SSS Class Suicide Hunter

Volumen 1

Capítulo 26: Los Elegidos (Parte 2)

“… ¿Hablar?”

“Sí. Siendo sincero, estoy un poco sorprendido ahora mismo”.

Nos encontrábamos en el escenario del piso 12, el palacio; concretamente en la recepción. Mi voz resonó en esa estancia.

“No sé por qué me está atacando. Creo que es la primera vez que nos vemos, pero yo solía admirar su esgrima. Ver ahora que alza su espada contra mí es algo que me resulta realmente incómodo”.

El rostro del Santo de la Espada se endureció, a pesar de que lo que yo estaba diciendo era verdad.

‘Imaginé que reaccionaría así’.

Había una razón para que su expresión se pusiera rígida de esa manera.

El día en el que nos conocimos por primera vez, ese día que él no recordaba, el Santo de la Espada me había dicho lo siguiente:

-¿Crees que no notaría que eres un asesino enviado por Dragón Negro?

-¡No sé si te envía la Bruja, pero voy a hacer todo lo que pueda para matarte!

Creyó que yo era un asesino.

‘Y un asesino de Dragón Negro, para ser más exactos’.

Probablemente en ese momento pensaba lo mismo, que yo era un asesino bajo el comando de Dragón Negro que había segado innumerables vidas inocentes. No, en realidad podría incluso estar más seguro de su percepción en esa nueva ocasión.

‘O un asesino especial de los cinco grandes gremios’.

-Mmm. Es verdad -asintió Bae Hu-Ryeong-. Desde una perspectiva externa, eres bastante raro.

‘Exacto’.

¡La aparición de un nuevo héroe cuando nadie lo esperaba!

Un cazador clase E que había despejado el piso que nadie podía superar. Y, tan pronto como hubo hecho eso, hizo un pacto con los cinco grandes gremios y se le prometió que se le trataría igual que a los maestros de gremio…

‘Es demasiado raro’.

-Sí. Desde el punto de vista del viejo Marcus, no eres un cazador que ha trabajado duro para llegar aquí. Eres un héroe falso que han creado los cinco grandes gremios. Tsk, tsk -chasqueó la lengua Bae Hu-Ryeong-. Zombie, ¿cuál era tu recuento total? ¿4090?

‘A estas alturas probablemente es 4093’.

-Correcto. el 4093 que el viejo Marcus ve es únicamente el número de personas a las que has matado. Y eso se debe a que no eres un cazador que trabaje en solitario, sino uno creado por los grandes gremios.

Esa era la única conclusión a la que podía llegar el Santo de la Espada.

-Y…

‘Sí’.

El mismo grupo.

‘Probablemente cree que es el número de personas que he asesinado bajo las órdenes de los grandes gremios’.

Los grandes gremios gobernaban la Torre.

Ellos habían matado a 4093 humanos.

Era un malentendido, pero… para él, probablemente era una visión muy desagradable.

“Ja….”

Si fuera alguien de menos importancia o un simple viejo, se habría retirado llegado a ese punto, pero…

“Babilonia no es diferente del mundo exterior”.

… pero el Santo de la Espada no sabía lo que significaba retirarse.

Aunque lo hiciera, lo negaría.

“Después de que entrara en la Torre, me suplicasteis día y noche que me uniera a un gremio, pero yo me negué. ¿Sabéis por qué?”.

El agarre de su arma del Santo de la Espada se hizo más fuerte. Sus manos eran viejas y su piel estaba manchada… pero las venas que sobresalían allí no tenían nada de viejo.

Los colmillos de un león no perdían su filo solo por la edad.

“Quería mostrar eso en esta Torre. Que, en este nuevo mundo, puedes reinar en la cima con únicamente tu propia fuerza”, dijo el Santo de la Espada mirando a su alrededor con ojos violentos. “Familia, país, el lugar del que procedes. Al contrario que en el mundo exterior, en este lugar puedes sobrevivir por ti mismo con una espada. Si trabajas duro, puedes tener éxito”.

“…”

“Para mostrarle a la gente que esa esperanza existía, seguí rechazando unirme a un gremio hasta el día de hoy. Pero… ¿qué habéis hecho?”, preguntó alzando su espada. “No sois diferentes de agua estancada y rebosante de suciedad”.

Los maestros de gremio se retorcieron.

Rabia. Humillación. Odio.

Las emociones se reflejaron en sus ojos. Lo que el Santo de la Espada acababa de decir era como una declaración de guerra.

Había algunos que simplemente sonrieron como si no pasara nada, como el Inquisidor Herético, pero la mayoría de las caras de los maestros de gremio no tenían buena pinta.

“Santo de la Espada, no conozco el caso de los demás, pero tú…”

“¡Ja! ¿Te has olvidado de cómo decidiste ni siquiera aparecer cuando estábamos desafiando el piso 5. ¡Parece que el Alzheimer lo ha borrado de tu memoria!”

“Sí, señor Calenberry. Si hubiera usado sus conexiones con el mundo exterior, tendríamos más comida y Sangryun…”

Todos empezaron a gritar.

Eran cazadores que se habían conocido desde los principios de la Torre. ¿Se debía a que tenían muchas emociones contenidas entre ellos? Mientras esas emociones colisionaban entre sí, la atmósfera en la recepción se volvió rápidamente muy oscura.

“Si eres el rango 1, deberías mostrar una actitud apropiada para ello. Pero no, tú estabas bien solo. Vivías solo. ¿Sabes a cuántos cazadores podríamos haber salvado si no hubieras actuado de una manera tan arrogante?”, escupió la Bruja del Dragón Negro, hablando como si lo estuviera maldiciendo.

“Y no fue solo en el piso 5. Si nos hubieras ayudado en los pisos 7 y 9, ¡habríamos sufrido la mitad de daños!”. Viper, la serpiente venenosa de Chen-mu Mun, mostró su intención asesina.

“Alguien que viene de una familia rica en el mundo exterior… Si hubieras ayudado un poco, la Torre habría sido más estable. ¿Nosotros somos agua estancada? Muy bien. En ese caso, tú eres un niño que no asume ninguna responsabilidad”, remachó la Condesa mientras lo miraba.

Era un caos.

Incluso ante los insultos y miradas asesinas de los maestros de gremio, el Santo de la Espada solo sonrió socarronamente. Cada vez que hablaba, lo empeoraba.

“Silencio”.

“…”

“¿Qué están haciendo unos adultos como vosotros balbuceando así? ¿Creéis que soy vuestro abuelo? Dejaos de chorradas. Si vais a atacar, hacedlo con vuestras espadas”.

La recepción se volvió incontrolablemente violenta.

-¡Mierda! Como era de esperar del viejo. Definitivamente él es mi único e inimitable discípulo -exclamó atónito Bae Hu-Ryeong, incapaz de leer el ambiente-. No hay nada más molesto que cazadores hablando de conexiones o de política. Si tienes tiempo para preocuparte de eso, ¡deberías estar luchando con tu espada!

Eso tenía sentido, pero…

… sentía remordimientos en mi corazón.

“Incluso cuando apenas somos 10 personas en una habitación, os ponéis a pelearos”, dije con un suspiro. Todos los cazadores me miraron. “Hasta los NPCs del piso 11 luchaban para proteger su imperio. Pero mirad, los cazadores como nosotros simplemente nos apuntamos con el dedo echándonos la culpa unos a otros. Deberíamos estar avergonzados de que hasta los NPCs sean mejores que nosotros”.

“… Cazador Kim Gong-Ja”, habló la Bruja. “Esto no tiene nada que ver contigo. Lo estás empeorando y…”

“Lo sé. Lo entiendo, pero… hay algo que deberíamos hacer si somos cazadores”, respondí, mirando a mi alrededor por toda la recepción. “Centrémonos en superar primero el piso 12”.

“…”

“Está muy bien eso de darle esperanza a la gente, muy respetable, como lo de intentar reducir el daño recibido. Todo eso está bien. Pero, por favor, trabajemos en limpiar el escenario que está delante de nosotros”, continué, mirando especialmente al Santo de la Espada. “Solo son NPCs… pero su imperio está en peligro. Necesitan ayuda. Nos invocaron como guerreros y simplemente luchamos verbalmente entre nosotros… ¿no es eso patético?”.

“Tú…”

Lo estaba diciendo en serio.

El Santo de la Espada ya no podía amenazar mi vida allí, de todos modos, ya que la diferencia de fuerza estaba absolutamente clara. Por tanto, mi único objetivo era despejar el piso 12. No tenía ningún interés en sus tejemanejes políticos o sus choques emocionales.

“¿Qué es un guerrero? Es alguien que ayuda a solucionar lo que otros no pueden. Ya que despejamos el piso 11, resolvamos el resto de escenarios también”.

“Kim Gong-Ja tiene razón”. Afortunadamente, había un cazador que estuvo de acuerdo conmigo. La Paladín. La vicelíder de la Milicia Civil dio un paso al frente. “No entiendo por qué el Santo de la Espada atacó a Kim Gong-Ja. Sin embargo, no es el momento de ponernos a luchar entre nosotros. Eso está claro. Todos estáis demasiado tensos”.

“…”

“…”

La Paladín avanzó hasta el centro, pero nadie bajó la guardia. El Santo de la Espada, Viper, la Condesa y el Inquisidor Herético seguían listos para atacar si fuera necesario.

Desconfiaban demasiado de los demás como para convencerse solo con palabras, debido a todas esas emociones que habían sido reprimidas durante mucho tiempo.

“Ah”, suspiró la Paladín, dándose cuenta de eso. “Está bien. Sacrificaré un poco”.

Ante la palabra sacrificio, los cazadores miraron hacia ella. Con la atención puesta en su figura, la Paladín murmuró para sí misma: “Abrir carta de habilidad”.

*Flush*

Una brillante luz surgió de la mano de la Paladín. Un momento después, una carta plateada apareció. Era una carta que nadie más podía ver a no ser que el cazador se lo permitiera. Era una de las cartas de habilidad de la Paladín.

“Vicelíder…”

La Bruja parecía estar preocupada por la Paladín. Los cazadores de alto rango no revelan sus habilidades a los demás. Eran su arma secreta. Mostrarlas era como revelar una de tus debilidades.

“Está bien. No importa”, se resignó la Paladín, que entonces le dio la vuelta a la carta.

“Mirad bien esto”.

Mis ojos se abrieron como platos.

‘¡Detector de mentiras!’

Era la habilidad que el Emperador de las Llamas mintió diciendo que tenía. En realidad era la Paladín la que la poseía, no Yoo Soo-Ha.

‘¡Se ajusta perfectamente a la vicelíder de la Milicia Civil!’

La Milicia Civil era un gremio dedicado a mantener el orden. Los crímenes habían asolado la Torre. Un buen ejemplo eran los asesinatos a escondidas cometidos por el Emperador de las Llamas o el Santo de la Espada.

En ese tipo de mundo, [Detector de mentiras] podía usarse para revelar a los criminales.

“Como podéis ver”, dijo la Paladín, que aún tenía la carta en la mano, “tengo la habilidad de saber cuándo alguien miente. No sería exagerado decir que esta es la habilidad que me ha traído hasta donde estoy ahora. Santo de la Espada”.

“… ¿Qué?”

“Si confías en mí, pregúntale lo que quieras a Kim Gong-Ja. Te diré si está diciendo la verdad o si miente”. Dicho esto, la Paladín se volvió hacia mí y me miró con ojos indiferentes. “Kim Gong-Ja, lo mismo te digo. Si crees en mí, puedo garantizar que lo que dices es verdad o revelar que es mentira”.

“…”

“La duda es un veneno que se traga vivos a los humanos, y la verdad es el antídoto más poderoso. No puedes recuperar la confianza perdida, pero, con esto, deberíamos ser capaces de trabajar juntos en el piso 12”.

“Mmm…”

El Santo de la Espada estaba ensimismado en sus pensamientos mientras se mesaba la barba.

‘Wow’, pensé para mí mismo. ‘Esto es genial’.

Era mi mejor oportunidad, un golpe de suerte con el que no contaba. Pero… eso estaba bien. El motivo por el que el Santo de la Espada sospechaba de mí era debido a una de sus habilidades. ¡Ya que una habilidad lo había hecho suspicaz, podíamos usar otra para resolverlo!

“Me parece bien”, contesté inmediatamente.

La persona que lo aceptara primero tendría cierta ventaja.

“… Paladín, tú eres la única persona de aquí que nunca ha matado a nadie. Muy bien. Yo también creeré en ti”.

El Santo de la Espada soltó una frase críptica, pero después lo aceptó.

La Paladín asintió.

“Entiendo por tanto que ambos aceptáis. Santo de la Espada, pregunta lo que quieras a Kim Gong-Ja. Pondré mi honor en juego y juzgaré justamente tus respuestas”.

“Hmm”.

El Santo de la Espada me contempló fríamente.

Su expresión mostraba que estaba listo, como si hubiese estado esperando ese momento. ¿Era porque quería probar lo malvado que era yo? Sus ojos rebosaban victoria.

-No… -dijo Bae Hu-Ryeong, que estaba a mi lado- Nooo, viejo Marcus. Boomer. Por eso te dije que no confiaras demasiado en tu habilidad. ¡Quien vive a través de las habilidades muere por ellas! ¡Nooo, nooo!

‘Por favor, cállate’.

Para su desgracia, el viejo Marcus no podía oír la voz de Bae Hu-Ryeong. Ese maldito fantasma era MI maldito fantasma.

“Cazador Kim Gong-Ja”.

“Sí”.

“Has matado a más de 4.000 personas. ¿No es verdad?”.