Monogatari (NL)

Volumen 16

Capitulo 4: Correo Shinobu

Parte 22

En un abrir y cerrar de ojos, la situación se volvió dramáticamente tensa.

Era pleno día, el sol estaba alto, una mañana de cielo azul. Aunque estuviéramos en un edificio, el encuentro debería haber sido imposible. Los libros que había comprado casi se me caen de las manos.

Apenas aguanté, pero—ridículo.

¿Cómo?

¿No nos había asegurado Gaen-san que estaríamos a salvo hasta la noche? Y si chico era ese.

Si este chico era… él.

Entonces, ¿por qué parecía un niño?

Nunca pregunté exactamente qué edad tenía, pero a juzgar por la historia que Shinobu contó aquel día, supuse que el primer Asesino de Excentricidades era un hombre en la flor de la vida.

¿Me estás diciendo que este chico de rostro infantil llevaba esa armadura vacía?

Sin embargo, pronto llegué a una hipótesis que respondía a mis dos dudas a la vez, y no porque sea agudo o tenga un distinguido poder de deducción.

No soy Gaen-san, ni tampoco Hanekawa.

Pero yo lo sabía.

Lo supe por un precedente.

La escoria de un vampiro legendario casi indiferente a moverse a cualquier hora, en forma de niña—aunque esto podía no ser lo mismo—, ¿se había recuperado la armadura de guerrero hasta el punto de tomar forma humana, tamaño aparte?

En ese caso… En el tiempo transcurrido desde que dejó aquella escuela de preparación abandonada en llamas… ¿cuánta energía había drenado?

Esa armadura de guerrero. Este chico.

“…” “Jajajajaja.”

El chico Asesino de Excentricidades me dio la espalda y empezó a caminar enérgicamente.

Tal vez fuera por sentido común, y no quería causar una escena frente a las cajas registradoras, pero ¿dónde había aprendido ese tipo de  sentido  común?  ¿Podría  haber  sido  su  drenaje  de  energía?

¿Absorbiendo no sólo la energía física y la voz, sino incluso el conocimiento?

“Vámonos. Como Primero y Segundo—como seres compañeros cuya sangre fue chupada por el mismo vampiro, hablemos con franqueza. Debéis tener algo que decirme, ¿no?”

Aunque la noche anterior no sentí ninguna emoción procedente de él, tanto cuando se rio como cuando me asfixió durante esa comparecencia, parecía diferente de niño y podía ver sus expresiones mientras hablaba.

Aun así, me pareció erróneo interpretar su relajado intento de invitarme a salir como inocencia o astucia, al igual que la verdadera naturaleza de Shinobu era la de una vampiresa de seiscientos años, por muy joven que pareciera.

El primer Asesino de Excentricidades era un hombre en su mejor momento.

Un vampiro de más de cuatrocientos años.

Necesitaba pensar en él como alguien con la capacidad de drenar a todos los clientes y empleados de la librería en un abrir y cerrar de ojos si le apetecía.

No dije nada, pero no le desobedecí ni le desafié. Seguí al chico Asesino de Excentricidades y salí de la tienda.

Sus pasos animados, los míos lánguidos.

Me sentí patético, pero no podía hacer nada más aquí, no importaba lo que pasara después, no quería involucrar a ningún espectador.

Cálmate…

No te sientas agitado y tampoco seas demasiado pesimista. Calmé mi respiración.

Es cierto que la aparición del Primero en pleno día, un momento en el que Gaen-san dijo que era seguro, era un giro para el que no había estado preparado emocionalmente en absoluto, pero no debía desesperar.

Los vampiros son débiles al sol. Una regla absoluta.

Una que no podía romperse, algo grabado en piedra—para que él estuviera activo así bajo el sol, caminando por las calles públicas, significaba que el primer Asesino de Excentricidades, en su forma de niño, debía tener casi todas sus habilidades como vampiro no disponibles para él.

Al igual que Shinobu.

Sólo debería tener la fuerza del niño que aparentaba ser, pero

¿realmente era así?

Aunque lo fuera, el primer Asesino de Excentricidades no era un humano común y corriente—había sido lo suficientemente importante como para llegar en palanquín.

Un exterminador profesional de excentricidades.

Un guerrero que se ponía una armadura y blandía su gran espada en la batalla. ¿Podría alguien como yo, un estudiante de secundaria medio criado en una época pacífica que ni siquiera practicaba deportes correctamente, plantarle cara? Dudaba que pudiera siquiera moverme si llevaba armadura.

El Primero y el Segundo.

Shinobu dijo que no tenía sentido hacer ese tipo de comparación.

Ahora sois el único, había dicho, pero ¿hasta qué punto podía creer esas palabras? ¿Hasta qué punto podía tomarlas en serio?

“No es nada por lo que preocuparse, Segundo.” Y luego.

El Primero me habló como si viera a través de mis preocupaciones mientras seguía caminando, buscando un lugar adecuado para hablar a solas.

“No es que vaya a morder.” “…”

“Soy un especialista. Aunque la época haya cambiado, no ignoraría la señal y el sello de otro.” Dijo el chico, caminando con ambas manos en los bolsillos traseros. Es cierto que no sentí nada de la hostilidad que percibí en la excentricidad quimérica cangrejo-mono-serpiente del parque.

Puede que dijera la verdad sobre su deseo de hablar libremente conmigo, pero ¿una señal y un sello? ¿A qué se refería? ¿Como firmar mi nombre en caligrafía y luego presionar literalmente un sello personal sobre él?

Mi expresión podría haber traicionado estas dudas, porque el primer Asesino de Excentricidades se dio la vuelta, sacó una mano del bolsillo y se señaló la cara.

El lado izquierdo de su cara.

Entonces me di cuenta, o mejor dicho, me acordé.

Mi cara tenía la huella de Ononoki-chan… no, había pasado toda una noche. Ya debe haber desaparecido, ¿no? ¿O todavía estaba ahí?

Un sello. Una marca.

Así lo describió Shinobu.

“Esta es mi presa, mantened vuestras manos alejadas, eso es lo que significa la marca. Una señal entre los especialistas. Mientras esté ahí sois intocable para mí.”

Sí, como un especialista. El chico Asesino de Excentricidades se dio la vuelta y volvió a meterse la mano en el bolsillo.

“Sin esa marca… jajaja. Como si fuera a permitir que un vampiro siga vivo un solo momento.”

“…”

Ononoki-chan había abusado de mí verbalmente mientras me afincaba su pie en la cara… Así que esta era su intención oculta. Me estaba protegiendo de los especialistas imprimiendo una marca de propiedad en mí—como shikigami, puede que no tuviera ninguna intención o voluntad, pero su huella me mantenía a salvo.

¿Quién iba a imaginar que la frase Voy a ser yo quien te mate, Oni- chan era sincera? Parecía que, después de todo, dejarse pisar por adolescentes merecía la pena.

Así que era eso. Su regaño fue también su forma de ser inteligente, ahuyentando a los demás con su pisada—¿podría Gaen-san haber estado hablando de esta marca cuando dijo que yo estaba a salvo durante el día? ¿Gracias a que Ononoki-chan me pisó la cara? ¿Había predicho que el primer Asesino de Excentricidades, cuya existencia como “especialista” era más fuerte durante el día, no pondría una mano sobre mi persona marcada? ¿Y es a eso a lo que se refería cuando dijo vuestra cara es toda la prueba que cualquiera necesita? Si ese fuera el caso, podría haber dicho algo.

Espera, así que cuando compré los libros de Kanbaru y mis revistas de fotos—habiendo neutralizado perfectamente las dos cosas en mi mente—, ¿todo el tiempo había habido la huella de una adolescente en mi cara? Eso sí que alteró la situación respecto a mis intenciones originales… Me pregunté qué pensaría el cajero de mí mientras pagaba. Cuando lo pensé, la chaqueta de atletismo que llevaba era bastante vanguardista, por la forma en que estaba destrozada. Encima, me fui con un misterioso muchacho… ¿Cómo iba a volver a esa librería? Era la única importante de la ciudad…

En cualquier caso, aunque su comentario anterior—como si fuera a permitir que un vampiro siga vivo un solo momento—era sólo una broma, era potente.

Aquellos cazadores de vampiros durante las vacaciones de primavera eran igual… ¿Significaba esto que no debía ver al primer Asesino de Excentricidades como un especialista con un enfoque preventivo como Gaen-san, o con un enfoque investigador como Oshino, sino como aquel trío especializado en exterminar excentricidades?

¿Pero qué pasa con él mismo?

Ahora era una de esas excentricidades que debía exterminar, un vampiro.

Dijo que no permitiría que uno permaneciera vivo ni un solo momento, pero no es que encontrar fallos en sus palabras equivalga a señalar una contradicción.

Porque esta armadura de guerrero que ahora tomó la forma de un niño—de hecho se suicidó.

Se suicidó—y durante cuatrocientos años. Continuó muriendo.

“Este lugar debería ser adecuado para una conversación relajada.”

Después de caminar un poco, el chico Asesino de Excentricidades se detuvo en un extraño terreno abierto. No sabía para qué existía—los especialistas eran realmente hábiles para encontrar este tipo de lugares remotos y poco llamativos, ya fuera la escuela de preparación abandonada o el Santuario Kita-Shirahebi.

Tal vez sus ojos veían cosas diferentes, antes Gaen-san dijo algo sobre las condiciones geográficas.

Le seguí hasta la parcela vacía—pensándolo bien, puede que haya sido demasiado descuidado. Es cierto que era improbable que algún transeúnte se involucrara allí, pero también significaba que nadie vendría a rescatarme en caso de tener que luchar.

Tal vez me sentí envalentonado por la sensación de que Ononoki- chan me protegía.

El chico Asesino de Excentricidades se dejó caer en el suelo en el terreno totalmente vacío, un poco apretado para llamarlo parcela. No parecía más que un bribón sin modales, pero algo en su forma de actuar hacía pensar que estaba dispuesto a todo. Tal vez fueran mis ideas preconcebidas, pero me recordaba a un artista marcial preparado para una pelea…

“Araragi Koyomi, ¿verdad?” Pronunció mi nombre, sin más.

No me sorprende. Él era el Primero, y había llamado a Shinobu por el nombre de Kiss-Shot.

Sin embargo, llamarme por mi nombre no era el problema aquí.

¿Cómo sabía mi nombre completo?

¿Kanbaru me llamó así en la escuela de preparación abandonada?

No, siempre fue senpai o Araragi-senpai.

Aunque la hubiera oído usar mi apellido, no podría haber aprendido mi nombre.

¿Investigó sobre mí? ¿En una sola noche? No… “Permitidme llamaros Araragi-dono.”

“Um… claro. Me parece bien.” “En ese caso, Araragi-dono.”

No sabía la razón de ello, pero el chico Asesino de Excentricidades me ofreció una botella de plástico de té con una sonrisa inocente en su cara, la suya propia en la otra mano.

“No os preocupéis, estos productos no son robados. Los pagué correctamente y los compré en la máquina expendedora de allá. Un acto de hospitalidad por mi parte. Soy un luchador, no un maestro de la ceremonia del té, pero creo en el espíritu de tratar cada encuentro como algo precioso. Porque esta será probablemente la última vez que los dos hablemos en condiciones tan pacíficas.”

“…”

¿Una botella de plástico de té?

Es decir, dejando a un lado lo de la ceremonia del té (la menor de mis hermanas está en un club de ceremonia del té, y ni siquiera ella se ha enterado de nada sobre el té en botellas de plástico), ¿por qué el primer Asesino de Excentricidades, que llevaba cuatrocientos años muriéndose hasta que ayer mismo recuperó la conciencia, era capaz de manejar una botella de tereftalato de polietileno como si fuera lo más normal del mundo?

La teoría de que podía absorber conocimientos con su drenaje de energía de repente empezó a parecer mucho más creíble… ¿Y qué pasaba con su ropa? Si no había robado el té, probablemente tampoco había robado su ropa… Seguro que podría haber averiguado lo del dinero de alguna manera, pero ¿un jersey de rayas verticales?

Además, llevaba unas sandalias de goma que se han puesto de moda en los últimos años… ¿Cómo es posible que un ser humano de hace cuatrocientos años tenga un sentido de la moda tan moderno?

¿No debería estar desconcertado y confundir los vehículos con jabalíes de hierro?

Era casi como si lo supiera todo.

Tomé la botella, aunque me sentí ansioso al hacerlo, y me senté frente a él… Así que esta sería la última vez que habláramos tranquilamente.

También podría interpretarse como su último intento de negociar, como especialista.

Eso es lo que pensé, pero me equivoqué.

Hablamos, pero de nada tan simple como una negociación. En términos suaves, una petición.

En términos duros, una orden.

De hecho, fue una declaración de guerra.

“Iré directamente al grano, Araragi-dono.” Dijo. Igual que una espada.

“Me gustaría que dejarais a Kiss-Shot.”