Kami-sama no Inai Nichiyoubi (NL)

Volumen 2

Capítulo 2:『Bad Dragon』

Parte 3

La mañana había pasado, luego de mucho tiempo. Ai despertó.

Se sentó cansada. No recordaba la habitación en la que estaba, ni tenía idea de sus circunstancias; Pero no le importaba. Bostezó ampliamente.

Fue sólo después de haber permitido que las células debajo de cada diente y debajo de su lengua e incluso de sus cuerdas vocales disfrutaran plenamente del aire de la mañana por lo que cerró la boca y miró a su alrededor.

…¿Dónde estoy?

La habitación era débil y apagada, pero los suaves rayos de sol entraban desde las ventanas e iluminaban las partículas de polvo en el aire.

Miró a su derecha y vio otra cama, en el otro lado de la cual había un tocador y un armario puesto contra la pared.

Ningún sonido penetró en la habitación desde afuera, impregnándola de un ambiente silencioso.

Lentamente, Ai giró sus ojos entreabiertos hacia la izquierda y barrió su mirada a través de la habitación, viendo una puerta, una librería, un escritorio y una silla.

Entonces, en la pared de la izquierda… Encontró una ventana con cortinas.

“… Shuuu…”

Moviéndose como si estuviera nadando, Ai se bajó de la cama y caminó descalza hasta la ventana.

La cortina era gruesa y mantenía la habitación oscura, pero la luz del sol se dispuso a brillar alrededor de ella y entro en la habitación. Los bordes de la cortina resplandecían con la luz que pasaba. Las partículas flotantes de polvo se pusieron brillantes por la luz que caía sobre los dedos de Ai.

Ella la abrió.

La luz que brillaba era lo suficientemente fuerte como para lastimar sus ojos incluso cuando los tenía entrecerrados. El calor se inundó por todos los rincones de su cuerpo, quemando la somnolencia aturdida que había ocupado su cabeza hace un momento.

Ai miró a Ortus. “Wow…”

Sin pensarlo, alargó la mano, levantó el pestillo y abrió la ventanilla. El viento que soplaba exploto en Ai y se agitaba junto a las cortinas, y ella dio grito de emoción, apoyándose en el marco y apoyando su cuerpo a través de la ventana.

El camino que se extendía de izquierda a derecha antes de ella estaba completamente pavimentado con azulejos blancos que brillaban bajo la luz del sol. Cuando Ai bajó la vista por la ciudad, vio el verde de los campos de trigo y, más adelante, los ladrillos rojos de las murallas.

A la derecha, podía ver un castillo de color oscuro, construido en la ladera alta.

Incapaz de contener su emoción, Ai empujó de nuevo en la habitación y casi tropezó hacia atrás en su prisa. Recuperándose, giró hacia el armario con el ímpetu sobrante. La arrojó con la misma energía con que había abierto la ventana y vio sus abrigos colgados cuidadosamente.

De repente se dio cuenta de que no sabía qué ropa llevaba puesta. Miró hacia abajo y vio la camisa y la ropa interior que normalmente llevaba.

Y empezó a preguntarse, naturalmente, quién era quién la había cambiado.

Probablemente no fue Kiriko, pensó. En cuanto a Yuri… eso era muy posible, pero no podía decir si el que había cambiado su ropa era el viajero indiferente o el padre que cuida a su hija.

Por lo que queda Scar. Ella sería la mejor de sus compañeras.

“… ¿Ai?”

Ai escuchó la voz de Scar desde atrás mientras pensaba. Se dio la vuelta y la vio acostada en la otra cama.

“¡Scar-san! ¡Es hora de levantarse! ¡Buenos días!” “… No, ya es mediodía”

“¿Eh?”

Con su entusiasta saludo recibido por una respuesta desalentada, Ai sacó su reloj de bolsillo dentro del abrigo y comprobó la hora. La manecilla de las horas señalaba a las doce.

Fue entonces cuando notó que el sol parecía estar bastante alto en el cielo.

“Scar-san… ¿Por qué no me has despertado…?” “…Yo…”

Su pregunta de culpa fue satisfecha por una respuesta de mayor culpa.

Scar le dijo a Ai que tanto ella como Yuri habían intentado despertarla, pero había estado profundamente dormida para despertarse.

“… Pensar que lograste dormir hasta el mediodía… Me has impresionado”

Con un poco de disculpa, Ai se rascó la cabeza y preguntó lo que la había preocupado hace un momento: “¿Fuiste tú quien me ayudó a desvestirme?” y Scar respondió con un “Sí”.

“… Ai, siempre estás tan animada, ¿No es así…?”

Ai miró más de cerca de Scar, y sólo entonces vio que  parecía  estar  agotada  de  alguna  manera, vestida sólo con una camisa e incluso ahora en la cama, acurrucada bajo las sábanas.

“¿Qué pasó? ¿Eres demasiado perezosa para despertarte, Scar-san? ¿O comiste demasiado anoche?

“… ¿Qué dices? ¿Es este el sentimiento llamado tristeza? … Ai, por favor no me juntes contigo en tus manierismos y comportamientos”

Ai caminó a través de las tablas del suelo hasta la cama, junto su frente junto con la de Scar para ver si estaba con fiebre. No lo estaba, y tampoco parecía particularmente enferma.