Monogatari (NL)

Volumen 16

Capitulo 4: Correo Shinobu

Parte 15

El Santuario Kita-Shirahebi, un santuario sintoísta en ruinas situado en la cima de una pequeña montaña de nuestra ciudad, ya ha aparecido muchas veces. Sus estructuras en ruinas y la decadente puerta torii del frente debían significar, paradójicamente, que todavía era administrado por alguien en algún lugar, ya que se permitió que quedara abandonado en lugar de ser limpiado. Sin embargo, por lo que pude ver, era un lugar olvidado, sin un solo fiel.

Dudo que yo también me hubiera enterado si no hubiera ido allí por un trabajo para Oshino, por lo que la elección de Gaen-san la hizo parecer aún más la mujer que lo sabe todo.

De hecho, Shinobu y yo lo habíamos visitado hace poco, el último día de las vacaciones de verano, lo que significaba que íbamos a volver después de poco tiempo.

Una montaña de noche, un santuario de noche.

El tipo de lugares a los que te atreverías a ir con tus amigos, o al menos lugares que no te entusiasmaría visitar, pero nuestro barco ya había zarpado y, de todos modos, parecía que el día iba a amanecer mientras nos dirigíamos hacia allí.

Tales eran mis pensamientos mientras yo, Araragi Koyomi, una niña, Oshino Shinobu, y una pervertida, Kanbaru Suruga, pasábamos de un parque cuyo nombre no podía leer a nuestra siguiente etapa.

Me pregunté qué haría si Kanbaru me exigía que la volviese a llevar a la espalda, pero ya sea por consideración a Shinobu, por el hecho de que se había recuperado completamente o por un inesperado y simple olvido, no lo hizo. En cuanto a Shinobu, ni pidió subir a mis hombros ni se hundió en mi sombra como de costumbre.

No hizo esto último porque nuestro vínculo aún no se había restablecido, pero el hecho de que no pidiera subir a mis hombros no se debía a que se sintiera especialmente reservada con Kanbaru. Shinobu apenas la reconoció a pesar de que viajábamos en grupo y no le habría importado que la viera.

Fue por lo que dije al salir del parque—bueno, ella lo negaría, pero al menos eso es lo que creo.

Lo que dije, es decir, el mensaje que transmití.

Sinceramente, no estaba seguro de si debía decírselo, hasta el momento en que lo hice, pero tenía que hacerlo, dado que algo de todo esto parecía ir más allá de mi relación con Shinobu.

Sentí una punzada de fastidio por la posibilidad de estarle siguiendo el juego a esa armadura de guerrero, pero después de ver arder la escuela abandonada, de perderme y de ser atacado por un mono, un cangrejo y una serpiente, no podía seguir ocultando su existencia y su mensaje a Shinobu.

“«¡Vendré a recuperar mi preciosa espada encantada Kokorowatari

después de recuperarme un poco más!—De hecho, hace cuatrocientos años que se la presté, ¡así que decidle que se prepare para una tarifa tardía!»”

Shinobu escuchó las palabras y se quedó pensativa mientras las repetía.

“¿Eso es lo que dijo esa armadura de samurái?” “Sí… Luego se fue, aullando de risa.”

“¿De qué manera?” “¿Hm?”

“Os he preguntado la forma en que se ha reído. Recreadla.” “…”

¿Qué la recree?

Eso era mucho pedir…

“¡Ja!” “¡Ja!” “¡Jaja!” “¡Jajaja!” “¡Jajajaja!” “¡Jajajajaja!” “¡Jajajaja!” ¡Jajajajajaja!” “¡Jajajajajajajajajajajajajajajajajajaaa—! Algo así.”

“Hm.”

Me pareció una excelente recreación, si me permiten decirlo, pero Shinobu no sonrió. En todo caso, frunció el ceño. Y luego no dijo nada. Empecé a sentirme responsable por haber sacado el tema.

Incapaz de soportar más el silencio, hablé.

“Shinobu. Sólo esto es solo una suposición…” Intenté referirme a la posibilidad principal, aunque improbable, pero Shinobu me detuvo.

“No es de interés. Es una imposibilidad. Nada más que una falsedad.”

“¿Una… falsedad? Pero…”

“Ese hombre murió hace cuatrocientos años—yo misma lo presencié, con estos mismos ojos. La tierra y el cielo podrían ser invertidos, la noche y el día podrían cambiar de lugar, y sólo esto quedaría grabado en piedra. Es un absurdo, indigno de discusión.”

“Espera, pero Shinobu…” “Tonterías. Incluso, malabarismos.”

“Bien, entiendo que estés dispuesta a usar todas las palabras que se te ocurran, pero… sigo sin entender por qué estás dispuesta a llegar tan lejos.”

“Si este samurái se hace pasar por él, debe ser parte de algún complot.”

“…”

“Tal vez quiera agitarnos, así que no le daremos importancia. No merece ningún comentario. Cualquiera que sea su intención, esa espada encantada…”

El Asesino de Excentricidades, dijo Shinobu—y luego sonrió. Por fin sonrió.

“No se lo cedo a nadie. Si esta figura fuera la fuerza detrás del mono y demás, yo misma la partiré en dos cuando nos encontremos, es todo lo que hay que decir.”

Y con eso, nuestra conversación terminó.

Por mi parte, quería profundizar un poco más, pero Shinobu se negó implícitamente.

En concreto, lo hizo llamando mi atención sobre otro tema—sus costillas… Cuando me quise dar cuenta, estábamos enfrascados en un debate sobre el tema, y no pude volver descaradamente a la armadura de guerrero.

Aun así, Shinobu no estaba realmente tan despreocupada como para decir que no me preocupara. O eso me pareció, no sólo porque no exigía que la llevaran en mis hombros, sino en general. No es que hablara menos de lo habitual o actuara de forma extraña, pero lo noté en el ambiente gracias a todo el tiempo, el medio año más o menos desde las vacaciones de primavera, que había pasado como su alma gemela.

Pero si iba a decir eso…

¿No tenía la armadura de guerrero el derecho a sentir lo mismo? El derecho a sentirse así sin ninguna razón en particular, un derecho mucho más fuerte que el mío…

Afortunadamente, no nos atacaron más excentricidades o fenómenos relacionados a ella mientras viajábamos desde el parque y subíamos la montaña hasta el Santuario Kita-Shirahebi.

Un caracol. Un mono. Un cangrejo. Una serpiente.

Teniendo en cuenta lo que habíamos visto, estaba preparado para encontrar una abeja o un fénix que se interpusiera en nuestro camino, y me decepcionó un poco cuando no lo hicieron, pero en cualquier caso, nada de eso obstruyó nuestro camino.

Esto hizo que las reglas fueran mucho más confusas, sobre lo que sea que estaba pasando, y lo que Gaen-san estaba tratando de hacernos hacer.

Retrocediendo aún más.

No tenía una idea completa del trabajo que Ononoki-chan estaba llevando a cabo por sí sola—a medida que pasaba el tiempo, la historia se ampliaba y el reparto crecía, el número de misterios no hacía más que multiplicarse, haciendo que todo estuviera cada vez menos claro.

Pero no tenía que pensar en eso ahora.

Todo lo que teníamos que hacer era escalar esta montaña y finalmente, esta vez, deberíamos ser capaces de reunirnos con Gaen- san y obtener una explicación, y yo tendría mi vínculo con Shinobu restaurado después de los pocos días que habíamos estado separados.

La mañana, el momento en que estos misterios se resolverían, llegaría por fin.

O eso pensaba con optimismo, pero quizás mi suerte esta noche era encontrarme con otro inconveniente, con Gaen-san en otro castillo…

Sin embargo, afortunadamente, al menos estaba presente en las instalaciones abandonadas del Santuario Kita-Shirahebi.

Gaen Izuko.

Una luminaria en su campo.

La gran jefa de sus especialistas, senpai de Oshino Meme, Kaiki Deishu y Kagenui Yozuru, tía de Kanbaru Suruga, y una mujer que lo sabía todo.

Gaen Izuko—estaba allí.

Aunque se había cambiado de ropa desde que la vi el otro día en un pueblo, sus singulares elecciones de moda, como su ropa holgada talla XXL y su gorra baja, me dijeron a primera vista que era ella.

Estaba sentada junto a los escalones, frente a la caja de ofrendas del santuario en ruinas, jugueteando con su teléfono inteligente mientras se encontraba con nosotros tres—supongo que era una tableta y no un teléfono inteligente, dado su tamaño. Se fijó en nosotros y levantó una mano con una brillante sonrisa.

“Hola, Koyomin. Te estaba esperando.” Dijo. “Buenas noches—¿o tal vez ya ha amanecido y debería decir buenos días? Bienvenido, me alegro de que por fin nos encontremos. Espera un segundo para que pueda llegar a un buen punto de parada.”

Me acerqué a Gaen-san para descubrir que no estaba haciendo ningún tipo de trabajo.

Estaba jugando a un juego de teléfonos.

… No juegues cuando nos enfrentamos a una crisis.

Aun así, su hábil estilo de juego y la velocidad de sus dedos me cautivaron antes de que supiera lo que estaba pasando, impidiéndome decir una sola palabra de queja.

“Uf. Bien, todo listo.”

Gaen-san cerró la aplicación antes de que pudiera averiguar qué estaba pasando o cómo terminaron las cosas, y justo cuando colocó la tableta a su lado, sacó otro dispositivo de sus pantalones.

Esta vez empezó a enviar mensajes de texto.

“Sólo un mensaje de trabajo para Yotsugi-chan, para que sepa que he conseguido reunirme contigo. Por eso le di un teléfono para niños. Je, esa muñeca parece estar inusualmente interesada en ti—tu cara es toda la prueba que cualquiera necesita.”

“¿Mi cara?”

De qué estás hablando, estuve a punto de preguntar, y luego recordé. Lo había olvidado por descuido, pero el pie de Ononoki-chan seguía estampado en mi cara.

¿Gaen-san lo vio y pensó erróneamente que Ononoki-chan y yo estábamos divirtiéndonos o algo así? En realidad, la shikigami se había burlado de mí y me había dado un buen regaño.

“«A Koyomin le va bastante bien»… Bien. Enviar. Perfecto, gracias por esperar. Hola, Oshino Shinobu-chan, Kanbaru Suruga- san.”

Terminó de escribir su mensaje de texto, guardó su teléfono celular y nos miró por fin, poniendo las manos en la cadera y haciendo una profunda reverencia.

Me pareció un poco tarde para que nos saludara de forma tan correcta y educada… Me quedé sin palabras, pero las absurdas palabras que pronunció a continuación me hicieron callar.

“Soy Oshino Izuko. Hermana pequeña de Oshino Meme, a quien conoces bien.”