Infinite Dendrogram (NL)

Volumen 15: Game Over

Capítulo 23: La Irregularidad Humanoide

Parte 1

Una carta

Al que lea esto:

No sé tu nombre. Nunca veré tu cara. Tú tampoco verás nunca la mía.

Pero así es como somos.

Mientras yo exista, tú no puedes, y cuando tú llegues a existir, yo ya habré desaparecido.

Y porque así somos, escribo estas palabras para que te las transmita en esta carta.

Si el emperador actual o el sucesor tienen en cuenta mi voluntad, debería llegar a tus manos.

Hay dos cosas que debes saber.

No somos humanos. No podemos ser humanos. Esta es una verdad importante.

Este mundo está dominado por la relación entre humanos, trabajos y monstruos, pero nosotros somos una excepción en este sistema.

Somos la encarnación de una anomalía que nuestros antepasados grabaron en el mundo en un pasado lejano.

Por ello, podríamos llegar a desaparecer debido a la actividad de autodepuración del mundo.

Sin embargo, si usted está leyendo esto, no ocurrió en ninguna de nuestras generaciones.

Puede que no sepas qué hacer con el poder con el que has nacido. Una vez sentí lo mismo que tú.

Pero tal vez fuera sólo porque nací en un momento inoportuno y me comparaban a menudo con mi predecesor.

Mi predecesor probablemente utilizó este poder mejor que cualquiera de nosotros hasta ahora.

Fui incapaz de igualarlo. Quizá lo consigas. En cualquier caso, sepa que no hay necesidad de esforzarse por conseguirlo.

Nuestro poder es inmenso. Lo recibimos por el mero hecho de ser elegidos, sin ningún esfuerzo por nuestra parte. Tenemos un poder excepcional sin tener que reunirlo como hacen los demás.

Por ello, es posible que cometas graves errores en tu juventud. Podrías haber nacido bañado en sangre.

Sería una dura realidad que no puede cambiarse. Nuestro poder puede ser inmenso, pero no tenemos medios para traer de vuelta a los que están perdidos. Ni siquiera mi predecesor fue capaz de hacerlo.

Por eso espero que tú que estás leyendo esto poseas tanto poder como voluntad.

No te dejes atar por pecados de un tiempo anterior al tuyo. Sé consciente de tu poder y ten voluntad propia.

Nuestra naturaleza se afirma cuando utilizamos nuestro poder según nuestra propia voluntad.

No tiene por qué ser por la protección de este país.

Es una elección que podemos hacer, pero a la que no estamos obligados.

Tal vez alguien le haya dicho que es un héroe que dedicará su vida a proteger el país, pero sepa que eso es un error.

Dediqué mi vida a proteger el país porque deseaba compensar la guerra civil que provoqué y porque yo mismo no podía abandonar la nación.

Por lo tanto, no es necesario que sigas este mismo camino. No estás obligado a hacer lo que te ordenen.

Debes vivir de la forma que te parezca adecuada. No somos humanos. No podemos ser humanos. Por lo tanto, no puedes estar atado.

Protege lo que quieras proteger. Haz lo que creas que debes hacer.

No tengas miedo de hacer lo que quieras. Nadie puede atarte.

El poder y el talento que tienes sólo existen para el futuro que deseas.

***

Castillo Real, Refugio Subterráneo

Había un gran agujero en el pecho del príncipe.

Quemada por un calor insondable, la herida se había cauterizado al instante. Sin embargo, estaba claro que el rayo se había llevado su corazón, haciendo evidente su destino.

“Cang… ¡CANG!” Con lágrimas en los ojos, Elizabeth sacudió el cuerpo de Canglong, pero el chico ni siquiera sangraba, y mucho menos respiraba.

Parecía que todas las señales de vida le habían abandonado.

“¿Le he dado a algo? No puedo ver.” Dijo una débil voz desde el interior del vapor. “Seguiré haciendo esto.”

Como un momento antes, los haces se dispararon en todas direcciones, devastando el refugio y dispersando a personas y objetos por igual, boquillas incluidas.

Los gritos resonaron por todo el local mientras Ignis seguía disparando sus abrasadores rayos indiscriminadamente. Los sonidos de la fusión, de la evaporación, de la carne quemada y los chillidos de las criadas inundaban el paisaje sonoro.

Finalmente, la mayoría de las boquillas fueron destruidas, liberando a Ignis de su jaula de explosiones de vapor. No parecía que le hubieran hecho mucho daño.

“Tal destrucción… ¡Desgraciado!” Ladró Findle mientras miraba a Ignis. Un rayo le había arrancado el brazo derecho.

Sólo dos personas resultaron ilesas: Elizabeth, que se aferraba al cuerpo de Canglong, y Milianne, que se encontraba en el lugar adecuado para evitar los rayos.

Todos los demás estaban heridos de diversa consideración. Muchos ni siquiera eran capaces de moverse.

Tal y como estaban las cosas, Findle ni siquiera pudo tomar a Elizabeth y escapar.

“¿Dónde está el Arch Sage?” Preguntó Ignis. Sus palabras no habían cambiado incluso después de causar toda esta devastación.

Buscaba al Arch Sage como una máquina rota, haciéndole parecer apenas humano.

Empezó a acercarse a Elizabeth.

“¡Su Alteza! ¡Por favor, corra! ¡Al menos sálvese usted…!” Gritó alguien, pero Elizabeth permaneció al lado de Canglong.

Finalmente, Ignis estaba justo delante de ella.

“¿Dónde está el Arch Sage? Si no aparece, mataré a la princesa.” Expresando su deseo retorcido, pero inflexible, la Idea alargó la mano hacia Elizabeth, caliente como un soldador.

Gritos y rugidos de rabia llenaron la sala en ruinas, pero ya no quedaba nadie para detenerlo.

El momento en que Ignis tocó a Elizabeth… nunca llegó, pues otra mano agarró la suya.

“¿Hm…?” Por primera vez desde que adquirió esta forma inhumana, Ignis mostró algo que parecía confusión.

La mano que le había agarrado el brazo ardía. Ignis vestía una armadura abrasadora que prendió fuego a la extremidad agredida.

A pesar de eso, no lo soltó. ¿Cuánto poder contenía esta pequeña mano? Estaba desgarrando su piel endurecida, sus heridas goteaban sangre que enseguida se evaporaba con su propio calor.

Ante tan extraña visión, Ignis preguntó: “… ¿Qué eres?” “… ¿Cang?” Elizabeth abrió la boca al mismo tiempo.

El dueño de la pequeña mano no era otro que el propio Canglong, el chico que debería haber muerto por el agujero en su pecho.

Todavía tumbado, había levantado la mano derecha y agarrado a Ignis por el brazo antes de que pudiera alcanzar a Elizabeth.

Pero había otra cosa que confundía a Ignis.

¿Qué le ocurre a su magia? Es tan vasta como la del Arch Sage… No… Podría rivalizar incluso con la mía… Ignis había dedicado todo su poder y talento a la magia de fuego, por lo que era incapaz de usar Reveal, pero como hechicero experimentado, podía sentir el poder de Canglong.

Sin embargo, si hubiera tenido Reveal, habría visto un espectáculo realmente extraño: el nivel y las estadísticas del chico crecían a un ritmo aterrador.

Y los cambios no se limitaron a las cifras.

“… No te atrevas a tocar a Elizabeth.” El chico al que daban por muerto dijo estas palabras mientras se ponía en pie.

Ahora estaba entre Ignis y Elizabeth, dispuesto a protegerla.

Todavía tenía un agujero en el pecho, pero parecía haberse cerrado casi por completo.

Su corazón y pulmones evaporados se regeneraban a una velocidad extrema. La mano que sujetaba el brazo de Ignis también se restauraba mientras ardía, permitiéndole mantener su forma.

Sin embargo, las vendas negras que le habían atado se habían reducido a cenizas.

“… Mis Self-Sealing Wraps se han quemado. Supongo que no podré sellar esto hasta que se regeneren.” Susurró mientras miraba las vendas negras ardientes. Eran una recompensa especial de MVP que había recogido del tesoro de Huang He y, cuando se llevaban puestas, limitaban las propias estadísticas y habilidades del portador.

El objeto que había llevado para ocultar su verdadera identidad a los lugareños y caldianos mientras estaba en Altar… ahora estaba roto.

“No… no lo sellaré.” Ahora mismo, en realidad no le importaba.

Lo que necesitaba ahora no era ocultarlo, sino usarlo.

«Eso» era el poder que poseía… y su verdadero yo.

“Cang… ¿estás bien?” Preguntó Elizabeth. En lugar de estar confusa por lo extraño de la situación, parecía simplemente contenta de que un amigo al que creía muerto estuviera realmente vivo.

Canglong le devolvió la mirada y sonrió antes de volverse hacia Ignis.

“Elizabeth… Déjame terminar lo que quería decirte antes.”

De espaldas a ella, para que no pudiera ver su expresión, Canglong habló.

“No soy un príncipe. No tengo derecho a heredar el trono de Huang He. No califico para eso.” Continuó su declaración de antes. “Y… ni siquiera soy humano.”

Le reveló el secreto que había mantenido oculto durante tanto tiempo.

Un momento después, sus huesos crujieron y sus miembros crecieron.

Su estatura y anchura… todo su cuerpo se transformó en algo totalmente distinto a un niño.

Los músculos crecían bajo su piel, mientras que las escamas brotaban sobre ella.

Al final, se transformó en una criatura que parecía una mezcla de dragón y hombre.

“¿Cang…?” No le respondió. Canglong ahora se parecía más a la Idea a la que se enfrentaba. Su aspecto podía calificarse fácilmente de «monstruoso», y era uno que no quería mostrar a nadie… especialmente a Elizabeth.

Antes de abandonar Huang He, su padre —el emperador— le prohibió terminantemente mostrar su verdadera forma.

A pesar de ello, decidió revelarlo ahora.

Por voluntad propia, eligió hacerlo para poder proteger a quienes quería proteger.

“Eres—” Justo cuando Ignis abría la boca para hablar, el hombre dragón balanceó el brazo y lanzó el cuerpo de Ignis contra la pared opuesta a la de Elizabeth.

“Gh-ogh…” Invadido por un shock mucho mayor que el de las explosiones de vapor, Ignis tosió sangre.

Mirándole, la cosa que era Canglong empezó a caminar hacia un lugar concreto: el lugar donde fue destruido el Golem Bellcross. Allí, alcanzó el suelo y tocó los restos de metal Mítico fundido del gigante metálico.