Ore wa Subete wo “Parry” Suru (NL)

Volumen 1

Capítulo 12: La Petición De La Princesa

Después de abandonar el campo de entrenamiento, fui a entrenar mucho más de lo habitual, pasé por unos baños de camino a mi alojamiento y me acosté. La mañana siguiente comenzó con mi rutina habitual: salir a limpiar desagües. Hoy no trabajaba para la señora Stella, y mi destino estaba bastante lejos de su casa.

Después de ver los desagües que había limpiado en el vecindario de la señora Stella, otras personas habían empezado a hacerme encargos en el Gremio de Aventureros. Luego, a medida que los cumplía, continuaba la misma tendencia, aumentando gradualmente mi número de clientes. Era un hombre afortunado.

Así fue como acabé en mi situación actual, yendo de un lado a otro y limpiando diferentes lugares cada día. Ya era una rutina que me resultaba familiar.

Hoy me había traído la pesada espada negra que me había regalado el padre de Lynne. Resultaba increíblemente útil para raspar los grumos de suciedad que se adherían obstinadamente al fondo de las canaletas. Normalmente utilizaba bloques de madera de repuesto de las obras en las que trabajaba, pero parecía que ya no los iba a necesitar. Me sorprendió lo bien que eliminaba la suciedad.

Tenía que tener cuidado al usar el arma, ya que si calculaba mal un ángulo o usaba demasiada fuerza, las canaletas de piedra se rasparían junto con la suciedad, pero era tal y como había dicho el padre de Lynne: la espada en sí era increíblemente resistente. Por mucho que la usara, nunca se astillaba ni se agrietaba.

Para ser justos, el arma ya estaba bastante estropeada, así que quizá no le presté la suficiente atención como para notar nuevos daños. En cualquier caso, fue un regalo maravilloso.

Mi día había sido productivo hasta el momento, pero eso pronto terminó cuando llegó el momento de empezar a mover tierra. La abundancia de guardias investigando incidentes recientes en la zona había hecho imposible trabajar en la obra, así que ahora tenía casi todo el día para mí.

Hmm… ¿Qué debería hacer?

Reflexioné sobre esta cuestión en los bosques de las afueras de la capital real. Como aventurero de rango F, no se me permitía aceptar encargos que me obligaran a salir de la ciudad. Fuera de horario, sin embargo, era libre de ir donde quisiera. Desde que llegué a la capital, había estado utilizando este lugar en el bosque como lugar para mi entrenamiento diario. De un modo que no podía comprender, su atmósfera me recordaba a la montaña que una vez había llamado hogar, y como estaba bastante alejado de la ciudad, era agradable y estaba libre de miradas indiscretas.

El bosque también tenía suficientes espacios abiertos para moverme y muchos árboles de los que colgar espadas de madera. Sobre todo, al estar en lo alto de un acantilado algo empinado, tenía unas vistas preciosas de los alrededores. Todas estas eran razones por las que me había aficionado tanto a este lugar y había empezado a utilizarlo con tanta regularidad.

Después de dejar la montaña, incluso había utilizado este lugar para dormir, pero no tener un techo sobre la cabeza era muy incómodo, como era de esperar, así que pronto me trasladé a una posada en las afueras de la ciudad. Aunque mi habitación no era muy grande, la dueña me cambiaba las sábanas y me lavaba la ropa si se lo pedía. Estaba agradecido al hombre del gremio por haberme recomendado un lugar tan excelente para alojarme.

Como ya no tengo encargos para ese día, supongo que seguiré con mi régimen de entrenamiento habitual incluso más a fondo que de costumbre.

Preparé la pesada espada que me habían regalado, con la intención de empezar de inmediato… pero entonces oí una presencia en dirección a un matorral cercano. ¿Era un animal? No; aunque en este lugar había bastantes pájaros y otras criaturas pequeñas, era raro que pasara por allí algo capaz de emitir un sonido tan perceptible. Si la pisada era un indicio… probablemente se trataba de una persona.

Curioso, me volví hacia el sonido, sólo para ser recibido con un rostro familiar que apareció de entre los árboles.

“¿Lynne…?” Dije. “¿Qué haces aquí?”

“Buenos días, Sir Noor”, respondió ella. “Siento mucho la repentina intrusión. El maestro del gremio dijo que probablemente estarías aquí… Espero no molestar”.

“No, la verdad es que no. Pero, ¿cómo llegaste aquí…?”

Estábamos en lo alto de un acantilado. Me había criado en una montaña, así que escalarla no me resultaba especialmente difícil, pero no era un lugar al que una persona normal pudiera llegar fácilmente. Además, aunque le había hablado al gremialista de este lugar, no le había dado indicaciones específicas ni nada…

Pensándolo bien, Lynne era capaz de averiguar el paradero de otras personas usando sus habilidades. No es que pensara que seguir a la gente fuera especialmente admirable, por muchas habilidades que una persona pudiera usar…

“¿Por qué me seguiste otra vez?” Le pregunté. “Creía que lo habíamos arreglado todo anoche”.

“Efectivamente; tiene usted mi gratitud por lo de ayer. Hoy estoy aquí por otro asunto. Deseo hacerle una petición”.

“¿Una petición?”

“Soy consciente de que usted y mi padre ya lo discutieron una vez… pero esta vez, me gustaría pedírselo personalmente”.

“¿Pedirme qué?” Insistí. Por mucho que lo pensaba, no podía averiguar a qué se refería.

” Sir Noor”, dijo, “por favor, permítame ser su asistente”.

“¿Mi… asistente? ¿A qué te refieres?”

Estaba bastante seguro de que nada de eso había surgido durante la conversación de ayer.

“Como tu asistente, estaría en posición de atender sus necesidades cotidianas mientras recibo humildemente sus conocimientos e instrucción”, explicó Lynne. “En cierto sentido, es similar a ser un aprendiz trabajando bajo una institución de investigación mágica, o quizás bajo el artesano de un oficio. Yo misma me conformaría con tener el honor de estar a su lado. Me esforzaré por no ser una molestia, así que, por favor, sólo tiene que darme su permiso”.

Se puso una mano en el pecho y me hizo una reverencia silenciosa. Empezaba a ser un gesto familiar, por la cantidad de veces que lo había visto ayer. Tal vez era así como la gente mostraba su sinceridad en esta ciudad. A decir verdad, me gustaba bastante. Pero aún así…

“No.”

“¿Qué?

Quizá no esperaba que me negara. En un abrir y cerrar de ojos, volvió a mirarme con cara de nerviosismo.

En realidad, ¿por qué ella no habría esperado que me negara?

“D-después de todo, ¿le disgustaron mis acciones de ayer…?”, balbuceó. “¿O-o tal vez piensas que soy demasiado inexperta para ser de fiar? Admito que ayer di una imagen vergonzosa de mí misma, pero si me permitiera permanecer a su lado, estoy segura de que podría serle útil. A pesar de lo que pueda parecer, tengo el récord de las notas más altas jamás recibidas en las seis escuelas de entrenamiento reales…”

“No, no es nada de eso.”

No se trataba de que le pasara nada, sino de que yo ya estaba muy ocupado con mi trabajo y mis esfuerzos diarios por fortalecerme. En primer lugar, tomar un discípulo estaba fuera de mi alcance.

“Mira, no hay nada que pueda enseñarte”, le dije. “Y tu utilidad no me importa. Puedo cuidar de mí mismo”.

Estaba muy acostumbrado a vivir solo, así que era más que capaz de cubrir todas mis necesidades diarias. Por supuesto, utilizaba los servicios de la señora de la posada para lavar mi ropa, pero con eso me bastaba; no necesitaba más ayuda que esa.

“Entonces, puedo prometerte que mi familia te proporcionará una cuota de instrucción más que adecuada, así que, por favor…”.

“No, no necesito nada de eso”.

“En ese caso, puede darme el uso que desee, ya sea ayudándole con sus encargos del Gremio de Aventureros, realizando trabajos ocasionales o cualquier otra cosa. Yo…-”

“Tampoco necesito eso.”

“¡Que…!”

“Lo que sea que estés a punto de decir, probablemente no lo necesite”.

Poco a poco, la cara de Lynne se había ido poniendo cada vez más roja y parecía a punto de llorar. Empezaba a pensar que en serio no esperaba que la rechazara. Sin embargo, a fin de cuentas, no podía cambiar lo que no necesitaba ni podía hacer.

“¡Yo… te juro que te seré útil!” Lynne suplicó. “¿Es simplemente que no tienes fe en mi capacidad? Si es así, discúlpeme, pero…”.

Todavía al borde de las lágrimas, agarró una varita con incrustaciones de una gema pálida que llevaba encima y, con ambas manos, se la puso delante de la cara.

“[Danza de carámbanos]”.

En un abrir y cerrar de ojos, un escalofrío cubrió nuestro entorno, como si el mundo se hubiera congelado espontáneamente, y decenas de carámbanos comenzaron a formarse en el aire. Cada uno era del tamaño de una persona, con una punta que se estrechaba en una punta afilada. Era como si estuviera viendo una colección de cuchillas afiladas. Entonces, apenas un instante después de que se formaran los racimos, cayeron con una fuerza tremenda, directamente sobre Lynne.

“[Llamarada infernal]”.

En el mismo instante en que reconocí el peligro, ella levantó una sola mano hacia el cielo y soltó un rugiente infierno de su palma. Mientras la observaba, las llamas crecían más y más, consumiendo y evaporando rápidamente las decenas de cuchillas de hielo que caían sobre ella. Ahora, lo que quedaba era una enorme bola de fuego, tan grande como para consumir una casa. Su sola presencia calcinó todo a nuestro alrededor… pero luego desapareció tan rápido como había aparecido. Lynne había rechazado el fuego con un simple movimiento de muñeca.

“Eso fue [Llamarada infernal], una de las habilidades mágicas de clase más alta que soy capaz de usar”, explicó. “Y esto…

Mientras yo me quedaba boquiabierto, ella se guardó la varita en el cinturón con facilidad y, con el mismo movimiento, sacó una daga dorada de una funda negra y la blandió en el aire.

“[Hoja de niebla]”.

Sin hacer ruido, uno de los grandes árboles que había detrás de ella se deslizó hacia un lado y se derrumbó.

“Esa era una de las técnicas secretas de la rama ladrona”, dijo Lynne. “Mi instructor, el Soberano de las Sombras, me enseñó a usarla. Y esto…”

Lynne envainó hábilmente su daga antes de sacar esta vez una espada larga de su espalda. Luego, tras adoptar una postura a dos manos, blandió el arma horizontalmente y dijo: “[Tajo divino]”. Un destello de luz surgió de la hoja, desgarrando el árbol caído y dejando el corte bañado en pálidas llamas.

“Eso fue [Tajo Divino], una habilidad de espadachín de clase sagrada”, dijo. “Es una técnica única, especialmente eficaz contra los no muertos. Y esto…”

“No, puedes parar ahí”, intervine con calma, impidiendo que Lynne continuara con su exhibición de habilidades asombrosas. “Ya he visto suficiente.” Ella ya había demostrado que era una persona excepcional y rebosante de talento, y que yo era aún más patético en comparación.

De hecho, ahora que conocía el verdadero alcance de su arsenal, estaba convencido: sin duda podría haber vencido a esa vaca.

“Entonces, ¿me aceptarás como tu discípulo?”

Espera, ¿por qué me miraba tan esperanzada?

“No”, dije sin rodeos. “Sólo has confirmado que no hay nada que pueda enseñarte”.

Ante mi repetida negativa, Lynne me miró con expresión de asombro. Pero, ¿por qué? Ahora que me había demostrado lo increíble que era, era aún más evidente que no ganaba nada estudiando bajo mi tutela.

“¡A pesar de lo que pueda parecer, mis talentos son bien reconocidos por mis instructores, los Seis Soberanos! Si tan solo te dignaras a tenerme a tu lado, ¡entonces verías que puedo ser de alguna utilidad! Yo… sé que no puedo ni siquiera compararme a usted, Sir Noor, pero por favor…”

“Puedo reconocer lo hábil que eres a simple vista. Es sólo que…”

No sabía cómo, pero me había confundido con alguien por cuya instrucción valía la pena rogar. ¿Qué falsas impresiones se había formado para haber llegado a una conclusión así…? Quería explicarle el malentendido, pero las explicaciones no eran mi fuerte. Probablemente era mejor que le dijera la verdad.

“Acabas de demostrar un montón de habilidades increíbles”, le dije. “Déjame enseñarte las mías”.

Me concentré y concentré mi voluntad en la punta de mi dedo, y pronto… surgió una llama del tamaño de un puño cerrado.

[Llama diminuta]

La primera vez que aprendí esta habilidad, la llama de la punta de mi dedo no era mayor que la mecha encendida de una vela. Desde entonces, había dedicado todo mi tiempo libre a entrenarla, con la esperanza de que me permitiera aprender una habilidad de mago normal. Aparte de cuando dormía, siempre tenía parte de mi concentración en la punta del dedo, manteniendo la llama que parpadeaba sobre ella.

Y aquí es donde había llegado todo mi esfuerzo. El fuego era un poco más grande que cuando empecé, claro, pero seguía siendo diez veces más pequeño que [Bola de fuego], el hechizo de ataque con llamas que una vez me enseñó mi instructor de magia. En otras palabras, mis esfuerzos seguían siendo drásticamente inferiores a la clase más baja de hechizos de ataque.

Comparado con la habilidad de fuego que Lynne había usado antes, bien podría no haber tenido ninguna. Por mucho que intentara mejorar, nunca podría hacer que la llama de la punta de mi dedo creciera más que el tamaño de un puño. Naturalmente, tampoco podía lanzarla como una [Bola de Fuego]. Después de quince años de esfuerzo, éste era el límite de lo que podía hacer…

Sin embargo, aún la apreciaba. Era muy útil para cocinar.

“Ésta es [Llama diminuta], mi única habilidad de la rama de mago”, dije. “En cuanto a las otras cinco ramas, bueno… es una historia parecida. No debería tener que decirte lo que eso significa… ¿verdad?”.

Las habilidades que yo podía utilizar ni siquiera eran comparables a las que Lynne me había mostrado; el mero hecho de intentar compararnos era irrisorio. Todas y cada una de las habilidades que había mostrado eran fenomenales, ¿y haberlas aprendido a su edad? Sólo podía suspirar de admiración. La palabra “talento” -no, “genio”- prácticamente se había inventado para describir a niños como ella. No tenía nada que aprender de mí.

“¿Ves? Le dije. “A esto me refiero cuando digo que no puedo hacer nada por ti”.

Apagué la [Llama diminuta] con la punta del dedo. Olvídate de enseñar, ni siquiera podía explicarme medianamente bien. Hacer el ridículo era todo lo que podía hacer para convencerla.

Al ver mi escaso hechizo, Lynne bajó la cabeza y empezó a temblar. Ahora parecía estar reflexionando en silencio. Quizá por fin había aclarado el malentendido que había entre nosotros.

“Entiendes lo que trato de decir, ¿verdad?” le pregunté.

Asintió, hizo una breve pausa y luego dijo: “Sí. Ahora soy plenamente consciente… de mi propio orgullo e inmadurez”.

Se había calmado un poco, por lo que parecía; no había signos de su desesperación anterior. Estaba contenta de que finalmente había llegado a…

Espera, ¿qué? ¿”Orgullo”? ¿”Inmadurez”? ¿Qué tienen que ver? Tuve la sensación de que había llegado a un entendimiento totalmente distinto del que yo pretendía.

“Efectivamente, es exactamente como usted dice”, continuó. “Que alguien tan deshonroso como yo solicite ser tu discípulo es el colmo de la presunción. Es justo que no me consideres digna como soy ahora, por eso…”.

Volvió a ponerse una mano en el pecho, pero esta vez permaneció erguida, mirándome solemnemente a los ojos mientras hablaba.

“Algún día, haré que me reconozcas como tu discípulo, Sir Noor. No, Instructor Noor. Hasta entonces, te seguiré, vayas donde vayas”.