Imouto Sae Ireba Ii (NL)

Volumen 10

Capitulo 11: Xie Xie, Taiwan

 

 

Era un día de mediados de agosto e Itsuki estaba en el cielo.

Estaba a bordo de una avión que se dirigía al aeropuerto de Haneda (Tokio) al de Taipei Songshan. Tenía un asiento en clase ejecutiva y la artista de manga Kaiko Mikuniyama estaba sentada a su lado, mientras que Kenjiro Toki y Kohei Tokuyama, el editor de Kaiko, viajaban en clase turista.

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Itsuki y Kaiko habían sido invitados a una convención en Taiwán. Se celebraba todos los años por estas fechas y era un evento muy grande organizado por editoriales y empresas de manga, anime, novelas ligeras y otros géneros. Para cada convención, siempre invitaban a un grupo de japoneses: locutores, cantantes, artistas de manga, novelistas, diseñadores de juegos, entre otros. Duraba cinco días seguidos, y mañana, el cuarto día, Itsuki y Kaiko tenían previsto realizar una sesión de autógrafos.

El personal de la convención seleccionaba cada año a los invitados. En general, las editoriales japonesas y las agencias de talentos carecían de la posibilidad de elegir a las personas que querían promocionar y hacerlas aparecer en la convención. Recibir una invitación, en otras palabras, era un signo por parte de los taiwaneses de que realmente eras una estrella de renombre allí, un gran honor.

Gift Publishing había recibido invitaciones para una decena de novelistas y dibujantes de manga en el pasado, entre ellos Kasuka Sekigahara. Enviaron una oferta para Nayuta pero ella la había rechazado. Haruto nunca recibió una y, por supuesto, sintió una enorme envidia hacia Itsuki antes de que se marchara.

“Ooooh… No puedo comer de los nervios…”.

Ese comentario no era nada convincente, teniendo en cuenta la velocidad a la que estaba engullendo una comida que, según el menú, estaba supervisada por el chef de un restaurante francés de primera clase.

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“¿De verdad está bien que una novata como yo sea una invitada…?”.

Itsuki sonrió. “Sabes Kaiko, creo que si a esas vamos, yo soy sólo la guarnición comparado contigo”.

La oferta de la convención llegó un mes después de que se anunciara el anime de ImoSube. Este anuncio se hizo al mismo tiempo que el Volumen 1 de la adaptación del manga, el cual generó una gran expectativa tras su lanzamiento y se convirtió en un éxito de ventas. Probablemente era sólo cuestión de tiempo para que el manga empezara a vender más que las novelas. En Taiwán se publicó una versión traducida casi al mismo tiempo que en Japón, e Itsuki se enteró de que allí también le iba bien.

“No, no… No estaría aquí sin su trabajo original, Señor Hashima. Y allí también adoran el anime, ¿verdad?”.

Los ojos de Itsuki se quedaron pensativos.

“Me imagino…”.

El anime de ImoSube se emitía en el extranjero prácticamente al mismo tiempo que en Japón. El anime japonés se publicaba ilegalmente en la red casi al instante, con subtítulos cuidadosamente traducidos y todo, por lo que muchas series tenían contratos con empresas de distribución para publicar las versiones oficiales traducidas lo antes posible.

Según lo que el productor de anime Tsutomu Oshima le dijo en una sesión de grabación el otro día, el anime de ImoSube estaba recibiendo buenas críticas fuera de Japón. Su rendimiento en China fue especialmente bueno en comparación con otros países, incluso Japón—lo suficiente como para situarse entre los tres primeros animes de la temporada.

Cuando escribía sus libros, Itsuki sabía que se traducirían y publicarían en otros países, pero nunca pensaba en un público no japonés ni ajustaba su contenido para él. Su objetivo eran los lectores japoneses, y utilizaba todas sus habilidades lingüísticas para escribir para ellos. Por eso resultaba difícil de creer que su obra fuera popular fuera de su país natal. Incluso en Japón, era una serie que se amaba o se odiaba, ¿cómo podía gustarle a alguien más?

¿Tan buen trabajo hicieron los traductores? Y si lo hicieron, ¿no hace eso que sea más trabajo del traductor que mío…?

Esto, entre otros muchos pensamientos y preocupaciones, rondaba la mente de Itsuki mientras su avión viajaba hacia Taiwán según el horario previsto. El vuelo de Haneda a Songshan duró unas tres horas y media, nada que ver con aquel viaje improvisado a Okinawa de hace un tiempo.

***

 

 

Hermanita

El avión aterrizó alrededor de las tres de la tarde y, a su llegada, el grupo de Itsuki fue recibido por dos editores de la editorial taiwanesa, junto con el director (japonés) de las actividades en el extranjero de Gift Publishing. Este trío atendería sus necesidades durante el viaje.

De la editorial taiwanesa acudieron Hong, una mujer delgada de unos veinte años, y Wen, un hombre alto de unos treinta y pocos y, al parecer, el editor en jefe del departamento de novelas ligeras de su empresa. Ambos dominaban el japonés, y la persona encargada de las relaciones con Gift Publishing también hablaba chino y japonés con fluidez, por lo que la comunicación no parecía que fuera a ser un problema.

Después de algunas presentaciones, salieron del aeropuerto y se dirigieron a su hotel.

“¡Vaya… hace mucho calor…!”.

La ráfaga de aire húmedo y tropical hizo gruñir a Itsuki. En verano, la temperatura de Taipei era más o menos la misma que la de Tokio, pero la humedad era máxima y resultaba aún más agobiante. Itsuki no soportaba bien el calor—sus veranos los pasaba casi siempre en habitaciones con aire acondicionado, y hacía todo lo posible por mantenerse alejado del exterior—por lo que esto le afectaba mucho.

Subieron rápidamente a un SUV y partieron hacia el hotel.

Itsuki contemplaba el paisaje de Taipei por la ventanilla. La ciudad no parecía muy diferente de Japón, pero le sorprendió la cantidad de motocicletas que había a su alrededor. Serpenteaban por toda la carretera, y en los bordes de las instalaciones industriales veía filas larguísimas de motos aparcadas en fila. Taiwán es una auténtica sociedad motociclista, con una moto por cada 1,8 habitantes; incluso hay tiendas especializadas en cascos y máscaras para protegerse de los gases de escape.

“Este ambiente es similar a Japón, pero un poco diferente. Es fascinante”.

Kaiko  admiraba  todo  lo  que  veía  mientras apuntaba con su cámara digital de un lado a otro. Siempre llevaba una encima, porque nunca sabía qué fotos podrían ser útiles como referencias artísticas.

Tras unos quince minutos de contemplar vistas que nunca verían en Japón, el grupo de Itsuki llegó a su hotel. Se trataba de uno de los hoteles más importantes de Taipei, donde supuestamente se alojaban famosos actores y artistas.

“¿…Este… Este es realmente nuestro hotel…? No nos estarán confundiendo con Mamoru Miyano o Nana Mizuki, ¿verdad? Sólo soy un escritor japonés de novelas ligeras”.

La cabeza de Itsuki giró en torno a la gran y reluciente entrada del vestíbulo. Estaba completamente fuera de su elemento.

“¿Quién te confundiría con Mamoru Miyano?

…Ya me lo habían contado algunas personas de la editorial, pero en serio es un hotel bastante bonito… Nunca me darían el presupuesto para esto…”.

A pesar del reproche a Itsuki, Toki estaba igual de sorprendido. Ninguno de sus escritores había venido aquí antes, así que éste era su primer viaje de negocios a Taiwán.

“Bueno, en caso de que tengas razón, será mejor que saque algunas fotos antes de que alguien se dé cuenta de que no soy Nana Mizuki”. Kaiko empezó a tomar fotos del vestíbulo, cuya ostentación de estilo europeo probablemente sería material de referencia útil para una serie de fantasía.

Mientras Itsuki y ella se preocupaban por si se trataba de una confusión, el editor en jefe Wen hizo el registro, al igual que Toki y Tokuyama. Un empleado del hotel los condujo a su suite, una enorme habitación con dos camas dobles, un lujoso sofá y un montón de muebles más, con espacio de sobra. Cada persona podía tener su propia habitación si quería.

“…Esto es más grande que mi apartamento…”.

Si ponías una cama de aquí en el estudio que tenía Itsuki, de una habitación, probablemente no cabría nada más. Ahora se sentía aún más fuera de lugar mientras dejaba su equipaje y comprobaba el horario.

Tenían previsto quedarse aquí dos noches. Dentro de una hora, el editor taiwanés los llevaría a visitar Taipei 101, después cenarían y visitarían el templo de Lungshan y un mercado nocturno antes de regresar al hotel. Mañana, después de comer, el equipo realizaría su acto de firmas en la convención a partir de la una de la tarde. A continuación, visitarían algunas librerías de Taipei, y luego volverían a realizar otro acto de firmas en la principal tienda de artículos otaku Animate de la ciudad. Después de cenar con el presidente de la editorial taiwanesa, recibirían un masaje tradicional en los pies y regresarían al hotel. El tercer día por la mañana visitarían el Museo del Palacio Nacional y por la tarde tomarían el avión de regreso a Japón.

Itsuki era el tipo de turista que nunca planeaba un itinerario, sino que iba a donde lo llevaran sus caprichos. Quizá fuera la primera vez desde su último viaje de estudios en el instituto que tenía una agenda tan rígida.

***

 

 

Hermanita

Tras descansar un poco en la habitación del hotel, Itsuki se dirigió al vestíbulo. El resto del grupo ya estaba allí, incluidos sus tres ayudantes.

Su primera parada fue Taipei 101, un rascacielos de 101 plantas y 508 metros de altura, el más alto del mundo hasta que el Burj Khalifa lo superó en 2007. Era claramente visible desde el hotel, pero cuanto más te acercabas, más abrumadora resultaba su altura. Al entrar, decidieron subir a la plataforma de observación. A ésta se accedía por un ascensor que iba directo de la primera a la octogésima novena planta, viajando a velocidades de más de cincuenta kilómetros por hora (lo que le valió un récord Guinness).

“Vaya… ¡Creo que nunca un viaje en ascensor me había emocionado tanto!”.

La sensación de velocidad estremecedora no se parecía en nada a la de un ascensor normal, asombrando a Itsuki mientras se precipitaban hacia la planta ochenta y nueve. No era exactamente como una montaña rusa de alta velocidad, pero la sensación de estar en un ascensor que iba demasiado rápido para su propio bien era adictiva.

“¡La gente que trabaja aquí debe divertirse mucho con esto todos los días!”. Kaiko estaba igual de emocionada.

“¿Te gusta esto?”, preguntó Tokuyama, con aspecto nervioso. “No se me dan muy bien las alturas, así que esto es duro… Si tuviera que trabajar aquí todos los días, probablemente moriría…”.

“Sí, en el avión también estabas temblando un poco, ¿verdad?”, Toki sonrió y se giró hacia Itsuki y Kaiko. “Saben, ya lo había pensado antes, pero ustedes dos realmente tienen personalidades similares, ¿no?”.

“Es verdad”. Tokuyama asintió.

Tal vez, si los engranajes hubieran encajado de otra manera, Itsuki Hashima y Kaiko Mikuniyama podrían haberse convertido en pareja. ¡Este what-if se puede disfrutar en el CD drama que viene con la caja Blu-ray de Imouto en Japón—ya a la venta!

Después de disfrutar de las vistas desde lo alto, contemplaron embobados el gigantesco amortiguador de masas situado en el atrio central, las exposiciones de joyas de coral de la planta ochenta y





ocho y el centro comercial de la planta baja. Desde la sexta planta hasta el sótano, había una gran variedad de tiendas de moda, cosméticos, relojes, joyas, coral, comestibles, recuerdos de Taiwán y mucho más. También estaba lleno de patios de comidas y restaurantes, por lo que un adicto a las compras podría pasar allí todo el día entretenido.

Itsuki compró algunas cosas para Chihiro y Haruto, mientras Kaiko compraba para su familia y compañeras de apartamento, por no hablar de sí misma, a juzgar por toda la lencería de marca que amontonaba en su bolso.

“Vaya, Kaiko… Nunca cambias, ¿verdad?”.

Kaiko sonrió al sorprendido Itsuki. “También compré unas pantis para Chihiro. Un diseño un poco sexy, pero imaginarla toda sonrojada mientras se las prueba me está volviendo loca”.

“¡¿No pienses en cosas raras sobre la hermana de alguien, por favor?!”.

***

 

 


Hermanita

Después de una buena cena de pato pekinés, cangrejo peludo de Shanghai y camarones con chile, el grupo se trasladó al Templo Lungshan.

“Vaya… Esto es casi tan llamativo como lo de antes”.

El resplandeciente templo iluminado por LEDs dejó atónito a Itsuki. Era una imagen completamente distinta a la de los templos japoneses, reservados y naturales. Hojas de oro, verdes y rojas brillaban por todo el edificio, y todo estaba iluminado al anochecer, la palabra llamativo no era suficiente para hacerle justicia. La estatua del dragón del tejado también tenía una presencia real, dándole al conjunto un aire de fantasía juvenil. A Itsuki le gustaba más que los templos de su ciudad.

El edificio principal estaba dedicado al bodhisattva, por lo que se trataba de un templo budista, pero aun así era un lugar de culto para el taoísmo, el confucianismo y un buen centenar de dioses y diosas. Tener esta parada única para todo tipo de peregrinaciones resultaba muy práctico, por lo que era muy popular entre los turistas taiwaneses y extranjeros.

El grupo de Itsuki presentó sus respetos en un santuario dedicado al Emperador Guan, la forma divina de Guan Yu del Romance de los Tres Reinos y una deidad que trae buena suerte a los negocios, y que también es popular en Japón. Kaiko, por su parte, rezó una oración a Yue Lao, el dios taiwanés del matrimonio y el amor, y compró dos amuletos de la buena suerte con su mismo tema—uno para ella y otro para Miyako, según sus propias palabras.

Imouto Sae Ireba Ii Vol 10 Capítulo 11 Novela Ligera 

 

“¿Tienes alguna pareja potencial en mente,

Kaiko?”

Kaiko negó tímidamente con la cabeza a Itsuki. “No, nadie… pero viendo lo feliz que es Nayu cada día,

¡espero mucho que alguien así aparezca en mi vida!”.

“…Oh”.

“Me pregunto si habrá alguien que comparta mis aficiones. Alguien con quien pueda perseguir mis sueños…”. Entonces ella se dio cuenta. “…Ahora que lo pienso, Hashima, tú te acercas bastante a mi modelo ideal, ¿no?”.

“No, tengo a Kanikou, así que…”.

Kaiko sonrió mientras Itsuki entraba un poco en pánico. “Ya lo sé. No pretendo robarte de tu novia… Pero, si nos hubiéramos encontrado en otro orden o algo así, quizá me habría enamorado de ti, Hashima”.

“Sí”, dijo Itsuki riendo, “quizá hubiera funcionado así en algún universo paralelo”.

No tenían sentido hipótesis como ésta; por eso podía reírse de ellas. Llegados a este punto, no le quedaba más remedio que seguir con esta realidad, aquella en la que eligió a Nayuta Kani.

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Por cierto, este what-if en formato CD Drama en el que Itsuki sí formó pareja con Kaiko ya está disponible en [etc., etc., etc.].

***

 

 

Hermanita

Tras dejar atrás el templo de Lungshan, el grupo viajó unos quince minutos en auto hasta un mercado nocturno. En realidad, había otros dos cerca de Lungshan, pero al parecer, no eran ideales para un visitante novato.

Un mercado nocturno es una calle de puestos, tenderetes y restaurantes que funciona desde la tarde hasta muy noche. Se desarrollaron en las zonas tropicales y subtropicales de Asia, aprovechando que la gente hacía más negocios en horas nocturnas para evitar el calor, y los mercados nocturnos de Taiwán en particular eran populares sitios turísticos.

El lugar estaba repleto de gente, como si se tratara de una fiesta local, y los aromas de la comida que salían de todas partes ya abrían el apetito— picante, dulce, a pescado e incluso a hongos. Todos estos olores se mezclaban libremente, confundiendo el paladar.

No hacía tanto tiempo que habían disfrutado de una cena bastante contundente, así que nadie tenía mucha hambre. Aun así, hicieron varias compras desconocidas, compartiéndolas entre ellos. Como creadores, era importante que tuvieran todas las experiencias novedosas posibles, cosas en las que inspirarse más adelante. La comida en particular era vital: la descripción de un plato podía ser mil veces más persuasiva si lo habías comido antes.

Itsuki comió una fruta de la que no supo el nombre; comió algo parecido a una bola de masa gyoza; comió bolas de masa del tamaño de una rosquilla pero rellenas de camarones; comió el “mundialmente famoso” hielo raspado taiwanés con sabor a mango; comió una delicia elástica, parecida a un panqueque, relleno de carne y verduras; comió rana frita; bebió té con leche boba que se promocionaba como “bebida de huevos de rana” en el cartel; comió unos bollos de pimienta hujiao bing; comió un tofu apestoso; y comió unas patitas de pollo fritas. A algunos les tomó un poco de valentía acercarse, pero Toki, Tokuyama y Kaiko ayudaron.

“Tienes muchas agallas, Señorita Mikuniyama…”.

Toki observó a Kaiko cómo mordisqueaba una pata de pollo con una mezcla de admiración y repulsión.

“A mí nunca me ha disgustado la llamada comida asquerosa. También comí insectos en el pasado”.

“Veo que en la prefectura Gunma los crían fuertes, ¿eh?”, Itsuki se estremeció mientras Kaiko se sonrojaba.

“¡G-Gunma no tiene nada que ver! Además, ¿no es en la prefectura de Gifu que sobreviven de larvas de abeja?”.

“¡Eso es sólo una región!”. [Nota del editor: En la región de Tono, en la prefectura japonesa de Gifu, las larvas de abeja se mezclan con el arroz, pero no es su principal sustento].

Esta divertida discusión fue interrumpida por Wen, el editor en jefe. “Quizá el mercado nocturno de la cercana Lungshan hubiera sido mejor”.

“¿Te refieres al que no es apto para visitantes novatos?”, preguntó Toki.

“Sí. Allí puedes comer cosas como ratas y serpientes venenosas. También larvas de abeja”.

“¡N-No, este mercado está muy bien! ¡Gracias por preocuparte por nosotros!”.

“Las serpientes y las ratas son demasiado incluso para mí”, dijo Kaiko, visiblemente más nerviosa que antes.

También prestaron atención a las tiendas de ropa y artículos para el hogar que había a lo largo de la calle. Había muchos artículos con simpáticos personajes japoneses a la venta, algunos de los cuales eran claramente falsificaciones.

“Vaya, este muñeco azul con forma de gato de dibujos animados [Nota del editor: identidad no revelada] parece una imitación”.

Toki se rio, al igual que Itsuki.

“Qué pena. Si escribiera para Shogakukan Gagaga Bunko 4 , podría haber fingido no darme cuenta y tuitear una foto como ‘¡Encontré productos de D en el mercado nocturno! D también es muy popular en Taiwán’”.

“No nos causes más problemas de los que ya nos estás causando”, dijo Toki, con tono serio. Pero pronto lo olvidaron, ya que todos comieron todo lo que sus estómagos podían soportar antes de regresar al hotel.

***

 

 

Hermanita

Al día siguiente, después de degustar un desayuno buffet con platos chinos, franceses, japoneses e italianos, y luego de echarse una siesta improvisada para digerirlo todo, el grupo de Itsuki abandonó el hotel con sus editores taiwaneses.

Juntos se dirigieron a Din Tai Fung, un restaurante de fama mundial especializado en dumplings. Había cola en la puerta, pero alguien de la editorial había hecho cola antes por la mañana para conseguirles un ticket de mesa, por lo que entraron directamente.

4 La editorial real de esta novela, prácticamente la autora(?) la está rompiendo con Itsuki. Ya saben, en algunos casos no pueden darle publicidad a los productos de otras editoriales. En este caso el “D   ” es Doraemon.

Din Tai Fung era famoso por sus dumplings de sopa xiaolongbao, que ofrecía en una vertiginosa variedad de variantes—estándar, de trufa, de pasta de cangrejo, de camarones y muchas más. Todos eran excelentes, especialmente los de cangrejo de “carne marrón”—la sopa del interior hacía que la carne se derritiera en tu boca, una perfecta armonía de sabores.

A estos le siguieron shumai, gyoza, wontons y más, todos excelentes y todos haciendo que el grupo se llenara hasta reventar una vez más. Todos y cada uno de los creadores que hacían un viaje a Taiwán cuentan que “nos hicieron comer mucho y todo estaba buenísimo”, y ahora Itsuki entendía por qué.

Una vez que comieron hasta hartarse en Din Tai Fung, por fin llegó el momento de visitar la convención. Se trataba de un gran pabellón repleto de stands, entre los que había editoriales, empresas de anime, fabricantes de figuras y más de Japón. Además de la sala de distribuidores, había paneles, sesiones de autógrafos y mini conciertos en una u otra sala, lo que daba a la convención un ambiente frenético.

“Es como los puestos de las grandes marcas en el Comiket”, dijo Toki.

“Ya lo creo”. Tokuyama asintió.

Ni Itsuki ni Kaiko habían ido nunca al Comiket, así que miraron a su alrededor mientras caminaban, fascinados por las vistas mientras Wen y los demás los guiaban.

“¿Qué personaje era ese?”.

Itsuki señalaba un gran póster en la pared del stand de una editorial. Formaba parte de una línea de carteles que representaban a las heroínas más importantes del panorama japonés de novelas ligeras, pero había un personaje entre ellos que Itsuki nunca había visto antes.

“¿Hmm…? No estoy seguro. Creo que no la he visto”.

Toki, quien sabía aún más de novelas ligeras que Itsuki, enarcó una ceja perplejo.

“Ah”, intervino Hong, “es un personaje de una serie de novelas originales que publicamos”.

El mercado de novelas ligeras de Taiwán no sólo ofrecía traducciones de obras japonesas, sino también un gran número de obras originales de autores taiwaneses. El personaje que vio Itsuki estaba dibujado con una calidad que encajaría perfectamente en cualquier serie popular japonesa; de hecho, Itsuki podía imaginarse una serie protagonizada por esa chica triunfando en Japón.

El acto de las firmas se realizaría en un espacio contiguo al stand de la editorial. Itsuki entró por la puerta del personal, que daba a una sala verde. Se asomó para ver el escenario y se encontró a una chica muy guapa disfrazada de la heroína de ImoSube, Ichika Akatsuki, con un micrófono en la mano y charlando con el público. No entendía lo que decía, pero era de suponer que estaba explicando cómo funcionaría la sesión de autógrafos.

Los asientos estaban totalmente ocupados por los asistentes, lo que hizo que Itsuki y Kaiko se estremecieran—entonces, cuando la voz de la presentadora fue en aumento, el público estalló en aplausos.

“Vaya, sí que les gusta”, dijo Itsuki con voz ronca. “Esto es sólo una sesión de autógrafos, ¿verdad?”. A sus ojos, parecía más bien un concierto.

“¿Seguro que no lo confunden con algún evento de actrices de doblaje? Supongo que al final sí tendré que hacerme pasar por Nana Mizuki”, dijo Kaiko, igual de nerviosa.

“De acuerdo. ¡Entonces yo seré T.M.Revolution!

¡Es hora de saludar al mundo y empezar una revolución!”.

“Entendido Señor Hashima… ¡Oh, quiero decir Señor Nishikawa5!”.

“Cálmense ustedes dos”, intervino Toki antes de que su tontería se les fuera más de las manos.

“¿Cómo quieres que nos calmemos? Eso es un montón de gente… ¿Cuántos son?”.

5 Nombre real de ‘T.M.Revolution’

“Trescientos”.

¡¿Trescientos?!”, gritaron Itsuki y Kaiko. Por cierto, era la primera vez que los dos firmaban en un evento. Ambos habían firmado ejemplares de sus obras para regalar, pero nunca más de cien a la vez.

“No se preocupen. Tendrán un descanso a la mitad”.

“No es eso lo que me preocupa”, se quejó Itsuki.

“Estamos a punto de empezar”, dijo Hong el editor. “Así pues, creadores, estén preparados”.

Itsuki y Kaiko tragaron saliva.

“…No queda de otra que hacerlo”.

“Supongo que sí”, dijo Kaiko mientras Itsuki asentía para sí mismo.

Luego sacó de su bolso una máscara y unas gafas de sol. Estaban filmando el evento, y aparecería en los medios de comunicación de Taiwán, pero Itsuki nunca había revelado su rostro en Internet ni en revistas, así que pensó que era mejor mantenerlo oculto aquí. Kaiko, por otro lado, desplegó el par de bragas que llevaba a modo de lazo y se las colocó en la cara, al igual que cuando trabajaba.

“¡Tian ah!”

“¡¿Huhhh?!”

“Mikuniyama-sensei, ¡¿qué está haciendo?!”.

Los tres asistentes no ocultaron su sorpresa ante el extraño comportamiento de Kaiko.

“Oh, um, no se preocupen por eso”, respondió Tokuyama, resignándose a su suerte. “Así es como se viste Mikuniyama-sensei en los actos públicos”.

Mientras tanto, la presentadora en el escenario alzó la voz y empezó a hablar en japonés.

“¡Amamos a Hashima-sensei! ¡Amamos a las hermanitas!”.


Las trescientas personas del público respondieron en japonés.

“¡¡Amamos a Hashima-sensei!! ¡¡Amamos a las hermanitas!!”.

“¡Amamos a Mikuniyama-sensei! ¡Amamos a las hermanitas!”.

“¡Amamos a Mikuniyama-sensei! ¡Amamos a las hermanitas!”.

El coro hizo que Itsuki y Kaiko se alegraran y avergonzaran.

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“¡Este es el momento más embarazoso de mi vida…!”.

“Sí… ¡Ahora me estoy poniendo super nerviosa…!”.

“Bien, su turno”.

Empujados por Toki, Itsuki y Kaiko caminaron desde la sala verde hasta el escenario. Toki, Wen y Hong,  quienes  ayudaban  a  dirigir  la  sesión,  los siguieron detrás. La presentadora echó un vistazo a Kaiko y se sobresaltó visiblemente por un momento, pero recuperó rápidamente la sonrisa y animó al público a aplaudir—toda una profesional.

Recibidos con gritos y aplausos, Itsuki y Kaiko subieron al centro del escenario. La presentadora le entregó el micrófono.

“D-Dake ho… Wo shi Yudao Yiyue”.

“Wo shi Sanguochuan Tian”.

Se presentaron en su mejor chino entrecortado (sobre todo Itsuki) y se ganaron un gran aplauso. La respuesta hizo que Itsuki se preguntara una vez más si los estaban confundiendo con actores de doblaje. Pero detrás de ellos, en el escenario, había carteles gigantes que mostraban el volumen 1 de la novela y la versión manga de Todo sobre mi hermanita (o Meimeidi Yiqie, para ser más exactos), y una pancarta colgada en la pared tenía escritos sus nombres y lo que supusieron que era “Evento de firmas” en chino.

Tomaron asiento y se prepararon para la sesión. Tal y como estaba organizada, Itsuki escribía la fecha del día y su firma en una hoja de papel grueso para autógrafos y luego se la entregaba a Kaiko, quien añadía el nombre del destinatario y su propio autógrafo. Estas hojas de autógrafos venían dobladas por la mitad, como una tarjeta de felicitación algo grande; la “portada” tenía un primer plano de la cara de Ichika Akatsuki, mientras que la mitad del interior

estaba ocupada por una ilustración exclusiva de Yukiko Onizaki que Kaiko había dibujado para el evento. Al lado, escribían sus autógrafos con bolígrafo dorado sobre un fondo negro.

Un vistazo a estas hojas y quedaba claro que debían costar más que el típico libro de bolsillo o volumen de manga. Para participar en esta sesión, había que comprar X dólares taiwaneses en libros o productos de ImoSube, pero entre el pasaje en avión, el hotel y lo que costaban estas hojas de firmas, era imposible que alguien ganara dinero con esto.

Y es por eso, pensó Itsuki, que tengo que tomármelo en serio.

El primer solicitante de autógrafos que se puso delante de él era un chico, probablemente en sus últimos años de adolescencia.

“Xie xie”, dijo Itsuki.

“Hashima-sensei! ¡El volumen 6 fue realmente bueno! El anime también es maravilloso”.

La respuesta en un japonés fluido lo desconcertó. “Xie…”, empezó a decir por reflejo, antes de corregirse y responder “¡Gracias!”, en japonés mientras firmaba.

Al aceptar la hoja firmada, el chico sonrió y dijo: “¡Sigue trabajando así de bien!”, de nuevo en japonés. Extendió su mano derecha; Itsuki la aceptó, diciendo: “¡Lo haré, gracias!”.

No fue sólo el primer chico. Casi todo el público

le dio a Itsuki sus mejores deseos en japonés. Algunos de ellos incluso habían traído el trabajo original de Itsuki y lo habían leído en japonés, lo que lo sorprendió. Mientras se marchaban con sus firmas, la presentadora mantuvo su energía, haciendo preguntas al público, jugando a piedra, papel o tijera con ellos, y hablando de las respuestas que Itsuki y Kaiko habían dado en el cuestionario que habían rellenado antes.

Trescientos autógrafos (y un descanso) después, el público tuvo la oportunidad de hacerles preguntas a ambos.

“¡Hashima-sensei! ¡Quiero que me dé a Ichika!”.

“¡No! ¡Ichika es una hermanita que le pertenece a todo el mundo!”.

Itsuki respondió al instante a la petición del fan, Hong lo tradujo amablemente. El público rio y ovacionó.

Fue un acto largo, de más de dos horas y media, pero siempre animado, divertido y estimulante. A Itsuki le pareció que había acabado en un instante. Al final, se hicieron una foto en el escenario, donde un emocionado Itsuki había puesto sus brazos sobre los hombros de Kaiko y la presentadora.

Esta foto de Itsuki dejándose llevar se publicó junto con los informes del evento en los medios de comunicación taiwaneses, y también generó cierto revuelo en Japón. Itsuki no fue muy criticado al respecto, sobre todo gracias a la distracción que supuso que Kaiko llevara bragas sobre su cara. Fue entonces cuando su apodo de Panty Manga Sensei empezó a imponerse.

***

 

 

Hermanita

Al salir de la convención, Itsuki y el grupo visitaron algunas librerías antes del siguiente evento de firmas en Animate Taipei.

“Es un poco raro ver series publicadas por diferentes marcas compartiendo el mismo espacio en las estanterías, ¿verdad?”, comentó Itsuki mientras recorría los pasillos.

En las estanterías había muchos títulos que le resultaban familiares de Japón, pero los acuerdos para las ediciones traducidas se establecían por series individuales, no para toda la línea de novelas ligeras de una editorial. Así, por ejemplo, Haganai (publicada por MF Bunko J en Japón), No-Rin (GA Bunko) y Baka To Test (Famitsu Bunko) podían salir de la misma editorial en Taiwán. También era posible que el trabajo de un mismo autor estuviera repartido entre varias editoriales—Haunted! y Nekuroma, de Yomi Hirasaka fueron publicadas por Tong Li Publishing en Taiwán, mientras que Haganai pasó a manos de Sharp

Point Press.

“Son más fáciles de manejar que los pequeños libros de bolsillo de Japón”.

En Taiwán, las novelas ligeras eran un poco más grandes que el formato bunko habitual de Japón. A menudo se les añadían algunos detalles de lujo– cubiertas mate por ejemplo, o relieve en el título y los caracteres de la cubierta6. Eso las hacía un poco más caras que sus homólogas japonesas, pero si te gustaba tener una colección física de novelas ligeras, estas debían de ser mucho más agradables de poseer. Otra ventaja era que las ilustraciones se imprimían en páginas de mayor tamaño.


A menudo, los libros también venían con extras— un marcapáginas metálico con ilustraciones en color de la serie, una tarjeta ilustrada con una heroína cuya ropa desaparecía al calentar el papel, etc. En general, eran de gran calidad y, en ocasiones, había ejemplares de edición especial que venían con calendarios de escritorio, llaveros y otros obsequios que no estaban disponibles en Japón. Algunas veces, los fans japoneses—y, en realidad, los propios autores— rogaban a los editores que les enviaran algunos de estos artículos a casa. En la convención también se vendían artículos exclusivos. Itsuki vio un póster que los anunciaba; no sabía de qué se trataba, pero el envoltorio era tan bonito como los que había visto en su país.

6 Como las portadas de Bakemonogatari (manga) por Milky Way (España) en esas sí valen la pena gastar dinero.

“Vaya… Hacen un trabajo realmente bueno con esto…”.

Toki tomó una novela ligera original de Taiwán y la examinó detenidamente desde distintos ángulos.

“Quizá algún día veamos una novela taiwanesa traducida al japonés y que triunfe de verdad”. Comentó Itsuki pensativo.

“Hay bastantes posibilidades, estoy seguro”.

“…Tengo más rivales que nunca, ¿eh?”.

Desde los nuevos novelistas que surgen cada año hasta los escritores que se esfuerzan en los sitios web de novelas, pasando por los profesionales que trabajan en otros países… Si bajas la guardia una vez, desaparecerás de la primera línea en un instante.

“Sin duda tendré que prepararme…”. Kaiko parecía decidida. El negocio del manga, por supuesto, era aún más feroz que el de las novelas, y muchos títulos extranjeros se convertían en éxitos en Japón. Tomando como ejemplo una serie, Magika no Kenshi to Vacileus, un artista taiwanés había adaptado con éxito una novela ligera japonesa a manga.

Las librerías fueron una experiencia reveladora, que Itsuki y Kaiko se alegraron de tener antes de su firma en Animate Taipei. Allí también fueron recibidos por un público entusiasmado y firmaron autógrafos para unas ciento cincuenta personas. A continuación cenaron con el presidente de su editorial en Taiwán, con sopa de nido de pájaro, albóndigas de aleta de tiburón y otras delicias para chuparse los dedos.

Inmediatamente después vino el masaje de pies al estilo taiwanés, que al menos a Itsuki le dolió lo suficiente como para querer gritar. Entre eso y el resto de los acontecimientos del día, Itsuki se quedó dormido en cuanto llegó a la habitación del hotel.

***

 

 

Hermanita

El tercer día comenzó con el desayuno, seguido de una salida temprana y una visita al Museo del Palacio Nacional. Era el museo más grande de Taiwán y albergaba unas setecientas mil piezas de arte y artefactos de la antigua China. Las exposiciones se dividían en propiedades, caligrafía y literatura; mientras Itsuki se preguntaba qué sección explorar, Wen les dijo que lo siguieran a la exposición principal antes de que se llenara demasiado.

La obra maestra era la Col de Jadeíta, una pieza de jade tallada en forma de cabeza de col china por un artista desconocido. De unos veinticinco centímetros de alto, tenía una langosta y un ciempiés acechando entre sus hojas. El color verde y blanco se asemejaba al de una col real, pero al parecer éste era el color original de la piedra.

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“Hmm… Sí… Es una col, no cabe dudas…”

Itsuki observó detenidamente la pieza mientras la valoraba. Era bonita. Todos los detalles intrincados lo impresionaron, y estaba muy bien cómo el artista había aprovechado la coloración original del jade. Pero más allá de eso, no podía decir mucho. Se preguntó por qué se le había ocurrido a alguien tallar una col china en jade.

“Kaiko”, le preguntó mientras ella miraba la escultura, “como ilustradora profesional, ¿qué opinas de esto?”.

“¿Ah? ……Bueno, ¿cómo decirlo?”. Ella enarcó una ceja. “Es.    Es una col preciosa, es todo lo que

puedo decir”.

Después echaron un vistazo a las demás exposiciones principales, pero Kaiko tampoco reaccionó muy bien ante ellas. “Todas estas esculturas y pinturas intrincadas me parecen realmente geniales, pero. no sé. No me conmueven el alma ni nada”.

“Una vez”, replicó Itsuki, “fui con Setsuna a la sección de Picasso de un museo, el arte y la escultura de Picasso le llegaron al alma. Su arte incluso adoptó un estilo cubista durante un tiempo. ¿Tú no sientes nada como eso, Kaiko?”.

“¿Puriketsu fue a ver a Picasso?”, preguntó Kaiko, sorprendida. “Nunca he experimentado eso con las bellas artes. Sin embargo con el manga y las pantis, muchas veces”.

“Sí, eh, supongo que a mí me pasa lo mismo con algunas novelas…”.

Lo primero de la lista fue el shock que sintió al leer por primera vez Panorama Argénteo, de Nayuta Kani. Pero a menudo le conmovían las novelas que destacaban por su caracterización, expresión, presagios, estructura, facilidad de lectura, sinergia entre el texto y las ilustraciones, etc.

“Supongo que es necesario tener una base firme en algo antes de poder apreciar realmente lo magníficos que son sus mejores ejemplos. Al parecer, Puriketsu tiene un gran interés por las bellas artes,

¿verdad? No sólo la ilustración”.

Kaiko pareció un poco frustrada mientras hablaba de eso.

***

 

 

Hermanita

Tras disfrutar de su última comida taiwanesa en el restaurante del Museo del Palacio Nacional, el grupo se dirigió al aeropuerto. Se despidieron de Wen y de sus colegas taiwaneses frente a las escaleras mecánicas que conducían al vestíbulo de vuelos internacionales.

“Hashima-sensei, Mikuniyama-sensei, gracias por

su duro trabajo”, dijo Wen. “Espero que puedan volver a venir alguna vez”.

“No”, dijo Itsuki, “gracias a ustedes. Nos han sido de gran ayuda”.

Gracias a su ayuda durante los últimos tres días, el viaje transcurrió sin contratiempos pese a estar en un país extranjero. Tener tan poco de lo que preocuparse casi hacía que viajar al extranjero sin guía pareciera ahora una molestia.

“Haré todo lo posible por ganarme otra invitación”, dijo Kaiko con una sonrisa y una profunda reverencia. “Gracias de nuevo”.

Después de que Toki y Tokuyama se despidieran, todos agitaron sus manos en señal de despedida y subieron por la escalera mecánica. Tras registrarse, compraron algunos recuerdos más y pasaron el rato en la sala VIP hasta que embarcaron su vuelo. Al igual que en el vuelo de salida, Itsuki y Kaiko consiguieron asientos en clase ejecutiva, mientras que Toki y Tokuyama se conformaron con la clase turista.

“Es un lugar muy bonito”, dijo Kaiko con una sonrisa triste mientras miraba por la ventanilla.

“Sí”, respondió Itsuki.

“Tenemos que volver alguna vez… como invitados, claro”.


“Por supuesto”.

Itsuki asintió con firmeza. No podía decir cuántos

años tardarían, pero si seguía en primera línea de su industria, el día llegaría tarde o temprano. Ambos sentían la misma determinación al partir de Taiwán.

…Y, por supuesto, una vez de vuelta en casa, Nayuta interrogó a Itsuki sobre la foto de la sesión de autógrafos. Kaiko se hizo inmensamente popular (en cierto modo, al menos) por sus propias fotos, pero cuando vio los photoshops en línea de su yo con las pantis protagonizando Hentai Kamen, apareciendo en la portada de Shimoneta y alzándose como una servant de Fate/Grand Order, se desmayó en el acto.

Imouto Sae Ireba Ii Vol 10 Capítulo 11 Novela Ligera

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