Kami-sama no Inai Nichiyoubi (NL)

Volumen 2

Capítulo 1:『La Ciudad Y El Chico』

Parte 9

Ortus era una ciudad que cubría las inmensas colinas en las que estaba construida.

Sus coordenadas eran 48 ° 5 ‘2 “N 109 ° 2’ 58” (usando el Meridiano Elzargo). Situado en el medio del continente, su clima era fresco y seco. Tenía una población de 1,2 millones, todos ellos muertos.

Este estado comenzó como una monarquía nómada con una historia de miles de años. Hace catorce años, un año después de que el mundo sufrió su transformación, se formó en una banda organizada de muertos y se dedicó a los negocios, incluso sobreviviendo a las persecuciones armadas por los vivos y repeliendo incontables Sepultureros, su número creció en tamaño.

Finalmente, hace nueve años, habían construido sobre esta tierra, la ciudad con la que habían soñado durante mucho tiempo.

Esta ciudad que había comenzado con apenas veinte mil creció más y más en un abrir y cerrar de ojos. Su sucesión de reyes era muy formidable a lo lejos y ancho, incluyendo a todos sus miembros; Entonces, como si supieran que el papel que habían jugado había terminado, dieron la autoridad al pueblo, y abdicaron con rapidez y con poco alboroto.

Todos excepto una princesa en particular.

Como una ametralladora, Kiriko había sacudido toda esta historia al ser preguntado por Ortus. Había sonado muy emocionado, agregando a cada evento comentarios como “En la batalla con Masaud los enemigos desertaron y se unieron a nosotros, lo que tuvo un tremendo impacto en el resultado” o “Es un milagro para los aún nómadas de Ortus haber imaginado lo que existe hoy “o” Deberías haber visto al rey cuando dio su energía. Él invocó en privado una autoridad delegada nunca antes utilizada para crear una Declaración de Derechos Humanos que nadie apoyó en ese momento, en un acto lo suficientemente emocionante como para que tu corazón se sacudiera”

Ai se perdió en la mayor parte, absorbida mientras miraba la pared que se alzaba sobre ellos.

Ortus era una ciudad amurallada, y sus muros formaban la barrera que dividía el mundo de los muertos y el mundo de los vivos. Sus altos muros de ladrillo rojo resistente, no daban entrada desde el exterior a los Sepultureros.

A la derecha, un tramo interminable de ladrillo rojo. A la izquierda, también, un tramo interminable de ladrillo rojo.

Ai empezó a sentirse un poco asustada.

Había que abrir las grandes puertas con un cabrestante gigantesco. En su superficie estaba inscrito un denso desorden de hechizos y glifos para repeler el mal, mientras que decenas de gárgolas estaban ordenadas en una fila.

“… Estas puertas parecen bastante aterradoras,

¿Verdad?”

“Ah, no puedo negar que… yo también tengo la piel de gallina”

Las puertas recogían las maldiciones y maleficios que abarcaba todo este tiempo, haciéndolo parecer las mismas puertas del Infierno.

“… Está mezclando muchos significados aquí: Puerta, hechizos, advertencia a los forasteros, y también es conmemorativo…

“¿Conmemorativo?”

“… Sí, para los Sepultureros”

“…”

“No olvides que esta ciudad es también una tumba gigante. Ortus tiene más de un millón de muertos que residen en él, por lo que los Sepultureros vienen de todas direcciones… Estos Sepultureros fueron abatidos por soldados; Pero, aun así, aunque nunca pudieran escalar estas paredes no importa cuán grande sea su capacidad, siguieron viniendo y viniendo…”

El coche estaba teniendo problemas.

Kiriko también parecía notar que el ambiente estaba apagado, y señaló a una esquina.

“Miren”

En lo alto de las puertas había una figura bellamente hecha como en un barco, con el brazo extendido y cantando al mundo, teniendo una sonrisa cálida y gentil.

“¿Es ésa «Hime-sama»? “Ah, no… ella es…” “Koroshiohake”

En la parte de arriba estaban esculpidas esas palabras.

“Ese nombre me da los escalofríos…”

“… Ella es la deidad guardiana de Ortus, posee la capacidad de acabar con toda vida”

“Como si el nombre no solo no fuera suficiente…” “Eso no se puede evitar”, dijo Kiriko en voz baja.

“… Después de todo, la historia de Ortus es una llena de persecución y sufrimiento… Todo el mundo aquí quiere un dios como este”

Había algo más tallado en la estatua.

Sus ojos son los ojos de la muerte. Sus palabras son las palabras de la muerte. Su ser es rebosante de muerte;  Ninguna  vida  escapará  a  su  alcance. 

Ninguna vida escapará del alcance de Koroshiohake.

Yo soy la Diosa de todos los hombres, manejando la cosecha divina del Nirvana para herir a los forasteros. Soy la Protectora del mundo de los muertos.

“Un Dios de los muertos… Nunca lo había oído antes”

“Bueno, eso es de esperar, dado que los dioses del pasado sólo existían para los vivos. Es injusto, ¿No crees? Es por eso que Koroshiohake eligió convertirse en la Diosa guardiana de los muertos. Ella es una diosa amable… ”

“… Es verdad”

“Aquellos a los que ella asesina, los protege. Todo está en perfecto orden”

“¿Qué? ¿Es como un comerciante de armas que provoca la guerra? ¡Eso no está bien!”

El coche había llegado a las puertas cuando decían esto, y Kiriko aparcó el coche a un lado. Ante ellos había un pequeño puesto de guardia construido del mismo ladrillo que las paredes, llevando en su entrada la señal “Puerta Este de Vigilancia de Ortus”

“Está bien. Por favor, esperen un momento”

Kiriko bajó del coche, y algunos de los guardias que estaban de pie inmediatamente se apresuraron a pedirle que llenara algunos documentos.

Ai los miró desde el asiento lateral. Los guardias llevaban uniformes de azul profundo, llevaban rifles sobre sus hombros y llevaban sobre sus caras unas máscaras de acero sin expresión.

“Scar-san, ellos… todos ellos… son todos…” “Muertos”

Los guardias parecían conocer a Kiriko, le daban palmadas en la espalda e intercambiaban bromas con él.

La existencia de los muertos parecía un hecho normal por debajo de la palabra.

“Ai, quiero enterrarlos” “¡Por favor contrólate!”

“Este bien Entonces, ¿Cuándo terminara esto?”

Ai también estaba tratando de pensar cuando acabaría esto.

¿Cuándo será el momento de enterrar a ese hombre de allí regocijándose por el regreso seguro de su compatriota?

¿Cuándo sería el momento de enterrar a los millones de almas detrás de este gran muro?

“… Terminará cuando yo diga que termine” “Ya veo”

Scar había respondido simplemente. Poco después, Kiriko regresó al coche.

“Está hecho. Síganme”

Se bajaron del coche en una fila y siguieron a Kiriko, el los condujo al puesto de guardia.

No se parecía tanto a un lugar para la defensa, más bien parecía una oficina, con un contador en el medio que presumiblemente se utiliza para las investigaciones.

Kiriko, echando una ojeada al mostrador, echó un vistazo a la cara de alguien y un sorprendido “Oh” salió de su boca.

Al ver a Kiriko, la persona saltó de una silla y lo saludó con entusiasmo.

“Kiriko-kun!”

“Kiriko-chan! ¡Es bueno verte sano y salvo!”

Diciendo esto, la persona saltó el mostrador y se precipitó hacia Kiriko para envolverlo en un abrazo. Exasperado, Kiriko trató de esquivarlo, pero al final se envolvió en un abrazo tan apretado que no pudo librarse de él.

“¿Qué estás haciendo en un lugar como este?”

“¿Qué es esa actitud, Kiriko-kun? Y pensar que estábamos todos tan preocupados por ti”

Eso dijo la mujer, que, desde la perspectiva de los viajeros, estaba situada a la izquierda.

“¡Exacto, Kiriko-chan! ¿Estás herido? ¿Está intacta tu virginidad? Tuve muchas dificultades para mantener esto lejos Hime-sama, ¿sabes?”

Y eso dijo el hombre que estaba situado a la derecha. Los dos finalmente liberaron a Kiriko de su abrazo.

Ai miró inexpresivamente lo que pasaba ante ella.

La mujer de la izquierda parecía notar la mirada de Ai y se devolvió para sonreírle.

“Kiriko-kun, son estos los que te salvaron? Si no te importa, ¿Podrías presentárnoslas?”

Diciendo esto, los dos se adelantaron. Kiriko dirigió una mirada de ansiedad a Ai, murmurando para sí mismo: “Espero que esto vaya bien…”

Ai, de hecho, estaba congelada en estado de shock.

“Amigos, ella es la Sub Capitán De La Guardia Imperial de Ortus, Pokks”

La mujer de la izquierda les mostró un guiño. Tenía entre veinticinco y treinta años, tenía el rostro pálido y su figura, aunque delgada, estaba claramente acostumbrada a hacer ejercicio y no mostraba debilidad.

“Y él es embajador especial de relaciones exteriores, Rex”