Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

Jan, que desempeñaba el papel de ladrón en el grupo de aventureros ortodoxos, corría por las montañas. Seguía huyendo de la ciudad de Kadan.

Su habilidad para esquivar el escudo rugiente que les habían lanzado fue más que nada una casualidad. Sólo había sido capaz de reaccionar con la suficiente rapidez porque casualmente se encontraba detrás de los dos que habían sido asesinados, e incluso entonces, sólo se había tirado al suelo asustado sin pensar hacia dónde iba el escudo. Si hubiera sido lanzado verticalmente, le habría partido la cabeza en dos.

“¡Maldita sea! ¡El grado de dificultad era sólo de tres! ¿Por qué había un enemigo así?” El grado de dificultad de las misiones no era absoluto, pero servía de guía eficaz. Un grupo ortodoxo debería ser capaz de manejar cualquier cosa hasta una dificultad de nivel cinco. Aunque la clasificación de la dificultad no debía ser perfectamente precisa, si podían morir de un solo golpe nada más empezar la misión, no parecía ser útil en absoluto.

“¿Deberíamos haber planeado más a fondo, ya que era una misión de emergencia?” Las misiones de emergencia eran aquellas que aparecían de repente sin previo aviso. En este caso, la realeza escondida había sido descubierta, por lo que debían querer ocuparse de ella inmediatamente. La búsqueda se componía de varias misiones, pero quizás debido a su naturaleza de búsqueda de emergencia, los detalles eran bastante sencillos.

Misión de emergencia: Elimina los restos de la familia real.

Misión 1: “¡Ve a la ciudad de Kadan!”

Misión 2: “¡Encuentra los restos de la familia real!”

Misión 3: “¡Elimina los restos de la familia real!”

Normalmente, las misiones tenían muchas más misiones y condiciones mucho más detalladas y claras.

“¿Tal vez porque era una misión de emergencia no estaba bien detallada? Maldita sea, ¿qué se supone que voy a hacer aunque consiga volver?”

Incluso si sobrevivía, no estaba seguro de poder continuar su vida como aventurero. Jan sólo funcionaba como tal porque había estado con sus amigos de la infancia. No creía que pudiera entrar en otro grupo con facilidad.

“De todos modos, ¡puedo preocuparme de eso una vez que esté en casa!”

Estar solo en el oeste era malo. Jan corrió por el vacío páramo, sumergiéndose en una de las montañas rocosas.

La montaña era una ilusión. Una vez dentro, desapareció, revelando un agujero que conducía al subsuelo. Descendió por la escalera que había allí. Sólo los aventureros podían utilizar los portales, pero que se conociera su ubicación seguiría siendo malo, así que los portales se ocultaban todo lo posible.

Atravesando la cueva subterránea, llegó a una caverna más amplia. Dentro había un conjunto de ruinas de piedra que contenían el portal de teletransporte.

“¿Qué…?”

Jan se congeló frente a las ruinas. La luz que salía de ellas iluminaba una escena espantosa. Todo estaba cubierto de sangre, con numerosos cuerpos desmembrados por ahí. Los cuerpos, esparcidos sin cuidado, estaban tan dañados que estaba claro que no podían estar vivos.

Al parecer, todas las víctimas eran aventureros. Había un guerrero, un mago, un sacerdote, un ladrón, un paladín, un juglar, un alquimista y un nigromante. Cada tipo de aventurero tenía un equipo característico, por lo que podían ser identificados a simple vista.

“¿Qué ha pasado aquí? ¿Había algún monstruo al acecho?”

Pero mirando más de cerca, parecía que las heridas de los cuerpos habían sido todas de cuchillas. Como mínimo, algo lo suficientemente inteligente para usar un arma se había encargado de ello.

Jan dudó. ¿Debía buscar otro portal para utilizarlo o tratar de apresurarse a entrar y utilizar el que tenía delante lo más rápido posible? Mientras permanecía indeciso, le quitaron una de esas opciones al aparecer alguien del interior de las ruinas.

“¿Qué… ¿Qué has hecho?”

La mujer que había aparecido sostenía una espada cubierta de sangre. No era muy exagerado suponer que ella había sido la que cortó a los aventureros. Tenía que huir. Cabía la posibilidad de que ella no fuera la culpable, pero si no actuaba como si lo fuera, no tendría oportunidad de arrepentirse después.

Aun así, tenía que preguntar. La mujer tenía un papel único: el de héroe. El héroe Kris. Todo aventurero conocía ese nombre. Era una maestra aventurera, admirada por todos.

Si realmente se trataba de Kris, aunque todos los aventureros que la rodeaban hubieran luchado contra ella a la vez, no era de extrañar que hubieran muerto. Pero no tenía ni idea de por qué un héroe haría algo así. No pudo evitar sentir que ella debía tener una razón para ello.

“Recibí una revelación de Dios”, dijo Kris con indiferencia.

“¿Dios te dijo que hicieras esto?”

Si ese era el caso, no podía ser un dios cualquiera. Tal vez uno de los Dioses Oscuros, o incluso un Dios Maligno era el responsable.

“No, me dijeron que matara al enemigo de la humanidad, el chico Yogiri Takatou”.

“¿Estaba aquí?”

Un enemigo de la humanidad. Si eso era cierto, tenía sentido que un héroe estuviera involucrado. Su batalla habría sido feroz, y tenía sentido que varios aventureros hubieran quedado atrapados en el fuego cruzado.

“No, no lo estaba”.

“Entonces…”

“Me dieron el poder de tomar las habilidades de otros al acuchillarlos, así que pensé en probarlo”.

“¿Qué?”

“Decidí empezar con la gente que vino conmigo. Cuando lo hice, me di cuenta de que había obtenido algo que había estado dentro de cada uno de ellos. Me pareció interesante, así que seguí probándolo y, finalmente, acabó así”.

“Eres… un héroe, ¿verdad? ¡¿No eres lo suficientemente fuerte sin tomar los poderes de otras personas?!”

“Oh, me hice más fuerte entrenando, pero no porque me gustara el entrenamiento en sí. Si hubiera una forma más fácil, cualquiera la elegiría, ¿no?” preguntó Kris, como si fuera obvio.

Como ella decía, si uno encontraba una forma más fácil de obtener el mismo resultado, era más eficiente tomar ese camino. Pero si ese camino más fácil significaba matar a tus propios compañeros, Jan sólo podría haberlo dado por imposible.

“¿Pero tenías que llegar tan lejos?”

Los aventureros tenían expresiones de intenso sufrimiento en sus rostros. Con sus habilidades, debería haber sido capaz de matarlos fácilmente de un solo golpe, pero todos habían sido meticulosamente rebanados.

“¡Oh, sí! El secreto es cortarlos sin matarlos. Obtengo sus poderes cuando los corto, pero el poder que obtengo es aleatorio. Así que si siguen vivos, puedo seguir intentándolo una y otra vez. Al principio, no lo conseguía, así que los cortaba inmediatamente”. Kris actuó como si estuviera transmitiendo un gran descubrimiento.

“Ya veo. Bueno, estaba a punto de volver al este”.

Jan no podía pasar más tiempo con esta loca. Sólo quería salir de allí.

“Oh, de acuerdo. Entonces, por supuesto”.

Kris se apartó de su camino. Había esperado que ella lo matara también, así que se sintió inmediatamente aliviado cuando vio eso. Pensando en ello, matar a alguien como Jan no habría ofrecido ningún beneficio a alguien tan poderoso como ella.

Jan entró en las ruinas. El círculo mágico estaba justo dentro. En el momento en que alguien registrado como aventurero entrara en él, sería transportado de vuelta a la capital. Aunque estaba desconcertado por los recientes acontecimientos, podría pensar en qué hacer una vez que llegara a la capital y se calmara.

Intentó dar otro paso adelante, pero su pie no llegó a tocar el suelo. Al perder el equilibrio, se cayó. Un intenso dolor le recorrió la pierna. Mirando hacia abajo, conmocionado, vio que le faltaba todo lo que había debajo del tobillo. Kris le estaba mirando.

“Por qué…”

Kris había actuado como si Jan no le interesara lo más mínimo. Él había pensado que ella lo dejaba ir.

“Matar a alguien que se ha dado la vuelta y ha bajado la guardia es mucho más fácil”.

“E-Incluso si matas a alguien como yo…”

“No te preocupes. Ya le he cogido el truco, así que no morirás enseguida”. El dolor recorrió su mano. Ahora le faltaba el dedo meñique. “Oh, sólo tengo resistencia esta vez. Supongo que eso es un fallo. Por favor, dame una habilidad o algo”.

El infierno había comenzado.

◇ ◇ ◇

La música estridente y las luces brillantes llenaban la sala del palacio imperial de Ent. El espeso humo y el olor a alcohol saturaban el aire y hacían de éste el lugar que más le gustaba a Yoshifumi. Si alguien lo buscaba, este era el primer lugar donde buscaría.

Por supuesto, quien lo buscaba no era Hanakawa, sino una chica llamada Luna. Hanakawa sólo había venido aquí porque la estaba siguiendo.

¿Es una especie de club nocturno? Un otaku de tan alta fibra moral como yo nunca ha visitado uno, por supuesto.

Las mesas redondas rodeadas de taburetes estaban pobladas por mujeres con poca ropa que bebían alcohol. El propio Yoshifumi estaba sentado en la barra, recostado con las piernas estiradas y observando a las mujeres bailar.

“¡Yoshifumi! Haz algo con este tipo!” dijo Luna, saltando a los brazos del Sabio y señalando a Hanakawa.

“¿He hecho algo que te moleste?” Hanakawa llevaba su traje de bufón. Se lo había dado Yoshifumi, y era lo único que garantizaba su seguridad dentro del palacio.

“¿Eh? ¿Qué te pasa de repente?” se quejó Yoshifumi. Normalmente, alguien que actuara así habría sido asesinado en un instante, pero como Luna era uno de sus Cuatro Reyes Celestiales, permitió el comportamiento familiar que acababa de mostrar.

“¡Este tipo es tan repugnante! Puedo borrarlo, ¿verdad?”

“¿Qué? ¿Intentas desconocer mi decisión?”

Yoshifumi se enfadó, y Luna pareció inmediatamente aterrorizada. Se dio cuenta enseguida de que no debía presionar más el asunto.

“Este tipo es mi bufón. Ya lo he decidido. Mi palabra es absoluta aquí. Lo sabes, ¿verdad?”

“Cierto, por supuesto. Lo siento, por favor, perdóname”. Luna debía pensar que Yoshifumi acabaría con alguien como Hanakawa en un instante si se lo pidieran, pero no se había dado cuenta de lo importante que consideraba el papel de Hanakawa.

“Por supuesto, lo único que se le permite hacer es hablar. Si rompe esa regla, puedes hacer lo que quieras con él… ¿Y?”

“¡No le he puesto ni un dedo encima!”

“¡Claro que no! Si lo hubieras hecho, te habría borrado en un instante”.

“Borrar” no era una metáfora en este caso. La habilidad de Luna era crear la ciudad a su alrededor, y parte de eso le permitía borrar cosas para poder reconstruirlas. Podía borrar cualquier parte de la ciudad que deseara, y cualquiera que estuviera dentro de ella sería eliminado junto con ella.

“Sólo estaba disfrutando de su aroma”.

“¡Es tan repugnante!”

“Se me permite acercarme y oler, ¡¿no es así?! La culpa es suya por haber desprendido semejante olor en primer lugar. Si no quieres que lo huela, ¡entonces simplemente deja de desprender un olor tan agradable!”

“¡Este tipo entró en mi habitación!”

“¿Por qué no cerraste la puerta?” preguntó Yoshifumi, exasperado.

“¡No, no lo entiendes! Se mantenía súper cerca detrás de mí, y luego dijo: ‘Oh, si me cierras la puerta, eso cuenta como atacarme, ya sabes’. ¿Crees que lo permitirá?’ Con esa forma tan burda de hablar que tiene”.

A Hanakawa se le permitía decir lo que quisiera dentro del palacio. Nunca podría ser castigado. Eso es lo que había prometido Yoshifumi. Mientras continuara con su trabajo de bufón de la corte, su seguridad dentro de la capital estaba garantizada. En resumen, nadie podría atacarle.

“Me pregunto sobre eso. Si me atraparan en la puerta, podría morir”.

“No, no lo harías… Pero aun así, las reglas son las reglas”.

“¡Wahoo! ¡He recibido el permiso! Ah, permíteme aclarar algunas cuestiones más. Encerrarme en algún lugar cuenta como un ataque contra mí, ¿correcto?”

“Supongo que sí. He garantizado tu libertad. No perdonaré a quien se interponga en ella”.

“Entonces, en resumen, se me permite moverme y hablar libremente, ¿es correcto?”

“Sí, supongo”.

“Y hacer daño a alguien dentro del palacio, romper algo importante o robar algo va en contra de las reglas, ¿sí?”

“Por supuesto. Se supone que eres inofensivo”.

“Pero algunos considerarían que incluso abrir y cerrar puertas genera algún tipo de pérdida. No me castigarán por algo así, ¿correcto?”

“Vamos, usa un poco de sentido común”.

“Como tal, si yo pescara en el cajón de la ropa interior de la señorita Luna, no habría problemas, entonces?”

“¡¿Cómo te das cuenta de eso?!” Intervino Luna.

“¡Entrar en la habitación de la señorita Luna y abrir y cerrar su tocador no inflige daño a nadie! Incluso si tomo su ropa interior en la mano para disfrutar de su delicada construcción, mientras la devuelva a donde la encontré, es como si no hubiera pasado nada, ¡¿no?! No debería haber motivo de queja!”

“¡Basta! La grasa de tus dedos los manchará!”

“¡¿Qué?! ¿Realmente crees que una cosa así cuenta dentro del ámbito del sentido común? En cualquier caso, estaría más que dispuesta a lavártelos después. Y si me voy a tomar la molestia, no debería haber ningún problema si se ensucian más antes de ser limpiados, ¿verdad? Por ejemplo, si me las froto en la cara, o las lamo, o me las envuelvo”.

“Quiero matarlo… Quiero matarlo tanto…” Luna estaba temblando. Incluso Hanakawa podía sentir su desbordante deseo de asesinato. Pero no importaba cuánto lo odiara, no había nada que pudiera hacer.

“Bueno, así son las cosas”, dijo Yoshifumi. “Deja de quejarte de él todo el tiempo, ¿vale? Y asegúrate de decírselo a los demás. No aceptaré el ‘no lo sabía’ como excusa”.

“Vale… entendido”. Luna logró escurrirse.

“Pero vaya, qué habitación más deslumbrante es esta”, dijo Hanakawa, cambiando de tema, al ver que la conversación había llegado a su fin. “¿Ha sido construida por arte de magia?”.

“¿Qué? No, es electricidad”.

“¿Es así? No sabía que existiera algo así en este mundo”.

“Mientras tengas imanes, puedes hacer funcionar la electricidad. Vamos, te lo mostraré”.

Yoshifumi se levantó, saliendo de la habitación. Hanakawa decidió seguirle por ahora. Probablemente podría rechazar la invitación sin ser castigado, pero tenía curiosidad por saber qué le enseñaría Yoshifumi.

Al dirigirse al pasillo, entraron en un ascensor. También parecía funcionar con electricidad. El ascensor les llevó al subsuelo, donde salieron a un espacio poco iluminado. Hanakawa no podía ver tan lejos, pero parecía ser bastante grande. El aire era cálido y húmedo y estaba lleno de ruido de maquinaria. Una vez que sus ojos se ajustaron, vio a varias personas empujando algo.

“Uhh… estos son quizás…”

“Turbinas. Una vez vi algo así en un manga”.

En el centro de la sala había un enorme cilindro del que salían numerosas varas. La gente utilizaba esos palos para empujar y hacer girar el cilindro. En la sala había varias turbinas que giraban de forma similar.

“¿Te refieres a La Leyenda del Salvador de principios de siglo? Oh, bueno, yo también he leído ese manga, pero pensé que algo así sería totalmente imposible”.

“Desde que me convertí en emperador, pensé que tenía que hacer algo parecido a un emperador. Así que esto es lo que pensé. Bastante parecido a un emperador, ¿no crees?”

“Así que, en el oeste, esos hombres con mohicano designados para ser rufianes son…”

“Oh sí, esa era una vieja idea que tenía.”

“¡Como pensaba!”

“Y si intentan sacar algo, aquí es donde acabarán. En realidad, ¿sería más interesante darte una cresta y enviarte al oeste?”

“Ah, ja, ja… Tendré en cuenta tu advertencia…”

Todas las circunstancias actuales de Hanakawa dependían del estado de ánimo de Yoshifumi. Algo que había comenzado como un capricho suyo podía terminar con la misma facilidad, así que no había garantía de que permaneciera a salvo por mucho tiempo.

Hanakawa empezó a pensar que era necesario idear un plan de escape.