Kami-sama no Inai Nichiyoubi (NL)

Volumen 4

Capitulo 3: El Interludio de Cierto Hermano y Hermana

Parte 1

El Interludio de Cierto Hermano y Hermana A. 

Había un hermano mayor y una hermana menor. Tenían doce y cinco años.

Estaban caminando en el desierto, sus caras manchadas de hollín y barro, y los botones de sus pijamas estaban todos desabrochados, excepto uno. Su cabello estaba cubierto de ceniza y polvo como piojos, y sus suaves pies descalzos estaban cortados por piedras y manchados de un negro rojizo.

Los demás eran todos iguales. Todos, desde adultos hasta niños, caminaron por el oscuro desierto con ropa quemada. El hermano mayor no sabía cómo sucedió. Estaba seguro de que los adultos que lo rodeaban tampoco lo sabían.

La hermanita lloró todo el tiempo:

“¿Dónde está papá? ¿Dónde está mamá?”. Ella siguió llorando.

A lo que el hermano mayor respondió: “Están en el cielo”.

“¿Cielo?”

— Así es.

“Ya veo. Cielo, ¿eh?”

La hermana pequeña inmediatamente creyó. Parecía que era tan joven que no sabía el significado de la muerte. El hermano mayor vio su sonrisa inocente y quiso decir algo, pero no pudo.

Porque de repente, se derrumbó. Él estaba muriendo.

“Oye, hermanito, ¿estás bien? ¿Quieres que te traiga un poco de agua?”

Su hermana estaba bien. La vista del cuerpo colapsado de su hermano pareció inspirarla a hacer algo al respecto, por lo que se animó.

“¡Ya estoy mejor, sabes! ¡No tengo hambre, no tengo sed, mis manos y pies ya no me duelen! No voy a decir que estoy cansada nunca más. De verdad”.

La hermana pequeña ya estaba muerta.

Ella ya se había ido a un mundo lejano donde no había hambre ni sed.

El hermano mayor se puso de pie, ejerciendo lo último de su fuerza. La hermanita estaba feliz de ver esto,  y  agarró  sus  pequeños  dedos,  sus  ojos repentinamente parecían inquietos al recordar lo que acababa de olvidar.

“… Pero, ¿adónde van todos?”

La procesión que tenían delante estaba medio muerta, medio viva. Al igual que los hermanos, la mitad estaban vivos y la otra mitad estaban muertos.

No sé. No quería responder, así que preguntó.

—¿A dónde quieres ir?

“¿Puedo decidir?” preguntó la hermana. El hermano asintió.

Hagamos lo que ella dice .Así que pensó.

Él haría lo que ella quisiera. Tal vez deberían ir a donde quisieran, en lugar de involucrarse con los adultos, sin saber a dónde iban. Si fuera el océano, irían al océano; si fueran las montañas, irían a las montañas; si fuera un lugar memorable, irían a ese lugar; aunque no pudieran llegar allí, querían empezar a caminar hacia ese lugar.

Así que pensó.

“¿Cualquier lugar está bien?” preguntó la hermana.

—Cualquier lugar está bien. Respondió el hermano.

“¡Entonces quiero ir al cielo!”

Dijo la hermana menor.

• ¿Cielo?

“¡Sí! ¡La tierra más allá del cielo! ¡Quiero conocer a papá y mamá! ¡Quiero ir allí!”

Me sentí completamente impotente después de escucharlo esta vez.

Porque los humanos ya no podían ir al cielo.

Era un lugar donde la gente no podía ir después de la muerte.

Al igual que su hermana.

El hermano sabía que había cometido una gran mentira. Sus padres ya no estaban en ese lugar. Al igual que los hermanos, vagaban por el desierto en algún lugar.

O tal vez ya estaban—

¡Los Sepultureros! 

La gente gritaba y corría. El hermano agarró la muñeca de su hermana y salió corriendo.

“¿Qué? ¿Qué?”, Preguntó tímidamente el cuerpo frío al final de su mano derecha.

No escaparon por mucho tiempo.

Las piernas desnutridas pronto perdieron su precisión, pues tropezaron con guijarros y él resbaló.

¡Corre! Gritó el hermano, royendo la grava. “¡No! ¡No! ¡No! ¿Por qué? ¿Por qué?”

La hermana no se escapó. Ella no entendió nada.

“Encantado de conocerlo, Maestro XX YYYY. Y el Viviente”.

Entonces la voz atrapó a los hermanos.

Un joven con una sonrisa fresca se paró frente a ellos con la mano en el pecho.

Espera, dijo el hermano. “Está bien…”

Sorprendentemente, el Sepulturero hizo lo que le dijeron. La sonrisa permaneció plasmada en su rostro mientras dejaba la pala y asumía una posición de ‘descanso’.

• ¿Vas a… esperar?

“Sí. Es un momento muy importante para despedirnos de los vivos… ¿cuánto tiempo será?”

El hermano asintió y tragó el poco de saliva que le quedaba.

• Si es posible, para siempre— “No puedo hacer eso”.

La pala fue sacada rápidamente. El Sepulturero dio un paso adelante. No hubo preguntas.

• ¡Corre! ¡Vete de aquí!

El hermano empujó a la hermana. Pero la hermana no trató de escapar. Por el contrario, trató de volver con su hermano, aparentemente aferrándose a él.

“¡No! Hermanito. ¡Vienes conmigo! Juntos—”

Esas fueron sus últimas palabras. Todo transcurrió lentamente. La hermana menor extendió las manos hacia el hermano, con los ojos llorosos, los últimos vestigios de humedad brotaban de su cadáver.

Entonces, un puñado de tierra voló. La tierra se esparció lentamente en el aire, sobre el pecho de la hermana que estaba casi expuesto debajo del pijama, sobre su piel blanca que aún mostraba algún signo de vida.

Los labios de la hermana parecían estar fijos en la parte ‘Tos’ de la palabra ‘juntos’, y su expresión se derritió como sangre en agua. Sus miembros se aflojaron, perdió fuerza y, finalmente, las emociones se borraron de sus ojos, turbios como leche muy rancia.

Crack,

Con un sonido ligero, muy ligero, la hermana cayó al suelo, el sonido que solo haría un niño de cinco años.

Una nube de tierra voló.

Swash Swash.

El Sepulturero agitó su pala en silencio, y el suelo del desierto siguió cayendo sin descanso, ocultando el cuerpo de su hermana en las profundidades de la tierra.

El hermano estaba congelado en su lugar, escuchando el sonido regular y mecánico de la pala.

Poco después, cesaron los paleos. El Sepulturero finalmente encontró un puñado de piedras redondas y las colocó sobre el montículo como una tumba, mientras pronunciaba su nombre con un cuchillo. Esta tumba fue así terminada. Satisfecho con su trabajo, El Sepulturero balanceó la pala sobre su hombro.

“Espera”

El hermano detuvo al Sepulturero cuando este último trató de alejarse.

“¿Qué quieres?”

El sepulturero respondió.

¿Qué quiero? El hermano pensó.

¿Quería detener a este Sepulturero?

El hermano permaneció en silencio. El Sepulturero esperó exactamente quince segundos.

“¿Es venganza?”

“¿Venganza?”

“Sí, he oído que algunas personas vivas lo buscan”.

El Sepulturero agitó la mano. Al mismo tiempo, un ligero ruido sordo resonó en el costado de la mano derecha del hermano. El hermano se giró hacia atrás y encontró un cuchillo clavado allí.

El hermano sacó el cuchillo que estaba plantado en el suelo.

Era una hoja azul afilada que parecía atravesar incluso la luz de la luna.

“Si te hace sentir mejor, Viviente, adelante”.

El sepulturero se arrodilló y mostró su corazón. La hoja presionada en el corazón podía sentir el pulso de la vida palpitar.

El Sepulturero esperó exactamente tres minutos. “Ahora, si me disculpas”.

Dio un paso atrás, juntó los talones y se giró hacia el desierto.

“¡Espera!”

“No lo haré. He dado todo mi tiempo que un Sepulturero puede dedicar a los Vivos. Le daré el resto de mi tiempo a los Muertos…”

El Sepulturero miró más allá de la noche oscura y caminó hacia ella.

“¡Espera!”

El hermano tiró un cuchillo. La hoja giró y golpeó al Sepulturero, desgarrándole el lóbulo de la oreja que cayó al suelo.

“¡Espera!”

El Sepulturero no esperó. “……Espera, espera….”

El hermano se arrastró por el suelo y agarró el cuchillo. El Sepulturero siguió caminando más y más lejos.

“……Espera, espera….”

La palma que agarraba la hoja fue cortada, y la prueba de vida fluyó lentamente hacia el suelo.

“……Espera…”

La palma ensangrentada y el cuchillo fueron presionados contra la tierra como un sello de sangre. El hermano volvió su mirada nebulosa hacia El Sepulturero mientras gateaba con todas sus fuerzas.

(…Espera…)

El hermano perdió el conocimiento y se desplomó.