Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 10

Capitulo 6: Hermanastra vs las Sustitutas

 

 

Al día siguiente, lunes, Chihiro fue al apartamento de Itsuki y descubrió un agradable aroma que provenía del interior. No era de lo que le había cocinado ella ayer—sino de otra mujer (¡o de su cocina!).

De pie en la cocina estaba Aoba Kasamatsu, novelista adolescente, aún vestida con su uniforme escolar. Hacía mes y medio, Chihiro evitaba ir a casa de Itsuki para no ver a Setsuna, pero durante ese tiempo, Aoba se ofreció a cocinar. Era la primera vez que Chihiro la veía desde aquella escapada.


“Kasamatsu…”.

“Oh, um… encantada de verte de nuevo…

¿Chihiro?”. El saludo de Aoba parecía bastante tímido.

“Sí… Lo mismo digo… Supongo que… ¿oíste hablar de mí?”.

“Ah, sí. Onii-chan acaba de decirme”.

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Cuando escuchó decir Onii-chan, hizo que las cejas de Chihiro se enarcaran. Era el término que Aoba utilizaba para referirse a Itsuki, su forma de mostrar cariño hacia él.

De todos modos, Chihiro consiguió esbozar una sonrisa. “Kasamatsu, gracias por cubrirme. Pero como su hermana, voy a volver a preparar la cena para Itsuki, así que continuaré desde aquí”.

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“Oh,  espera  un  momento”,  respondió  Aoba, sacando del aceite todo el karaage que estaba cocinando a la vez. Luego se giró hacia Chihiro. “Seguiré viniéndole a cocinar”.

“¡¿Eh?!”. La respuesta dejó a Chihiro confundida.

“Onii-chan me está ayudando mucho con mi novela, así que quiero devolverle el favor”. “¿Devolverle el favor…?”.

Cuando su primera novela recibió críticas despiadadas en Internet, Itsuki intervino para darle el aliento que ella tanto necesitaba. Desde entonces, lo idolatraba como una especie de mentor literario. Sus consejos habían surtido efecto, y su nuevo libro avanzaba a pasos agigantados. Era natural que Aoba quisiera devolverle el favor, y Chihiro tenía pocas razones para negarle ese derecho. Pero aun así…

“¡No—no tienes que devolverle el favor!”. “Bueno, eso no lo decides tú, ¿verdad Chihiro?”. “Ngh…”. Ella se estremeció ante la fría respuesta.

“Además, ¿no es éste tu último año en preparatoria? Debes de estar muy ocupada enfocándote para los exámenes de ingreso a la universidad, ¿verdad?”.

“¡Oh, estoy totalmente preparada para mis exámenes!”.

“¡¿Ah sí?! Tienes mucha confianza… Hay que tener muchas agallas para decir eso”.

Aoba parecía sorprendida por la arrogancia de Chihiro, y la propia Chihiro tuvo que admitir que se había dejado llevar un poco.

“…¿De qué están hablando?”, dijo Itsuki mientras asomaba la cabeza desde la puerta de la sala”.


“¡I-Itsuki! Voy a seguir cocinando para ti, ¿de acuerdo?”.

“No, no, no podemos distraer a Chihiro de sus estudios. Seguiré encargándome de la cena por ti, ¿verdad, Onii-chan?”.

Chihiro formuló su pregunta, mientras Aoba mantenía una elegante compostura.

Itsuki lo pensó un poco. “Sí, Aoba tiene razón. No puedo darte tantos problemas cuando se acercan tus exámenes…”.

“¡Mis notas van muy bien!”.

“¿No dijiste que la puntuación de tu último examen fue más baja?”.

“¡Ya—Ya me ocupé de eso!”.

No era mentira. Cuando consiguió una nota insatisfactoria en un examen el otro día, se preguntó qué sentido tenía estudiar y esforzarse tanto. Pero la charla que tuvo con Haruto resolvió gran parte de ese problema. Su ansiedad por ocultar su sexo a Itsuki—la principal causa de ese mal examen—desapareció, y ya no le preocupaba su trayectoria escolar.

“¿Para qué universidades estás esforzándote, Chihiro?”.

“Bueno, por el momento—”.

Informó a Aoba de su primera elección de universidad y departamento.

“¡¿En serio?!”.

“¡Wow…!”.

Había nombrado una carrera científica en una escuela de primera categoría, lo que tomó desprevenidos a Itsuki y Aoba.

“Vaya, eres muy lista Chihiro…”, dijo Aoba.

“Ahora sí que me siento mal por tenerte ayudándome…”.

Chihiro levantó las manos hacia Itsuki. “¡Está bien! De todas formas, esa es mi escuela número uno, y si considero que no puedo hacerlo, puedo cambiarme a otra…”.

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Itsuki frunció el ceño. “Sabes que no puedes ser tan descuidada con esto. Tu futuro depende de ello”.

Chihiro frunció el ceño. “Pero, Itsuki, tú no te preparaste para la universidad. Elegiste las facultades por capricho”.

“Ya—ya había debutado como escritor cuando estaba en preparatoria. Ni siquiera tenía intención de ir a la universidad, pero papá me daba la lata con eso, así que me fui a donde me dejaran entrar sin estudiar más. Pero tú eres diferente. Lo más importante en este momentos son los exámenes de la universidad”.

“…”.

Chihiro se quedó callada un rato y luego soltó lo que estaba pensando:

“Prefiero estar contigo que estudiar para los exámenes, Itsuki”.

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“¿Eh?”, dijo Itsuki, desconcertado.

“¡Dije que prefiero pasar un poco más de tiempo contigo que estudiar para los exámenes de la universidad! Finalmente pude decirte la verdad, así que…”.

“Chihiro…”, Itsuki miró a Chihiro, con la mirada un poco perdida.

Chihiro le devolvió la mirada, haciendo que Itsuki apartara los ojos. “…Entiendo cómo te sientes, pero si no te aceptan en tu primera opción a causa de eso, lo lamentaré muchísimo”.

“Bueno, estoy estudiando duro para que eso no ocurra. Y si ocurre, será culpa mía, no tuya”.

“Pero él seguirá sintiéndose responsable por eso”, le reprochó Aoba. “En eso consiste ser un hermano mayor…”.

“¿Por qué me quitas las palabras de la boca?”,

Itsuki preguntó, mirándola. “…Pero sí, tiene razón. Como tu hermano, no quiero hacer nada que pueda perjudicarte”.

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“…”.

No es justo, pensó Chihiro. Se había esforzado tanto por mantener su secreto a salvo hasta ahora, incluso cuando eso podía significar exponer su trasero a Setsuna, todo para no interferir en los esfuerzos creativos de Itsuki. El hecho de que le devolvieran esa misma lógica la dejó en silencio.

…O debió haberse quedado así, pero ella habló de todos modos.

“Pero no quiero dejarle a Kasamatsu todo lo que yo hacía por ti. Eso no me gusta”.

“Chihiro…”.

Itsuki estaba cada vez más desconcertado hasta que intervino Aoba.

“Entonces, ¿qué tal si Chihiro y yo nos turnamos para cocinar para ti, de momento? Y Chihiro, si tus notas en los exámenes caen en picada, podrás centrarte en estudiar después”.

“Hmm…”.

“Mmmmm…”.

Itsuki y Chihiro reflexionaron un poco—al final, estuvieron de acuerdo.

“¡Es una muy buena idea, Aoba!”.

Aoba inclinó la cabeza hacia un lado, aceptando con timidez el cumplido de Itsuki. “Yo también tengo un hermano y una hermana menores que yo, así que siempre me tocó encontrar el punto en común que nos hiciera felices a los tres”.

“Oh, tienes genes de hermana mayor también”. Eso impresionó aún más a Itsuki.

Chihiro, por su parte, sintió un poco de resentimiento: había accedido, sí, pero no podía evitar sentir que Aoba le había tomado el pelo. Aun así, no expresó su queja. Aoba era más joven que ella, pero fría, calculadora y madura. Si Chihiro seguía quejándose, la niña sería ella misma.

“De acuerdo. Yo me ocuparé de la cena de esta noche—está casi lista, así que Chihiro, ¿puedes poner la mesa por mí?”.

“Um, claro…”.

Siguió las órdenes de Aoba a regañadientes y, en unos minutos, la cena estaba servida—arroz sazonado con una selección de plantas silvestres, ensalada de okra y tomate, sopa de miso de okra y pollo frito. Era la primera vez que Chihiro probaba la cocina de Aoba; el arroz con plantas era sabroso, y el pollo freído dos veces tenía una superficie perfectamente crujiente y un interior increíblemente jugoso. La okra, por su parte, era… bueno, okra. Pero entre los sabores, la cantidad, el coste y la nutrición, por mucho que Chihiro odiara admitirlo, no había nada de lo que

quejarse.

Mientras ella reflexionaba, Itsuki y Aoba charlaban sobre la nueva novela de Aoba. Él había leído su último manuscrito mientras ella estaba en la cocina, y ahora profundizaba en sus impresiones con ella mientras comían.

“La trama de la segunda mitad da un giro sorprendente, lo cual me gusta, pero creo que la caracterización del director del colegio es demasiado débil. Teniendo en cuenta lo singulares y novedosos que son los protagonistas, parece excesivamente un villano de manual”.

“Sin embargo, quiero que sea fácil de entender, para que sea más catártico cuando sea derrotado…”.

“Hmm… Eso tendría sentido si esto estuviera pensado para que el lector sintiera ese tipo de emoción estimulante, pero no creo que encaje bien con el tono general en este caso”.

“Sí, buen punto…”.

No había espacio para Chihiro en esta conversación. Hizo un pequeño puchero mientras seguía comiendo.

***

 

 

Hermanita

Dos días después, Chihiro fue a casa de Itsuki a

cocinar, sólo para encontrarlo jugando con una pequeña niña rubia.

“¡Yeeey, atrapé a todos los gorilas!”.

“Muy buen trabajo, Nadeshiko. Eres un genio”. “¡Jejeje!”.

La niña del kimono, sentada entre las piernas de Itsuki frente a la mesa, era Nadeshiko Kiso. Esta niña de cuarto grado era la nieta de Yoshihiro Kiso, el hombre de sesenta y siete años que recientemente había debutado en el mundo de las novelas ligeras. Itsuki la conoció cuando la niña había seguido a su abuelo hasta el edificio de Gift Publishing; era una niña ingenua, inocente y simpática, que lo cautivó al instante. Cuando ella lo llamó Onii-chan, él se derritió.

Chihiro encontraba a Nadeshiko tan adorable como él, pero ver a su propio hermano enamorado de ella le producía sentimientos encontrados.

“¡Hola, Nadeshiko! Hoy estás de visita, ¿eh?”. “¡Oh, es Chihiro! Hola, Hermano Chihiro”. La niña

devolvió el saludo de Chihiro con una gran sonrisa.


“En realidad Nadeshiko, sería Hermana Chihiro”. “¿Eeeehhhh?”. Sus ojos se abrieron de golpe

mientras miraba fijamente a Chihiro. “¡¿En serio?!”. “Um, sí… así es”.

“¡¿Cómo pasó eso?!”.

“Um… Es una situación compleja”.

“¡¿Qué significa ‘situación compleja’?!”.

Chihiro se estremeció ante la luz de los brillantes ojos de Nadeshiko. “Eso… Um, son cosas de familia…”.

“Ohhhhh. Siento mucho oír hablar de tu situación compleja”.

“N-No, um, no es tan complejo…”. Le dedicó a la chica una vaga sonrisa y cambió de tema. “Entonces, ¿qué juegan hoy?”.

“¡Estamos jugando Ichigorilla! ¡Gané tres veces seguidas!”.


Ichigorilla es un juego de acumulación de cartas en el que, en lugar de encontrar parejas de cartas, los jugadores reúnen conjuntos de fichas de distintos tamaños en función de sus imágenes (dos zanahorias, cuatro barcos, etc.). Hay menos tipos de fichas que en una baraja de cartas estándar, los recuentos de iconos están equilibrados para que puedas disfrutar de una ronda sin necesitar demasiada concentración.

Chihiro, con su buena capacidad para recordar, casi nunca había perdido una ronda de este tipo.

“Sí”, dijo Itsuki mientras acariciaba la cabeza de Nadeshiko, “esta niña tiene una gran memoria”.

“¡Jeje! ¡Tienes que esforzarte más, Itsuki Onii- chan!”.

“Oww, nunca podría ganarte Nadeshiko. ¡Incluso

podrías ser la mejor jugadora del mundo!”. “¿Qué…? ¿En serio?”.

“¡De verdad, de verdad!”.

La sonrisa de satisfacción en el rostro de Itsuki irritó un poco a Chihiro.

“¿Por qué no juegas conmigo, Nadeshiko?”. “¡Muy bien!”.

…No era lo más maduro, pero quería que la niña probara la derrota al menos una vez. Se sentó frente a ambos mientras pensaba en la situación, volteando las fichas y mezclándolas.

“Nadeshiko es…”, murmuró Itsuki en voz baja. “Bueno… Es buena, ¿sabes? Creo que es literalmente un genio”.

“Ja-ja-ja…”.

Chihiro, suponiendo que era una broma, se rio un poco al respecto. Luego miró a Itsuki. Una gota de sudor frío corría por su mejilla..

“Oh… ¿Es en serio?”.

“Muy bien, Hermana mayor, juguemos. ¡Piedra, papel, tijeras, adelante!”.

Utilizaron un juego rápido para decidir quién iría primero antes de empezar. Una vez que lo hicieron, Chihiro descubrió lo acertado que estaba Itsuki. Nadeshiko era ridículamente buena. En cuanto se volteaba una ficha, la memorizaba al instante y siempre la elegía. A diferencia de la acumulación de cartas normal, tu turno terminaba en Ichigorilla si acertabas—pero como ni Chihiro ni Nadeshiko se equivocaban, la partida se convertía en un juego de azar e intuición. El reto principal: ¿cuántas veces tuviste la suerte de encontrar una ficha de alta puntuación en el grupo que aún no se había girado?

“…Esto no se parece en nada al juego de Ichigorilla que conozco”, susurró tembloroso Itsuki. “Solo con verlas, ya estoy perdiendo la concentración…”.

Tras una batalla igualada, Nadeshiko consiguió una ajustada victoria.

“¿Yo… perdí…?”. “¡Yeeey! ¡Gané!”.

Chihiro se quedó sentada con la mirada perdida, mientras Nadeshiko celebraba inocentemente.

“¡Pero eres muy buena, Hermana Mayor!”. “¡Juguemos otra ronda, Nadeshiko!”.

“¡De acuerdo!”.

La segunda partida fue otra guerra de nervios de alto nivel, pero esta vez, Chihiro superó a su oponente. “Uf… gané…”.

“¡Vaya, es la primera vez que pierdo! ¡Juguemos una vez más!”.

Nadeshiko  era  pura  sonrisas  a  pesar  de  su derrota. Y ganó la tercera partida.

“¡Fue una buena partida!”.

“…Sí. Creo que estoy recuperando mi antigua habilidad para esto, así que probemos otra ronda”.

Chihiro trató de parecer indiferente mientras desafiaba a la alegre Nadeshiko a una cuarta partida… y perdía.

“¡Gané!”.

“…Uf. Muy bien. Ahora me pondré seria”.

Así comenzó la quinta batalla, que terminó con otra ajustada victoria de Chihiro.

“Eres realmente buena, Hermana Mayor. ¡Estuvo divertido!”.

Justo cuando Nadeshiko estaba a punto de volver a meter las cosas en la caja, Chihiro esbozó una tranquila sonrisa en su rostro.

“Claro que sí. Preparemos la próxima partida”. “¡¿Otra más?!”, exclamó Itsuki.

“Voy perdiendo tres a dos. Necesito ganar dos más”.

“¡¿Piensas jugar hasta ganarle?!”.

“Quiero jugar a otro juego”, dijo Nadeshiko, con un poco de mala cara.

“Eso no es muy maduro de tu parte, Chihiro…”.

La advertencia liberó a Chihiro de su trance. “Lo siento… me puse demasiado seria”.

“Bueno”, dijo Itsuki con una sonrisa, “entiendo que te impresione que una estudiante de primaria te gane en un juego en el que eres buena”.

Esa no era la única razón por la que Chihiro se lo estaba tomando tan a pecho, pero se limitó a dedicarle una vaga especie de sonrisa.

“Bien, Nadeshiko, ¿qué te gustaría jugar ahora?”.

Nadeshiko se levantó, echó un vistazo a las estanterías de juegos y tomó una caja. “¡Jugué a esto con el abuelo antes!”.

Había elegido Atrapemos al león, desarrollado por un jugador de shogi para popularizar el juego entre los niños. Esta versión, muy simplificada, utilizaba piezas con dibujos de animales.

“Hmm… Soy buena en este, sabes”. “Geh…”.

Itsuki se estremeció ante la amenaza susurrada por Chihiro. Puede que fuera un juego sencillo y casual—cuatro fichas por jugador en un tablero de tres por cuatro—pero al igual que en el shogi real, no había ningún elemento de suerte, lo que lo convertía en lo que los matemáticos de la teoría del juego llamaban un juego de dos jugadores de suma cero con información lógica perfecta. Por cierto, Chihiro nunca había perdido.

“De acuerdo, Nadeshiko, comencemos”.

“¡Muy bien! ¡Tú primero, Hermana Mayor!”.

Así, la partida se inició con un ambiente alegre…

“Iré aquí… Aquí… Aquí… Aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí…”.

“Aquí… Aquí… Aquí… Aquí… ¡Aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí—!”.

El ambiente se volvió mucho más serio, casi

escalofriante, que cuando jugaron contra el Ichigorilla impulsado por la suerte. Ambos bandos miraban atentamente el tablero, librando batallas incandescentes de acción.

“¡Vaya! ¡Increíble! ¡Qué buena partida! ¡Me costaría decirte exactamente por qué es genial, pero es tan emocionante! Incluso es como el shogi de verdad”. El colorido comentario de Itsuki era ciertamente apasionado, aunque no del todo útil.

“Itsuki, ¡cállate un momento!”. “Onii-chan, sshh”.

“Oh. De acuerdo”.

…Y tras una batalla que duró casi una hora, Chihiro consiguió la victoria.

Tomó un respiro profundo disfrutando de la emoción de la victoria—al mismo tiempo que Yoshihiro Kiso regresaba de su reunión con la editorial para recoger a su nieta.

“¡Hasta luego, Itsuki Onii-chan! Me muero de

ganas de volver a jugar, Hermana Chihiro”.

Con una bonita reverencia, Nadeshiko abandonó el apartamento de Itsuki—

“Por cierto, Chihiro, ¿qué hay para cenar?”.

—y fue cuando Chihiro se dio cuenta de que se

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había apasionado tanto por desafiar a Nadeshiko que se olvidó de preparar algo.

“…Bueno, ¿qué tal si pedimos pizza para

cambiar de aires?”.

“Lo siento, Itsuki…”.

Puede que haya ganado la partida, pero ahora su error crítico le hacía saborear la agonía de la derrota.

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