Monogatari (NL)

Volumen 16

Capitulo 4: Correo Shinobu

Parte 8

La dirección opuesta.

Puede que Kanbaru no conozca el nombre del parque, pero, como hemos dicho antes, al menos está familiarizada con la zona. Además, dado que iban a la misma escuela media, la casa de Kanbaru estaba geográficamente cerca del parque.

Esa debió ser la razón por la que ella podía saber si íbamos en la dirección correcta—si me hubiera separado de ella en la escuela abandonada, ahora las ruinas quemadas, probablemente no me habría dado cuenta hasta más tarde. Tal vez no hasta el amanecer, en el peor de los casos.

El hecho de que estaba perdido— “¿Eh… qué? Pero…”

—me desconcertó.

Es cierto que mi única preocupación al principio era alejarme del lugar del incendio. No pretendía dirigirme hacia el parque, pero pensé que había corregido el rumbo una vez que estuvimos lo suficientemente lejos.

Era de esperar que me desviara un poco, pero… hacía tiempo que no corregía el rumbo.

Hablando de barrios, la zona del parque no era ciertamente el mío, ni era un lugar que yo frecuentara. Sin embargo, se destacaba en mis recuerdos, y no sólo tenía un fuerte vínculo con mis recuerdos, sino que mi destino estaba conectado a él.

¿Realmente estaba bien que Araragi Koyomi se perdiera en su camino?

“¿Tal vez te costó mucho llegar a pie porque siempre vas en bicicleta? Empezaba a preguntarme seriamente a dónde querías llevarme.”

“Oh…”

“Espera un segundo, pensé, no hay lugares populares para citas en esa dirección.”

“Tengo cero razones para llevarte a un lugar popular para citas.”

Bueno, si iba a decir que me había perdido porque siempre iba en bicicleta, no tenía un contraargumento—de las dos bicicletas que tenía, una había sido destruida por Kanbaru en mayo, y la otra la había perdido hacía apenas unos días. Llevaría una vida de peatón durante algún tiempo, así que esto no serviría.

“Supongo que daremos la vuelta y buscaremos la mejor ruta… Lo siento, Kanbaru. Me siento mal por hacernos llegar tarde.”

“Oh, no es nada serio. Lo dejaré en tus manos. Haz lo que creas conveniente.”

“…”

Me alegraba que fuera generosa, pero sonaba tan arrogante cuando intentaba ser humilde. Me preguntaba cómo se dirigía a sus profesores.

Actuaba como si esperara que los demás hicieran las cosas por ella, o tal vez debería decir que la llevaran por la vida, dada su posición actual.

En cualquier caso, como senpai al que se le habían confiado las riendas, haría todo lo posible para dar un giro, cambiar el rumbo, limpiar mi nombre y recuperar mi honor.

Mi teléfono celular no tenía ningún mapa ni función GPS (tal vez sí, pero no sabía utilizarlos), así que marchábamos consultando cualquier señal de tráfico y nombre de calle que encontráramos. Puede que haya perdido algo de tiempo por no haberlo hecho hasta ahora, pero no nos perderíamos de nuevo, nos daríamos prisa y lo compensaríamos, pensé.

No. “¿Hm?”

Me vinieron a la mente las palabras de Ononoki-chan, esas palabras cortantes.

Crees que siempre puedes compensarlo, ¿no? Incluso si me equivoco.

Una hora más tarde… Naturalmente, una hora dedicada a charlar sobre todo tipo de estupideces con Kanbaru, una conversación que no tengo más remedio que sáltamela por completo…

Me encontré en un lugar completamente desconocido—no es que nos hayamos adentrado en una selva o en un páramo, sino que tenía que ser la ciudad en la que vivíamos, pero podría decirse que era extraño.

Se podría decir que es inexplicable el grado en que nos perdimos.

“¿Tienes mal sentido de la orientación?” Preguntó Kanbaru. “¿O me llevas por la ruta panorámica porque quieres pasar el mayor tiempo posible conmigo?”

“Nunca lo haría de esa manera tan inconveniente…” Mi resistencia no duraría.

No creí que pudiera seguir caminando así por mucho tiempo. Tenía a toda una persona sobre mi espalda—además, ya era más de medianoche.

La fecha había cambiado. Veinticuatro de agosto.

Cuatro días desde el final de las vacaciones de verano. ¿Iba a volver a la escuela? Por supuesto, cuando pensé en la reprimenda de Senjougahara y Hanekawa que me esperaba por mis ausencias injustificadas, no tenía ganas de ir aunque pudiera.

Dicho esto, no era como si pudiera decirles lo que pasaba. Ya había metido a Kanbaru en esto. ¿Cómo podía permitirme añadir a Senjougahara y a Hanekawa a la mezcla?

Hablar con Kanbaru era lo suficientemente divertido como para que el hecho casi se me olvidara, pero estábamos metidos de lleno en una crisis… además de ahora estar perdidos.

¿Qué estaba haciendo? ¿Cómo pude tomar tan descuidadamente las calles equivocadas en esta emergencia?

Fue un error tan impropio, idílico en cierto modo, y me agravó, pero fue nada menos que Kanbaru Suruga quien consiguió calmarme.

“Ahora que lo mencionas, ¿no dijiste algo sobre que quizás, o quizás no, te perdías igual o más que antes? Ya sabes, con Hachikuji- chan.”

“¿Hm? Oh.”

No recordaba haber dicho nunca que me perdiese igual o más que antes, pero todo encajó en su sitio cuando escuché esas palabras, que debían haberse pronunciado antes.

Sí. Eso es lo que era.

Era la segunda vez que experimentaba este fenómeno. Hace tres meses.

En mayo, el Día de la Madre, junto con Hachikuji Mayoi y Senjougahara Hitagi, me perdí.

La Vaca Perdida.

Ese era el nombre de la excentricidad.

“Una excentricidad que hace que la gente se pierda… Pero por qué la Vaca Perdida aparece ahora…”

No, espera. No saques conclusiones tan rápidamente—tenía sentido que quisiera una explicación lógica para perderme en este preciso y extremadamente inoportuno momento, pero había una posibilidad mucho más probable. Simplemente había perdido la noción de hacia dónde iba porque me sentía agitado.

La Vaca Perdida ya había desaparecido. Ese día, Oshino Meme nos lo resolvió.

La excentricidad que llevaba once años haciendo que la gente se perdiera en esta ciudad nunca llevaría a otro transeúnte por el mal camino—debería saberlo mejor que nadie.

Lo sentí más que nadie.

Así que no podía ser correcto—el punto de Kanbaru no era más que un recuerdo irrelevante.

Sin embargo, no pude evitar recordarlo.

El mensaje de la armadura de guerrero mientras aullaba de risa en el fuego.

No os entretengáis y volved a casa enseguida.

Eso es lo que dijo.

No, estrictamente hablando, el “mensaje” vino después, por lo que no había prestado atención a la parte anterior, asumiendo que fue pura bravuconería… pero ahora que lo pienso, ¿no era extraño?

¿Por qué me avisaría de mi viaje a casa, en esa situación? Incluso si esas llamas eran irregulares y no eran causadas por la armadura de guerrero, ¿por qué iba a decir eso alguien que había estrangulado?

La cosa no era un director que advertía al alumnado de que representaban a su escuela mientras estaban en público—si había algún significado oculto en la declaración, estaban en esas palabras.

Siempre que fuesen dichas con sarcasmo. “…”

¿Eh?

Espera, no… ¿No sería eso algo muy poco convincente para la armadura de guerrero?

Contradiría su, hasta ahora, imagen dinámica, su audacia como fenómeno, si es que ese es el término correcto. Se reanimó a pesar de hacerse pedazos, resistió todos nuestros ataques, absorbió nuestra energía, me robó la voz… y luego se convirtió en niebla y desapareció.

Riendo a carcajadas.

Sería una broma malintencionada, ni siquiera un acoso. ¿Realmente nos haría algo así? Si esa armadura de guerrero era el oponente que yo creía, eso era doblemente cierto.

No se ajustaba en absoluto a mi imagen de guerrero heroico.

Incluso si fuera responsable de que nos perdiéramos, ¿cuál podría ser su objetivo? ¿De qué serviría que Kanbaru y yo nos perdiéramos y no supiéramos dónde estábamos? ¿O tenía algún tipo de plan más profundo en mente que yo no podría comprender? Suponiendo que la armadura de guerrero tuviera una mente, por supuesto…

“Kanbaru. Te voy a bajar un segundo.” “¿Las bragas?”

“Al suelo.” Dije, haciéndonos sonar a los dos como idiotas, mientras me quitaba por fin a Kanbaru de encima—esta vez ni siquiera se iba a aferrar a mí para resistirse.

Tal vez fue gracias al un segundo, prometiéndole una próxima vez, que Kanbaru entendiendo la gravedad de la situación—pero en cualquier caso, ella se estiró, saltó y demás a modo de comprobar su condición física ahora que estaba en tierra firme con ambos pies. Parecía que ser llevada a la espalda también implicaba un poco de trabajo por su parte.

No es fácil ser bueno siendo mimado. Mientras tanto, saqué mi teléfono celular.

Carecía de aplicaciones de mapas y de funciones de GPS, por lo que sacarlo ahora era un acto de pusilanimidad, un acto de abandono prematuro.

Una renuncia temprana.

Pero si quieren llamarme pusilánime o falto de confianza en mí mismo, mi única opción parecía ser llamar a Gaen-san.

Me había dado su número de teléfono cuando nos separamos.

También había buscado ayuda en mayo, cuando un caracol me extravió, pero acabó siendo un asunto bastante indirecto porque entonces intentaba contactar con Oshino, alguien sin dispositivos de comunicación. Esta vez, sin embargo, me estaba poniendo en contacto con Gaen-san, que andaba con cinco de ellos. El acto de contactar con ella en sí sería fácil.

Al mismo tiempo, me encontré en mi problemática situación precisamente porque necesitaba pagarle por haberme ayudado. Contactar con ella era fácil, pero pedirle ayuda no lo era. Por eso no lo había intentado hasta ahora, pero necesitaba cortar de raíz esta situación.

Por supuesto, ya era demasiado tarde para Araragi Koyomi, si creías a Ononoki-chan…

“¿Qué es esto, Araragi-senpai? Estas enviando un mensaje de texto de buenas noches a Senjougahara-senpai, ¿verdad? Son todo un par de tontos enamorados.”

“Tú eres la única tonta. Hey, Kanbaru…” Empecé, pero decidí no terminar.

Era un pequeño detalle, pero la armadura de guerrero había dicho no os entretengáis y volved a casa de inmediato, lo que parecía referirse sólo a mi casa, no a nuestras casas—si estaba haciendo que nos desviáramos, tal vez su efecto se limitaba a mí.

En otras palabras, si Kanbaru y yo nos movíamos por separado, al menos ella podría escapar de esta extraña situación que se sentía como estar encerrado en una burbuja de extravió—el pensamiento casi me llevó a animarla a seguir adelante, pero no pude ver ninguna forma en que mi kouhai estuviera de acuerdo.

Su corazón era tan asombrosamente leal a mí que ni siquiera me dejaría atrás en un edificio en llamas para salvarse. No podía imaginarla abandonando mi lado para actuar por su cuenta sólo porque nos perdiéramos en la carretera.

Hmm.

Tal vez no debería decir esto, pero la lealtad llevada demasiado lejos no parece tan diferente de la dependencia… Senjougahara a veces se quejaba de mi relación con Kanbaru, y ahora sentía que entendía por qué.

El problema aquí, sin embargo, era que Kanbaru Suruga poseía una fuerza de carácter generalmente mayor que la mía o la de Senjougahara.

“¿Hm? ¿Qué pasa, Araragi-senpai?”

“Oh, no es nada… ¿Podrías callarte un segundo? Estoy a punto de hacer una llamada.”

“Por mí está bien. Haré cualquier cosa por ti, no importa lo irrazonable que sea.”

“Esta es una de las pocas veces que siento que no estoy haciendo una petición irrazonable…”

Pero para ser justos, Kanbaru se pasaba casi todo el tiempo hablando, así que tal vez pedirle que se callara era algo importante.

“Uf…”

Calmé mi respiración para refrescar mi mente, me armé de valor y seleccioné el nombre de Gaen Izuko de la agenda de mi teléfono.

Tal y como pensaba.

Antes de que el teléfono pudiera terminar de sonar una sola vez. “Hola, Koyomin. He estado esperando, y apenas podía esperar más.

Pensé que ya era hora de que llamaras.” Una voz.

Desde el otro lado llegó una respuesta.

Rebosante de alegría sin límites, como si no fuera la mitad de la noche.

Nada en la voz sonaba serio, lo que me hizo pensar: Sí, supongo que es la tía de Kanbaru.