Kami-sama no Inai Nichiyoubi (NL)

Volumen 2

Capítulo 4:『En Medio De Esta Soledad, Hay Una Persona』

Parte 1

Quiero salvarla.

Esta voluntad y la sangre que fluía por las venas mantenían sus piernas en movimiento, y no sabía nada de fatiga.

Voy a salvar a Ulla.

Su cuerpo estaba lleno de poder, y las piernas trabajaban fielmente, sus ojos inyectados en sangre y la luz de la luna se amplificaba exponencialmente.

Ai corrió a través de la noche en Ortus. La ciudad llena de Muertos no necesitaba dormir por la noche, y estaba tan animada más allá de la imaginación en todas partes, por lo que había pocos caminos para caminar. La mitad de la noche había pasado cuando llegó al Palacio.

Y, por desgracia, había hecho el viaje por nada. Desde la distancia, pudo ver que había poca gente en el Palacio, y el minarete donde se alojaba Ulla no tenía luz alguna.

Ai inmediatamente se volvió, descendió la colina y, sin aterrizar en el suelo, saltó directamente de un techo al siguiente, luciendo como si estuviera nadando en el cielo nocturno.

Después de descender la colina, Ai corrió por el campo de trigo con la velocidad de una bestia. La fatiga que se había acumulado en sus pies y que había ignorado con todo lo posible la abrumaba casi. Pero Ai siguió corriendo.

Por fin, llegó a las murallas exteriores de la ciudad.

Por supuesto, las puertas estaban cerradas y un gran grupo de guardias estaba de guardia.

Le tomó mucho tiempo encontrar un área menos concurrida en el borde de las murallas de la ciudad, y caminó una corta distancia. Ai agarró las protuberancias largas de los dedos de los pies en la pared con sus dedos y subió, cayendo ocasionalmente y golpeando el ladrillo con un sonido agudo, que la hizo sudar.

Más allá de los muros había una línea de desierto y cielo.

Sabiendo la urgencia de la situación, Ai estaba básicamente inconsciente.

Luego recuperó sus sentidos. Una vez que vio que la situación era terrible, miró a la izquierda y descubrió que el mundo ya estaba teñido de púrpura, y solo entonces se dio cuenta de que ahora estaba en el muro sur.

La mente de Ai, que no había funcionado durante mucho tiempo, se preguntó si había olvidado la cuestión más importante de dónde se alojaban los 105 Vivos.

Ella corrió. Aunque no había ninguna base para ello, simplemente corrió hacia el este.

Muchos pensamientos vinieron a su cabeza cuando comenzó a funcionar.

¿Por qué corría así? ¿Cuál fue la intención de las prisas?

La arena raspó el desierto bajo sus zapatos, y los guijarros que pateó de alguna manera se metieron en sus zapatos, picando las plantas de sus pies ya comprimidas. Ai frunció el ceño ante el dolor sordo, pero no aminoró el paso.

El cielo por delante ya estaba blanco como el vientre de un pez, y la noche huía hacia el oeste. La ‘mañana’ comenzaría en este momento, y en el momento siguiente, fluiría hacia el pasado.

¡Debo ponerme al día! Pensó para sí misma.

¿Al día? Pero luego se preguntó a sí misma.

Era como si la razón y la emoción estuvieran separadas, y una ola de calor más caliente que el sol y un río helado más frío que la luna se agitaran en su cuerpo.

La luna, que estaba a punto de hundirse en el desierto muy atrás, preguntó: “Sigues diciendo que quieres salvarla, pero ¿cómo exactamente la vas a salvar? ¿Vas a destruir todo el engaño que la rodea como Hampnie Hambart? ¿O tienes alguna otra forma increíble de hacer felices a todos?”

El sol en primer plano dio una respuesta. Eso no me importa.

Pero la lógica del sol sigue triunfando sobre la luna, que apenas cuelga en el horizonte y se hunde. La ‘justicia no negociable’ de salvar vidas se estaba elevando, brillando aún más.

Ai miró.

No sabía cuántas esquinas había doblado, pero finalmente vio la Puerta Este frente a ella, y un grupo de Vivos deambulaba antes.

Había alrededor de un centenar de ellos.

Estos vivos eran más sucios e insalubres que cualquiera de los muertos que había visto en Ortus. Todos estaban cansados hasta la médula, arrastrando los pies en el crepúsculo púrpura como fantasmas.

Fueron confrontados por una treintena de Muertos, varios de los cuales Ai había visto en la ciudad. Todos eran los guardias de Ulla.

En el centro de ellos había un palanquín, ricamente hecho de ébano y oro. La apariencia inorgánica se parecía menos a un palanquín utilizado para transportar personas y más a un arca sagrada utilizada para transportar importantes objetos sagrados.

Se colocó el palanquín en el suelo y se levantó el telón.

El guardia tomó a una niña de las manos y la sacó respetuosamente. Estaba vestida con el mismo vestido crepuscular que el aire a su alrededor, con varias capas de tul sobre ella, y parecía un Muerto en un ataúd.

Entonces Ulla Hecmatika se puso de pie.

Dos asistentes la ayudaron respetuosamente a quitarse el abrigo. Sin los velos, sus hombros parecían fríos en el desierto.

Luego, finalmente se eliminaron los enlaces.

Las correas atadas alrededor de su boca cayeron hasta sus pies, y las correas que cubrían sus ojos fueron arrastradas por el fuerte viento antes de que golpearan el suelo y volaran hasta la pared exterior.

Entonces el sol terminó la noche.

Koroshiohake abrió los ojos.

Nadie gimió, y la visión de la muerte penetró al grupo de Vivos con la velocidad de la luz.

El grupo de Vivos cayó al suelo de adelante hacia atrás mientras eran abrasados por la mirada del ídolo, junto con el sol. Ninguno quedó vivo, y no había dolor en sus rostros, ni una sola herida en sus cuerpos. La vida simplemente estaba desprovista de ellos.

Este fue el final de la matanza, y todos los que podrían morir murieron.

El sol presenció este momento, saliendo del horizonte, y brilló tan intensamente que Koroshiohake pareció cegador.

Cuando todo el grupo de Muertos se puso de pie, la primera acción que tomaron debió haber sido mirar sus manos con expresión de incredulidad, tocar sus pechos, y luego comprender lo que había sucedido, despertar de sus cansadas emociones. Sus emociones variaron, de la ira al pánico, pero cuando volvieron la vista hacia la causa del cambio, cambiaron a la misma emoción.

Temor.

Koroshiohake simplemente se quedó mirando fijamente esta visión.

Ai no podía ver su expresión desde esta posición.

Ai observó esto desde la parte trasera derecha del palanquín, a cien metros de distancia. Se quedó paralizada en su lugar, viendo cómo se desarrollaba la masacre.

El guardia parecía haberla visto y señalarla, sin saber qué decir.

Ai no reaccionó, solo se quedó allí aturdida.

De repente, Ulla pareció notar un ruido detrás de ella y en un movimiento muy inconsciente …

Ella se dio la vuelta.

“Idiota, ¿qué estás haciendo parada?”

Un auto azul apareció de repente frente a sus ojos, la puerta del asiento trasero se abrió, la mitad superior del león se asomó y tomo a Ai como un secuestrador.

“¡Viejo! ¡Conduce!”

Yuri no respondió y simplemente pisó el acelerador. “¡No! ¡Yo…Yo!”

“¡Idiota! ¿¡Quieres morir!?”

Ai fue arrojada al asiento trasero. No quería nada más que ver a Ulla. Solo quería que Ulla la viera, que le dijera que había alguien justo frente a ella que quería salvarla con todas sus fuerzas.

Pero con las cortinas negras en todas las ventanas, Koroshiohake no estaba a la vista.