Sokushi Cheat Ga Saikyou (NL)

El Bosque de los Elfos era un territorio inexplorado para los aventureros del Imperio de Ent, hasta el punto de que uno podría dudar de la exactitud de su título. Aunque se podría suponer que iban de aventuras a lugares llenos de peligro, en realidad, sólo actuaban dentro del sistema de aventureros.

El sistema definía claramente si una búsqueda había sido superada o no y podía ofrecer una recompensa adecuada por el número exacto de enemigos abatidos. Pero el Bosque de los Elfos estaba protegido por un misterioso poder que lo aislaba del exterior. Era el dominio de los monstruos, un lugar más allá de la gestión del sistema de aventureros del imperio. Por esa razón, la gente rara vez se aventuraba allí. Si lo hacían, sólo conseguirían ser atacados por elfos y monstruos, y no importaba cuántos enemigos mataran, no obtendrían ninguna recompensa, así que era una pérdida de tiempo.

Pero ahora que se había lanzado una búsqueda de dificultad EX – “Dirígete al bosque de los elfos y elimina los restos de la familia real”- la situación era diferente. Se trataba de una búsqueda especial. La familia real se dirigía al Bosque de los Elfos, por lo que los aventureros debían ir allí y darles caza. Este tipo de misiones de caza no eran especialmente raras, pero el requisito para completar esta era nuevo. Esta vez, debían llevar las cabezas de la realeza a la capital. Cualquiera que lo hiciera sería recompensado como quisiera.

Había cinco supervivientes de la familia real. Naturalmente, sería el primero en llegar, así que los aventureros se habían puesto en marcha. La familia real eran sólo humanos, así que matarlos sería bastante fácil. Incluso los aventureros más débiles tenían una oportunidad si podían encontrarlos primero.

Los aventureros comenzaron a inundar el Bosque de los Elfos.

◇ ◇ ◇

“Así que por eso hay montones de aventureros de bajo nivel muertos por todas partes”, dijo Takuya. Su clase era Samurai, a juego con la armadura y el casco que llevaba.

“Todos los aventureros tienen el Don, así que naturalmente se vuelven demasiado confiados”, respondió la Maga Kaname en tono autodespectivo. Su túnica y su bastón no dejaban lugar a dudas sobre su clase. La mayoría de los que se convertían en aventureros en Ent tenían el Don. Sin él, luchar contra los monstruos era más o menos imposible. El sistema de aventureros sólo existía para juzgar a los aventureros; no les proporcionaba ningún tipo de poder.

“¿Qué opinas de matar a la familia real? Me parece que el suyo es el lado de la justicia”, dijo Kimitaka el Asesino, claramente descontento. Llevar ropa adecuada a la clase de cada uno potenciaba sus habilidades, por lo que la mayoría de los aventureros llevaban trajes a juego, pero la ropa que llevaba Kimitaka no tenía ninguna característica tan notable.

Los tres formaban el grupo de rango S Gehenna.

“Preocuparnos por los detalles de las misiones no nos llevará muy lejos”, dijo Takyua.

“No me gustaría perder mis calificaciones como aventurero por desafiar al imperio”, añadió Kaname.

“Eso es cierto, supongo”.

Se encontraban en el primer punto de entrada al Bosque de los Elfos procedente de East Ent. Los cadáveres que parecían aventureros yacían esparcidos a su alrededor, repletos de insectos.

“¡Corte del Círculo del Halcón!” Takuya desenfundó su espada, cortando a los insectos que pululaban por la mitad.

“No sé si deberíamos perder el tiempo luchando contra estos”, comentó Kaname. “No importa cuántos matemos, la recompensa no cambiará”.

“Pero no podemos dejarlos ir después de verlos”. Si ignoraban a los insectos y pasaban de largo, podrían ser atacados por la espalda. Aun así, matando a unas pocas docenas de ellos no conseguían nada.

El bosque que les rodeaba estalló en chillidos, y antes de que se dieran cuenta, estaban rodeados de insectos de todos los tamaños.

“¡Maldición! ¡Corte de Círculo de Halcón!”

“¡Ráfaga de Fuego Múltiple!”

Takuya y Kaname desataron ataques de área de efecto, cortando e incinerando el enjambre.

“¿No es peligroso usar fuego en un bosque?”

“No te preocupes por eso. Ojalá este bosque pudiera arder tan fácilmente”.

El bosque de los elfos no era más que un estorbo. La gente había intentado talarlo o quemarlo hasta los cimientos en múltiples ocasiones, pero no importaba lo que hicieran, el bosque no se reducía ni un centímetro. Si talaban un número importante de árboles, éstos volvían a crecer inmediatamente, y si prendían fuego a uno o dos, el incendio no se propagaba.

El chirrido de los insectos continuó.

“¡Aún hay más!”, gritó Takuya. “¡¿Qué está pasando?!”

“¡Quizá estén llamando a sus amigos!” Sugirió Kaname.

Las criaturas seguían apareciendo en oleadas. Ninguna de ellas era individualmente muy fuerte, pero cuantas más mataba el trío, más aparecían para sustituirlas.

“Hay un claro más adelante. Deberíamos ser capaces de resistir allí”, dijo Kimitaka, que aún no había participado en la lucha. La clase Assassin no destacaba especialmente en el combate en grupo, pero poseía habilidades en la recopilación de información e inteligencia.

“¡Bien!”

Apartando a los insectos de su camino, los tres corrieron hacia adelante. En poco tiempo, llegaron a un claro tal y como había dicho Kimitaka.

Takuya miró hacia atrás. “¿Los insectos no nos siguen?”

“Quizá no quieran dejar los árboles”, añadió Kaname. El claro no tenía más que hierba corta.

“Tomemos un descanso y pensemos en un plan… ¡¿Qué?!” El suelo empezó a temblar, y en el momento en que empezó a sospechar, el cuerpo de Takuya se hundió en él. En una fracción de segundo, todo por debajo de su cintura había desaparecido.

“¿Una trampa?”, dijo Kaname.

“Date prisa y sácame… ¡Gah!” El suelo se hinchó por un momento, cubriendo la parte superior del cuerpo de Takuya. “E-Esto es… un limo camuflado…”

El suelo hinchado se había vuelto translúcido. Dentro de él podían ver su cuerpo, tiñendo poco a poco de rojo el fluido del limo con sangre. “¡Maldición! Mi cuerpo!” Un aventurero de Rango S no moriría por una herida así, pero sí que paralizaría su capacidad de lucha.

Un aterrador aullido partió el aire.

“¡¿Ahora qué?!”

Apareció otra criatura, un insecto lo suficientemente grande como para que tuvieran que mirar hacia arriba. Las pisadas del enorme escarabajo hicieron temblar el suelo al entrar en el claro.

“¡Corramos!”, gritó Kaname.

“¡Eh, no me dejéis atrás!”

Pero ninguno de ellos pudo escapar. El enorme cuerno de la cabeza del escarabajo rinoceronte empezó a echar chispas antes de que un rayo saliera disparado por el claro, golpeando todo indiscriminadamente. El limo estalló, arrojando su contenido por todas partes, mientras los miembros de la Gehenna se quemaban. El escarabajo se adentró despreocupadamente en el claro y sorbió los restos del limo muerto.

“Esto es… completamente diferente a lo de afuera…”

Después de terminar su comida, el escarabajo siguió avanzando. No podía importarle menos los aventureros y los pisoteó hasta la muerte sin darse cuenta.

◇ ◇ ◇

“Hace mucho calor”, se quejó Tomochika, agotada. Aunque ciertamente tenía mucha más resistencia que Yogiri, cuando se trataba de pura incomodidad, no podía hacer nada al respecto.

El clima en el Bosque de los Elfos era como el de una selva tropical. Se abrieron paso a través del aire espeso de la humedad y el olor de las plantas, abriendo literalmente un camino a través de la vegetación. La elevación variaba significativamente, por lo que incluso avanzar un corto trecho era un desafío increíble.

Tomochika había vuelto a llevar algo parecido a un traje de baño. Incluso Yogiri había dejado por fin su habitual camisa y corbata del uniforme escolar en favor de un ligero traje. Normalmente, vestirse con tanta ligereza en la selva era suicida. Tener la piel desnuda debería haberlos convertido en presa fácil de sanguijuelas, mosquitos y garrapatas, pero gracias al poder de Yogiri, pudieron arreglárselas. Sólo con acercarse a ellos, todas las amenazas potenciales morían.

“Oye, ¿el suelo está temblando?”

Ahora que Tomochika lo mencionaba, Yogiri notó que el suelo parecía moverse. No se sentía como un terremoto, más bien como si estuviera temblando a un ritmo fijo por un sonido bajo. Poco a poco, el sonido se hizo más y más fuerte. El sonido de algo lo suficientemente pesado como para hacer retumbar el suelo mientras se abría paso entre los árboles, quebrándolos y golpeándolos a su paso, cada vez más cerca.

La fuente del ruido llegó entonces, pateando un árbol al aparecer frente a ellos.

“¡¿Qué?! ¿Es eso un elefante?”, gritó Tomochika.

“Su piel parece demasiado brillante para eso”, observó Mokomoko.

“¿Es… un bicho?”, preguntó Yogiri.

Era un insecto enorme, un escarabajo rinoceronte tan grande que uno podría confundirlo con un elefante a primera vista. Medía cinco metros de altura, con seis gruesas patas, un cuerpo redondo y una magnífica trompa en la cabeza.

“Oye, ¿realmente crees que los elfos viven en un lugar como éste?” preguntó Tomochika.

“¡¿Cómo voy a saberlo?!” Respondió Mokomoko.

“No parece que estén aquí por nosotros”, comentó Yogiri.

“¿Pero cómo actuará ahora que nos ha visto?”, preguntó el fantasma.

Yogiri frunció el ceño. “Los escarabajos comen savia de los árboles, ¿no? ¿Atacará a la gente?”

“Hay escarabajos carnívoros por ahí”.

Ahora mismo, no mostraba ninguna intención clara de matar. Si no lo molestaban, parecía que no sería un problema.

“Salgamos del camino”, sugirió Yogiri. “En realidad, probablemente podamos seguir el camino que hizo a través del bosque”.

“No tenemos ni idea de si eso nos llevará al este”, señaló Mokomoko.

Los tres se apartaron del camino del escarabajo. Como si estuviera totalmente ciego a ellos, siguió avanzando. A continuación, trató de apartar otro árbol de su camino de una patada.

“¡Espera, eso no es un árbol!” gritó Tomochika. “¡Es otro bicho!”

“Se parece a un bastón”.

“Puede que técnicamente no sea un insecto. Tiene demasiadas patas”, observó su espíritu guardián.

La criatura camuflada como un árbol se envolvió alrededor del escarabajo, y los rugidos de los insectos combatientes dividieron el aire.

“¡¿Qué está pasando?! ¿Qué vamos a hacer si los bichos se pelean entre sí?”, gritó Tomochika.

Yogiri se encogió de hombros. “Voy a apoyar al escarabajo”.

“¡Deja de mirar y corre!”

El escarabajo gigante se retorcía de un lado a otro, tratando de sacudir al otro insecto. La criatura arbórea se retorcía, tratando de pasar sus patas por los huecos del exoesqueleto del escarabajo. De momento, el escarabajo parecía estar perdiendo, ya que su cuerno se había roto en el ataque sorpresa. Yogiri siguió observando, pero la lucha pronto llegó a un abrupto final, ya que con una repentina ráfaga de viento, los dos bichos desaparecieron.

“¿Y ahora qué?”, preguntó Tomochika.

Un enorme cuerpo había aparecido frente a ellos, como un muro negro que se materializaba de la nada. Mirando más de cerca, también parecía ser una especie de insecto. Su increíblemente enorme cuerpo les bloqueaba la vista.

“¿Es eso… un ciempiés?” preguntó Yogiri.

El bosque se había dividido tanto que ahora podían ver el cielo. Los dos insectos beligerantes de antes estaban en el aire, ambos sujetos por las enormes mandíbulas del recién llegado. Con un crujido, sus cuerpos se rompieron, cayendo al suelo en pedazos.

“Mokomoko, ¿no decías hace un rato con orgullo que habías exterminado ciempiés gigantes?” preguntó Yogiri.

“Bueno… no puedo decir que fueran tan grandes”.

Mokomoko había dicho que en el pasado, cosas como demonios, serpientes gigantes y ciempiés gigantes habían existido en Japón. Había presumido de cómo la Escuela Dannoura podía derrotar a esas criaturas, pero parecía que no tenía mucho que ofrecer aquí.

“Si es tan grande, probablemente ni siquiera se dará cuenta de nosotros,”

“¡Nos está mirando fijamente! Definitivamente está interesado en nosotros!” protestó Tomochika.

El ciempiés gigante había girado la cabeza hacia ellos, casi declarando que eran su próximo objetivo.

“Muere”.

El enorme insecto se tambaleó y cayó, aplastando una enorme sección de bosque bajo él. Un temblor sacudió el suelo, incomparable con cualquiera de los temblores que habían sentido antes.

“¡¿Qué es este lugar?!” gritó Tomochika. “¡¿Cómo puede ser esto el bosque de los elfos?!”

“Es mucho más peligroso de lo que pensaba”.

“Hablando de eso”, interrumpió Mokomoko, “por mucho que me cueste admitirlo, me temo que podemos estar perdidos”.

“¿Eh? ¿No estábamos caminando en línea recta?”

“Esa era mi intención”.

“Espera, estabas abriendo un camino entre las hojas. Debería ser fácil saber si íbamos en línea recta”.

Se giraron para mirar detrás de ellos. El bosque estaba en ruinas. El movimiento de los insectos gigantes había cambiado completamente el paisaje.

“Deberíamos estar bien si podemos ver el mar, ¿verdad? Así que si subes al cielo y lo compruebas…”

“Este bosque está lleno de algo como energía mágica, o una maldición, o un miasma tóxico. No puedo moverme separada de ustedes.”

“¡¿Por qué no nos dijiste eso antes?!”

“Está oscureciendo”, dijo Yogiri, consultando su reloj. “El sol podría ponerse pronto”. Efectivamente, ya estaba anocheciendo.

“¡Muy bien! Es todo por hoy”.

Tomar un descanso no solucionaría nada, pero de todas formas iban a terminar acampando. Mokomoko utilizó a Furemaru para cortar los alrededores por si acaso antes de transformar el material en algo parecido a una tienda de campaña.

Los tres entraron y se sentaron. El suelo de la tienda era como un cojín, así que era razonablemente cómodo. No había costuras en la estructura, por lo que estaban completamente aislados del exterior.

“Vaya, qué fresquito hace aquí. ¿Cómo lo haces?” preguntó Tomochika.

“Furemaru puede comprimir y expandir el aire, imitando un aire acondicionado. ¿No aprendiste las leyes de Boyle y Charles en la escuela?”

“Uf… ahora un fantasma de la era Heian me supera en conocimientos…”

“¿Puedes hacer esto mientras nos movemos?” Preguntó Yogiri.

“Controlarlo en movimiento sería bastante difícil”.

“Bueno, hablemos de lo que vamos a hacer mañana, incluyendo cómo vamos a lidiar con el calor”.

“Sí”, aceptó Tomochika. “Creo que hemos sido un poco demasiado desordenados con esto”.

“Hm. En este momento, no sabemos muy bien dónde estamos”, respondió Mokomoko.

“¿No puedes al menos decir qué dirección es cuál?” preguntó Tomochika. “¿No debería tener Enju una función como esa?”

“El robot tiene la capacidad de detectar campos magnéticos terrestres, pero son diferentes a los que existen en la Tierra. Así que la función no es especialmente útil. Si miráramos el sol y las estrellas, podríamos usarlos como referencia”.

“Fuimos demasiado imprudentes. Me pregunto cómo piensan pasar Vivian y los demás”, preguntó Yogiri.

“Es decir, tenían un plan, así que imagino que tienen alguna idea, ¿no?”. contestó Tomochika. “Parecía que ya sabían lo del bosque”. Maanu había dicho que habían enviado a alguien a explorarlo, y los elfos no les habían atacado. Así que claramente, tenían algún conocimiento del bosque en sí.

“Ya veo. Supongo que preguntaremos a alguien si nos encontramos con ellos”.

“¿Preguntar a quién? Dudo que podamos volver a encontrarnos con Vivian”.

“Creo que estará bien. Los apóstoles nos estaban atacando hasta que entramos en el bosque, así que probablemente seguirán viniendo. La verdadera pregunta es si los bichos llegarán a ellos primero”.

“Entonces, básicamente no tenemos ningún plan”.

Yogiri se vio obligado a reflexionar sobre su imprudente avance hacia el bosque.