Mushoku Tensei: Isekai Ittara Honki Dasu (NL)

Volumen 24

Capítulo 4: La Aldea Superd

Parte 1

 

 

La aldea se parecía mucho a la aldea Migurd. Filas de toscas casas de madera yacían dentro de una cerca que se elevaba hasta casi los dos metros de alto alrededor de la aldea. Cerca de las casas de madera había un terreno de cultivo de un tamaño modesto. A diferencia de la aldea Migurd, una amplia variedad de vegetales crecía ahí. Probablemente tenían un buen suelo.

Las pieles de los recientemente descuartizados animales yacían detrás de una de las casas. Era una bestia de cuatro patas con pelaje pálido. Esta era la verdadera forma de los monstruos invisibles. Aparentemente, una vez que ya habían estado muertos por un tiempo, ellos dejaban de ser invisibles. El cuerpo del que nos había atacado terminó con un pelaje colorido después de morir.


Eran llamados Lobos Invisibles. Justo como esperarías. En el centro de la aldea yacía una fuente, y cerca un grupo de personas estaba reunido alrededor de una gran olla preparando la comida. Su cultura de verdad era similar a los Migurd. Pero todos los pertenecientes a la Tribu Migurd se veían como estudiantes de secundaria con cabello azul. Aquí, todos tenían una piedra preciosa en sus frentes y cabello de un tono verde esmeralda.

Ellos eran Superd.

Aquí, hice un nuevo y sorprendente descubrimiento. Los Superd no solo tenían piedras preciosas rojas en sus frentes y cabello verde esmeralda… sino que además todos eran hermosos. En este mundo, las personas consideraban atractivos los rasgos más definidos y fuertes. Aun así, los Superd eran hermosos. Ellos no eran los típicos galanes y bellezas delgadas, pero todos eran bien parecidos.

Por ahí había una chica de pelo corto que era súper linda. Ella era delgada, a pesar de no ser tan alta. Sus hombros eran musculosos, con unos ojos llenos de determinación. Además, tenía pechos decentemente grandes. Era como si alguien hubiese combinado los mejores rasgos de Eris y Sylphie…

¡Esperen, no piensen mal! No estoy pensando en ser infiel. Solo estoy observando objetivamente.


Una aldea de bellezas. Esto era diabólico. ¡Ajá! ¡Al final las Personas del Bosque sí eran diablos! ¡He aquí la prueba!

“Este lugar es aterrador,” dije en voz baja. “… Ajá.” Dohga gruñó de acuerdo.

Dohga se estaba agazapando detrás de mí como para tratar de esconderse. Él parecía asustado de los Superd. Dohga era de Asura, así que probablemente había crecido escuchando que los Superd eran un montón de diablos. Yo quería tranquilizarlo, pero si bien los Superd no eran malos como personas, eso no quería decir que esta aldea nos fuera a dar la bienvenida. Aún no podía decirle a nadie que podía relajarse.

“¿Me pregunto hacia dónde nos están llevando?” Chandle no estaba particularmente asustado. Al ser de la Zona de Conflicto, él probablemente no conocía los mitos sobre los Superd. Al estar rodeado por todos ellos ahora, él se veía más bien emocionado.

“Con Ruijerd, ¿dónde más?”


“Él podría no llevarnos directamente a nuestro destino final.”

Reflexioné sobre eso. “Entonces lo normal sería hacia el jefe de la aldea, ¿no?”

“Si hablamos sobre historias, una celda es otra opción… pero no se siente como si estuviésemos en peligro.”

El guerrero Superd se había dado la vuelta para decir secamente, “Síganme,” antes de volver a caminar.

Nosotros lo habíamos seguido tal como nos pidió, y así fue como habíamos llegado a esta aldea. En el intertanto no hubo nada que pudieses llamar una conversación.

“Los aldeanos parecen cabizbajos, ¿no?” destacó Chandle. Ahora que él lo menciona, los Superd se veían deprimidos. Cada persona que vi tenía un tono enfermizo en su piel, y algunos estaban tosiendo mientras preparaban la comida. Por otro lado, los niños se veían saludables. Estaban jugando a perseguirse, riendo y gritando, con sus colas colgando detrás suyo.

Hah. Así que los niños Superd tenían colas.

“Había esperado un poco más de personas en una aldea de este tamaño.” “Probablemente están fuera cazando, ¿no?”

“Probablemente no, debido a que ya están despellejando a su presa.” “Ah, ese es un buen punto.”

Ellos ahora mismo estaban despedazando a la bestia, así que eso significaba que ellos deben haber vuelto a casa de su cacería. Podría haber varios grupos pequeños en vez de un solo grupo de cacería grande, y la bestia de ahí podría haber estado preservada, pero…

“Supongo que al final están enfermos.”

No era algo aparente a primera vista, pero sí parecía que un extraño resfriado se estaba esparciendo a través de la aldea. Saber que uno de ellos había ido a comprar medicina podría ser lo que me llevó a pensar de esa forma. Sí parecían enfermos.

Tal vez deberíamos estar usando mascarillas, incluso si es solo para un poco de paz mental.

“Ya casi llegamos. Sigan caminando.” Finalmente llegamos a una casa, después de seguir todo este tiempo a nuestro guía Superd. Parecía ser la más antigua del lugar, pero también era la más grande de la aldea. El clásico hogar del jefe de la aldea.

“Jefe, soy yo. he traído visitantes para Ruijerd,” dijo el hombre Superd. Él abrió la puerta para revelar un vestíbulo. Se veía más como un auditorio o una sala de conferencias que la casa del jefe.

En su interior había cinco Superd. Ellos eran más débiles que aquel que nos había traído hasta aquí, lo cual me hacía pensar que eran ancianos. Era difícil suponer su edad cuando todos ellos tenían el mismo cabello verde, piel pálida, y rasgos hermosos.

Uno de los cinco se puso de pie mientras yo entraba a la habitación. Ese traje tradicional familiar. La cicatriz en su rostro. La lanza blanca. La bandana que yo conocía tan bien. Su cabello había crecido, así que ya no era calvo. Esta vez no había duda.

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“¡Ruijerd!” grité, sonriendo de oreja a oreja. Estaba tan feliz de verlo después de todo este tiempo que quería correr hacia él, pero me contuve y detuve después de solo unos pasos.

Pero Ruijerd miraba hacia mí con sospecha en sus ojos. “¿Rudeus…?”

¿Acaso me había olvidado? Eso sería desgarrador. “… ¿No me recuerdas?” pregunté.

“No, es solo que no te ves como te recuerdo.”

“¡Ah! Es cierto, sí, estoy usando un disfraz.” Me quité el anillo para mostrarle mi verdadero rostro. Un murmullo se escuchó, proveniente del jefe y los demás.

Era increíble que él me hubiese reconocido con ese rostro. O lo habría sido, de no ser por el tercer ojo Superd.

“Ha pasado mucho tiempo.” “Es verdad.”

Aah, era tal como en los viejos tiempos. Había tantas cosas que quería decir, tanto que quería contarle. Sobre Eris, sobre Paul… Había mucho que yo quería preguntarle—por ejemplo, sobre esta aldea, y lo que había estado haciendo. De hecho, no necesitaba preguntar sobre la aldea. Ruijerd había encontrado lo que había estado buscando todo este tiempo. Finalmente lo había encontrado.

“Ruijerd…” Yo estaba llorando. Mis recuerdos de nuestro tiempo juntos estaban regresando a mí. Cuando nos conocimos, él había estado solo. No lo había parecido, ya que primero estuvo con los Migurd y después viajando con nosotros, pero incluso rodeado de gente, había estado solo.

Pero ya no más.

“Felicidades. Encontraste a los Superd.”

“Así es,” estuvo de acuerdo Ruijerd, con su sonrisa llegando a sus ojos. Aquí, él estaba rodeado de personas como él. Bueno, no exactamente como él—los otros cuatro estaban un poco cabizbajos—pero Ruijerd se veía feliz dentro de ellos.

“Pero Rudeus,” continuó él, “¿por qué estás aquí?”

Ups, es cierto. No había venido aquí para una reunión conmovedora. No podía quedarme recordando los viejos tiempos.

Me senté frente a Ruijerd y coloqué una expresión seria en mi rostro. “Es una larga historia, y hay mucho que quiero preguntarte. ¿Tienes tiempo?”

Ruijerd hizo una pausa, para luego decir, “¿Jefe?”

Al fondo de la sala estaba sentado un hombre vestido de forma más lujosa que los otros cuatro. Sin duda era el jefe. Él se veía preocupado por la pregunta de Ruijerd.

“¿Este humano es confiable?” preguntó él. “Lo es,” respondió Ruijerd.

“Entonces no hace falta decirlo.”

El jefe dio su permiso, y Ruijerd y yo comenzamos a compartir lo que sabíamos.

***

 

 

Antes de comenzar mi historia, Ruijerd me contó sobre cómo había llegado a esta aldea. Ocurrió justo después de que me entregó a Norn y Aisha, cuando emprendió un viaje para encontrar a los Superd sobrevivientes. Él planeaba ir de país en país y buscar en el norte del Continente Central. Sin embargo, tan pronto como salió de la ciudad, Badigadi fue hacia él.

“Él dijo que sabía dónde encontrar a los Superd que seguían con vida,” explicó Ruijerd.

Aunque Ruijerd tenía sus sospechas, él no tenía ninguna otra pista. Decidió seguir a Badigadi. Ellos viajaron juntos por años, hasta llegar al Reino de Biheiril. Entonces, Badigadi lo llevó hacia los Superd que vivían en el Bosque del No Retorno, más allá de la Quebrada del Wyrm de Tierra. La Tribu Superd le dio una cálida bienvenida. Después de la guerra, ellos tenían mucho que discutir y por lo que disculparse, pero incluso así, le dieron la bienvenida. Ruijerd comenzó su vida en la aldea y encontró un poco de paz ahí.

“Pero ahora estamos siendo afectados por una plaga,” dijo él.

Era una plaga de origen desconocido. Los primeros síntomas se parecían a los de un resfriado, pero con el paso del tiempo el afectado se debilitaba, sufría de temblores inexplicables, y la visión de su tercer ojo se nublaba. Llevaba a la muerte. La magia de sanación no tenía efecto.

Ruijerd, al ver que un aldeano tras otro caía en las garras de la plaga, fue en busca de una cura. El propio Ruijerd había contraído la enfermedad, pero por el bien de la aldea, él arrastró su tembloroso cuerpo hacia la Segunda Ciudad de Irelil.

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La suerte estaba con él, ya que encontró a un comerciante ambulante que le vendió medicina. Ahora, la aldea estaba sobre el camino hacia la recuperación.

“Pero hay un rumor circulando fuera del bosque,” intervine. “Dicen que el grupo enviado a investigar a los diablos en el bosque fue asesinado.”

“Supongo que los monstruos salieron del bosque mientras nosotros sufríamos de la plaga.”

¿Por qué los Superd habían construido su aldea en un lugar como este? Por más o menos la misma razón que en la historia que la anciana nos contó en la Aldea de la Quebrada del Wyrm de Tierra.

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Esto fue hace cientos de años. Después de ser desterrados del Continente Demoniaco, los Superd vagaron de un lado a otro a través del mundo, solo para ser discriminados en cada lugar al que llegaban. Los Superd refugiados evitaron lugares abiertos, viajando en cambio a través de bosques y laderas de montañas, en busca de su tierra prometida.

Ellos siguieron viajando por mucho tiempo, buscando una tierra donde los humanos temieran aventurarse, donde pudieran vivir sus vidas en paz. Al final, ellos encontraron este lugar: el Bosque del No Retorno, más allá de la Quebrada del Wyrm de Tierra.

Gracias a los Dragones de Tierra, los monstruos grandes no se acercaban. Todo lo que vivía dentro del bosque eran los monstruos invisibles. Por supuesto, los Lobos Invisibles fácilmente eran tan fuertes como cualquier otro monstruo. Su invisibilidad era una ventaja increíble; tres de ellos fácilmente podían acabar con un grupo de aventureros.

Pero los Superd, con su tercer ojo, no tenían problemas para ver a monstruos invisibles. Si bien los Lobos Invisibles eran fuertes, ellos no eran rivales para los Superd, quienes habían vivido en el Continente Demoniaco. Comparados a los monstruos de ahí, estos lobos eran prácticamente cachorros. Y así, los Superd se asentaron en el Bosque del No Retorno.

Como era de esperarse, ellos se encontraron con problemas. Había humanos cerca, y solo porque los humanos usualmente no entraban al bosque, eso no quería decir que nunca entraban. No mucho después de que los Superd comenzaron a vivir dentro del bosque, una aldea humana apareció cerca. Los aldeanos comenzaron a frecuentar el bosque y ocasionalmente se acercaban peligrosamente cerca al hogar Superd. El jefe Superd llegó a un acuerdo, en el cual ellos reducirían el número de monstruos en el bosque y los mantendrían lejos de la aldea, y que protegerían a cualquier aldeano que se perdiera en el bosque.

En la historia de los aldeanos, ellos habían estado aquí primero, pero esa era una imprecisión menor. Esto fue hace doscientos o trescientos años, así que la versión de los aldeanos tenía que estar mal. El Superd que había llegado a ese acuerdo todavía estaba con vida. Los Superd mantuvieron una distancia segura de la aldea, y se llevaban bien… hasta que la agitación causada por la plaga rompió el balance.

“El reino va a destruir esta aldea,” le dije a Ruijerd. Le conté los rumores circulando dentro del Reino de Biheiril y lo que el rey iba a hacer.

“Así que ese es su plan, ¿eh…?” El jefe y los demás reaccionaron con desesperación ante mi noticia. No había resolución de enfrentar a los invasores que venían a destruirlos, solo una miserable resignación. Todos agacharon sus cabezas. Se veían derrotados.

“Entonces no seremos capaces de seguir viviendo aquí por más tiempo…” “¿Acaso no existe lugar para nosotros?”

“Si no fuese por esa terrible guerra…”

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Ruijerd miró hacia sus rostros afligidos con remordimiento en sus ojos, como si creyera que les había fallado.

“Lo siento,” dijo él, pero los demás rápidamente sacudieron sus cabezas. “No te estamos culpando, Ruijerd. Nosotros también apoyamos a Laplace.”

“He sido implacable en ocasiones, pero en esos días, todos nosotros estábamos muy orgullosos de ustedes—los guerreros que enviamos hacia el campo de batalla. Somos igual de culpables.”

“Pero ¿por qué nosotros somos los únicos que debemos sufrir tanto?” “¿Por qué Laplace le hizo tal cosa a los Superd?”

Podía escuchar la angustia en la voz del jefe, pero ni una sola pizca de culpa o arrepentimiento. Simplemente era la voz de un hombre que veía con desesperanza su destino. Su voz y lenguaje corporal me decían que él no veía otra forma más que huir. La guerra había terminado hace cuatrocientos años. Para los humanos, ya era historia antigua. Pero tal como el Incidente de Desplazamiento me había perseguido todos estos años, la Guerra de Laplace aún continuaba para los Superd—una pesadilla que se rehusaba a terminar.

Sin pensarlo, yo dije, “Si gustan, yo podría negociar con el Reino de Biheiril.”

“¿Qué?”


“Soy un humano, y tengo bastante influencia política,” expliqué. “Todo este tiempo, los Superd han cazado a los monstruos peligrosos dentro del bosque para proteger una aldea humana. El Reino de Biheiril se ha beneficiado de eso. Si lo explico todo claramente, creo que puedo al menos convencerlos de dejarles una esquina del bosque para que vivan.”

Yo no sabía cuál era la acción correcta a tomar. Mi misión era derrotar a Geese. Seguro, convertir a Ruijerd en mi aliado era parte del plan, pero después de pasar por todos estos problemas para evitar llamar la atención de Geese, ¿podía justificar un curso de acción innecesario que podría meterme en problemas? Pero si no lo hacía, bien podría dejar que la Tribu Superd sea asesinada. ¿Entonces para qué había vendido todas esas figuras de Ruijerd y los libros ilustrados? Hice todo eso porque quería ayudar a restaurar el honor de los Superd—salvar a Ruijerd.

Por supuesto, era posible que estuviera confundiendo mis prioridades. Tal vez el momento era el equivocado. Pero ¿quién iba a salvar a los Superd de su difícil situación si no era yo?

“Los humanos nos odian. Ellos nunca lo aceptarán.”

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“El odio que los humanos tienen por los Superd se está debilitando. En el Reino de Biheiril, incluso han aceptado ogros que ni siquiera se parecen a los humanos. No creo que el reino se resista mucho a la idea. La Iglesia de Millis no tiene mucha influencia por aquí. Si hago que mis aliados esparzan historias positivas sobre los Superd a través del territorio mientras trabajo con ustedes, creo que las personas los aceptarán.” Dije todo esto muy rápidamente.

Al menos, el Reino de Biheiril no tenía razón para borrar del mapa a los Superd. Sin ellos, los Lobos Invisibles saldrían del bosque y destruirían la aldea humana. No sabía hasta dónde vagaban los Lobos Invisibles, pero los ataques incluso podrían amenazar la Segunda Ciudad de Irelil. De ser necesario, ellos podían clamar ignorancia sobre los Superd. Eso sería más beneficioso que matarlos a todos.

“Y si las cosas no funcionan con el Reino de Biheiril, ustedes siempre pueden mudarse al país de mi amiga.”

El Reino de Asura sería complicado. Al final del día, la Iglesia de Millis era demasiado grande ahí. Pero existía un vasto bosque en la frontera norte de Asura, el cual no pertenecía a ninguna nación.

Si ellos no estaban técnicamente dentro de las fronteras y no hacían ningún daño, la sucursal de Asura de la Iglesia de Millis no podría quejarse. Además, Ariel tenían conexiones con un grupo fuera de la ley en el bosque del norte. Tal vez ellos podrían llegar a un acuerdo amigable de arrendamiento. A pesar de que Ariel podría tratar de usarlos para sus propios planes…

“¿Estás seguro de todo esto?”

“¿Siquiera podemos confiar en este humano?” “Cualquier amigo de Ruijerd…”

“Pero lo que está diciendo es difícil de creer.”

Los demás sentados alrededor del jefe estaban hablando entre ellos. Eran tan parlanchines que era difícil creer que eran de la misma raza que Ruijerd. Todos los Superd se veían jóvenes, así que se sentía como ver una reunión de junta de vecinos de un barrio de recién graduados de la universidad. Si tan solo pudiese grabar un vídeo de esta escena y diseminarlo a través de la sociedad humana, entonces ellos al menos verían que los Superd no eran diablos…

“No podemos tomar una decisión de inmediato,” dijo el jefe cuando la discusión terminó. Era comprensible. Si un hombre extraño apareciera de la nada y dijera lo que yo dije, podía entender que estuviesen demasiado confundidos como para responder.

“Entiendo,” dije. “Los humanos atacarán en dieciséis, tal vez diecisiete días desde ahora. Ahora mismo, todavía hay tiempo para razonar con ellos. Por favor, no demoren demasiado.”

Si las negociaciones fracasaban, yo simplemente defendería la aldea Superd con mis propias manos.

“Muy bien. Te tendremos una respuesta en un par de días,” dijo el jefe. Él y los demás se pusieron de pie para irse, con expresiones sombrías en sus rostros.

“¿Eh? Esperen, todavía no he llegado a la parte del porqué estoy aquí,” dije apresuradamente.

“Ya nos has dado muchos asuntos problemáticos a considerar. Además, ya casi ha anochecido. Deberíamos terminar la reunión ahora. Deseo poner en orden mis pensamientos.”

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Salir del trabajo a tiempo. Sus reglas laborales eran ejemplares.

“Encárgate de que tus invitados tengan comida y un lugar donde dormir,” le dijo el jefe a Ruijerd.

“Lo haré.”

No era el fin del mundo. Lo que había venido a decir podía esperar hasta mañana, y bueno, no podía luchar contra Geese y el Dios Humano a menos que solucionara este problema con la aldea. Un paso a la vez. Mañana, cuando llegáramos a la razón detrás de mi propuesta, yo regresaría y lo explicaría.

Y así, mi reunión con el jefe había terminado.

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