sentía esclavizado. Había sentido algo por Rei desde mucho antes de venir a este mundo. Así que incluso sin sus habilidades, estaba seguro de que habría hecho lo mismo para salvarla. El hecho de que esos sentimientos pasados fueran un falso recuerdo creado por los poderes de Rei era imposible de reconocer para Shigeto. Los que estaban bajo su control nunca se darían cuenta de que lo estaban.

“Tenemos que alejarnos más. Llevará algún tiempo restaurar la hoja”. Shigeto no tenía conocimientos ni habilidades relacionadas con la herrería. Pero ya tenía las herramientas y los materiales necesarios para restaurar la Espada del Mundo. Las reparaciones se producirían automáticamente si las utilizaba.

“Salgamos de aquí”, dijo Rei.

“Sí. Pero si volvemos al imperio, Abby se fijará en nosotros. Tendremos que escondernos en el bosque”.

Abby, uno de los Cuatro Reyes Celestiales, era el jefe de los aventureros. Ella vigilaba a todos los que jugaban a ser aventureros en todo el reino y tenía a todo el imperio bajo observación. El Bosque de los Elfos era la única excepción. Ella no podía ver nada dentro de él.

“Yoshifumi es invencible, pero eso es todo. Me preocupan los poderes de Rena, pero después de tanto tiempo, probablemente nos habría perseguido si pudiera. Ahora deberíamos estar fuera de su alcance”.

La clase de Rena era Jefe Medio. Eso le daba una serie de habilidades ridículas, entre ellas la capacidad de aparecer delante de alguien si intentaba huir o de aparecer detrás de alguien en el momento en que se detenía, pensando que estaba a salvo. Pero, como corresponde a un Jefe Medio, el alcance de sus poderes era limitado. Por lo que había oído, parecía que su alcance era de unos cien metros.

“Hemos llegado lo suficientemente lejos como para no tener que seguir siendo sigilosos. Démonos prisa”, dijo Navi, la manifestación del Libro de las Profecías de Shigeto, al aparecer frente a ellos.

“¿Cómo salimos de aquí?”

“El camino que tomamos para llegar aquí sería demasiado arriesgado, así que buscaremos otra salida. No tenemos tiempo de seguir cuidadosamente una guía para evitar todas las trampas, así que haz lo que te digo”.

“De acuerdo”.

Los tres salieron corriendo. Las ruinas estaban llenas de todo tipo de trampas, pero siguiendo las instrucciones de Navi pasaron sin problemas. La disposición del laberinto y la naturaleza fija de las trampas hacía que fueran fácilmente sorteadas por los poderes proféticos de Shigeto. Desde las profundidades del subsuelo, volvieron a la superficie. Finalmente, se encontraron con un largo pasillo bordeado de grandes pilares. Pudieron ver la luz de la salida viniendo del extremo más lejano.

“Esa es la salida, ¿verdad?”

“Sí”.

Pero estaba bastante lejos en el aire. La salida era un agujero en el techo. Continuando la carrera, se detuvieron justo debajo de él. No parecía haber nada que les permitiera salir.

“¿Cómo subimos?” Shigeto confiaba plenamente en que Navi sabría cómo proceder.

“Se supone que hay un ascensor aquí”, respondió ella.

“Lo único que veo es un montón de escombros”. Miró a su alrededor. Los escombros que parecían haber caído desde la salida estaban esparcidos a su alrededor. “Aunque somos más fuertes que antes, no creo que podamos saltar tan alto”.

Era difícil juzgar a ojo la distancia a la que se encontraban de la salida, pero el pasillo probablemente podría contener algo al menos tan grande como un edificio de cinco plantas. Aunque la obtención del Don había mejorado considerablemente las características físicas de Shigeto, un salto como ése seguía estando muy por encima de él. Repasó mentalmente las herramientas de que disponían, pero no se le ocurrió nada que pudiera ayudar.

“¿Hay otra salida?”

“No que yo sepa. Las únicas entradas adecuadas a las ruinas son ésta y el camino oculto que utilizamos para llegar hasta aquí.”

“¿Qué deberíamos hacer?”

“Siempre está la opción de restaurar la Espada del Mundo aquí mismo”.

“¿Funcionará eso?”

“Deberías saberlo después de haber llegado hasta aquí, pero el laberinto es bastante complejo. Si te escondes en él, deberían tardar bastante en encontrarte”.

“¿Podemos vencer a Yoshifumi si arreglamos la espada?”

“Sí. La Espada del Mundo no es un arma ordinaria. Funcionará sin importar lo poderoso que sea tu enemigo”.

“Oye, parece que algo está bajando”. Murmuró Rei.

“¿Qué es?” Shigeto se volvió de su conversación con Navi para mirar hacia donde Rei había indicado. Algo que parecía una persona estaba descendiendo del techo, como un chico con bata blanca.

“Navi, ¿quién es ese? ¿Qué dice la profecía?”

“No lo sé. La Profecía se actualizó en el momento en que obtuvimos la Espada del Mundo, pero esta persona no está en ella…”

El Libro de la Profecía no se actualizaba en tiempo real. Se actualizaba si ocurría algo lo suficientemente importante como para cambiar el curso del futuro. Pero si no estaba en la Profecía, el chico debía ser un evento irregular.

El recién llegado descendió lentamente. Parecía que descendía a la velocidad que quería, ignorando la gravedad. A medida que se acercaba, las piernas de Shigeto comenzaron a temblar. Empezó a sudar y su ritmo cardíaco aumentó. Podía decir instintivamente que ese chico estaba en un nivel completamente diferente, un ser que existía en una dimensión completamente diferente, metafóricamente.

Shigeto se arrodilló cuando sus piernas cedieron y se inclinó. Fue un instinto nacido del puro asombro. Su cuerpo se movió por sí solo, como si supiera que no tenía otra opción. Rei debió sentir lo mismo, ya que se inclinó igual que él. Navi se había desvanecido. No debía de soportar estar en su forma humana.

“Oh, lo siento. No pensé que hubiera nadie aquí abajo. Voy a frenar un poco mi poder”.

En algún momento, el chico había llegado al suelo, y su voz llegó justo al lado de ellos. Mientras hablaba, la abrumadora emoción que mantenía sus cuerpos en su sitio disminuyó. La sensación de asombro permaneció, pero fueron capaces de levantar la cabeza.

“¿Quién podría…?”

“Eso no me gusta. ¿Podrías ser más informal?”

Shigeto dudó. No sabía si era realmente prudente hablar con tanta franqueza a alguien que era claramente tan superior.

Haz lo que dice. Alguien de su nivel no necesita complicadas formalidades.

Ante las palabras de Navi, Shigeto sintió que se relajaba un poco.

“Hola”.

“Sí, hola”.

El chico devolvió el saludo con una sonrisa. No estaba actuando con hostilidad. Si tuviera malas intenciones, hablar con él de esta manera habría sido imposible.

“¿Podrías levantarte? Quiero hablar un poco, pero verte arrodillado así es un poco desagradable”.

Rei y Shigeto se pusieron en pie.

“¿Eres… japonés?” preguntó Shigeto. A juzgar por la cara del chico, era japonés y de la misma edad que ellos.

“Japón, ¿eh? Es una palabra nostálgica. Sí, soy de Japón”.

“¿Tú también fuiste convocado aquí por los Sabios?” Ser formal y autodespreciativo podría acabar ofendiéndole, así que Shigeto pensó que lo mejor era hablar de forma casual.

“Fui invitado aquí, pero no creo que fuera por un Sabio. Espera, ¿tal vez lo fue? ¿Los Sabios son personas que parecen niñas con alas?”

“Ni idea. Estoy seguro de que hay Sabios de todo tipo, pero…” Shigeto sólo había conocido a dos de ellos: Sion y Yoshifumi. No parecía haber nada en común entre ambos, así que no tenía ni idea de cómo eran los demás Sabios.

“Huh. Los dos sois japoneses también, ¿verdad? ¿Hay muchos japoneses en este mundo?”

“No es que hayamos venido aquí a propósito. Pero sí, hay bastantes japoneses aquí”.

“¿Ah, sí? Soy Takumi. ¿Cómo os llamáis?”

“Me llamo Shigeto Mitadera. Ella es Rei Kushima”.

“¡Oh, claro! ¡Generalmente también tenemos apellidos! Aunque he olvidado totalmente el mío”.

“¿Por qué estás aquí, Takumi?”

“Estoy buscando algo”.

El corazón de Shigeto comenzó a acelerarse de nuevo. Si el chico estaba buscando algo aquí, era poco probable que fuera otra cosa que la Espada del Mundo. Y si quería la Espada del Mundo, no tendrían forma de ocultársela. Si les decía que se la entregaran, Shigeto sentía que lo haría de muy buena gana.

“¿Puedo preguntar qué es lo que buscas?”, consiguió escurrir.

“Claro, pero ¿por qué estás tan nervioso por ello?” preguntó Takumi, un poco extrañado.

“Es que soy algo tímido. No se me da bien hablar con desconocidos”.

“¿Ah, sí? Bueno, estoy buscando a un dios”.

Shigeto se relajó un poco. ” ¿Está aquí?”

“Hmm. Es difícil de decir. Perdió su poder y se dividió en pedazos, pero parece que parte de ella está cerca”.

“¿Así que estáis intentando recoger los trozos y volver a unirla?”

“Así es. Quiero matarla, pero primero tengo que recomponerla”.

“¿No eres tú mismo un dios?” Con el aura divina que desprendía, Shigeto habría creído al chico al instante si hubiera dicho que lo era.

“Como te he dicho, soy japonés, así que no soy un dios ni nada parecido. Pero han pasado muchas cosas, y ahora puedo matar dioses. Supongo que si crees que tener la capacidad de matar a un dios te convierte en un dios, yo cumplo ese requisito”.

“¿Por qué quieres matar dioses?”

“Es sólo un pasatiempo. Realmente no hay nada más que me resulte desafiante”.

Ese parecía ser el sentimiento expresado por todos los que obtenían un gran poder. A Yoshifumi le pasaba lo mismo, tenía tanto poder que acababa sin hacer nada más que buscar formas de matar el tiempo.

“De acuerdo, bueno, probablemente debería irme”, dijo Takumi. “Siento haberos detenido”.

“Ya estábamos atrapados aquí antes de que llegaras, así que no te preocupes”.

“¿Ah, sí? ¿Intentáis salir de aquí?”

“Sí. Estábamos tratando de pensar en una manera de salir.”

“Deberías haber dicho algo antes. Muy bien, los sacaré. Sólo queréis subir ahí, ¿no?”, dijo señalando el techo.

Cuando Shigeto asintió, él y Rei comenzaron a flotar hacia arriba.

“¡¿Qué?!”

“Nos vemos”.

Continuaron flotando hacia arriba, alcanzando la salida en poco tiempo, pasando a través de la abertura del techo y llegando a la superficie antes de caer con seguridad sobre la tierra firme.

El cuerpo de Shigeto chorreaba sudor. Podía sentir que Takumi se alejaba. Aquella presencia abrumadora se estaba debilitando ligeramente, dirigiéndose a lo más profundo del subsuelo.

“¿Qué demonios ha sido eso?”, murmuró.

“Eso fue aterrador”. Rei no intentó ocultar sus sentimientos.

“¡De todos modos! Salgamos de aquí!” dijo Navi al reaparecer.

No sabían qué estaba pasando, pero se habían salvado. Si se quedaban sin hacer nada, Yoshifumi los alcanzaría, haciendo que todo fuera inútil. Tenían que encontrar un lugar donde esconderse de inmediato.

Shigeto miró a su alrededor, buscando un destino. El terreno que les rodeaba estaba en un estado terrible. Algo había fundido una línea recta a través de la tierra. El rayo de luz que había destruido la aldea de los elfos también había llegado a este lugar. Estaban en un conjunto de ruinas, pero el ataque había borrado todo a su paso.

“Esos edificios son guardianes hechos para proteger este lugar. Se transformarán y te atacarán, así que no te acerques a ellos”, compartió Navi desde el Libro de la Profecía.

“Entonces, al bosque, supongo”.

“Sí. No sé si debería llamarnos afortunados, pero seguir el rastro de ese rayo de luz debería llevarnos de vuelta al bosque muy fácilmente”.

Una vez recompuestos, los tres salieron corriendo hacia el bosque.