Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 24

Capítulo 8: La Capital

Parte 2

 

 

Zanoba había colocado el círculo de teletransportación en una aldea abandonada dentro del bosque, a medio día de viaje de la ciudad.

En el momento que llegué, Zanoba bajó su cabeza y dijo, “¡Lo he estado esperando, Maestro!” Julie y Ginger estaban junto a él.

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“¿Estabas esperando por mí?” pregunté.

“En efecto. Vine de inmediato cuando se me informó que usted vendría.”

Qué diligente.

“¡Esto es perfecto!” continuó él. “Ahora puedo contarle sobre lo que ha estado sucediendo sin preocuparme por personas oyendo.”

“Eso es cierto. Muy bien, vamos a escucharlo.”

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“Debo admitir que no hemos tenido mucho éxito,” confesó Zanoba. Él me contó lo que habían estado haciendo. Primero, después de llegar a la capital y conseguir un alejamiento, él colocó el círculo de teletransportación aquí en el bosque. Luego comenzó a recolectar información en la capital, donde descubrió que el reino estaba reuniendo un grupo de cacería—en ese momento fue cuando envió su primer reporte a través de la tableta de contacto. Yo lo había leído. Después de eso, él descubrió que el Dios del Norte se había unido al grupo de cacería. Ahora Zanoba estaba buscando noticias sobre Geese y haciendo reconocimiento para identificar al Dios del Norte. Eso lo resumía.

“Así que no sabemos nada,” resumí.

“Mis más sinceras disculpas. Oí que el Dios del Norte Kalman III era un hombre al cual le gusta llamar la atención, así que pensé que lo encontraríamos de inmediato, pero no ha sido tan simple…”

“No, no te disculpes.” Nosotros no habíamos estado en el Reino de Biheiril por tanto tiempo. El grupo de Zanoba había llegado a la ciudad, colocado el círculo mágico, para luego ponerse a trabajar. Solo había sido una semana. Era demasiado pronto para demandar resultados.

“Solo estamos comenzando,” dije. “Es hora de seguir adelante.” “Entendido,” respondió Zanoba.

Era interesante que el Dios del Norte se hubiese unido al grupo de cacería. Si eso era cierto, me encantaría ponerme en contacto con él. Solo que… a pesar de ser un hombre tan llamativo, ¿no estaba por ninguna parte? Eso me hacía sospechar que él estaba tramando algo. Tal vez Geese ya lo había reclutado. Cuando Vita falló, Geese probablemente decidió que el plan había fracasado. Él había perdido la ventaja y se retiró junto al Dios del Norte. O Vita pudo haber sido una distracción. Él había caído fácilmente.

Puede que las noticias sobre Vita ni siquiera hayan llegado a Geese, pero eso probablemente era demasiado optimista. De cualquier forma, yo aun así había obtenido la ayuda de Ruijerd. Eso era suficiente para hacer que valiera la pena haber venido al Reino de Biheiril.

“Muy bien, Maestro, ¿nos vamos? Lo llevaré hacia la capital.” “Sí, por favor.”

Lo que tengo que hacer no ha cambiado, pensé mientras partíamos hacia Biheiril.

La capital del Reino de Biheiril me recordaba un poco al Reino de Shirone. Tenía la atmósfera de una nación de tamaño medio del Continente Central. Este país tenía madera en abundancia, y casi todas las edificaciones estaban hechas de madera. Los árboles delineaban la ciudad. Tal vez ellos eran los que proporcionaban su atmósfera única. Era de noche cuando llegué, lo cual además le daba una sensación particularmente acogedora, pero al mismo tiempo imponente. En este país, ellos encendían grandes braseros en la calle cuando se oscurecía.

Aparte de eso, nada la diferenciaba de cualquier otra ciudad. Pasamos a un lado de posadas y vendedores ambulantes cerca de la entrada. Mientras nos acercábamos al centro de la ciudad, esta se volvió cada vez más extravagante—las casas de los comerciantes daban paso a mansiones de nobles. Justo en medio había un castillo. Estaba construido en el punto de encuentro de dos ríos, similar al Fuerte Karon en Shirone y tal como el Castillo Sunomata en Gifu. Detrás del castillo, al otro lado del río, estaban los suburbios. Tal como en cualquier otra ciudad.

“Bueno, tenemos que ver al rey.”

“¿Cree que podamos conseguir una audiencia?” dijo Zanoba. “La autoridad de Su Majestad Ariel no se extiende a lugares como este…”

“Mmm.”

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Zanoba y yo estábamos planeando nuestra jugada en una habitación que habíamos rentado a una posada. Esta no era la clase de lugar donde se alojaban los aventureros; era un establecimiento ostentoso que estaba enfocado a los nobles que venían de visita desde las ciudades provinciales. No estaba seguro de si destacar la forma diferente en la que las personas adineradas vivían en comparación al resto de nosotros o regañarlo por algo que podría llamar la atención. Tampoco era tan ostentoso como para arruinarlo todo.

“¿Qué hay de mezclarnos con el grupo de cacería? Habrá una ceremonia de despedida donde el rey dará un discurso. Usted podría abrirse paso hacia él; de esa forma definitivamente obtendrá su audiencia.”

“Para ese momento será demasiado tarde. Si tratamos de pedir tiempo justo cuando el reino tiene todo listo y dicen, ‘Adelante,’ ellos podrían comenzar de todas formas.”

Existía un orden en esta clase de misiones. Formabas un grupo, reunías los suministros de comida y armas, y luego partías. Si alguien aparecía en el último momento diciéndote,

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¡Esperen un momento! existía una gran probabilidad de que no te detuvieras. No podías—la reputación del reino dependería de llevar a cabo esto.

“Puede que ya sea demasiado tarde, pero quiero explicarle el motivo por el cual no hay necesidad de atacar a los Superd.”

Le contaría al rey sobre la existencia de la Tribu Superd, conseguiría que el reino garantice su seguridad, y luego el grupo de cacería podía cazar algunos Lobos Invisibles o lo que sea y regresar a casa. Yo incluso podría cubrir un porcentaje del dinero que ellos habían invertido en esto. Orsted desembolsaría una buena cantidad si se lo pedía.

Es por eso que quería reunirme con el rey tan pronto como fuese posible, antes de que el grupo de cacería parta. Comuniqué esto a Zanoba mientras trataba de pensar en una forma de lograrlo.


“Primero intentemos ir por la puerta principal. Podría atraer atención indeseada, pero me presentaré como un subordinado del Dios Dragón, para luego nombrar al Reino de Asura y— si la situación lo amerita—a Perugius. Si eso no funciona, podemos pensar en algo más.”

No se me ocurría ninguna otra buena idea. Decidimos solicitar una audiencia como cualquier otro.

***

 

 

Al día siguiente, después del desayuno, partimos hacia la zona alrededor del castillo. De verdad se parecía a la de Shirone, desde el tamaño hasta la sensación… La diferencia principal era el número de partes de madera que usaba este castillo. Eso quería decir que era vulnerable al fuego, tal como Zanoba.

“Probablemente seremos rechazados en la puerta,” dije.

“Estoy seguro de que el nombre de la Reina Ariel al menos nos conseguirá una reunión.” “El Reino de Asura no tiene ningún lazo diplomático con este país… Será complicado

si seguimos los procedimientos apropiados.”

“¿No va a seguir los procedimientos apropiados?” “No puedo seguirlos.”

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Era inesperadamente difícil conseguir una audiencia con el rey. En el pasado, yo siempre me había saltado la mayoría de los pasos para conseguir audiencias reales. Usualmente, aprovechabas conexiones con la nobleza para conseguir una cita, conseguías un buen traje y un carruaje, y entregabas la documentación necesaria para probar tu identidad. Luego eras enviado con un oficial de palacio que se aseguraba de que eras confiable. Después de eso, ellos te colocaban oficialmente en la agenda del rey e ibas a la cámara de audiencias. Ese era el proceso. Era una tarea difícil si no tenías las conexiones. Eso no quería decir que era imposible obtener una. Si eras lo suficientemente importante como para que el rey quiera verte, incluso un aplicante apareciendo de la nada podía conseguir una audiencia. El único problema era que Geese nos encontraría si llamábamos demasiado la atención. Eso limitaba nuestras opciones. Para ser honesto, yo simplemente podría asumir que había sido identificado hace tiempo, ya que había derrotado a Vita.

“Bien, Zanoba. No será bueno si nos ven juntos—las demás personas podrían comenzar a hablar. Dohga y yo nos encargaremos de las cosas desde este punto.”

“Que la fortuna esté con usted en batalla,” dijo Zanoba. Nos separamos en una calle concurrida, y yo fui junto a Dohga a una caseta de vigilancia cerca de un canal. A pesar de ser temprano, los soldados estaban marchando por el lugar animadamente. Ellos no iban a arrestarme como una persona sospechosa si aparecía de la nada y solicitaba una audiencia, ¿cierto? Yo al menos estaba vestido como un noble, pero en este país no había una embajada. No sabía cuál era el atuendo adecuado.

Esperen un momento. No es una caseta de vigilancia. Se ve como una recepción.

“Disculpe, ¿tiene un momento?”

“Diga su asunto.” Sentado en la recepción había un hombre con un magnífico bigote. Él usaba una túnica de aspecto oficial, así que supuse que no era un soldado. Necesitaba halagarlo por el bigote, pronto—al diablo eso, él me había preguntado por la razón de mi visita. Debía decirle porqué estaba aquí.

“Bueno, verá, estaba esperando solicitar una audiencia con Su Majestad el rey…” “¿Cuándo?”

“¿Eh? Supongo que hoy. Si no es problema, tan pronto como sea posible…” Ya sé, no soy quién para decirlo, pero este procedimiento parecía súper sospechoso.

Como sea. No tenía nada que perder, así que bien podría aceptar que estábamos llamando la atención y pasar por el procedimiento apropiado.


El hombre con bigote miró hacia mí, para luego revisar una pila de papeles. “Una moneda de oro,” dijo él.

“¿Disculpe?”

“Por la audiencia. Es una moneda de oro.” Ah, supongo que es una propina.

“Aquí tiene.”

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“Para estar seguro—¿eh?” El hombre miró intensamente hacia la moneda que le había dado. Luego la mordió. ¿Había un problema? ¿Era una falsificación y yo no me había dado cuenta?

“Este es dinero de Asura, ¿no?”

“Um, sí, por cierto, esta es mi identidad,” dije, mostrando hacia él la insignia que Ariel me había enviado. Él no dijo nada. Eso no era ideal. Él ahora me estaba mirando con sospecha. La autoridad del Reino de Asura de verdad no llegaba a este lugar, tal como dijo Zanoba. Esto era malo.

Pero él luego guardó la moneda de oro en su bolsillo, revisó su pila de papeles y llenó algo, para finalmente estirar la hoja hacia mí.

“Escriba su nombre y el propósito de su audiencia.”

“Um, bueno.”

“Regrese aquí cuando suenen las campanadas del mediodía.”

“Um. Bueno. Se lo agradezco mucho.” A pesar de la reacción pobre, parecía ser que mi propina había funcionado. Él iba a entregar mi solicitud. El dinero había comprado nuestro paso a través del primer obstáculo. ¡El dinero de verdad era lo que hacía girar al mundo!

***

 

 

Llegó el mediodía y yo estaba de pie en la sala de espera para entrar a la cámara de audiencias. Estaba nervioso. Había venido al palacio pensando que no había forma de conseguir una audiencia para ese día, pero Bigotes de la recepción me había enviado con otro oficial. Este último me había traído aquí, y antes de darme cuenta, yo era el siguiente. Pronto me llamarían para entrar a la cámara de audiencias. Era como haber superado el nivel uno solo para descubrir que el jefe final estaba esperando por mí. Todo estaba ocurriendo demasiado rápido. Mi mente estaba en blanco.

Ya basta. Tranquilízate, me dije a mí mismo. Los demás esperando sus audiencias me habían dicho algunas cosas. En este reino, el rey concedería audiencias a cualquiera durante las dos horas después del mediodía. Por supuesto, había ciertas condiciones con respecto a cualquiera. Primero, si querías una audiencia, tenías que pagar una moneda de oro de Biheiril. Una moneda de oro era lo que podía reunir una aldea entera si todos contribuían. Cada persona tenía quince minutos. Solo ocho personas podían entrar cada día. Cualquiera podía pagar para obtener una audiencia con el rey, ofrecer sus opiniones, hacer preguntas, y realizar solicitudes—era una política de este país permitir que cualquiera que tuviera un problema viniera a realizar su petición. La tarifa evitaba que las personas vinieran por trivialidades. Supongo que el sistema era justo. El Reino de Biheiril no era un país tan malo. Por supuesto, probablemente existían problemas reales en lugares que no podían permitirse pagar una moneda de oro. Por otro lado, si podías hacerle la petición directamente al rey, cada persona caminando por la calle estaría aquí. Los comerciantes turbios que nunca podrían codearse con el rey y la riqueza de la ciudad traerían sus lamentables reclamos para ganancia personal. En cualquier caso, cuando nosotros vinimos, el rey ya tenía su agenda copada.

¿Acaso no siempre sería así? Sin embargo, la suerte estuvo de nuestro lado, ya que alguien había cancelado. Un verdadero golpe de suerte para nosotros. Apuesto a que la moneda de oro de Asura, la cual valía diez veces más que una moneda de oro de Biheiril, había ayudado. Las personas no podían resistirse al dinero. En fin, sin importar la razón de que esto haya sucedido, las cosas se veían bien para nosotros.

La audiencia duraba quince minutos. No era mucho tiempo. Aunque no había razón para entrar en pánico. Yo solo tenía dos peticiones. ¡Si revelaba mi identidad y explicaba mi caso claramente, el futuro sería uno brillante!

“¿Rudeus-sama? Por favor, proceda hacia la cámara de audiencias.”

“Volveré pronto,” le dije a Dohga.

“… Ajá,” gruñó él. Respiré profundamente, para luego ponerme de pie y avanzar por el corredor que daba hacia la cámara de audiencias. En cuanto a la propia cámara… supongo que le daría una C. No era tan espaciosa, la alfombra era monótona, y los ocho soldados de pie alrededor parecían estar aburridos. Tampoco había muchos adornos. No se veía real. Sin embargo, cuando considerabas que los plebeyos venían aquí cada día, tal vez era lo correcto. No podía quejarme de la practicidad. Le doy tres estrellas.

Entré a la cámara de audiencias, avancé hacia el lugar indicado, para luego arrodillarme y bajar mi cabeza. “Es un honor conocerlo, Su Majestad,” dije.

Después de unos momentos, el rey se dirigió a mí. “Veo que eres un hombre refinado.

Levántate, y declara tu nombre y el propósito de tu visita.”

Hice lo que me ordenaron y miré hacia arriba. El rey era un hombre de edad. Él se veía cansado, como si no le quedara mucho en este mundo. No me sorprendería si me dijeras que él estaba enfermo.

“Mi nombre es Rudeus Greyrat, subordinado del Dios Dragón Orsted, el segundo de los Siete Grandes Poderes.”

“¡Ooh, así que el Dios Dragón!” El rey fue incapaz de ocultar su sorpresa. Una reacción positiva. Eso era una rareza. Supongo que este rey sabía quiénes eran los Siete Grandes Poderes. Tal vez era gracias a su conexión con los ogros.

“¿Qué asunto tiene con nosotros un asociado de los Siete Grandes Poderes… quiero decir, con este reino?”

“Bueno, Su Majestad, he escuchado que usted planea cazar a los diablos en el Bosque del No Retorno. Estoy aquí para solicitar que eso no se lleve a cabo.”

“¿Que no se lleve a cabo?” “Así es, Su Majestad.” “¿Por qué pides algo así?”

“Porque las personas en el bosque no son diablos,” dije. Luego le conté sobre la Tribu Superd. Ellos habían vivido dentro del bosque desde hace mucho tiempo, tal vez incluso antes de la creación del Reino de Biheiril. Ellos no eran la raza a la que se llamaba comúnmente diablos. En el distante pasado, los Superd hicieron un pacto con la aldea cercana, el cual consistía de cazar a los monstruos invisibles y mantener la zona segura. Recientemente todos los Superd habían contraído una plaga, lo cual quería decir que los monstruos invisibles no habían sido mantenidos a raya. Gracias a los esfuerzos del Dios Dragón Orsted, ellos se habían recuperado de la plaga y regresado a cazar a los monstruos, tal como antes.

Me aseguré de que mi explicación fuera breve y de destacar que los Superd eran buenas personas.

“Una raza de diablos, y ahora también monstruos invisibles…” murmuró el rey. “Tu historia es una difícil de creer.”

“Creí que diría eso, Su Majestad, así que vine aquí con una propuesta. La única forma de entenderlo es verlo con sus propios ojos. ¿Consideraría enviar a alguien de confianza a ver la aldea?” Yo le mostraría la vida secreta de los Superd—las mujeres alrededor de la olla común, los hombres que se ganaban la vida cazando monstruos invisibles, los niños que se entretenían arrojando pelotas hacia el Dios Dragón…

“Mmmm…” El rey acarició su mentón, considerándolo. Pero luego sacudió lentamente su cabeza. “Incluso si lo que dices es cierto, no puedo cancelar al grupo de cacería a esta altura. Muchas almas valientes de todo el reino ya se han reunido aquí.”

“Si Su Majestad simplemente les comunica que las Personas del Bosque que habitan más allá de la Quebrada del Wyrm de Tierra no son diablos, que el grupo de cacería no ataque, eso sería suficiente. Los monstruos invisibles existen—sugiero humildemente que en cambio los cacen a ellos. Si el dinero es una preocupación, nosotros estamos preparados para compensarlos.”

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“Mmmm.”

Volví a respirar profundamente. “Desde tiempos inmemoriales, los Superd han mantenido seguro este país en secreto. Incluso ahora, ellos no piden un trato especial. Solo desean permanecer en un bosque en un rincón de su reino, donde no molesten a nadie… Si Su Majestad se rehúsa incluso a eso, si no los quiere en su reino, entonces yo mismo haré los arreglos para su reubicación.”

“Eres un leal aliado de estos Superd,” dijo el rey después de una pesada pausa.

“Ellos salvaron mi vida cuando yo era solo un niño,” respondí. El rey acarició su mentón. A través de la esquina de mi visión, me di cuenta de que un oficial estaba mirando la hora. Mis quince minutos deben estar por terminarse. Mierda. El tiempo pasó más rápido de lo que esperaba.

“Se acabó su tiempo. Por favor, salga de la cámara de audiencias.”

“¡Su Majestad, le ruego que considere mi petición! ¡Prometo que su reino no lo lamentará!” Volví a respirar profundamente, para luego dar un paso al frente y bajar mi cabeza.

“¡Galixon, Sandor!” llamó el rey. Dos soldados dieron un paso al frente. Uno tenía un gran bigote, mientras que el otro tenía un rostro largo como un caballo. Estaba a punto de ser echado a patadas. Creí haber hablado bien, pero aparentemente al final todo había sido demasiado repentino. Esta vez lo había arruinado. La próxima—





“¡Vayan con este hombre y confirmen la verdad de lo que acaba de decir!” “¡Sí, Su Majestad!”

Miré hacia el rey. “¿¡E-está seguro, Su Majestad!?”

“Te enviaré junto a estos soldados. Debes saber que, si me has mentido, personalmente daré la orden de partir al grupo de cacería.”

Bueno, por un momento entré en pánico, pero él en realidad estaba enviando soldados para comprobarlo todo. Él no me estaba rechazando sin más. Iba a tomar su decisión después de confirmar los hechos. Me agradaba este rey. Tal vez escuchar peticiones día tras día lo habían vuelto flexible ante las sugerencias. La credibilidad del Reino de Biheiril ante los ojos de la Sociedad del Dios Dragón se había disparado. ¡Buen trabajo!

“Agradezco su comprensión, Su Majestad,” dije. Bajé mi cabeza una vez más antes de irme.

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