Monogatari (NL)

Volumen 16

Capitulo 4: Correo Shinobu

Parte 14

 

 

Sesenta y dos de cien.

Una puntuación dura que atormentaba a alguien, como yo, que estaba estudiando para sus exámenes de ingreso a la universidad, pero era una evaluación perfectamente justa de alguien que se había caído no sólo dos sino tres veces en un parque. En otras palabras, Shinobu se había sentado allí en el columpio y se había hecho pasar por espectadora porque quería ver cuánto podía hacer yo solo.

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Ver, o tal vez averiguar.

No es de extrañar que se apresurara a prestarme una espada encantada que una vez tuve que rogar a gatas durante días para que me la prestaran.

“Casi perfecto para una prueba de vuestra fuerza, ¿no?” Tal fue su excusa.

Quería decirle un par de cosas—no es el momento para esas ideas,

¿no acabas de ser salvada por Ononoki-chan?, pero según Shinobu, eso también era una cuestión de perspectiva.

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Desde mi punto de vista ignorante y aficionado, una quimera de cangrejo-mono era visiblemente aterradora y espantosa, pero desde el de Shinobu, era un mosaico de fenómenos excéntricos ya existentes.

Sola, había luchado contra el mono, saliendo de ello cubierta de arañazos, pero Ononoki-chan le había volado la mitad del cuerpo. Las “cosas malas” que compensaban la mitad que faltaba con otros fenómenos excéntricos no eran nada que temer—un amasijo desigual que apenas podía moverse, después de que una imitación barata se pegara a una copia rota.

“Sus especificaciones también parecían haber bajado.” Dijo. “Cuando se me apareció como un mono entero, podía hacer uso de la lluvia. Qué habilidad tan molesta era esa.”

¿Lluvia?

Ahora que lo mencionaba, la mitad del cangrejo, por su parte, parecía no estar sometida a la gravedad por el peso.

Esas excentricidades me hicieron pensar—similares pero no iguales a las que conocía.

Lo mismo ocurrió antes con el caracol—en cualquier caso, el medio mono había perdido incluso esta capacidad de “usar la lluvia”.

El Unlimited Rulebook de Ononoki-chan lo había dejado debilitado.

En otras palabras, Shinobu nos había dejado la tarea de manejar las persistentes secuelas de un fenómeno molesto—no, las verdaderas secuelas empezaban aquí. Y era el turno de Shinobu.

Lo digo porque empezó a mordisquear el mono y el cangrejo divididos, así como las cabezas aplastadas de la serpiente. Nutrición para un vampiro, el rey de las excentricidades, pero seguía siendo un espectáculo difícil de soportar…

Incluso Kanbaru Suruga, la gran pervertida, apartó la mirada— supongo que era como ver accidentalmente a un gatito jugando con un ratón y comiéndoselo.

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Dicen que es de mala educación mirar fijamente a un vampiro que está comiendo, así que para distraer a Kanbaru le pregunté: “¿Todo bien? ¿Estás herida?”

Por lo que parecía había evitado todos los golpes de las garras del mono, pero los daños en su chaqueta eran evidentes. Se notaba que era una deportista sana y hermosa por el curioso hecho de que toda su piel expuesta no resultaba erótica.

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Aun así, no podía dejar a mi kouhai en ese estado, así que me quité el jersey y se lo presté. Originalmente, por supuesto, era una sudadera con capucha que Shinobu había manifestado para mí.

“Sí, no estoy herida. Está caliente. Huele a ti.”

“¿Podrías no decir cosas que hagan que esto parezca una comedia romántica?”

“Más específicamente, huele a tus manchas de sudor.” “Tampoco seas específica.”

Bueno, habían pasado días desde que Shinobu me creó esa prenda, y todo ese tiempo la había estado usando… Kanbaru tendría que aguantar eso.

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“¿Pero estás seguro? Estarías en topless.”

“No, no lo estaré. No creas que todo lo que dices será automáticamente cierto sólo porque es la palabra escrita.”

Llevaba una camiseta.

Dicho esto, puede que hiciera un poco de frío para ser verano, ahora que era plena noche.

“Hmph. Espera un segundo.” Dijo Kanbaru, cerrando la cremallera de la capucha antes de retorcerse por alguna razón. Sacó los brazos de las mangas—parecía que estaba preparando un truco de magia o algo así.

Después de un momento, se quitó la chaqueta rasgada que llevaba debajo por su pecho—se la había quitado con habilidad.

“Una habilidad imprescindible para cualquier chica deportista.” Señaló, entregándome su chaqueta con un “Ponte esto.” Ah, así que estábamos intercambiando prendas. “Ya que no estás sin sujetador, no debería ser un problema que lleves una chaqueta de concepto abierto.”

“No estoy seguro de que sin sujetador sea la mejor manera de describirme.”

Una chaqueta de concepto abierto tampoco me parecía bien, pero eso era más bien un problema de vocabulario, así que no me pondría a criticar.

Nunca me había puesto una chaqueta de chica, pero, de nuevo, la había medio obligado a ponerse mi ropa primero… No podía rechazar sin más su amable oferta.

Me sentí un poco avergonzado, pero el intercambio de ropa podría ser algo más común para una atleta como Kanbaru de lo que imaginaba.

Como un senpai muy poco inteligente que no quería que su kouhai percibiera el tipo de inexperiencia que sugería ponerse nervioso por los besos indirectos o comer del mismo plato, traté de mostrar cero resistencia a la idea mientras pasaba mis brazos por la chaqueta de chica.

“Vaya, pareces…” Dijo Kanbaru. “Una estrella del rock.”

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“Las estrellas de rock no llevan chaquetas deportivas como esta.” “¿Quééééééé? Pero es cara.”

Si Kanbaru decía que era cara, tenía que serlo.

Me volví a sentir mal por el hecho de que esta costosa chaqueta estuviese toda rasgada.

“Siento haberte arrastrado a esto, Kanbaru. Sé que pelear es lo último que debe hacer un jugador de baloncesto.”

“Ya es suficiente. Como te sigas disculpando voy a empezar a preguntarme si estás siendo sincero.” Sonaba con amplitud de miras, pero en realidad estaba siendo bastante severa. “No tienes que preocuparte. Puede que sea una jugadora de baloncesto, pero antes de eso soy el mejor general de Araragistán.”

“Espera, ¿cuándo formaste una nación tan rara como esa? Que yo sepa, eres la única persona que me apoya.”

Ni siquiera Senjougahara lo hacía.

Si tuviera que nombrar a alguien más, sería a la Ononoki-chan de estos últimos días.

“No, no te preocupes. Todos los miembros de mi club de fans han sido reclutados automáticamente en Araragistán.”

“Qué sistema tan aterrador. Y estamos hablando de tu propio club de fans. ¿Eres la jefa de tu propio club de fans?”

Me apetecía unirme a ellos después de que se hubiera portado tan bien toda la noche. Sí, esa organización a la que aparentemente pertenecía mi hermanita Araragi Karen… pero espera, ¿no era extraoficial?

“Es cierto que tengo que evitar la violencia, pero no sé si a eso se le llamaría una pelea.” Murmuró Kanbaru, mirando en dirección a Shinobu, justo cuando terminaba su comida. No quedaba ni rastro del cangrejo-mono-serpiente que medía tres o cuatro veces el tamaño de Shinobu.

“Sólo espero que la carne rara no le dé dolor de barriga.” Expresó Kanbaru con una preocupación innecesaria. “Ah, y con eso no me refiero a lo poco común que es la captura de un monstruo.”

“Sí, esa aclaración era realmente innecesaria… Hey, Shinobu.”

“¿Hmm?”

Cuando Shinobu se dio la vuelta, los arañazos de su cuerpo habían desaparecido—la energía que había drenado de la excentricidad al comerla debía de haberlos curado. Mejorar gracias a una comida abundante me parecía un sistema bastante saludable… Aun así, el drenaje de energía era más que eso.

Sacando la espada encantada Kokorowatari, clavada en el suelo como un gran nabo, Shinobu la guardó en su cuerpo como si fuera un postre.

Engullir una katana enorme que era más larga que ella, también parecía un truco de magia, pero no era en absoluto una habilidad imprescindible para las chicas.

No.

Ni siquiera era una obligación para los vampiros, porque originalmente, la espada encantada no pertenecía a su ser de sangre de hierro, de sangre caliente, de sangre fría.

Era un arma empuñada por un especialista exterminador de monstruos.

Oshino Shinobu pertenecía originalmente al bando de los que la espada debía cortar.

“Muchas gracias por esperar. Estoy llena.” “Bueno, estoy seguro que lo estas.”

“Ahora bien. Continuemos nuestra conversación.”

“Continuar nuestra conversación… Um, ¿de qué estábamos hablando?”

“¿No estábamos hablando de por qué dormía debajo del columpio?” Intervino mi kouhai para ilustrarme.

Ahora que lo menciona, sí.

“Por cierto, columpio en esperanto es balancilo.” Añadió. “No hace falta que me ilumine en ese punto.”

“Por cierto, park swing es un anagrama de twinks pagers. Por eso mi corazón siempre se pone a cantar cuando veo a jóvenes flacos jugando en un columpio.”

“No hacía falta que me iluminaras en ese punto.”

“Espera, ¿podría ser esa persona que me quieres presentar…?” “No, no lo es.”

“¡Mi corazón canta!”

“Y yo estoy gritando por dentro. Tienes tantos corazones en los ojos que no puedes ver bien.”

“¡¿Quién necesita ver directamente cuando están haciendo un número de mi ritmo cardíaco?!”

“Sabes, tal vez debiste haber sido tú la peor parada en estas peleas y no yo.”

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Me hacía cuestionar de la peor manera el hecho de que a Karen le siguiera gustando jugar en los columpios.

Shinobu se sentó allí, esperando que nuestra conversación terminara.

Parecía tan poco interesada en hablar con Kanbaru, un humano, como antes, pero aparentemente tuvo la suficiente consideración como para esperar a que termináramos nuestra charla.

Después de vivir una batalla tan peligrosa (al menos para mí, independientemente de cómo lo viera Shinobu), a una parte de mí no le importaba por qué estuviese durmiendo bajo los columpios… Pero es incómodo decirle a alguien: Descuida, ahora me importa un bledo.

“Al tema, nuestro vínculo. Hablamos de que mi emparejamiento con vos debe ser restaurado, ¿no es así? Si no, nos veremos obligados a luchar incluso contra pobres excusas de excentricidades como esas.”

“¿Hm? ¿Pero qué tiene que ver eso con que duermas bajo un columpio? En cuanto a restablecer nuestro vínculo, eso es algo que tenemos que pedirle a un especialista.”

“Escuchadme bien. La práctica hace la perfección, ¿por qué no intentáis echar mejor ojo, por ahí?”

“¿Qué?”

“Deberíais ver algo. Observad.” Shinobu trotó hacia los columpios, ahora fuera de mi sombra, podía moverse libremente.

Sin embargo, el hecho de que ella se adelantara a mí no significaba que yo la siguiera. No iba a hacer lo que pretendía. ¿Tumbarse bajo un columpio? No es algo que se haga después de segundo grado.

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Lo siento, pero tengo dieciocho años.

Eso es lo que pensé mientras seguía a Shinobu, que volvió a subirse al columpio. Digo volvió, pero en lugar de sentarse, como había hecho como una espectadora engreída durante mi batalla junto a Kanbaru, esta vez se puso de pie sobre la tabla.

Se puso de pie y se balanceó de un lado a otro.

Esto puede ser un poco tangente, pero sólo como referencia, Shinobu llevaba un vestido de una sola pieza.

El fondo de mi visión seria un falda.

Se colocó en el columpio y se balanceó así de un lado a otro a una altura considerable.

“Araragi-senpai, yo me encargo de esto.”

“Nunca podría obligar a un preciosa kouhai a hacerlo. No estás preparada para una misión como esta. Deja que yo me encargue.”

Estábamos luchando por el lugar bajo el columpio.

El número de postores por esta parcela que hasta hace unos instantes tenía un interés nulo se había disparado—aunque la competencia no era demasiado feroz, siendo sólo nosotros dos, seguía representando un aumento sorprendente.

Cero multiplicado por cualquier cosa sigue siendo cero, pero Shinobu había convertido el cero no en uno, sino en dos. Sí, sólo un vampiro de la época feudal era capaz de una alquimia tan insondable.

“No, Araragi-senpai, si realmente te sientes mal por envolverme en batallas sin sentido todo porque acepté tu ridícula invitación, déjame hacer esto.”

“¿Por qué de repente eres tan asertiva? ¿A dónde se fue la postura desinteresada que has tenido todo este tiempo?”

“Exijo un trueque. Busco una experiencia memorable.”

“¿Ves? No eres más que un montón de deseos andantes. Sin embargo, soy un año mayor que tú. ¿Qué tal si respetamos cuál de los dos es el senpai aquí, eh?”

“¿Respetar cuál es el senpai, cuando estamos peleando por una niña? Esto, senpai, se trata de cuál de nosotros es el kouhai.”

“Sigo sin ver tu lógica. Lo que sea, resolveremos esto con piedra- papel-tijera.”

“¿Oh? ¿La versión en la que está bien pegarse?” “¿Cuándo ha habido una versión así?”

“Ya sabes, como Goku al principio de Dragon Ball.

“Admito que me acabas de desbloquear varios recuerdos, pero no.” Lástima que Goku nunca usara ese movimiento como Super Saiyajin…

“Bien, será piedra-papel-tijera.”

“De acuerdo. No se vale pistola láser.” “Eso puede ser difícil.”

“¿De dónde sacaste una?” “Piedra, papel…”

Tijeras.

Kanbaru sacó tijeras y yo piedra—como ella no era un cangrejo, significaba que había perdido. Corriendo hacia los columpios antes de que hubiera disparos láser, me deslicé por debajo de ellos como un corredor en segunda que se desliza hacia la tercera en un robo ajustado de base.

Agh… ¡Aterrador!


¡Da más miedo que cualquier excentricidad! ¡¿Qué estaba pasando?!

Shinobu no se balanceaba tan rápido, pero incluso así, un péndulo sólido que se balanceaba de un lado a otro a sólo unos centímetros de tu cara, ¡tenía tal impacto mental en ti!

La velocidad de un péndulo viene determinada por su longitud, no por su peso, así que en el caso de un columpio, puedes controlarlo en función de dónde te agarres a la cadena—Shinobu parecía estar cambiando de ritmo a propósito, impidiendo que mis ojos se centraran.

El ángulo estaba desviado noventa grados, pero me hizo pensar en ese artilugio en el que la hoz de un verdugo está unida a un péndulo…

¡Ni siquiera pude ver a ninguna niña!


¿Exactamente qué quería Shinobu, qué quería que entendiera? Ahora que lo pienso, probablemente quería decir que ver es creer, no que la práctica hace al maestro, pero…

Fue en momento.

Me di cuenta—incluso mientras luchaba contra el terror de un objeto pesado que iba y venía frente a mi cara—cuando usé mi visión dinámica al máximo. Impresionante, teniendo en cuenta que mi vista era ahora sólo la de un humano medio—puede que sólo haya sacado un sesenta y dos en fuerza, pero mi visión era 20/20.

Debajo del columpio había una foto de un fotomatón. En ella aparecía Gaen Izuko-san, la especialista que íbamos a conocer, haciendo una bonita pose (qué juvenil).

Las siguientes palabras fueron escritas a mano en la pegatina: “Cambio → Santuario Kita-Shirahebi.”

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