Shin no nakama janai to Yuusha (NL)

Volumen 8

Capítulo 1: Transmitir El Sentido De Una Vida Pausada

Parte 1

Rit y yo caminamos juntos entre los árboles de las afueras de la ciudad.

Los suaves rayos del sol primaveral brillaban entre las hojas y soplaba una suave brisa floral.

Al ver que Rit sonreía feliz, no pude evitar sonreír yo también. Fue un momento de paz.

“¡Seguro que hemos recogido muchas!” Rit llevaba alegremente una cesta llena de manzanas de hadas en ambas manos.

Las manzanas normales se recogían en otoño e invierno, pero las de hada eran de primavera.

Su aspecto y sabor eran muy parecidos a los de las manzanas normales, pero procedían de una especie de planta completamente distinta. El nombre se debe a alguien que encontró la fruta roja brillante creciendo fuera de temporada y razonó que un duende glotón debía de haber engañado a los árboles para que produjeran manzanas.

Estas frutas sabían un poco más dulces que las manzanas normales y podían comerse frescas, hacerse mermelada o incluso fermentarse en sidra. En Zoltan eran un manjar habitual durante la primavera.

“No había manzanas de hadas en Loggervia, ¡así que estoy impaciente!”. Rit sonrió mientras miraba el contenido de su cesta.

Voy a tener que preparar algunos platos para estar a la altura de esas expectativas…

Mi mente estaba trabajando duro ideando todas las formas de utilizar las manzanas de hadas en los platos.

Tarta de manzana, potaje de manzana, quizás un plato de carne para acompañar con salsa de manzana…

Tras sobrevivir a su primera guerra desde su fundación, Zoltan volvió al lugar que le correspondía como aburrido remanso.

Tras el conflicto, los buques mercantes habían llegado a puerto con bastante frecuencia, pero eso se había calmado desde entonces. Ahora todo había vuelto a la normalidad.

La gente, entusiasmada por el sabor de la victoria, olvidó rápidamente esa pasión al llegar la primavera y aumentar su carga de trabajo. Volvieron a su equilibrio habitual de responsabilidades y demora.

Incluso vi a un hombre sentado y fumando delante de un campo que aún no había tocado.

Parecía que había decidido que con llegar a la parcela era suficiente por hoy. Al fin y al cabo, mañana podría empezar a trabajar como es debido.

Yo no era fumador, pero al verle allí descansando, exhalando alegremente, sentí un poco el atractivo.

“Está holgazaneando. Así es Zoltan”, comentó Rit, asintiendo para sí misma.

Teniendo en cuenta que vivía con Rit y que pensábamos tener hijos algún día, no me pareció que fumar fuera un buen hábito.

“Soy lo suficientemente feliz teniéndote aquí conmigo”.

“¿D-De dónde ha salido eso de repente?” Rit se sonrojó. “Tienes la costumbre de decir cosas raras de la nada… Pero yo también me alegro de tenerte conmigo”.

Rit ocultó su sonrisa de felicidad tras el pañuelo. Zoltan estaba tranquilo y feliz.

Al día siguiente, fui a la plantación de Ruti con un tarro lleno de mermelada de manzana.

“¡Gran Hermano Red!” “Hola, Tanta.”

El chico semielfo llevaba una gran bolsa colgada del hombro mientras me saludaba.

¿Herramientas de carpintería?

“¡Buenos días, Gran Hermano!” “Buenos días. ¿Vas a casa de Gonz?”

Tanta esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

“¡Así es! A partir de hoy, ¡voy a trabajar en su casa todos los días!”. “Supongo que ya era hora. Enhorabuena, Tanta”.

“¡Heh, gracias!”

La primavera pasada, Tanta había estado a punto de perder la vista a causa del ojo blanco. Tras ser expulsado del grupo de los Héroes y establecerse aquí en Zoltan, me esforcé al límite por primera vez en mucho tiempo para curarle.

Recuerdo haber corrido por los senderos de la montaña a la velocidad del rayo en plena noche, mientras ardía el fuego provocado por la batalla de Albert contra el oso búho. Tanta había necesitado medicinas hechas con agujas de sangre, y yo recogí todas las que pude.

En realidad fue un incidente bastante cercano. Si Tanta hubiera contraído el ojo blanco incluso un día después, o si Gonz hubiera acudido a otra persona en busca de los ingredientes, todas las agujas de sangre se habrían destruido en el incendio, y Tanta se habría quedado ciega.

“¡Nos vemos, Gran Hermano! ¡No olvides tus deberes en la tienda!”

“¡Hah! Qué estricto. Pero ya he decidido tomarme las cosas con calma en la vida”.

“¡Eres un Zoltani nato!”

Tanta saludó con la mano y salió corriendo.

“Así que Tanta es lo suficientemente mayor para empezar a trabajar, ¿eh?” Aparta los ojos de ellos un minuto y los niños crecen rápidamente.

Tanta había crecido un poco. En su rostro se veían rastros del apuesto semielfo en que se convertiría.

Corrió alegremente con la bolsa de herramientas al hombro.

Saber que podía ver a Tanta así porque pude ayudarle el año pasado me llenó de orgullo. Estaba realmente agradecido de haber estado allí para conseguirle lo que necesitaba.

Al reflexionar sobre aquel acontecimiento, me di cuenta de que me había llevado a conseguir la tienda de mis sueños. Aquel día había marcado el comienzo de mi nueva y fácil vida.

Estábamos en la granja de Ruti. “Se ve delicioso”.

“¿Eso es mermelada de manzana? Estoy deseando probarla”. Ruti y Tisse estaban mirando el tarro que había traído.

“Me alegro de que las dos estén entusiasmadas”.

“Tu comida siempre es deliciosa, Hermano Mayor, así que por supuesto que me alegra que me regales un poco… Hoy podemos hacer una fiesta de mermelada”.

Las chicas parecían satisfechas, aunque apenas se reflejaba en sus rostros.

El antiguo Héroe y una temible asesina: independientemente del poder, seguían siendo chicas deseosas de una merienda sabrosa.

Echando un vistazo a la plantación, le dije: “Ahora tienes un montón de hierbas creciendo aquí”.

“Mhm, trabajamos duro tal y como nos enseñaste”. “Tendremos que intentar conseguirte clientes pronto”. “Clientes…”

Ruti cultivaba en su granja una gran variedad de plantas medicinales de temporada. En unos días llegaría el momento de la cosecha.

“Naturalmente, mi tienda será la primera de la fila. Una vez que tengas tus hierbas reunidas, estaré encantado de comprar algunas de tus existencias”.

“Mhm…”

Ruti sonrió, pero noté que había algo diferente en su expresión. Quizás era una sensación de logro. Estaba contenta de ganarse la vida mediante un trabajo que ella misma había elegido, en lugar de como Héroe.

En otras palabras, vivía su vida como Ruti, el individuo.

“Ponte en contacto con el Gremio de Comerciantes, las clínicas de Zoltan y los vendedores ambulantes que recorren los pueblos”, le aconsejé.

“Mhm… ¿Vendrás conmigo?”

“Claro, soy miembro del Gremio de Comerciantes, después de todo. Además, soy tu mentor cuando se trata de vivir una vida lenta en Zoltan”.

“Mentor Hermano Mayor”.

Ruti parecía disfrutar diciendo el título. “‘Mentor Gran Hermano’… eso suena bien”.

Debió de tocar la fibra sensible de Ruti, porque no paraba de murmurarlo para sí misma.

“Ah, claro”. De repente, la expresión de Ruti se volvió seria. Se giró para mirar a Tisse.

“U-Umm, ¿sí, Sra. Ruti?” “Tisse”.

“¿Sí?”

“Gracias. Las cosas sólo han ido tan bien porque has estado aquí para ayudar”.

La asesina pareció sorprendida por un momento, pero enseguida sonrió. “Por supuesto. Llevar la plantación juntas ha sido genial”.

“Mhm. Es divertido”.

Ruti y Tisse pasaban sus días labrando la tierra en lugar de blandir espadas.

Decidí pasar por otro lugar: el hospital del centro de la ciudad. “¿Él? Imagino que estará haciendo ejercicio en el parque”.

Después de dar las gracias a la enfermera de recepción, me fui.

El parque del centro de Zoltan estaba bien cuidado, lo que lo diferenciaba del bosque salvaje de la parte baja de la ciudad.

Cualquiera que diera por sentado que un parque estaba bien mantenido no conocía a Zoltan. Holgazanear siempre que se podía era el pasatiempo local. Este parque sólo se mantenía en tan perfectas condiciones porque quien lo supervisaba había desarrollado una pasión por el trabajo.

Los niños jugaban al pilla-pilla y no había grandes piedras en el suelo con las que pudieran tropezar y hacerse daño.

Zoltan se mantuvo unido gracias a esas pocas personas apasionadas que se aferraron a su trabajo.

“Ahí está.”

Danan, el Artista Marcial, estaba cerca de unos arbustos que no eran especialmente populares, practicando técnicas con movimientos tranquilos y lentos y una expresión tranquila que desmentía su habitual carácter estentóreo.

“Parece que estás en buena forma”. “Sí.”

Los movimientos de Danan se aceleraron rápidamente.

Plantó un pie con un ruido sordo y empujó el puño izquierdo hacia delante. Aunque sabía que no me golpearía, sentí un escalofrío que me recorría la espalda.

“¿Alrededor del ochenta por ciento, tal vez? El resto volverá luchando”. “¿En serio me estás diciendo que esa no es toda tu fuerza?”

Qué pugilista más loco.

“Danan, hice mermelada de manzana. ¿Quieres un poco para acompañar la comida del hospital?”

“Ohhh, eso sería genial. La comida que haces es siempre la mejor. Es una pena que tenga que dejarla pronto”.

“Sí, supongo que no estarás en Zoltan mucho más tiempo”.

Las graves heridas que Danan había sufrido durante la lucha contra el demonio asura Shisandan estaban casi curadas. Una vez que estuviera en condiciones de luchar, no había razón para que se quedara en medio de la nada.

“Estaré solo sin ti”, dije.

“Entonces ven conmigo. Podemos divertirnos asesinando a los ejércitos del señor demonio”.

El hecho de que pudiera afirmar algo así con tanta ligereza era la prueba de que aquel hombre no era de los que entendían la idea de una vida lenta. Aunque me reí irónicamente, no pensé que su forma de vivir fuera menos maravillosa que la mía.