Shin no nakama janai to Yuusha (NL)

Volumen 8

Interludio: El Héroe Destruye El Mal

El Ciervo Dorado era una taberna cerca del puerto de Lark, una ciudad comercial.

Un chico solo se sentó en medio del bar lleno de animados marineros y aventureros. Tenía una réplica de la Santa Cazadora de Demonios, la espada del Héroe, en su cintura, y el emblema rojo del Héroe estaba blasonado en su pechera.

Sus ojos recorrieron la sala, percibiendo el bullicio de la taberna como si lo disfrutara.

“Es muy animado. Me he sorprendido innumerables veces desde que salí del monasterio”.

“¡Parece que todo el mundo se divierte!”, respondió una aguda voz femenina, aunque el chico parecía estar solo. Seguir el sonido condujo la mirada hasta una pequeña figura sentada sobre su peto.

“Oye, Van, ¿los humanos están celebrando un festival?”

La diminuta figura—un hada—saltó ágilmente de su armadura al aire. “Lavender, es peligroso que salgas en lugares como este”.

“Pero me protegerás, ¿verdad?” “Por supuesto. Con mi vida misma”. “Eek”.

Lavender se estremeció y sus mejillas se sonrojaron.

El hada había vivido en la jungla y se unió al grupo de Van para guiar al Héroe hasta donde el behemoth guardaba el tesoro secreto del bosque. Después, decidió continuar viajando con Van y se convirtió en un verdadero miembro del grupo.

“Eres un camarada que lucha por la justicia. Sólo derrotamos al malvado behemoth porque revelaste su debilidad”.

“Hee-hee, haría cualquier cosa por ti, Van.”

Lavender se posó en el hombro de Van y le besó la mejilla con sus pequeños labios. Van se sonrojó como un niño inocente.

El hada pareció alegrarse y le abrazó la mejilla. De repente, se oyó un fuerte estruendo.

“¿De qué te ríes, gilipollas?” Un hombre borracho se puso en pie de un salto. Llevaba pieles de animal y lucía una barba áspera. El objeto de su ira era otro hombre con una armadura de cuero teñido de gris. A pesar de las amenazas que le lanzaban, el hombre de cuero gris seguía sonriendo.

Discusiones como ésta eran habituales en una taberna. Marineros salvajes y ebrios formaban un círculo alrededor de la pareja, vitoreando lo que sabían que se avecinaba.

“¡Oye! ¡Te estoy hablando! ¡Di algo!” El hombre de la barba desaliñada agarró al de cuero gris por el cuello.

“E-E-Esto es defensa propia justificada”. “¿Ah…?”

Tras un sonido húmedo de carne cortada, la sangre se derramó por el suelo. Todos los marineros se quedaron en silencio.

El hombre de la armadura de cuero empuñaba un pequeño y afilado cuchillo.

“T-T-Tengo la bendición del Asesino de Hombres. A veces tengo que matar a alguien para calmar los impulsos”. Miró a la multitud. “¿A-A-Alguien es amigo suyo? ¿Va a atacarme para vengarse?”.

El hombre de cuero gris lucía una sonrisa retorcida. “Asesino de Hombres,

¿eh?” Van se levantó de su asiento. “¿Vas a por él, Van?” Lavender preguntó. “Sí.”

Un momento después… “¿Eh?”

…el hombre de la armadura de cuero se sorprendió al ver que su mundo se había vuelto del revés. Intentó decir algo más, pero se dio cuenta de que no podía hablar. Fue al ver que el suelo se acercaba rápidamente cuando se dio cuenta de que le habían cortado el cuello y se estaba muriendo.

“El villano ha sido derrotado”. Van envainó su espada.

Destruir el mal era la responsabilidad natural del Héroe. Van no dedicó a su víctima ni siquiera una mirada mientras volvía a su asiento.

“¡¡¡Ahhhhhhh!!!”

Los clientes de la taberna gritaron y salieron corriendo por la puerta. El dueño estaba perdido, paralizado y temblando detrás del mostrador.

Van asintió con la cabeza. “Qué triste. Debe haber estado terriblemente asustado de ese Asesino”.

“Mhm. Mhm.”

“Tal vez debería haberle derribado en cuanto empezó la discusión”. “¡Cierto! ¡Tienes razón, Van!”

Van y Lavender siguieron disfrutando de una agradable copa en el ahora silencioso establecimiento.

“¿Qué ha pasado aquí?”, llamó un caballero enmascarado cuando entró en la taberna.

Detrás de ella había un hombre corpulento con una mirada extraña. “¡Esta! ¡Ljubo!”

Van sonrió, encantada de reunirse con los dos después de que se hubieran ido a buscar información.

El caballero enmascarado Escarlata y el cardenal Ljubo, junto con el hada Lavender, formaban los miembros del grupo de Van.

“Han muerto dos hombres y te agradecería que me explicaras qué ha pasado”. El tono de Esta era claramente crítico con Van.

“Van se encargó de un homicida”. Lavender hizo poco por disimular su erizado enfado. Sólo adoraba a Van y no le importaban ni Esta ni Ljubo.

“Sí, Lavender tiene razón. Un Asesino de Hombres mató a alguien, así que yo lo maté”.

“… ¿Por qué el Asesino hizo eso?”

“¿Eh?” Van ladeó la cabeza, confuso. “¿Acaso importa?”

“Es importante saber por qué se produce una pelea, comprender la razón que hay detrás de una intención asesina. Deberías haber sido capaz de capturarlo vivo fácilmente a tu nivel, ¿verdad?”

“Cierto.”

“Entonces hubiera sido mejor juicio someterlo, obtener toda la información posible y luego decidir si entregarlo a la ley local o matarlo aquí”.

Van contempló a Esta con los ojos muy abiertos.

“¿Por qué pensarlo tanto? Sólo era un Asesino de Hombres”.

“Pero seguía siendo un ser humano. La gente no vive sólo de los impulsos de sus bendiciones. Cada uno tiene una voluntad individual. Eso no se puede olvidar”.

“Ummm…” Van meditó un momento las palabras de Esta, intentando comprender. “Ahora lo entiendo. Creo que lo has entendido mal, Esta”.

“¿Qué?”

“Ah, no, no intento decir que estés equivocada”. Van sonrió inocentemente. “No le odiaba por asesinar a alguien, y no quería protegerme ni evitar que hiciera daño a nadie más”.

“… ¿Qué estás sugiriendo?”

“Demis le dio a ese hombre su Bendición Divina. Asesinar a otros era el papel que Dios le había dado. No había pecado ni malicia en sus acciones”.

“…”

“Blandir la espada del Héroe para mis deseos personales sería una blasfemia. Lucho sólo por el bien de Demis. Nunca mataría a un Asesino que daña inocentes para satisfacer algún odio mezquino”.

“¿Entonces por qué lo mataste?” Esta presionó.

“Aquellos con una bendición como Asesino de Hombres existen para ser asesinados por otros. Lo maté para que pudiera cumplir su función. Era un fiel sirviente de Demis. Y el crecimiento de mi bendición de Héroe que sentí cuando lo maté es prueba de que él completó el rol asignado por su bendición. ¿Cómo podría odiar eso?”. Van juntó sus manos en oración, totalmente imperturbable e inocente. “Celebro tu vida. Gracias por llegar hasta mí como Asesino de Hombres. Mi bendición de Héroe que ha crecido gracias a tu vida seguramente salvará al mundo”.

“…Van, tú…”

Antes de que Esta pudiera decir nada más, el cardenal Ljubo levantó una gran mano ante la mujer para detenerla.

“Esto es lo que significa ser el Héroe”. “¿Verdad? ¡Esa es mi Van!”

Ljubo y Lavender validaron y elogiaron a Van.

“No soy más que un Héroe principiante que ni siquiera ha luchado contra el ejército del señor demonio. Estoy seguro de que Ruti el Héroe es una encarnación aún mayor de la verdadera fe en Demis”.

Van bajó la mirada, sonrojándose ligeramente.

Lavender y Ljubo sonrieron ante su gesto inocente y juvenil. Esta no lo hizo. En cambio, sus hombros se desplomaron.

Ruti y Van. Tienen la misma bendición, y sin embargo, son tan diferentes.

Van sonreía feliz en una taberna llena de olor a sangre, vísceras, alcohol y comida.

La expresión de Esta se tensó tras la máscara y suspiró. Había perdido la cuenta de cuántas veces le habían ocurrido cosas así desde que comenzó su andadura con la compañía de Van.