Kami-sama no Inai Nichiyoubi (NL)

Volumen 4

Capitulo 3: El Interludio de Cierto Hermano y Hermana

Parte 4

El Interludio de Ciertos Hermano y Hermana B. 

Y así el hermano se quedó solo.

Ante él había una pequeña tumba donde estaba enterrada su hermana pequeña. Se derrumbó sobre él, agarrándolo, sin querer soltarlo, esperando que llegara el momento de su muerte. Quería ser enterrado junto a la tumba.

Pero no iba a ser.

Por casualidad, el hermano fue recogido por viajeros que pasaban. Eran una pareja de ancianos que vieron en el hermano a su propio hijo difunto y le dieron pan y agua.

Aturdido, el hermano recibió esa ayuda. Le dolía la mente, pero su joven cuerpo sanó rápidamente y recuperó su color tan pronto como recibió alimento.

Cuando volvió a estar completamente sano, finalmente se dio cuenta de que había sobrevivido. La muerte que había estado tan cerca de él ahora estaba muy lejos.

El hermano sobrevivió. Pero en ese momento, no quedaba nada para mantenerlo con vida. Los sueños y alegrías del futuro que lo habían impulsado cuando vivía en la ciudad no sirvieron en este momento. Su cuerpo se estaba volviendo más saludable con cada día que pasaba, pero su espíritu se estancaba y se pudría.

El hermano quería morir. Pero no murió.

Lo encontró extraño y se preguntó por qué no podía suicidarse. Se preguntó, ¿queda algo por hacer?

Lo pensó. Por lo general, lo que le venía a la mente era la última noche que pasó con su hermana. Dijo que quería comer el guiso de su madre, y luego dijo que sí quería comer más. Dijo que quería ver a su padre, dijo que quería ver a sus amigos.

Recordó que su hermana dijo que quería ir al cielo.

Recordando esto, el hermano se levantó y fue hacia la pareja.

Gracias por cuidar de mí. Él dijo.

¿No vienes con nosotros? preguntó la pareja.

El hermano negó con la cabeza. Tenía un lugar al que tenía que ir.

¿Dónde está? preguntó la pareja.

El cielo. Respondió el hermano. Decidió ir al lugar donde su hermana quería ir.

Genial. La pareja respondió: Entonces no nos seguirás, sino que te seguiremos a ti.

Y así partieron hacia el cielo.

El Interludio de Ciertos Hermano y Hermana B. 

“¿Hay una secuela?”

Iban de camino del sexto al séptimo piso cuando encontraron la continuación de la historia, y Ai murmuró eso:

“¿Eh? Espera, esta historia no describía Raki-san…”

Ai saltó tres escalones y subió y bajó las escaleras, leyendo la historia de nuevo.

“…¿Qué está sucediendo?” “Quién sabe…”

La tiza blanca que siempre había tratado de permanecer antes no respondía nada.

Ai había asumido todo el tiempo que la tiza blanca fue escrita por la historia, que la historia fue raki, y la hermana escribió la continuación, pero había más.

“……… ¿Quién eres?”

Preguntó Ai, colocando su mano en la pared fría y húmeda. La tiza blanca entre la palma de la mano y la pared fría no respondió, naturalmente, y simplemente se le quedó pegada a los dedos. Ai lo desempolvó.

“Bueno, lo que sea. Dado que la ‘historia’ aún no ha terminado, supongo que habrá otras personas después de esto…”

Las palabras de Alice hicieron que Ai se recuperara y notó la entrada que estaba a unos pasos de distancia.

“… Yo lideraré, Ai me respaldara, el anciano va a la parte de atrás. Vamos”.

“…Sí.”

“Está bien…”

“No te dejes intimidar por nadie ni por nada. Prepárate para cualquier cosa…”.

El grupo subió al séptimo piso con mucha tensión.

***

Había un centenar de ellos.

La boca de Ai se abrió y su anticipación cayó en un instante. Yuri, que cubría la espalda, la arrastró hacia las sombras.

Dee, Yuri, Alice y Ai, en ese orden, se asomaron por la esquina y observaron la ciudad desde el séptimo piso.

El séptimo piso era una hermosa mezcla de ciudad y naturaleza, con más de cien personas pasando como algo natural. Sus mentes, ya acostumbradas a las ciudades deshabitadas, consideraron ese paisaje como extraño.

Había Vivos, y había Muertos.

Ai los miró, tratando de captar la atmósfera. “¿… Quiénes son …?”

“Bueno, averigüémoslo”. “… Está bien. Me iré”.

Yuri estaba a punto de sacrificar a Celica. Ai vio la oportunidad y miró a Alice, y asintieron el uno al otro.

“Yuri-san, por favor espere aquí”.

Dejó caer la pala y el equipaje y salió corriendo a la calle.

“¡Oye, Ai!”

“¡Iremos a comprobarlo, Dee! ¡Si pasa algo, por favor dínoslo!”

Alice desabrochó sus armas de su cintura y siguió a Ai.

“Déjamelo a mí.”

“¡Oigan! ¡Esperen, chicos!”

El grito que no pudo ser escuchado por ningún transeúnte pronto cayó en saco roto.

Como era de esperar, la gente de la ciudad no les prestó atención mientras se mezclaban con la multitud.

“… Ignoran por completo a los extraños aquí. Se siente como una ciudad de bien”.

“Sí, y también hay Muertos”.

“… ¿Aquí no hay prejuicios contra los Muertos?”

Ai recordó el área del centro de la ciudad que visitaron con Tanya y los demás. Todos allí no se reconocieron y no prestaron atención.

Ya sea que estuvieran vivos o muertos, O incluso Sepultureros.

“¿Uhm?”

Algo parecía estar mal…

Ai se dio la vuelta para mirar a la multitud.

Vio a unos Sepultureros pasando el rato con palas. “¡E-E-Ehm!”

“¡Shh! C-Cálmate. ¡Por favor, no te destaques!” “¡Pero, pero, pero eso es!”

Los Muertos, naturalmente, pasaron junto a los Sepultureros, y cuando los Sepultureros miraron a los Muertos, no hicieron nada. Había una rara mirada de confusión y fatiga en sus rostros.

“… Llegaremos a eso más tarde”. “P-Pero”.

“Está bien. Me encargaré de eso”.

Alice miró alrededor de la calle y fijó su vista en una de las tiendas.

“¡Hey~~!”

Caminó descaradamente a la pastelería y recogió una bolsa de galletas de la tienda. Luego, un joven de buenos modales que vestía un delantal salió de la parte trasera de la tienda y dijo:

“Sí, señor ~”.

“Me gustaría uno de estos”. “¿Puedo tener uno?”

“¿Si, cuánto?

“… Eso es algo divertido de decir”. El joven parecía desconcertado.

“Por supuesto que es gratis, ¿verdad?” “Ya veo.”

Bueno. Alice abrió la bolsa y arrojó una galleta en su boca, otra en la de Ai.

“… Por casualidad, ¿acabas de llegar aquí?” “Más o menos”.

“Ahh ya veo….”

El joven pareció enfático, y su nariz lloriqueó una vez que escuchó estas palabras.

“Tan joven… debes haber sufrido muchas dificultades…”

Incluso se secó los ojos profusamente.

“¡Llévate esto entonces! ¡No hay necesidad de pagar por ello!”

“No, es gratis, ¿verdad?”

“¡No te preocupes por los detalles!”

El joven se rio y palmeó a Alice en la espalda.

“O-Oye, ¿Por qué es que este piso solo tiene tanta gente?”

“Niño. Mira hacia allá”.

La mano que sostenía el pastel señaló la pared del fondo. Había una escalera que conducía al octavo piso, donde muchos artesanos estaban trabajando actualmente.

“Las escaleras se han derrumbado. Estamos todos varados aquí”.

“¿Varados…?”

Ai reunió rápidamente la información que había reunido.

“Así que no vives aquí, ¿verdad?”

“Así es, señorita. Escuchamos que la torre estaba terminada, así que vamos a subir”.

“¿Subir… con todos?”

“Sí. Por supuesto, eso no incluye solo a la gente de aquí, ya que esta torre tiene muchas rutas. De hecho, debería haber mucha gente escalando esta torre”.

“¿P-Por qué?”

“¿Uhm?”

“¿Por qué están todos subiendo esta torre?” “¿Uhm? No sabes mucho, ¿verdad?”

El joven miró con incredulidad”.

“Es porque esta torre conduce al cielo”. Así que lo dijo.

“… Ella me está esperando allí, así que quiero buscarla”.

***

El joven les dio una bolsa llena de dulces y les dijo: “¡Tómenlos y vayan a buscar al abuelo!”. “¿Abuelo?”

“¡Él es el anciano que sabe más sobre esta torre que yo! ¡Deberías ir a preguntarle!”

Ai hizo una profunda reverencia, Alice dio un breve agradecimiento y comieron el refrigerio a medida que avanzaban.

“Esa persona…”

Ella no pudo decir nada. Él y ellos, Raki Shielo, el joven de la pastelería, el hermano del cuento. La tiza blanca.

“Esas personas son…”

“Ai… pensemos en eso más tarde…” “Ah, ¿ya llegamos?”

“Sí… mira…”

Alice rápidamente señaló una pared.

Era una casa en las afueras del pueblo, a las afueras del centro de la ciudad.

En la pared estaba escrito ‘El Interludio de Cierto Hermano y Hermana C’.

El Interludio de Ciertos Hermanos y Hermanas C. 

El hermano decidió ir al cielo. 

No sabía ir allí, y sin importar a quién le preguntara, era lo mismo.

Cuando escuchó que estaba en la cima del cielo, escaló todos los picos sagrados del mundo.

Cuando oyó que estaba en el fondo de la tierra, se sumergió en todas las profundidades del mundo.

Sin embargo, no había cielo en tal lugar.

Vagó por el mundo, y vagó, y vagó, y después de dar la vuelta al mundo por enésima vez, volvió a la tumba de su hermana.

Y así llegó de nuevo a la primera conclusión. Ya no podía ir al cielo.

Era un lugar al que nadie podía llegar, ni siquiera en la muerte.

Al darse cuenta de esto, el niño se agazapó en el desierto, aferrándose a la tumba de su hermana.

Las piedras redondas de la tumba estaban completamente sucias y gastadas.

El hermano pasó sus días desilusionado.

Un día, el hermano levantó repentinamente la primera piedra y la apiló sobre la tumba.

Apiló el segundo.

Empezaron a amontonarse tres o cuatro piedras más.

Al ver al niño amontonando las piedras en silencio, las personas a su alrededor comenzaron a ayudarlo. Se usaron manos, se usaron palas, se usaron camiones y aumentó el número de personas que apilaban las piedras.

Finalmente, la pila de piedras se elevó hacia el cielo.

El hermano decidió crear el cielo.